Ya no habrá que preguntarse “que dirá el Santo Padre que vive en Roma”.
Luis Arroyo Zapatero
De mi generación todos recordarán la canción de Violeta Parra, en cuyo título y al estribillo reclamaba al “Santo Padre que vive en Roma” que atendiera a la que pasaba en el mundo, pues estaban degollando a sus palomas. No era una exageración. Todavía en 1980 militares salvadoreños asesinaron a Monseñor Romero, Arzobispo de San Salvador, mientras decía misa en la Catedral. Nueve años después, el ejército asesinaba al Rector Ellacuría, profesores Jesuitas y empleados de la Universidad Católica.
Al Papa Francisco no resulta necesario llamarle la atención sobre nada de lo que ocurre en el mundo. Baste recordar que el expediente de beatificación del Arzobispo mártir, durante años detenido, se ha resuelto en el segundo año de su pontificado, proclamando a San Romero de América, así, de un carpetazo.