Archivo del Autor: Alberto Nájera López

¿Y si mezclamos imanes con caca?

Fecomagnetoterapia. En 2008, Fernando Cervera y Mariano Collantes comenzaron a promocionar en una web una nueva terapia alternativa mediante la cual eran capaces de curar toda clase de enfermedades utilizando imanes mezclados con caca: la feco-magneto-terapia. Según decían, el efecto combinado de la caca y de los campos magnéticos de los imanes actuaba sobre toda clase de dolencias. Además, la potencia del medicamento era inversamente proporcional a la cantidad de caca que tenía ¿les suena? Cuanta menos caca, más potente, pero era importante que tuviera algo de caca. Además se ofrecía en todos los formatos posibles para facilitar su consumo: comprimidos, cremas, inhaladores, etc. Incluso ambientadores que difundían en el ambiente la mezcla de imanes y caca para, mediante su inhalación en casa, curar enfermedades respiratorias. Se puede consultar información sobre el “fecomagnetismo médico” en http://fecomagnetismo.byethost7.com/.

En su web, daban toda clase de detalles sobre el origen de la terapia inventada por dos prestigiosos doctores americanos Leslie Laurie y Hugh Nielsen recogiendo la tradición de aborígenes argentinos que se frotaban caca para prevenir toda clase de enfermedades. Ellos habían unido a las ideas del biomagnetismo y la homeopatía para conseguir el medicamento alternativo definitivo, pues como no podía ser de otra manera, la fecomagnetoterapia funciona gracias a “un enfoque de la salud desde una perspectiva holística que contempla la enfermedad como un proceso natural que no se debe combatir, sino comprender, sustituyendo al anticuado paradigma sostenido por la medicina academicista”, esa que, por otro lado y añado yo, demuestra científicamente que funciona.

Todo fue una estafa, más bien una broma de dos veinteañeros que querían llamar la atención sobre lo fácil que era inventarse una terapia alternativa. El problema es que tuvieron éxito, recibieron ofertas para vender sus productos en webs especializadas, incluso dieron una conferencia ante numerosas personas en la Feria Esotérica de Atocha donde ningún “experto” en terapias alternativas cuestionó que dos jóvenes españoles fueran la máxima autoridad en terapia fecomagnética a nivel mundial. En ningún caso, nunca, nadie les pidió que demostraran lo que decían, que demostraran la eficacia de sus productos. Pueden ver la historia de la Fecomagnetoterapia en esta excelente charla TEDx de Mariano Collantes, uno de los creadores, que me ha servido como inspiración para esta aportación: https://youtu.be/V3e9sHsig_4

Aquellos que siguen esta columna de opinión, recordarán que hace unos meses contesté a las “puntualizaciones de un médico” en mi artículo “médico homeópata: un oxímoron”. En aquellas puntualizaciones se me decía que “de forma burda y grosera mete en la misma coctelera a todo aquello que le suena alternativo o no convencional”. Y es que si algo tienen en común todas las terapias alternativas es que no han demostrado su validez de forma objetiva pues si lo hubiesen hecho, no serían medicinas o terapias alternativas sino que serían simplemente medicinas o terapias, sin apellidos. Cualquiera puede ser terapeuta alternativo sin ninguna formación ni responsabilidad, crear una terapia, montar una web y venderla, tendrá un negocio redondo esperando a incautos que pongan en juego su salud.

Así les invito a que creen su propia terapia alternativa, sólo necesitan un nombre con gancho, que suene ecologuay o alternativo, natural también sirve. Si no tienen mucha imaginación, podrán crearlo en: http://www.generatorland.com/usergenerator.aspx?id=17386. Algunos ejemplos: alcoholpatía de la mente, aerofluorescencia oriental, sexología espiritual, hidrofluorescencia deportiva o salchichopoesía sinestésica.

Ni ANECA lo tiene claro.

Nos gusté o no, está claro que el desarrollo de una carrera docente e investigadora en la Universidad Pública Española pasa por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA para los amigos). Creo que su existencia es necesaria pues permite garantizar unos mínimos de calidad y dedicación docente e investigadora y, aunque no impide que siga existiendo la endogamia, al menos quien llegue a hacer el paripé en oposiciones entre amigos, habrá pasado por dicho filtro.

