1 persona, 1 voto ¡Mentira!

Probablemente no exista mayor mentira que por infinitamente repetida, nunca será verdad. Y tras cada proceso electoral nos damos cuenta pero nadie hace nada por arreglarlo. La máxima democrática de “una persona, un voto”, es una falacia. Creo que cuando alguien la dice, dios mata un gatito o manda un terremoto o un tsunami (él es así).

Como ya he tratado anteriormente, la circunscripción provincial es un problema con la Ley D’Hont si el número de diputados asignados es pequeño, pero es que debe ser proporcional a la población, es la forma de dar visibilidad a zonas con poca población o impedir que sean las provincias más pobladas las que decidan en una circunscripción única. Pensemos por un momento en la adopción de la circunscripción única en Castilla – La Mancha. Las provincias de Toledo, Ciudad Real y Albacete tendrían más peso y nuestros políticos (ellos son así) probablemente ni harían campaña en aquellas donde el voto no afectaría demasiado, ya no digo nada de desarrollo de políticas en esas regiones cuando entre esas provincias acapararían el 78% del voto frente al 22% de Cuenca y Guadalajara. No obstante, con los resultados obtenidos el pasado 24-M el reparto sería de la siguiente manera: PP 13, PSOE 13, Podemos 3, Ciudadanos 3 y Ganemos-IU 1. Al tratarse de un sistema proporcional, si subiéramos a 55 diputados el reparto no sería muy diferente a efectos de cómputo de mayorías: 22, 22, 5, 5, 1. Es por esto que a mi me gusta la opción de circunscripción mixta, así el reparto se haría de una parte por circunscripción provincial y de otra por circunscripción única. Se daría peso a las provincias menos pobladas y se evitaría el efecto asesino de la Ley D’Hont con los grupos minoritarios. Aunque no resolveríamos el problema de una persona un voto, al menos se minimizaría el problema.

Pero no escribo esto sólo para poner en evidencia un sistema injusto que ni PP ni PSOE han querido cambiar sustancialmente en 30 años de (falsa) democracia, sino que han ido adaptando en cada momento a sus intereses: dando diputados impares en aquellos lugares donde pensaban ganar y cosas así. Escribo para llamar la atención de que un voto en Cuenca no vale lo mismo que un voto en Toledo, por ejemplo.

Al PP le ha costado 34.805 votos cada diputado de Toledo frente a los 16.411 votos que le ha costado en Cuenca. Por tanto el voto de Cuenca vale el doble que el de Toledo. Para arreglar este desfase, la circunscripción de Toledo debería tener el doble de diputados. Lo mismo nos pasa en Ciudad Real donde al PSOE le ha costado cada diputado 26.843 frente a los 18.113 que le ha costado el diputado de Podemos en Guadalajara (con un 14,61% de apoyo) o los 31.875, con tan sólo 8,76% de apoyo… o quedarse sin representación en Albacete con un 11,3%. Así quedaría de la siguiente manera, el número de votos más que necesitarían los partidos para igualar el rendimiento de Cuenca.

Guadalajara Toledo Cuenca Ciudad Real Albacete
P.P. 1,3 2,1 1,0 1,6 1,6
P.S.O.E. 1,1 2,0 1,4 1,6 1,5
PODEMOS 1,1 1,9

En todo este análisis no me olvido de Ciudadanos que al no conseguir representación alguna con más de 94.600 votos, le cuesta infinito acceder a la representación. Si hacemos el mismo cálculo pero teniendo en cuenta la comunidad en su conjunto, al PP le ha costado 25.680 votos cada diputado frente a los 28.253 del PSOE y los increíbles 35.522 de Podemos.

En definitiva, estamos en un sistema tremendamente injusto y antidemocrático, en el que el 20% de los votos han ido directamente a la basura. Uno de cada cinco votantes que fueron a un colegio electoral en Castilla – La Mancha podrían haberse ahorrado el viaje y haberlo depositado en el retrete dedicándoselo, junto con algún buen mojón.