What the mind can do depends upon the devices of the culture. (David Olson)
El hablar de la escritura desde los planteamientos de Vygotsky nos hace reflexionar sobre las implicaciones de esta forma lingüística, tanto en el sistema psicológico humano como en diversos ámbitos de la actividad humana. El interés de este autor soviético por el lenguaje iba más allá de su estudio como capacidad individual; de hecho, la importancia del lenguaje desde esta perspectiva descansa en su carácter de herramienta desarrollada históricamente en contextos de interacción social y cómo el uso de esta herramienta tiene efectos en el terreno interpsicológico.
En cuanto al reconocimiento de la escritura como una forma lingüística, Vygotsky (1993) habla del lenguaje escrito como una nueva función desarrollada culturalmente en el transcurso histórico, con una estructura y funcionamiento distintos a los del lenguaje oral. Este autor menciona tres características fundamentales de la escritura, que la hacen peculiar respecto al habla y que condicionan en gran medida la influencia de este tipo de lenguaje en el desarrollo de procesos psicológicos superiores: el código de transmisión, la ausencia de un interlocutor en el momento de la producción y las funciones sociales y comunicativas específicas del lenguaje escrito.
En cuanto al código, este autor señala que la escritura es una simbolización de segundo grado o un segundo sistema de señales que no se construye directamente sobre la realidad, sino sobre el lenguaje oral, lo que hace que la escritura sea más difícil que el habla en términos de la abstracción que supone. Según Vygotsky (1982):
«…el lenguaje escrito exige incluso para su desarrollo mínimo un alto grado de abstracción. Se trata de un lenguaje sin entonación, sin expresividad, sin nada de su aspecto sonoro. Es un lenguaje en el pensamiento, en las ideas, pero un lenguaje que carece del rasgo más importante del lenguaje oral: el del sonido material.» (p. 229)
Y sigue más adelante:
«Evidentemente, un lenguaje sin sonido real, que el niño se imagina y piensa, que exige la simbolización de los signos sonoros, es decir, una simbolización de segundo grado, deberá ser tan difícil con respecto al lenguaje oral como lo es para el niño el álgebra con respecto a la aritmética. El lenguaje escrito es precisamente el álgebra del lenguaje. Pero lo mismo que el dominio del álgebra no repite el aprendizaje de la aritmética, sino que se constituye un plano nuevo y más elevado de desarrollo del pensamiento matemático abstracto, que reestructura y eleva a un grado superior el pensamiento aritmético establecido con anterioridad, exactamente igual el álgebra del lenguaje o el lenguaje escrito introduce al niño en el plano abstracto más elevado del lenguaje, reestructurando con ello el sistema psíquico del lenguaje oral establecido con anterioridad.» (p. 230)
A diferencia del planteamiento fonocentrista, según el cuál la escritura era una simple transcripción del lenguaje oral a un código artificial de grafismos que no añadían nada nuevo al sistema lingüístico, Vygotsky atribuye a la aparición del lenguaje escrito un poder de cambio en el sistema psíquico humano. Esta es la gran diferencia que se observa entre el planteamiento vygotskiano y el saussuriano. La escritura no es un añadido artificial sobre una capacidad humana natural, sino una nueva forma de lenguaje que aparece en un momento histórico con respecto al habla y que eleva el grado de abstracción requerido por el sistema psíquico para este nuevo uso lingüístico.
La ausencia de interlocutora es otra de las características del lenguaje escrito que contribuyen a la necesidad de abstracción por parte de sus usuarias/os. Mientras que el lenguaje oral está regulado por una situación dinámica con una interlocutora presente, en el lenguaje escrito nosotras mismas tenemos que crear la situación y representamos a nuestra audiencia. Esta circunstancia tiene, para Vygotsky, dos consecuencias importantes en el desarrollo diferencial del lenguaje escrito frente al oral, que se sitúan a niveles lingüísticos distintos, el primero estructural o textual y el segundo sintáctico y semántico:
A nivel estructural, una audiencia ausente motiva el cambio de estructuras dialógicas, donde el propósito de la comunicación se crea de forma dinámica mediante el intercambio de turnos, a estructuras monológicas, en las que la motivación para la producción del lenguaje no es externa ni implícita, sino interna y explícita. En este sentido, Vytotsky señala que el monólogo es una forma de habla más complicada, superior y con un desarrollo más tardío que el diálogo.
En cuanto al nivel sintáctico y semático, la ausencia de interlocutora hace que los mensajes deban desarrollarse al máximo y convertirse en autoexplicativos, creando ellos mismos el contexto comunicativo si lo que se desea es obtener la mayor comprensión posible por parte de la audiencia. Esto hace necesaria la elaboración voluntaria y consciente del contenido semántico y la elección cuidadosa de las estructuras sintácticas, teniendo en cuenta el conocimiento que se comparte y el que no con la audiencia. Es esta necesidad de hacer explícitos el conocimiento y su estructura lo que hace que el lenguaje sea un proceso totalmente diferente del lenguaje oral, de modo que la diferencia que existe entre ambos lenguajes es la misma que existe entre las actividades espontáneas, involuntarias y no conscientes, por un lado, y el de las actividades abstractas, voluntarias y conscientes por otro.
Por último, Vygotsky señala que las funciones de la escritura son distintas y surgen en momentos históricos diferentes que las funciones del habla. Mientras que la función del lenguaje oral está estrechamente ligada a la necesidad de comunicación y se genera de forma espontánea en el intercambio comunicativo, la escritura aparece ligada a funciones nuevas, poco comprendidas por las niñas y niños y por las culturas en las que la escritura no ha hecho su aparición. Estas funciones dependen de los contextos de práctica en los que la escritura se usa en una determinada cultura.
Podríamos resumir las ideas vygotskianas sobre el lenguaje escrito diciendo que éste es considerado desde esta perspectiva como un logro histórico-cultural consistente en la aparición de una forma superior de lenguaje que supera en complejidad al lenguaje oral. La interiorización de esta forma más evolucionada de lenguaje por parte de los miembros de la cultura en los que esta herramienta hace su aparición da lugar a procesos psicológicos de orden superior a los que se generaron a partir de la internalización del lenguaje oral y relacionados con procesos de pensamiento abstractos. Sin embargo, esta forma de lenguaje es indisociable desde los planteamientos vygotskianos de las prácticas culturales concretas que posibilitan su aprendizaje: las prácticas de escolarización.