Pero este filtro ha llevado a algunos a sufrir «anequitis», esto es, desarrollar su carrera profesional exclusivamente a golpe de «mérito necesario» o evaluable por ANECA. Que dar cursos de innovación se valora positivamente, pues todos a hacer cursos de innovación, que atender a los alumnos adecuadamente no cuenta para nada, pues que follen a los alumnos, que lo que importa es publicar, publicar y publicar, pues a la mierda todo lo demás y a centrarse en eso exclusivamente.

Y ésta ha sido la dinámica de los últimos 15 años marcada fundamentalmente por los cambios y la indefensión, la falta de transparencia y lo que, en algunos casos, debería ser una evaluación objetiva, parece más una lotería. En mi caso he recibido varias evaluaciones negativas con informes de «expertos» completamente contradictorios hasta el punto de demostrar no haberse leído mi CV, tal cual. Además, hay que tener en cuenta que no es lo mismo una evaluación para Contratado Doctor que para Titular de Universidad, aunque en esencia se supone que en la Universidad harán lo mismo y que, por tanto, se deberían valorar de forma similar. Y de similar nada, pues son aplicaciones on-line diferentes, presentación de méritos de manera diferente, criterios diferentes y, como decía, muchos cambios sobre todo para la acreditación del personal funcionario (olvidado el proceso por tribunales que resultó una locura)… lo que al final se traduce en una auténtica pérdida de tiempo.

Los últimos cambios han llevado a un parón de las acreditaciones que, más o menos dura ya, entre pitos y flautas, unos 2 años. Desde la publicación en junio de 2015 del RD del nuevo sistema de acreditación para profesorado universitario, no fue hasta el año siguiente cuando se puso en marcha el programa Academia 3.0 y hasta noviembre cuando se publicaron los criterios de evaluación para cada rama de conocimiento. Criterios que rozan lo demencial y que provocaron un fuerte rechazo de todas las partes implicadas. En la actualidad el sistema de acreditaciones al cuerpo de funcionarios (Titulares y Catedráticos) está parado a la espera de la publicación de nuevos criterios de evaluación. A pesar del compromiso del Ministerio de negociar con todas las partes, las noticias que llegan no son nada halagüeñas y parece que todo quedará en agua de borrajas, el mismo perro con distinto collar o cambiarlo todo para no cambiar nada.

¿Y mientras tanto? La vida sigue. Está claro que una carrera docente e investigadora no se construye en un año, ni en dos ni en tres. El profesorado que desea acreditarse no sabe qué se le evaluará ni qué criterios se utilizarán más allá del «publicar, publicar y publicar». Parece claro, una vez más, que el peso de la calidad de la docencia será ridículo frente al de la investigación, facilitando el acceso a los cuerpos de profesores de personas con escasa experiencia o pésimas valoraciones por parte de sus alumnos (pues éstas no valen para mucho). Así que como decía en el título, si ni ANECA lo tiene claro, como para saberlo nosotros. Lo que supone un desprecio absoluto a todos los que esperamos saber qué es lo que quieren.

Gracias. Enhorabuena. Homeopatía. Antenas. Suerte.

Mañana tendrá lugar en el Paraninfo de la UCLM el acto de graduación de la XIV Promoción de Graduados en Medicina de la Facultad de Albacete.

Siempre que he podido, he asistido. Me he perdido muy pocas… pues me satisface (y emociona) comprobar lo que han cambiado y crecido aquellos alumnos y alumnas que recibí, 6 años antes, en primero, cuales corderitos camino del matadero tras el recibimiento del Decano, ahora ya convertidos, nada más y nada menos, que en médicos.

