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Tardes de soledad


Sobre Tardes de soledadde Albert Serra. España, 2024, VO en español, color, DCP, 125’.

Presentada en el ciclo El espejo deformante. Cine y esperpento. Museo Reina Sofia y Filmoteca Española. Estreno en sala. 14/12/2024, programa paralelo a la exposición Esperpento. Arte popular y revolución estética, Museo Reina Sofia, Madrid, del 8/10/2024 al 10/3/2025

Albert Serra anuncia a quienes van a ver su película que se preparen para una “experiencia cinematográfica”. Lo dice en privado primero. Lo repite en público después. Y acierta. Después de la primera media hora de visionado de Tardes de soledad ya se puede decir que se está viviendo una experiencia cinematográfica. Y se corrobora al final, cuando las luces se encienden y puedes ver los rostros de las personas que te rodean, a algunas las conoces, a otras no. Puede haberles gustado más o menos, pueden tener sus reservas o incluso pueden ser radicalmente críticas con la ambigüedad ideológica de la película, pero todas han vivido esa experiencia. Se nota en la disposición de sus cuerpos, atravesados por una pulsión de elevación, y en el brillo de sus ojos, que quisieran hablar por sí mismos sin recurrir a la lengua ni tener que articular palabras.

¿Cómo se forman esa consciencia y ese entusiasmo? Primero, por una sensación de necesidad, por la construcción de un ámbito de realidad autónomo, con una temporalidad propia, que sostiene la atención, sin distracción posible, durante las dos horas de duración de la película. Quien mira y escucha una vez, ya no puede dejar de mirar y escuchar, queda atrapado en esa realidad que se va desplegando implacable, con su propio ritmo, en una sucesión de rutinas, acciones y rituales menores, marcados una y otra vez por la sangre y por la muerte. Sin duda tienen mucho que ver en ello la belleza de las imágenes y la laboriosa precisión del montaje, pero no basta la perfección formalista para que la realidad creada se vuelva necesaria. Tan importante como el rigor formal lo es la implicación con el material, y éste se compone de materiales sensibles, las imágenes, los encuadres, las texturas, las voces, las capas sonoras, las duraciones, y de materiales morales, es decir, de la vida de la que nos hablan las imágenes, lo que vive el toro, lo que viven y dicen los integrantes de la cuadrilla, lo que vive y apenas expresa el torero. Porque Andrés Roca Rey, a quien la película retrata, se muestra como una esfinge, inasequible, taciturno, en una distancia silente que funciona como una sinécdoque de la película misma en su resistencia a revelar en un caso los sentimientos y las ideas del torero, en el otro el posicionamiento ético o ideológico del cineasta. Roca Rey no despierta empatía, lo cual no lo vuelve tampoco antipático: se muestra como quien es, en su alteridad, y el dispositivo de la película se encarga de solicitar a quien mira que acepte a su protagonista, del mismo modo que solicita la aceptación de la tauromaquia como algo ajeno, como algo que, aun resultando culturalmente familiar, se vuelve inapropiable. 

Pero hay una segunda causa de la experiencia cinematográfica, que deriva de la implicación con los materiales estéticos y morales, pero que va más allá, y que en la película misma es nombrada como “verdad” o por el propio cineasta como “trascendencia”. La “verdad” se refiere en el nivel de lo documentado a la fe con que el matador se entrega a su tarea, una fe que supuestamente puede convertir la rutina en ritual y, mediante la transferencia de esa fe a la cuadrilla y al público, despertar la admiración y entusiasmo ante el espectáculo de la crueldad y de la muerte. Sería en esa realización verdadera de la faena el modo en que la tauromaquia recuperaría sus orígenes sacrificiales para presentarse como un acto trascendente, como una lucha entre el hombre y el animal por la supervivencia, como una realización del misterio de la muerte. Pero la película no muestra la verdad de la fiesta, se apoya en esa fe, sin apropiársela, para afirmar su propia verdad. Y esto lo consigue desposeyendo a la tauromaquia de su dimensión espectacular y festiva, mediante el uso del teleobjetivo que encuadra en soledad al torero y al toro e invisibiliza al público, y mediante la sucesión de escenas encapsuladas, como en burbujas: las del interior de la furgoneta con el torero en primer término y la cuadrilla alrededor, y las de la habitación de hotel, que muestran de nuevo al torero, sólo a veces acompañado por su ayudante, con el que se relaciona en silencio.

