Anoche, Estados Unidos, con el apoyo de Reino Unido y Francia, bombardeó Siria en respuesta al supuesto ataque con armas químicas del régimen de Bashar Al Asad contra la ciudad de Duma, último episodio de la batalla por la región de Guta Oriental, en la que el ejército sirio, con apoyo de Rusia, ha provocado miles de muertes y el aislamiento de la población civil.
Lo que empezó como una revolución para instaurar una república democrática, acabó en una guerra con actores internacionales, de la que huyeron millones de desplazados, convertidos en refugiados, tan indeseados en Europa como los millones de migrantes desplazados por otras causas.
Hoy hay personas muertas como consecuencia de esos bombardeos, niños aterrorizados, ciudadanos heridos y angustiados, personas que sufren las decisiones de quienes detentan el poder.
En 1986, León Ferrari escribió una carta a San Juan Pablo II solicitando el cierre definitivo de ese centro de torturas llamado Infierno. No recibió respuesta. Treinta años después, Bergoglio, que siendo cardenal en Buenos Aires activó una campaña para demandar el cierre de una exposición de Ferrari en Buenos Aires, ahora como Papa Francisco parece haberse hecho eco de la solicitud. Sin embargo, dado que el cierre del infierno no es definitivo, solicitamos que lo mantenga abierto unos meses para los hipócritas que hacen la guerra en defensa de la paz y se nutren del gran negocio de la violencia.
A los que hoy sufren, a quienes ayer estaban vivos y hoy ya no están.
(Texto de José A. Sánchez leído por Noemi R. Oncala antes del inicio de Palabras ajenas)