En la primera sesión del Módulo 0 les explico las herramientas de comunicación on-line que deberán utilizar. Pero aprovecho para decirles que han elegido una carrera que no terminará 6 años después, pues su formación como médicos, no acabará nunca. Siempre deberán aprender, me gusta más que estudiar. Sí, estudiar no le gusta a nadie, pero aprender es otra cosa… y permite diferenciar a dos tipos de personas. Yo huyo de las que no quieren aprender, de las que se conforman con lo que les dice la tele o el grupo Prisa: que si CR7 o Messi son unas bellísimas personas, o si el Partido Podrido es lo más… Y busco y disfruto de una conversación con quien, a lo mejor sin formación, desea seguir aprendiendo, cuestionándose cosas pero confiando en lo que le transmites, con la curiosidad y el interés que, por ejemplo, se recoge en el brillo de los ojos de mis hijos cuando les digo que vamos a hacer algún experimento. No sé si consigo mis objetivos pero, en las asignaturas que imparto, en primero y tercero, intento que no piensen en estudiar sino en aprender.

Además me empeño en que sean críticos con lo que les tratamos de enseñar y con cómo se lo tratamos de enseñar. Mañana me espera un día emocionante. El alumnado de esta XIV me ha propuesto para una mención junto a otros compañeros y compañeras. Dudo que haya mayor reconocimiento a un profesor que el que te pueden ofrecer tus propios alumnos y alumnas. Ese reconocimiento es por algo que amo, que me apasiona, que me divierte y me satisface más que pocas cosas en la vida y que tengo la inmensa suerte de poder desarrollar con los mejores estudiantes del país. Y no, no es fácil dar clase a estos increíbles estudiantes que son críticos, que exigen calidad y claridad. Lo fácil es llegar, que no haya casi alumnos en clase, soltar el rollo y dejarse llevar… fácil y frustrante. Pero los de Medicina son excelentes, comprometidos y responsables, sacan adelante cualquier cosa incluso a pesar de algunos profesores. Pero eso sería aburrido. A mi me divierte que sepan que su duda por correo, Facebook, Twitter o Campus Virtual será respondida lo antes posible, generalmente antes de que se levanten. Me gusta innovar, los clickers, interactuar con ellos más allá del aula, en redes sociales… Nunca me negaré a impartir un seminario que ellos mismos demandan, ¡aunque sea de Estadística! o aunque me lo pidan dos.

Y ahora van y, todo eso que hacía por pura satisfacción personal, sin buscar reconocimiento o mérito, lo convierten en una mención, en ese reconocimiento sincero, en ese mérito que la ANECA y los que redactan los baremos de acreditación, nunca sabrán valorar, ni sentir, ni imaginar. Así que, gracias. No era necesario pero da gustete. Os deseo que nunca perdáis la pasión por hacer las cosas que deseáis, que no perdáis las ganas de aprender, que viajéis y que, cuando nos veamos en el futuro, si no os reconozco, me digáis ¡eh Nájera! Gracias.

Hasta que ha muerto un niño

Ya he comentado en otras ocasiones que estoy bastante cansado y aburrido de explicar por qué la homeopatía no puede funcionar y, por tanto, que es una estafa. Además, que estas pseudoterapias vestidas de buenrollismo, naturista en muchos casos cuando no “ecológico”, son muy peligrosas. Y a las pruebas me remito. Recientemente, conocíamos el caso de un niño italiano que moría por una simple otitis que los padres habían tratado con homeopatía, esto es, con pastillitas de azúcar sin ningún principio activo que hiciera nada para frenar la infección. Así, ésta se extendió por su cuerpo causándole la muerte. Terrible que en el siglo XXI muera un niño por no darle un simple antibiótico que, en cuestión de horas, habría garantizado la curación del menor.

En los últimos tiempos, por fin, las Organizaciones profesionales tanto de Médicos como algunas de Farmacéuticos, han dado un golpe encima de la mesa y han dicho basta, desvinculándose de esta pseudoterapia sin base científica que nunca debió entrar en sus estructuras. Aunque tarde, bienvenido sea pues hoy en día, en España, el 53% de la población piensa que la homeopatía funciona y confía en ese oxímoron (pareja de palabras con significados opuestos) que son los “médicos homeópatas”. Pero gracias a la acción de los científicos, y de grupos de escépticos, se les empieza a ver como charlatanes, embaucadores, vendedores de pastillitas de azúcar que no valen para nada.