El silencio es importante, porque vuelve al torero más próximo al toro que a los humanos, acentuando la consciencia de alteridad. Apenas habla, cuando habla casi no se le entiende, y la mayor parte de sus palabras son dirigidas al toro, en alternancia con respiraciones fuertes, voces inarticuladas y gritos que son casi mugidos. Es la voz de un cuerpo arcaico, de un cuerpo que se desprende de lo humano para aproximarse a ese otro ser con el que supuestamente lucha y al que debe dar muerte, porque así lo establece la liturgia festiva. Pero en su relación con el animal no hay nada festivo, sólo el esfuerzo de ese cuerpo, que por momentos no es humano, por dominar la fuerza del animal, por someterlo a la voluntad de su muleta hasta operar la transferencia, apropiarse de su vida al tiempo que de su masculinidad. Es una pelea entre dos, aunque fuera de campo se escuchen voces, silbidos, olés y jaleos. Roca Rey parece tener voz solo para el animal, apenas responde a los integrantes de su cuadrilla, que le aconsejan y comentan la faena, pero que mayormente lo alaban y lo engrandecen. Lo humano se revela en sus voces, en sus rostros, en la expresión de sus emociones, en el llanto incontenible de uno de los banderilleros después de una de las cogidas, en el nerviosismo del segundo, que no puede quedarse sentado, en la sucesión de ocurrencias verbales, a veces rutinarias y a veces asombrosas, a veces divertidas y a veces anodinas. “¡Cumbre!” es el elogio más plástico que se escucha en el interior de la furgoneta. Pero la realización “cumbre” que la película muestra no es la de las faenas del torero en la Maestranza o en las Ventas, sino la de la película misma en la construcción de una realidad que define su propio espacio y su propio tiempo, en esa alternancia de burbujas en las que encierra las vivencias de estos hombres y de los animales a los que matan.

La proximidad del hombre y del animal es explicitada durante las primeras secuencias en las que el objetivo encuadra al toro solitario que trota de noche por la dehesa, hasta fijarse en un plano medio del animal que mira fijamente a cámara, al que sucede otro plano medio del torero con la mirada perdida. Así se produce una identificación imposible, que anticipa su encuentro sobre la arena, en una lucha que no es por la vida, sino por la dominación y por la masculinidad en cuanto representación simbólica del poder. Pero la masculinidad no es esencial, como tampoco es esencial a lo masculino el poder, ni la valentía, ni la fuerza. La fuerza se impone al toro al calificarlo como “de lidia”, y se le exige como consecuencia del ordenamiento de la fiesta, en cuyo transcurso se le va arrebatando, hasta la muerte. La valentía se impone al torero como consecuencia de ese mismo ordenamiento y como condición del espectáculo. A mayor valentía, mayor celebración, mayor admiración y mayor singularización de su figura. En un marco tan codificado como el de la tauromaquia, a alguien que se viste como los demás, que se comporta como los demás, que repite las mismas acciones que los demás, le caben muy pocos resquicios de devenir singular. Los encuentra en pequeñas rutinas: el vaso de plata en el que bebe agua, la cadena que cuelga de su cuello, la imagen de la virgen que lleva de hotel en hotel y que lo observa cuando se viste y se desviste, o los gestos repetidos de persignación. Pero el único modo de afirmar esa singularidad es lo que se denomina «valentía», y que es más bien un llevar el riesgo hasta el límite de la imprudencia, el poner en juego la vida cada tarde, como si su razón de ser dependiera en exclusiva de exponerse abiertamente a la herida y a la muerte. 

