Sergio García Ramírez es persona singularísima y por muy variadas y nobles razones. Por lo común son los amigos los que componen y recolectan de otros trabajos y estudios para agasajar a un amigo de la Academia con motivo de algún éxito especial, incluso por el mero paso crepuscular de los años. Sin embargo Don Sergio compone cada dos o tres años un librito de edición no venal para sorprender y regalar a sus amigos. El último “Para la Navidad de 2012” es el que a mí más me gusta, pues es de género autobiográfico, con retazos de su vida o de la vida de algún amigo querido. Me he atrevido a pedirle autorización para publicar en este blog el primero de los relatos, que también es el primer capítulo de la vida profesional del Maestro, cuando con su doctorado apenas concluido se le encomendó por el Gobernador del Estado de México hacerse cargo de la creación y puesta en marcha de la recién construida entonces cárcel de Toluca. La lectura se recomienda no solo a profesores y a experimentados funcionarios de prisiones, sino sobre todo a los jóvenes con vocación de penalistas y criminólogos que pueblan la universidades de nuestro mundo de España y América, para que confíen en que con la formación, la voluntad y el ingenio no hay empresa que no sea susceptible de ser acometida con éxito, bien es cierto que Don Sergio, además de todas esas cualidades, tenía una formidable pareja, don Antonio Sánchez Galindo, entonces un jovenzuelo que hoy día sigue dando que hablar y del que nosotros también hablaremos otro día.
El librito contiene varios tesoros más, pero seguramente el más precioso de todos ellos es el último, “pliego de anticipaciones” en el que nos anticipa a todos todo lo que quiere que no hagamos ni sus deudos más cercanos ni sus amigos, que también le adeudamos mucho, el día de mañana, cuando falte. El capítulo es muestra de extraordinario ingenio y sentido del humor del maestro y que se regodea viéndonos en grande tribulación al proponernos violentar su anticipada voluntad, cuando sabe que precisamente que precisamente los grandes penalistas como el no suelen transitar a la dudosa vida futura más que a partir de los 92 años, salvo imprudentes autopuestas en peligro, como, por ejemplo el ir al médico, o ser víctima de un destino fatal en accidente, como ha sido el caso este verano de nuestro amigo Joachim Vogel. Los 93 alcanzaron Vassalli y Jeschek. Recientemente Ikeri Anttila ha dado el paso con 96, bien es cierto que es mujer y que estas siempre nos sobreviven. La pena es que no tengo autorización todavía para publicar este capítulo, aunque estoy seguro que si ustedes me escriben y me lo reclaman a Don Sergio no le servirá de resistirse, como dicen en Talavera de la Reina.