Y ellos mismos lo han reconocido en un comunicado que la Asamblea Nacional de Homeopatía (ANH), sí esto existe, ha hecho en respuesta al caso italiano. En este comunicado indican que, atención que es literal: “la homeopatía […] no sustituye a otros tratamientos farmacológicos cuando éstos sean necesarios”, es decir, que la homeopatía no debe usarse cuando haga falta un tratamiento de verdad. Por tanto, que el supuesto producto homeopático (no voy a caer en el error de llamarlo “medicamento”) no es un fármaco real o válido que sólo debe usarse cuando no haga falta un tratamiento.

Curioso pues, ¿quién decide cuándo hace falta un tratamiento de verdad y no uno de azúcar? ¿Ellos? ¿Un médico de verdad? Lo mínimo que se le exige a un medicamento para ser considerado como tal es que sea efectivo, que funcione. Como alternativo, el producto homeopático debería ser capaz de sustituir a un tratamiento, llamémoslo convencional, esto es, que ha demostrado su eficacia científicamente, cosa que los propios homeópatas admiten abiertamente que no es así.

En su comunicado hacen referencia al Código Deontológico al cual se debe someter cualquier actuación de un médico, pero parece que no se lo han leído, pues éste dice en su artículo 26 que se “desaprueba a los facultativos que prescriban tratamientos sin evidencia científica demostrada”, cosa que en más de 200 años los homeópatas y su absurda memoria del agua no han conseguido. Pero claro, esto no es porque no sean válidos sino porque, según ellos, sus tratamientos no pueden ser revisados mediante el Método Científico. Es algo así como “si no da los resultados que yo quiero, entonces es que lo estás haciendo mal tú y no yo”. Así que blanco y en botella o en este caso, blanco y en paquetes de 1 kg, azúcar al módico precio de más 400€/kg.

No a las sillitas de bebé en el coche

En esta casi obsesión que confieso tener por denunciar y desenmascarar todas las chorradas pseudocientíficas que se difunden por ahí, vengo a hablar hoy de una sumamente peligrosa y sorprendente: el movimiento contra las sillas de seguridad de coche para bebés. Sí, aunque no te lo creas, existe un movimiento organizado que denuncia una conspiración de los fabricantes de sillas de seguridad de coches para enriquecerse y poner a nuestros hijos en peligro.

La idea de este texto me surgió ayer cuando bajé al garaje a instalar una nueva silla de seguridad a contramarcha para nuestra hija pequeña que, según todos los crash test de seguridad, son lo más seguro para un niño en caso de colisión. Un vecino, al verme atareado, me comentó que cuando él tuvo a sus hijos, éstos viajaban sueltos, incluso en el maletero y, muchas veces, él conducía habiendo tomado algunas copas de más “y no pasaba nada”. Pensé que seguramente habría un movimiento en Internet en contra de las sillas de bebé y voilá, existe.

Este movimiento anti sillas de bebé denuncia una conspiración que cuenta con el beneplácito de, cómo no, los científicos que, según ellos, manipulan los test de seguridad para que pensemos erróneamente que un niño viajará más seguro y protegido en una de esas “sillas diabólicas”. Denuncian que desde el gobierno y las autoridades competentes se aprueban leyes para que cada vez tengamos que gastar más y más dinero en sillas de bebé que, lejos de proteger a nuestros hijos, les ponen en serio peligro. Los fabricantes cuentan con un completo catálogo de sillas que se adaptan a la edad del bebé o a los diferentes tipos de coche, para que gastemos más y más: la silla del grupo O, la del grupo 1, la que vale para varios grupos, las isofix, etc. Años de investigación y desarrollo para ofrecer cada vez más y mejor protección. Y la realidad, según estos “Magufos” de libro, es que hace 30 años, viajábamos sin tan siquiera cinturón de seguridad y no pasaba nada.

