El entonces rector de la Universidad de Puerto Rico, Jaime Benítez, una personalidad extraordinaria que inspirado en Ortega y Gasset puso a su Universidad a la altura de las de México y Buenos Aires, fue presidente de la comisión que redactó la propuesta Carta de Derechos de la Constitución Puertorriqueña y allí presento la justificación de por qué se incorporaba la abolición a la Carta Magna: “La prohibición de la pena de muerte…responde a la convicción firme de que dicha pena, lejos de constituir la ejemplaridad y el escarmiento que algunos pretenden, estimula la satisfacción de sentimientos sádicos, sin disminuir en lo más mínimo, según la experiencia universal demuestra, el número o frecuencia de delitos capitales. Ni desde un punto de vista teórico, ni tampoco por consideraciones prácticas, es recomendable. Al eliminarla por precepto constitucional se expresa la posición moral del pueblo puertorriqueño acerca del valor inviolable de la vida humana (14 diciembre 1951)”. En el Diario de sesiones de la Convención Constituyente de Puerto Rico. Secretaría de Estado de Puerto Rico, 1961, t. a, p.2566. Reproducido en el libro A la sombra de cadalso… Reflexiones sobre la pena de muerte. Luis N. Rivera Pagán.
Pero la pena de muerte expulsada de Puerto Rico por la puerta de la Constitución les entra por la ventana del Derecho Federal norteamericano que rige en el Estado Libre Asociado. Puerto Rico y la coalición puertorriqueña contra la pena de muerte integrada por profesores, abogados y activistas de Derechos Humanos se han convertido hoy en un gran protagonista del movimiento por la abolición universal de la pena capital.
En la foto puede verse a la izquierda a Jaime Benítez, acompañado al premio Nobel español exiliado en la isla y acogido en su Universidad como Poeta Residente Juan Ramón Jiménez.