Iba a ser un año raro, de hecho empezaba de esa forma… de manera extraña. Yo no creía que este año fuera posible desarrollar la asignatura como otros años, realizando un aprendizaje basado en proyectos y aprendizaje servicio, manteniendo reuniones con clientes reales y trabajando en equipo en clase… De hecho, incluso llegué a cuestionar si era buen momento para dejar la asignatura a otro compañero que llegara con un impulso renovado y que cogiera el relevo para seguir haciendo cosas interesantes. Sin duda alguna el camino ya estaba marcado y otro compañero podría seguir avanzando en esa misma línea.
Alguna conversación con compañeros y con alumnos de cursos anteriores, con los que sigo manteniendo contacto, me animaron a continuar en la asignatura, quizás haciendo un pequeño descanso y trabajando con «problemas de laboratorio». Y así fue como empecé a andar el curso 20/21…
Pero el primer día de clase, y como los buenos músicos, tras la primera nota decidí improvisar… ¡Al carajo el problema de laboratorio! Les presenté lo que habíamos hecho otros años, les hablé de la felicidad que proporciona el trabajar en este tipo de proyectos y de lo mucho que se aprendía. Además, les mostré las ventajas que les ofrecían este tipo de experiencias a la hora de buscar su primer empleo, ya que las empresas valoran muy bien este tipo de experiencias. No todos los graduados la tienen, por lo que es un aspecto que los distingue de otros candidatos.
Y así fue como me vine arriba… Analicé con los estudiantes la situación que estábamos viviendo debido al COVID-19, y vimos que esta situación, esta crisis sanitaria, se estaba llevando muchas empresas por delante. Pero también nos dimos cuenta de que era una oportunidad para las empresas, un detonante para decidirse a acometer la tan necesaria transformación digital.
Les propuse que buscaran pequeñas empresas cercanas a ellos a las que quisieran ayudar, desarrollándoles una solución que les permitieran realizar actividades de comercio electrónico.
Y así es como comienza el curso 2020-21 de Comercio Electrónico. En un año en el que creía que no iba a ser posible hacer, como otros cursos, aprendizaje basado en proyectos y aprendizaje servicio, nos metemos en 7 proyectos diferentes. De ellos, solo uno se realiza en la línea que se propone: ayudar una pequeña empresa. Ver las ganas de los estudiantes de este curso por hacer pequeñas grandes cosas me animó a meterme en este proyecto ¡Qué locura! ¡Maravillosa locura!
Los proyectos en los hemos trabajado son:
- Grupo CONFIANZA – Banco de alimentos de Alhama de Granada.
- Grupo EMPATIA – Asociación Minero Blanco de Puertollano.
- Grupo GENEROSIDAD – Pizzeria La Torre de Pizza de Argamasilla de Alba.
- Grupo GRATITUD – Asociación Amor Gatuno de Valdepeñas.
- Grupo HONRADEZ – Banco de alimentos de Puertollano.
- Grupo HUMILDAD – ACTÜA Asociación defensora de animales de Villanueva de los Infantes.
- Grupo PACIENCIA – Asociación de Familias de Niños con Cáncer de Castilla-La Mancha (AFANION).
A los grupos se les dio nombres de valores humanos que considero muy importantes y que nuestros estudiantes deben conocer y trabajar en tenerlos.
Analizando la experiencia puedo decir que ha sido muy productiva, en todos los niveles, los alumnos han aprendido mucho y no solo cosas relacionadas con la materia, otras muchas relacionadas con la vida. Han tenido que trabajar en grupos de 5 o 6 personas, con lo que eso supone, lidiar con miembros con diferentes intereses dentro del grupo… con clientes reales que les han pedido cosas y con un supervisor que ha estado encima de ellos, además de tener que tratar con empresas para contratar hosting y dominio y dejar la solución en funcionamiento.
Los seis proyectos realizados eran dignos de quedarse en explotación. No obstante, algunos de ellos no han salido adelante, no por la calidad de los proyectos sino más bien por la «indecisión del cliente». En el mundo de las asociaciones, igual que en otros mundos, se necesitan gente decidida, con madurez y con las ideas claras de hacia dónde hay que dirigirse. Y nosotros hemos trabajado con algunas asociaciones que no lo tenían claro, creo que han perdido una excelente oportunidad de subirse a un tren que no volverá a parar.
Si hacemos balance del curso, los alumnos han valorado muy positivamente la experiencia. Como es habitual, al final del periodo lectivo realizo una encuesta de respuesta anónima, para saber qué cosas estoy haciendo bien y mal. Es la búsqueda de la mejora continua: conoce que haces bien para seguir haciéndolo y lo que haces mal para corregir. A la encuesta han contestado 30 estudiantes de los 38 que han seguido la asignatura, hay 2 estudiantes que ni han aparecido, ni han dado señales de vida. A continuación dejo una muestra de su opinión:
En cuanto a los resultados académicos, destacar que todos los estudiantes han logrado superar la asignatura. Todos han alcanzado el mínimo exigido, si bien guardaré en mi recuerdo a unos estudiantes más que a otros. He de confesar que cada vez que finalizo una experiencia de este tipo, siempre me quedo con la sensación de que hay algunos estudiantes que no aprovechan del todo la oportunidad que le da la asignatura, y se limitan a buscar el aprobado ¡Una pena! Creo que la sensación de ellos también será agridulce. Pero para los que la aprovechan, estoy seguro que es una experiencia que siempre recordarán.
Yo he intentado dar lo mejor de mí mismo en esta situación que estamos viviendo, y he tratado de enriquecer lo máximo posible su aprendizaje. En general, los estudiantes han valorado muy positivamente mi esfuerzo, y eso sin duda alguna me anima a seguir trabajando por y para ellos (bueno, en este caso, para la próxima generación que llegue, los estudiantes del curso 21/22).
En próximas entradas de mi blog iré presentando y analizando cada una de las soluciones que se han desarrollado. ¡Estoy seguro de que te gustarán!