Da igual que tú les digas que la Tecnología y la Ciencia avanzan para mejorar nuestra calidad de vida, para garantizar en caso de riesgo que realmente no pasará nada o al menos poder minimizar los daños. Da igual, cuentan con sus gurús, algunos incluso expertos, que encontrarán un argumento en contra de las sillas de bebé, aunque éste sea falso como suele ser lo habitual. Da igual que les digas que salvan vidas, que la seguridad del bebé no tiene precio, que son seguras, que son necesarias, da igual. Da igual que mueran niños por no usar una silla de bebé adecuada, da igual, pues contra este tipo de creencias, el Conocimiento tiene poco que hacer más que repetirse.

Ahora lee el texto y cambia “sillas de bebé” por “vacunas”.

Publicado en Diario Sanitario el 25 de mayo de 2017.

Capaces de cuestionar la existencia del SIDA

En este rincón de opinión que me brinda Diario Sanitario, he venido denunciando diferentes pseudoterapias, alguna sumamente peligrosa. Hoy no me centraré en una de ellas, sino en la manera en la que éstas encuentran espacios en Internet para promocionarse y, así, llegar al lector no preparado o crédulo que caerá en las garras de cuestionables “profesionales” de muchos ámbitos diferentes.

Si realizas en Google la siguiente búsqueda “antenas móviles salud”, el primer resultado te dirigirá a un conocido pseudodiario de salud, a un artículo titulado “Las antenas de telefonía móvil sí son peligrosas” (corrijo la falta de ortografía). En ese artículo se dice que las radiaciones electromagnéticas (se entiende que sólo hablan de las radiofrecuencias de antenas y móviles, seguramente también de las WiFi, pero no de la FM o la TV) pueden afectar gravemente a la salud por mucho que algunos nos empeñemos en negarlo y que sí está demostrada la causa por la que decenas de miles de personas han enfermado o muerto por culpa de ellas. En ese enlace se detallan casos y “numerosas investigaciones con datos concluyentes”, incluso relacionados con abortos, “estrés electromagnético” precursor de la hipersensibilidad electromagnética y un largo etcétera de patologías más o menos graves. El portal cuenta incluso con una sección específica titulada “El peligro de la radiaciones” donde recogen numerosas “publicaciones” sobre este tema que asustarán al más pintado. ¿Cuál es el objetivo? Pues está claro que no es el de informar pues con la evidencia científica disponible, no es posible confirmar lo que en ella se dice, más bien lo que sabemos a día de hoy, es lo contrario. No, las antenas de telefonía no producen cáncer ni alteran la salud de quienes viven a su alrededor, al menos en la manera que se indica en este pseudoartículo sumamente peligroso. ¿Qué están haciendo? Pues están irradiando miedo, generando miedo, difundiendo falsas creencias. ¿Por qué lo hacen? ¿Quién lo hace? ¿Cuál es el fin?

