El pasado domingo hable con José Luis tras de que me informara por el wasap que estaba hospitalizado para un arreglo de asuntos cordiales. “Ya ves, nunca he estado enfermo, y ha sido jubilarme y al taller”. De inmediato intenté reducir su preocupación recordándole que yo llevaba marcapasos desde que cumplí los dos primeros años de rector y le ofrecí uno de los ya sustituidos que guardo en un cofrecito damasquinado, copia del que regalamos al Papa Juan Pablo II cuando dignamente revestido acompañé a Don Marcelo a decir la primera misa en rito mozárabe tras los ajustes postconciliares. Quedé en que le llamaría el jueves, al regresar de un viaje y por si seguía en la UVI me dio el teléfono de su mujer, Bella, de la que dijo dos palabras bien bonitas que no logro recordar para repetírselas a ella. Pero el jueves llegó la fatal noticia… (LEER COMPLETO)