Comentario al libro de Manuel Castells
El libro plantea varias hipótesis muy bien documentadas, argumentadas y desarrolladas con infinidad de datos.
1. En primer lugar, propone una definición del poder muy amplia, subrayando el desequilibrio básico que introduce: el poder es siempre sobre otros y contiene inevitablemente una mayor o menor dosis de violencia. En la sociedad actual, el poder no es detentado de manera individual, sino en red. Dos son los mecanismos básicos para ejercer el poder en la sociedad-red: “1) la capacidad de construir redes y de programar/reprogramar las redes según los objetivos que se les asignen; y 2) la capacidad para conectar diferentes redes y asegurar su cooperación compartiendo objetivos y combinando recursos, mientras que se evita la competencia de otras redes estableciendo una cooperación estratégica.” (76) Uno de los principales problemas para ejercer tanto la programación como la reprogramación deriva de lo que Castells denomina “globalización imperfecta”, es decir, nuestra consciencia de vivir en un mundo global a la que respondemos sin embargo con una práctica asentada en lo local, con todos los desequilibrios que esto comporta.
2. El poder se ejerce en los medios, pero Castells diferencia entre los medios de comunicación de masas y los medios de autocomunicación de masas. Los medios de comunicación de masas sonel espacio del poder clásico, del poder que se ejerce de manera piramidal. Las tecnologías digitales han permitido el desarrollo de otros medios medios que hacen posible la autocomunicación de masas y abren la posibilidad de un ejercicio del poder horizontal y no piramidal. Una de las tareas que propone es una democratización de los medios de comunicación, privilegiando las formas de la autocomunicación sobre las formas de comunicación piramidal. Pero no de una manera inocente, sino mostrando que los medios de comunicación, tanto los tradicionales como los nuevos basados en la red, están controlados por tejidos de intereses financieros y empresariales muy densos e interconectados. Castells observa también la paradoja de que los medios de comunicación de masas han fomentado lo que denomina “autismo electrónico”. Éste sería un ejemplo de comportamiento individualista, uno de los cuatro polos de una transformación cultural, que explica en la “intersección de dos tendencias contrapuestas: el desarrollo paralelo de una cultura global y de múltiples culturas identitarias; y el ascenso simultáneo del individualismo y el comunalismo como dos modelos culturales opuestos, aunque igualmente poderosos, que caracterizan nuestro mundo (90)
3. El poder que se ejerce en los medios actúa transformando los marcos mentales, y para ello es preciso tener en cuenta la inteligencia afectiva y la presencia de las emociones y sentimientos en la toma de decisiones. Esto es argumentado por una parte refiriendo a estudios de neurociencia y funcionamiento del cerebro en los procesos de toma de decisión individual, y cómo el pensamiento y el raciocinio están influenciados y condicionados por la emoción, por afecciones corporales. Y por otra parte documentado en estudios sociológicos y estadísticos sobre la toma de decisiones políticas. Lo que se propone es que el control de las emociones políticas es una de las claves del poder en la sociedad contemporánea: “las relaciones de poder se basan en gran medida en la capacidad para modelar las mentes construyendo significados a través de la creación de imágenes.” (261)
4. La eficacia de los mensajes tiene que ver con su integración en marcos culturales reconocibles. Una de las tareas que Castells propone tiene que ver con la necesidad de transformar estos marcos culturales diseñados por los medios de comunicación de masas utilizando los mecanismos de la autocomunicación de masas: “en la sociedad-red la batalla de las imágenes y los marcos mentales, origen de la lucha por las mentes y las almas, se dirime en las redes de comunicación multimedia. Estas redes están programadas por las relaciones de poder incorporadas en ellas […]. Es decir, el proceso de cambio social precisa de la reprogramación de las redes de comunicación en cuanto a sus códigos culturales y los valores e intereses sociales y políticos implícitos que transmiten”. (396) En las páginas finales, Castells hace una defensa de la libertad en Internet que parece adelanter la polémica sobre las filtraciones de documentos del Departamento de Estado Norteamericano en Wikileaks y la causa abierta contra Assange: “Los poderosos han espiado a sus súbditos desde el principio de los tiempos, pero ahora los súbditos pueden vigilar a los poderosos, al menos en mayor medida que en el pasado. Todos nos hemos convertido en periodistas en potencia… Sin embargo, las tecnologías de la libertad no son libres. Gobiernos, partidos, empresas, grupos de interés, iglesias, mafias y aparatos de poder de todo tipo y condición se han impuesto como prioridad poner las posibilidades de la autocomunicación de masas al servicio de sus propios intereses. Por eso quizás los movimientos sociales más decisivos de nuestra época sean precisamente aquellos cuyo objetivo es conservar la libertad en Internet, tanto respecto a los gobiernos como a las empresas, labrando un espacio de autonomía para la comunicación que constituye los cimientos de un nuevo espacio público de la Era de la Información.” (533)
José A. Sánchez, 2010
Manuel Castells, Comunicación y poder, Alianza Editorial, Madrid, 2009