No aparecen mujeres en cuadro, apenas reconocibles en segundo plano los rostros de unas espectadoras a las que la cámara como por casualidad recoge en un barrido que no les presta atención. La dualidad de género está suspendida en la película como lo está en la tauromaquia. El torero es masculino y femenino, como lo es el toro. Sus genitales no encuentran acomodo en un traje que parece diseñado para un género neutro, y en el que el torero se embute, o es embutido, oprimiendo voluntariamente su cuerpo para acomodarlo a la figura canónica, con el mismo sacrificio con el que las damas del siglo XIX debían someterse a la opresión del corsé, que al igual que el torero sólo podían ajustarse con ayuda. La lidia es también el ritual de afirmación de la masculinidad. Frente al toro, cuyos genitales cuelgan ostentosos, el torero esconde los suyos: danza frente a él, se expone vulnerable. Poco a poco, y de nuevo con ayuda de su cuadrilla, el torero va arrebatando al toro la energía, que se derrama como la sangre sobre su lomo, como la baba desde su boca. Juega con él, lo engaña, lo hace también bailar, hasta que lo somete y lo domina. Sólo cuando consigue humillarlo, la inversión de roles se cumple sin poner en riesgo, más bien afianzando, el paradigma patriarcal. El torero debe primero matar al toro y, con suerte, arrancarle las orejas como trofeo. 

La muerte del animal es lenta. Albert Serra la muestra en su crudeza, como un abandono progresivo de la vida. El animal continúa respirando después del descabello: queda inmovilizado, pero sus ojos se mueven, se mueve su lengua, que se retuerce entre los dientes. Y mientras las mulas lo arrastran fuera del coso, aún sigue su corazón latiendo, su sentir vital. Dice Albert que el animal no tiene consciencia de la muerte y que, por tanto, lo que se muestra en esas secuencias es el proceso material de la vida que se escapa despacio. Cualquier proyección de angustia sería errónea. Pero no el dolor, no la gratuidad del sacrificio. 

Éste ha sido desprovisto de cualquier dimensión ritual. Lo que la estructura de la narrativa muestra es una repetición casi mecánica de tareas, que se cumplen con entrega, con arrojo, incluso con emoción por parte de los taurinos, pero que no dejan de ser una y otra vez las mismas. Una y otra vez lo mismo, con la amenaza constante de la cogida, y a la espera de lo extraordinario, que casi nunca llega. La tauromaquia se revela como un trabajo repetitivo, una rutina de tortura y muerte, con mucha sangre, a veces con momentos de peligro, con desgarros y heridas en los cuerpos humanos, pero sobre todo con un final siempre idéntico, pues está predeterminado el rol de la víctima, la que sufre la humillación y la muerte. Para quienes participan en la fiesta, ese trabajo es su vida, o la parte más intensa de su vida, la vida de quienes visten el traje de luces, expuestos a las miradas del público y al riesgo de la lucha, que nunca desaparece por más desigual que ésta sea. La intensidad se alimenta de la sangre, de las respiraciones agitadas, de la belleza que ellos perciben en ciertos pases, en el temple o en la habilidad con la espada. Pero también de la solidaridad entre los que protagonizan la lidia, que viven como una pasión común. Para los taurinos entonces la corrida no es su trabajo. El trabajo, entendido como aquello que tenemos que hacer para sobrevivir, comienza cuando la fiesta se acaba y deben volver a su cotidianidad, privada de intensidad. Comprender esto, dice Albert, constituyó una revelación trascendente, aunque muy probablemente era algo que ya sabía, que él mismo ha experimentado como artista. Tardes de soledad vuelve a convertir en trabajo repetitivo lo que para los taurinos es el tiempo de su vida, y al hacer esto libera la vida a otra dimensión, que es la de la experiencia estética. Poco importa que lleguemos a reconocer las técnicas que permiten sostener la atención, que analicemos los elementos que nos atrapan, que sepamos que esa realidad aparentemente necesaria ha sido construida durante siete meses de paciente y escrupuloso montaje. Lo importante es que en el proceso de filmación y montaje se ha producido una transferencia, similar a la que ocurre entre el toro y el torero durante la lidia, en este caso de la tauromaquia al cine. Difícilmente al ver la película alguien sentirá que la verdadera vida es la de la tauromaquia, pero sería muy raro que alguien no fuese capaz de tener esa experiencia estética que el director y productor anunciaba antes de la proyección. En un gesto casi soberbio, la película nos puede tentar a recuperar esa idea según la cual la vida en el arte puede ser más verdadera que la vida cotidiana. Al menos sí puede hacernos volver a creer en la virtud del arte para hacer de la vida algo más interesante que el arte. 

