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La importancia de las ideas previas en la enseñanza superior

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A lo largo del tiempo que he estado trabajando por proyectos con estudiantes de grado, he detectado formas de razonamiento que interactuan de manera interesante con los contenidos de la materia que intento transmitir. Conociendo estos elementos es mucho más fácil prever las dificultades que van a encontrar los estudiantes a la hora de enfrentarse a la asignatura.

En el caso de la asignatura que imparto en primero de grado de Logopedia, Psicología de la Educación, una de las cosas que más influyen en la construcción del conocimiento sobre esta materia son las nociones previas de los estudiantes sobre qué es educación, cómo se debe educar, qué es aprendizaje, cómo se aprende y qué es intervención y cómo se interviene. Desde este punto de vista, hay que tener en cuenta que enfoco esta asignatura relacionándola estrechamente con la Logopedia como una disciplina eminentemente educativa. En toda relación logopédica se establece una relación educativa entre la persona de la que se desea un cambio de comportamiento, conducta o función. Desde la relación más clínica, en la que un profesional trata de entrenar, por ejemplo, los procesos de deglución del paciente, hasta la más contextual, en la que se dan pautas a una familia para facilitar el desarrollo lingüístico de su pequeño, los procesos de cambio están vinculados a la capacidad del/la logopeda para poner en marcha estos procesos.

Uno de los primeros escollos que me encuentro es el que tiene que ver con la la forma en que los estudiantes conceptualizan la educación. La equiparación en el ideario común del logopeda como un profesional clínico les lleva al relacionar la Psicología de la Educación únicamente con la logopedia que se desarrolla en los contextos escolares. Es una de las primeras peleas que tengo que librar: diferenciar Psicología de la Educacion de Psicología Escolar y, por tanto, plantear que la educación está implicada en CUALQUIER PROCESO DE CAMBIO que suponga aprendizaje, independiente de la consciencia de los participantes de su contribución a dicho cambio.

Comprender esto es crucial para aprovechar los conocimientos que puede aportar la Psicología de la Educación a los logopedas. Para promover el aprendizaje en las personas es importante saber cómo éstas aprenden y cuáles son las características óptimas de las situaciones educativas para que éstas sean eficaces.

En segundo lugar, existe una carga muy importante de nociones previas relacionadas con un modelo de aprendizaje por transmisión. Su planteamiento inicial les dicta que las personas aprenden porque asimilan conocimientos que otra persona les transmite. Desde este modelo, entran en conflicto con las teorías del aprendizaje que muestran formas de aprender basadas en otros mecanismos (por ejemplo, el condicionamiento clásico y el operante) o en otros conceptos de conocimiento (el constructivismo o el modelo sociocultural).

En tercer lugar, llegan al grado con ideas previas sobre en qué consiste el trabajo de un/a logopeda. Imaginan por lo general un profesional con bata blanca que enseña a decir la “r” animando a los niños a hacer ejercicios con la lengua, que les ponen tareas repetitivas para que aprendan ciertas nociones lingüísticas, y que juegan mucho con ellos para favorecer su aprendizaje. Por tanto, cuando les planteo reflexionar desde los distintos modelos teóricos de la Psicología de la Educación para imaginar distintas formas de intervención fundamentadas en estos distintos modelos de aprendizaje humano, tratan de adaptar sus creencias previas al conocimiento nuevo. Esto da lugar a una comprensión rígida de las teorías y a una interpretación bastante peculiar de las mismas.

Como ya dijo Ausubel hace años, es extremadamente importante que el educador tenga en cuenta las ideas previas de sus estudiantes para propiciar la construcción significativa del conocimiento. Este principio, unido al planteamiento de Vygotsky de que para que haya construcción tiene que haber conflicto y destrucción, marca un punto de partida importante para trabajar con los estudiantes de primero de grado. Es imprescindible conocer su punto de partida, pero también diseñar procedimiento para poner en conflicto sus ideas previas y conseguir que las cuestionen para poder aceptar nuevos planteamientos sobre el mundo.