Este es sólo un apartado de una web que, entre otras cosas, también cuestiona la utilidad y seguridad de las vacunas, ofrece falsos y peligrosos tratamientos contra el cáncer, contra problemas cardiovasculares o gastrointestinales o cuestiona la existencia del virus del SIDA. Su consejo asesor está formado por médicos, biólogos, psiquiatras, bioquímicos, farmacéuticos, psicólogos, abogados, ingenieros, incluso un profesor de música, de numerosos y variados países, muchos de ellos españoles. Sus breves currículos incluyen formaciones y especialidades de lo más variado: homeopatía (cómo no), reiki (tampoco podía faltar), naturopatía (no podía faltar), quiroprácticos (mueve e esqueleto pero cuidado no te lo rompan), nutricionistas ortomoleculares (estos términos molan, dicen curar con un principio contrario al de la homeopatía), medicina antroposófica (con el mismo origen que la agricultura biodinámina o las escuelas Waldorf promovidas por el filósofo alemán Rudolph Steiner considerado precursor de la antroposofía, considerada una secta en algunos países y con cuestionables lazos con Triodos Bank), sintergética (una paja mental digna de estudio donde incluyen cosas como teoría de fractales, del caos y biocibernética), biorregulación (dicen controlar mentalmente las enfermedades, similar a la bioneuroemoción), electrólisis electrocelular (me he cansado de leer términos pseudocientíficos que no tienen ningún sentido), psicoanálisis (pseudoterapia que sigue gustando aunque, a pesar de Freud, tenga poca o nula base científica), acupuntura (dicen curar cualquier cosa poniendo agujas), terapia neural procaínica (dicen que eliminando recuerdos nocivos, curan cualquier enfermedad), uso de sarcodes y nosodes (me parto, homeopatía hecha con tejidos sanos y con tejidos enfermos, ni puta gracia), masaje tailandés (esto parece que sirve también para todo), terapias antihomotóxicas (pretenden recuperar la salud eliminando toxinas), auriculomedicina (acupuntura en la oreja), iridiología (dicen ser capaces de diagnosticar cualquier enfermedad mirando las diferencias de color del iris, me encantaría que estos pseudoterapeutas renunciaran a los análisis de sangre, la radiografía o la resonancia magnética en favor de esta tontá), bioelectromagnetismo (pretenden curar con imanes), medicina integrativa (la trampa ya clásica de tratar al paciente con medicina que funciona y, también, venderles pseudotratmientos alternativos, ahora llamados complementarios, que no funcionan, para cubrirse las espaldas), bioterapia (ofrecen tomar sustancias vivas o inmunoterapia, debe ser divertida una reunión de esta gente con los antivacunas), medicina holística (como si la Medicina no lo fuera), chamanismo (y curanderismo), medicina china (de dónde si no vienen ahora las cosas), etc. Es un completo catálogo de terapias pseudicientíficas y movimientos anticientíficos. Ante tal elenco de “profesionales”, ¿quién puede dudar de las cosas que se dicen en esta web? Además, entre ellos hay profesores titulares, catedráticos, doctores, directores y médicos de universidades públicas y hospitales públicos, “asesorando” a este portal de una manera más que cuestionable.
Insisto en dos de mis preguntas ¿por qué lo hacen? ¿cuál es el fin? No sé si será por dinero o por los enlaces con otras webs desde las que se ofrecen pseudotratamientos de este tipo, no lo sé. Lo que está claro es que sirven para alimentar los miedos y la ignorancia de la gente con textos pseudocientíficos, plagados de falsedades, para promover sus falsas terapias y enlazar con centros y “pofresionales” que se enriquecen de la manera más miserable y ruin posible: con el dolor del enfermo. Y, por desgracia, lo hacen bien, hasta el punto de que a veces es difícil saber si no se trata de “vulgares estafadores”.

Recientemente en una Jornada organizada por el Instituto de Salud Carlos III y el Centro Nacional de Sanidad Ambiental denuncié este tipo de aval que algunos profesionales dan a estas páginas en las que parece increíble que un profesor de una Facultad de Medicina de una Universidad pública, avale la inexistencia del virus del SIDA, por ejemplo. En la línea de lo que José M. López Nicolas, autor de Scientia, denunciaba poco después en esta charla en la Universidad del País Vasco. Uno no sabe si por desconocimiento de lo que avalan o porque realmente se creen esta sarta de mentiras peligrosas, pero el caso es que alimentan a una audiencia irracional en unas creencias ridículas para, aprovechándose de su desconocimiento y sus miedos, enriquecerse. No me cabe otra hipótesis.

Esta web es una más de las muchas que existen en castellano. Ésta en particular enlaza y colabora con otras del grupo Silver Salud que también promueven y venden creencias anticientíficas y miedos irracionales para, según ellos, no obtener ningún beneficio pues se autodefinen como organizaciones sin ánimo de lucro, en lo que Rocío P. Benavente tituló “el círculo del miedo“. Curioso no tener ánimo de lucro pero vender cursos, tratamientos, mediciones, etc.

Por suerte, hace unas semanas, la Organización Médica Colegial creó un Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias que ya ha trasladado al Ministerio de Sanidad y al Defensor del Pueblo un listado de 90 webs que publican y promueven pseudoterapias peligrosas. Desconozco si éstas que comento están en el listado, pero deberían. Termino, ¿acaso no se debería actuar también contra esos científicos que sabiéndolo o no, colaboran con estos medios avalando las barbaridades que en ellos se dicen?