***

Tardes de soledad no es un esperpento. Está la violencia, pero desprovista de ritualidad. Apenas hay humor y cuando lo hay carece de potencia corrosiva. La distancia no caricaturiza a las personas, meramente las aleja moralmente mientras las mantiene en primer plano gracias a la virtud de la óptica. Y no hay yuxtaposición de tiempos, pues por más anacrónico que nos parezca el espectáculo taurino, es un presente sin doblez crítica. En consecuencia, la tauromaquia no se exhibe ya como una alegoría, el ruedo ha dejado de ser “ibérico” y no es más que la superposición del albero y la madera, los mugidos y los silencios, la sangre y la piel, los hierros y los trajes de luces. Tardes de soledad no pretende ser un esperpento, pretende construir su propia verdad artística. La soledad es su atributo, no del torero, sino del cine mismo. Y aun así, al margen de la historia, consigue hacernos suspender por dos horas el juicio para sumergirnos en la experiencia. La realidad no acepta que mantengamos la suspensión. Si lo hiciéramos (añadiendo además pasión o ironía), caeríamos entonces sí en el esperpento.

José A. Sánchez

Este texto está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España

Enrique Herreros. La tauromaquia y la muerte. 1946. Aguafuerte y aguatinta sobre papel. 37 x 52 aprox. MNCARS 2

Esperpento

Arte popular y revolución estética

Catálogo de la exposición en el Museo Reina Sofía, 8 de octubre de 2024 – 10 de marzo de 2025

En Luces de bohemia, Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936), a través del personaje Max Estrella, escribió: «España es una deformación grotesca de la civilización europea». Esa particular distorsión de la realidad es lo que el autor gallego denominó «esperpento»: un género literario que constituyó un nuevo pensamiento estético (y crítico) como reacción al atraso y la desesperanza moral que asolaba al país en el primer tercio del siglo XX. Partiendo de este concepto, la investigación y exposición Esperpento. Arte popular y revolución estética presenta una amplia selección de documentos y obras artísticas de diversa índole para examinar sus principales temas y estrategias, poniendo de relieve cómo el esperpento de Valle-Inclán permanece vigente en el mundo contemporáneo.

Este libro presenta un ensayo del equipo curatorial acompañado de una selección de obras que conforman la exposición, donde se ahonda en conceptos como el espiritismo, el teatro de marionetas, lo carnavalesco, la mezcla de la religión con la cultura popular, el poder tirano y la violencia como espectáculo (el ruedo ibérico) que devino en la Guerra Civil, siempre con las obras de Valle-Inclán como hilo conductor. La publicación se complementa con cuatro textos inéditos de Santiago Alba Rico, Mario Bellatin, Esther F. Carrodeguas y Gloria G. Durán, quienes profundizan y juegan con la dimensión literaria del esperpento.

