Hace unas semanas, en el coche con Fernando Cuartero, compañero muy ateo y muy crítico que de matemáticas y de matemáticas electorales sabe un poco, comentábamos lo que consideramos el golpe de estado antidemocrático que supone la reforma del sistema electoral en Castilla-La Mancha perpetrado por Cospedal y sus secuaces. Fernando me comentaba lo que intentaré relatar aquí, que no es idea mía sino suya, pero que comparto plenamente y yo, solamente, he dado forma.
En cada ciclo electoral nos acordamos de la forma en la que se asignan el número de diputados mediante la dichosa Ley D’Hondt. No obstante, la culpa no es del famoso jurista belga y de su sistema proporcional de asignación de cargos electos (sí, más o menos proporcional aunque peculiar) a partir de los votos conseguidos y que data de 1878, sino de la existencia de circunscripciones y más bien del uso torticero que los políticos en turno de mando hacen de ellas. El problema de este reparto, que bien conocen los políticos, es que existan circunscripciones con un número de diputados/representantes bajo. En estas condiciones, el sistema D’Hont castiga duramente a los partidos minoritarios. Es por esto que, cuando se acercan elecciones, el voto útil, salga a colación, castigando antes de la votación a los partidos que no se espera que lleguen al mínimo para poder jugar en el sistema D’Hondt.
Como digo, la culpa no es de Víctor D’Hondt sino, una vez más, de los políticos que quieren jugar a la democracia con las cartas marcadas. Centrémonos en el sistema electoral de Castilla – La Mancha. El PP de Cospedal ha hecho cuentas, las ha tenido que hacer dos veces y ha aprobado dos reformas en menos de tres años, de forma similar a las que antes hizo el PSOE, y ha cambiado las reglas del juego para garantizarse la victoria. El número de diputados ha pasado de 53 a 33, haciendo que los fallos del sistema D’Hondt se agudicen en su favor pero que ellos han justificado para “procurar una ley electoral más democrática, más justa” (sic). La reforma es tan radical y antidemocrática que si se aplicara en Cataluña, País Vasco o Navarra, el PP se quedaría sin representación y sería portada de La Razón durante un mes. Y ¿cómo quiere garantizarse Cospedal la victoria? Es muy fácil: al reducir el número de cargos totales, como es lógico, se reducen por circunscripción hasta el punto de que sólo podrían jugar la partida dos partidos: PP y PSOE. Además, como la mayoría absoluta depende de un único diputado, la victoria dependería de las circunscripciones con asignación impar, por lo que un único voto podría decantar la balanza. Con este sistema, se podría dar la paradoja de que el segundo partido más votado en la Comunidad tuviera mayoría de diputados en las Cortes Regionales. Todo muy democrático y justo.
Con todo esto en mente, el PP ha asignado un número par de diputados donde cree que va a perder y un número impar donde cree que puede ganar. Si por ejemplo una circunscripción tiene 4 diputados, independientemente de la diferencia en el resultado, los dos partidos mayoritarios se repartirán los diputados, 2 y 2 respectivamente, pues para romper ese empate se necesitará una diferencia superior al 50%, lo cual no parece muy probable. En cambio, en aquellas circunscripciones donde haya un número impar, imaginemos 5, los dos partidos mayoritarios se repartirán 2 y 2 y el quinto diputado se iría al ganador, aunque sea por un único voto. En cualquiera de los casos, los partidos minoritarios son ninguneados, pues a pesar de que en el conjunto de la Comunidad obtengan un buen puñado de votos, esos votos sólo entran en el juego por circunscripciones sin posibilidad de pasar el filtro D’Hondt. En algunos casos podrían llegar a necesitar un mínimo del 15-20% para optar a un diputado. Así un partido con un 15-20% de los votos en la región, quedaría sin ningún tipo de representación; recordemos de nuevo la justificación que dan desde el PP para la elaboración de esta ley: “procurar una ley electoral más democrática, más justa”. Es evidente que una vez más mienten, pues cualquier cosa menos justa y democrática.
El problema es que los calculadores del PP, cuando hicieron todas sus cuentas, contemplaron un escenario bipartidista. Después creyeron que la irrupción de Podemos les beneficiaría pues supusieron que quitaría votos al PSOE y mejoraría sus opciones en el sistema D’Hondt, pero insisto en que no hicieron todas las cuentas. La aparición de Podemos tendrá un impacto crucial en las circunscripciones en las que consiga representación, pues con ello logrará invertir la paridad que inicialmente había pensado el PP y que sea par en aquellas provincias donde esperaba superar al PSOE. De esta manera, si pensamos en una circunscripción con diputados impares, a la hora de repartir, es posible que el diputado impar que el PP contaba que le daría la victoria, vaya al tercer más votado, quedando un número par de diputados a repartir entre los dos mayoritarios, produciéndose un empate. En las circunscripciones pares, el PP seguiría consiguiendo el número de diputados que esperaba, si resulta la fuerza más votada, pero en el cómputo global, el PP podría no ganar por mayoría y el gobierno de la región quedaría a expensas de un posible pacto progresista. Para más inri, la entrada de Ciudadanos es otro factor con el que no contaron los ambiciosos calculadores del PP, pues lo lógico y esperable es que resten votos al PP, pero este hecho les preocupa menos pues parece claro que votar Ciudadanos es votar un recambio más que un cambio, pues el pacto, al parecer, está ya encima de la mesa. En este escenario, yo invoco de nuevo, aunque sea tarde, la coalición del punto único, salvo que, como pudiera ocurrir, el PSOE prefiera hablar con Cospedal o peor, con Ciudadanos, antes que con Podemos, lo cual sería, en mi opinión, más efectivo que una infusión de cianuro.
En definitiva y aunque odio la consabida llamada al voto útil, el 24 de mayo, el voto útil, si se quiere echar al PP y a Dña. Finiquito en Diferido no es votar al PSOE, pues las cuentas del PP no fallarían, tampoco a Ciudadanos, pues parece claro que son más de lo mismo, sino votar a Podemos.