Autores 

Santiago Alba Rico, Pablo Allepuz, Mario Bellatin, Esther F. Carrodeguas, Gloria G. Durán, Rafael García, Germán Labrador, Beatriz Martínez Hijazo, José A. Sánchez, Teresa Velázquez

Ver en el el MNCARS

Idioma: Español. Tipo: Catálogo de exposición
Encuadernación:  Rústica. Formato: Impreso
Dimensiones: 16,5 x 23 cm. Páginas: 368
ISBN: 978-84-8026-663-5
NIPO: 194-24-013-0
Edita: Museo Reina Sofía

Indagación sobre lo justo: más allá de la representación

Este texto fue originalmente concebido para la presentación del libro Tenéis la palabra: apuntes sobre teatralidad y justicia. La presentación tuvo lugar en el Museo del Chopo, Ciudad de México, el 20 de mayo de 2023. Propone una reflexión sobre la diferencia entre “lo justo” en cuanto concepto ético y la Justicia en cuanto institución social en paralelo a la diferencia entre “lo teatral” en cuanto dimensión antropológica (vinculada a lo mimético, lo lúdico y lo creativo) y el teatro en cuanto institución social. Este paralelismo sirve para introducir el modo en que estos cuatro conceptos entran en juego en una de las producciones de mayor complejidad y potencia estética del teatro latinoamericano contemporáneo: Contraelviento, de Yuyachkani, que se confrontó al problema ético y político de la representación de la violencia y el dolor generados por conflicto armado. La identificación de las opciones elegidas por cada una de las protagonistas de la obra conduce a una última reflexión sobre la tensión entre justicia y cuidado, que reelabora la primera tensión entre la Justicia y “lo justo”.

Leer texto completo en AVAE

Tenéis la palabra. Apuntes sobre teatralidad y justicia

La uÑa RoTa, Segovia, 2023. ISBN: 978-84-18782-28-2

¿Qué habría ocurrido si Hamlet hubiera sido detenido tras acuchillar a Polonio y procesado por asesinato? La tragedia no habría tenido lugar, pero sí un teatro judicial de consecuencias sorprendentes. La idea realizada por Roger Bernat y Jan Duyvendak en Please Continue (Hamlet) (2011) sirvió de estímulo para iniciar una indagación sobre la relación entre teatro y justicia, que se remonta a la fundación mítica de los tribunales en Las Euménides, de Esquilo, se despliega con una complejidad metateatral en Hamlet, de W. Shakespeare, y se multiplica en un heterogéneo catálogo de dramas judiciales fílmicos y televisivos. Cuando el teatro aborda los procesos judiciales se interesa paradójicamente por los fallos de la justicia y por sus límites éticos, y plantea preguntas que no tienen cabida en el debate jurídico, como la razón del mal o la legitimidad misma de las instituciones en que se representa o en que la propia justicia se administra. Tal cuestionamiento incluye un deseo de actuar, en términos de Agnes Heller, más allá de la justicia. Esta tensión que la representación teatral permite no sólo ha sido efectiva en el teatro, sino que ha dado lugar a diversos modos de teatralización de los procesos judiciales, con una intencionalidad política, tanto en el modo de juicios espectáculos (organizados desde el poder), como en el modo de “estrategias de ruptura”, en términos de Jacques Vergés (organizados desde la resistencia al poder). La teatralización o espectacularización de los procesos judiciales no tiene sólo una efectividad simbólica, sino que traslada a la esfera pública debates que pueden dar lugar a legislaciones y acuerdos. De ello son ejemplo los tribunales simbólicos impulsados en su inicio por Bertrand Russell (1966-2014) o las Comisiones de Verdad (1971-2022). Por la misma razón, el cine y el teatro pueden intervenir desde un marco de ficción y por medio de tribunales sin efectividad punitiva o redistributiva en debates políticos abiertos o bien en el tratamiento de crímenes silenciados, resistiendo el desinterés, la ineficacia o la incompetencia de la administración de justicia. De lo que son ejemplo Bamako (2006), de Abderrahmane Sissako, o Los juicios de Moscú (2013), de Milo Rau, entre otros. El teatro y la justicia comparten un límite, que es el de la irreversibilidad de los hechos. La justicia, como sostiene Hélène Cixous, es necesaria para cortar, para interrumpir. Pero no es suficiente. Pues de lo que se trata de es de transformar, de cambiar el presente. Para ello, el teatro, como la sociedad misma, debe aspirar actuar y a existir más allá de la justicia. ¿O quizá tenga razón Paula Rego y sí sea posible para el arte regresar al pasado y hacer justicia allí donde sea necesaria?

Leer más: La uÑa RoTa

Presentaciones

Madrid. Librería la Central del Museo Reina Sofía. 28 de junio. 19.00 h.

Madrid. Coloquio sobre Teatralidad y Justicia.. El Faro de la Abadía: conversación con Pablo Rosal y Juan Mayorga, 17 de abril de 2023. 19.00. Hacer público. (Entrada de Parataxis a partir del diálogo anterior)

Ciudad de México. Conferencia Tenéis la palabra. Festival Aleph, Cátedra Bergman -UNAM, Museo del Chopo, 20 de mayo de 2023. 13.00 h. Ver entrevista realizada por el equipo de la Cátedra Bergman antes con motivo de la presentación.

Bogotá. Conversación con Yolanda Sierra (Universidad Externado). Librería Casa Tomada. 29 agosto. 17.30 h.

Reseñas

María Miranda. Centro de Estudios Literarios Iberoamericanos Mario Benedetti. Alicante. Boletín N.º 21 (febrero-agosto 2023), página 28 https://web.ua.es/es/centrobenedetti/documentos/boletin-cemab/boletin-21.pdf

Julia Nawrot. Escena. Publicación semestral. Volumen 84 – Número 1Julio – Diciembre 2024. ISSN 2215-4906: https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/escena/article/view/58671/60805

Màpes en diàleg: seminari-diàleg amb Rolf Abderhaldeni José + Antonio Sánchez

La xerrada Mapas en diàleg, amb el teòric José Antonio Sánchez i amb el cofundador de Mapa Teatro Rolf Abderhalden, estarà moderada per la investigadora Daniela Palmeri. Mapa Teatro és un laboratori de creació transdisciplinária, fundat el 1983 pels germans Heidi i Rolf Abderhalden, artistes visuals i escenics colombians, pioners de les arts vives a America Latina. José Antonio Sánchez és professor a la Facultat de Belles Arts de Conca (UCLM), investigador i autor prolific d’assajos sobre arts escèniques des d’una perspectiva política i ética. A la xerrada, Daniela Palmeri, profesora Institut del teatre i profesora associada UAB, llançarà unes qüestions neuràlgiques a Mapa Teatro i a José Antonio Sánchez sobre teatralitat, hibridacions artistigues i ética/política de la re-presentació. El seminari-diàleg està organitzat per l’Institut del Teatre, dins el MUET (Mäster Universitari en Estudis Teatrals), amb la colaboració del Doctorat en Lengua i Literatura Catalans i Estudis Teatrals i del Centre de Recerca d’Arts Escèniques. CRAE de la UAB.

Auditori del Institut del Teatre. 14/03/2023. 16.00 h.

«Poner el cuerpo», una decisión ética / «Posar el cos», una decisió ética

Una conversación entre Helena Maleno y José A. Sánchez, moderada por Marina Garcés.

Teatre Lliure. Gràcia. Barcelona. 22/02/2022.

¿Cómo narramos la violencia? ¿Qué representaciones del mal han dejado de interpelarnos y por qué motivos? ¿Qué incomoda más, la poesía o el documento?

Quedarse al margen no siempre es una opción. Para unos puede ser una condena, para otros un privilegio. Los cuerpos que se tiran en el mar, deciden su acción? Y qué decisión hay en aquellos que hacen de su compromiso una infinita operación de rescate que los pone a ellos mismos en peligro? Tenemos una cultura del cuerpo que nos dice que es aquello más nuestro, la última frontera del individuo. Pero nuestro cuerpo es el campo donde se dibujan todas las relaciones de poder que nos atraviesan, así como la potencia de todos los vínculos que nos pueden liberar.

La activista Helena Maleno, fundadora de la organización Caminando Fronteras e investigada por su labor de auxilio a personas a bordo de pateras, charla con José A. Sánchez, autor de Cuerpos ajenos, ensayos sobre ética de la representación.

Sigue adelante el espacio de diálogo, crítica y debate organizado por el Teatre Lliure y dinamizado por Marina Garcés y Albert Lladó en el que las herramientas de la dramaturgia y la filosofía sirven para poner sobre la mesa los grandes conflictos del presente. Esta temporada os ofrecemos 8 sesiones.

En el canal de Youtube del Teatre Lliure encontraréis grabadas todas las sesiones de la Escola de pensament.
Con la ayuda del Institut Ramon Llull en la grabación de las sesiones y la subtitulación en inglés.

Teatre Lliure. Escola de pensament.

The Presences and Doings of María Teresa Hincapié

In María Teresa Hincapié. If This Were a Beginning of Infinity, Turner – MACBA (Museu d’Art Contemporani de Barcelona) – MAM (Museo de Arte Moderno de Medellín, Barcelona y Medellín, pp. 42-66. ISBN: 978-84-18895-67-8

This essay explores the form of theatre at the heart of María Teresa Hincapié’s artistic practice. It considers the context and genealogies, but makes no claim to be exhaustive, nor does it aim to tackle specific analyses of her performances. Instead it focuses on a number of experiences and ideas in which her theatre training and her constant self-identification as an actress proved significant. Research into her work was made possible by a stay in Colombia financed by the UCLM, and numerous meetings and encounters. I would like to express my particular thanks to Claudia Segura, Rolf Abderhalden, Heidi Abderhalden, Juan Monsalve, Sofía Monsalve, Paula Bossa, Carolina Ponce de León, Marta Rodríguez, Álvaro Restrepo, Emiliano Valdés, José Alejandro Restrepo and Santiago Zuluaga.

If living is walking.

And making decisions.

There are paths you can head down and then retrace your steps with no serious consequences. But there are crossroads at which, once you have chosen one direction or another, there is no turning back.

Then there are thresholds that open in the most unexpected places but which are invisible. To discover them, it is not enough simply to walk about in a distracted state; you have to be alert, prepared to listen, with every muscle, every pore, defying the lethargy of our animal being.

Walking life. And allowing yourself to cross the landscape, venturing into the unknown, surrendering to love, feeling the earth, sustaining memory, working out grief, rebelling, caring, cultivating, nurturing hope, not losing your joyfulness.

If the theatre is a way. 

The theatre is a place where the experience of transformation is made visible. But the transformation is no longer represented − or not just represented − but announced, demanded, realized. And its radicalism can be just as intense as the involvement with which you act or the manifestation you witness. Being an actress requires you to situate your own body in the experience of otherness, whether by incorporating the lives, passions or ideas of others or by exploring the unknown Other who beats within you. It is a matter of allowing your body to be affected by outside forces, to discover capacities and dimensions of awareness you knew nothing of or which you had forgotten when you abandoned childhood or mere formless being. Acting only makes sense if it enables the growth of life, when it is work in favour of life.


Read the whole text in the book

Presencias y haceres de María Teresa Hincapié

En María Teresa Hincapié. Si este fuera un principio de infinito / If This Were a Beginning of Infinity, Turner – MACBA (Museu d’Art Contemporani de Barcelona) – MAM (Museo de Arte Moderno de Medellín, Barcelona y Medellín, pp. 42-66. ISBN: 978-84-18895-67-8.

English Version

Este texto es una indagación sobre el núcleo teatral en la práctica artística de María Teresa Hincapié. Atiende al contexto y a las genealogías sin pretensión de exhaustividad ni posibilidad de abordar análisis concretos de las acciones. Se trata más bien de focalizar la atención sobre algunas experiencias e ideas en que su formación teatral y la pervivencia en ella de la identidad de “actriz” resultan significantes. La investigación sobre su trabajo ha sido posible gracias a una estancia en Colombia financiada por la UCLM. Y a múltiples encuentros, con mi especial agradecimiento a Claudia Segura, Rolf Abderhalden, Heidi Abderhalden, Juan Monsalve, Sofía Monsalve, Paula Bossa, Carolina Ponce de León, Marta Rodríguez, Álvaro Restrepo, Emiliano Valdés, José Alejandro Restrepo y Santiago Zuluaga.

Si vivir es caminar.

Y tomar decisiones. 

Hay senderos en los que te puedes adentrar y desandar sin mayores consecuencias. Pero hay encrucijadas a las que, una vez las pasas en una dirección o en otra, ya no puedes retornar. 

Luego están los umbrales, que se abren en los lugares más inesperados, pero son invisibles; para descubrirlos, no basta el mero andar distraído, toca ponerse en alerta, disponerse a la escucha, con cada músculo, con cada poro, desafiando el letargo de nuestro ser animal.

Caminar la vida. Y dejarse atravesar por el paisaje, atreverse a lo desconocido, entregarse al amor, sentir la tierra, sostener la memoria, trabajar el dolor, rebelarse, cuidar, cultivar, alimentar la esperanza, no perder la alegría.

Si el teatro es un camino 

El teatro es el lugar en que la experiencia de la transformación se hace visible. Pero la transformación ya no se representa, o no sólo, sino que se anuncia, se reclama, se realiza. Y su radicalidad puede ser tanta como intensa la implicación con que actúas o con que asistes a su manifestación como testigo. Ser actriz consiste en poner tu propio cuerpo en la experiencia de la alteridad, sea incorporando las vidas, las pasiones o las ideas de otros, sea explorando lo Otro desconocido que late en ti misma; se trata de dejar que tu cuerpo sea afectado por fuerzas ajenas para descubrir capacidades y dimensiones de conciencia que ignorabas o habías olvidado al abandonar la infancia o el mero ser informe. Actuar sólo tiene sentido si hace posible la expansión de la vida, cuando es un trabajo a favor de la vida.

Leer texto completo en el libro impreso. https://www.turnerlibros.com/libro/maria-teresa-hincapie/

Variation on The Unaccounted: A Triptych, by Mapa Teatro

Die un- /                                                                            
bestatteten, un gezählt, droben, die Kinder,               
sind absprungbereit.

The un- / buried, unaccounted, up there, the children, / are ready to jump.

– Paul Celan (1999)

Unaccounted, or incontados, does not exist as a noun in Spanish. And its very inexistence performatively reflects not only the absence of the disappeared and murdered, but also the silence of witnesses and sur- vivors, the victims that cannot be accounted for, who were never giv- en a voice to tell their story. ‘The Unaccounted’ expresses the difficulty of representing violence, while also denouncing the reasons for which certain facts are declared irrepresentable, thus justifying censorship or waiving the responsibility of representation.

Heidi and Rolf Abderhalden rose to the challenge, as artists, tak- ing on the role of active witnesses of conflict (Celan 1999, p. 235). In the Anatomy of Violence trilogy, paramilitary violence, narco violence and guerrilla violence were poetically confronted in three successive performances: The Holy Innocents (2010), Discourse of a Decent Man (2012) and The Farewell (2017). The idea was to chart an historic period that roughly coincided with the biographic timeline of the Mapa Teatro founders. Hence, it comes as no surprise that The Holy Innocents super- imposes the birthday celebration of Heidi Abderhalden (as a watching body) on the carnivalesque delirium of the dancing bodies in Guapi. And that The Unaccounted: A Triptych, a synthesis of the trilogy, begins with a tableau vivant that reinterprets A Ventriloquist at a Birthday Party in October 1947 (1990), by Jeff Wall.

En Joanna Zielinska, Performing Collections, L’internationale (MG+MSUM (Ljubljana), Museo Reina Sofía (Madrid), MACBA (Barcelona), M HKA (Antwerp), SALT (Istanbul & Ankara), Van Abbemuseum (Eindhoven), MSN (Warsaw) / NCAD (Dublin), HDK-Valand (Gothenburg), pp. 250-257. ISBN 978-91-527-1341-9

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