Publicado en Diario Sanitario el 3 de mayo de 2017.

Bioneuroemoción: marca registrada

Había oído hablar de esta pseudoterapia new age pero no sabía el grado de maldad, de perversión y de dolor al que se puede llegar mediante la difusión de pseudoterapias, hasta que el pasado febrero, participé en la Jornada de Terapias Peligrosas organizada por Fisioterapia Sin Red y la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP-SAPC). En esta jornada pude conocer de boca de oncólogos y fisioterapeutas que contaban los casos de personas que habían abandonado sus tratamientos en favor de esta peligrosa pseudoterapia. Algunas de las pseudoterapias que he descrito en mis aportaciones en Diario Sanitario son nimiedades si las comparamos con los métodos pretendidamente sanadores basados en “el origen emocional de la enfermedad”, como la Bioneuroemoción, Biodescodificación, Psicobiodescodificación, Neurocoherencia y otros diferentes por el estilo que, como no podía ser de otra manera, no tienen ninguna evidencia científica que los avale o justifique, más bien si acaso, lo contrario por las muertes que está provocando».

El pseudofundamento de esta falsa terapia es, según sus promotores, que la enfermedad no existe sino que es una respuesta psicológica de tu propio cuerpo ante un conflicto. Así el enfermo es el propio causante de su enfermedad, ya sea un dolor de cabeza, una infección o un cáncer y para curarse deberá buscar la emoción inconsciente que le provoca su enfermedad, modificarla de forma consciente y, según estos miserables, curarse. La perversión por buscar la culpabilidad del mal que sufre el paciente, quien normalmente ya tiene bastante con su dolencia, es tal, que dicen incluso que un desequilibrio de un antepasado o el entorno de amigos o familiares, podría estar provocando la enfermedad.

Su origen es incierto pues se trata de la conjunción de una serie de ideas de muchas pseudoterapias pero que presenta parecidos con el psicoanálisis o la dianética. Así encontramos nombres como Jung, Groddeck o el Dr. Hamer quien en 1980, tras la muerte de su hijo, fue diagnosticado de un cáncer de testículo y llegó a la conclusión de que no podía ser una coincidencia, que la aparición de su enfermedad orgánica era fruto de un shock psíquico, ampliando el concepto de psicosomático. Es el precursor de la llamada “nueva medicina germánica”, movimiento oficialmente catalogado como secta destructiva por varios de los países europeos por los que rápidamente se extendió. Sobre esta base, personas como Sabbath o Flèche desarrollaron la “biodescodificación” o la “biología total” basadas en la idea de Hamer del paso desde el cerebro a la célula.

En España Enric Corbera, psicólogo catalán cuestionado por el Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña por su falta de rigor y condenado por plagio, registró comercialmente la marca “Bioneuroemoción” y aparece con frecuencia contando su pseudoterapia incluso en Televisión Española y la difunde a través de su Enric Corbera Institute, que en 2015 facturó casi 3 millones de euros. Son numerosos los vídeos de sus charlas en YouTube que acumulan miles de visualizaciones en los que se puede escuchar a Corbera decir cosas como que “se mueren los gilipollas”, “la bioneuroemoción permite llegar a un estado de consciencia cuántica”, “la respuesta reside en nuestra programación inconsciente”, “si una cosa no sale, es que no está en frecuencia con el campo cuántico” o “aquí hay casos muy interesantes de personas que han comprendido que la sanación reside en ellos, no en los demás; han decidido sanarse a lo bestia”. La sucesión de mensajes inconexos, de ideas vagas, términos cuánticos y otras palabrotas, a modo de empanada mental es tal, que un mínimo análisis crítico de lo que dice nos llevará a pensar que este señor es un charlatán, pero el caso es que su mensaje y sus gracias calan, sobre todo en pacientes desahuciados, débiles y vulnerables.

El caso de sanación milagrosa más famoso de Enric y la Bioneuroemoción es el de Maribel Candelas, valenciana enferma de cáncer que colaboraba asiduamente en las charlas de Enric. En estas charlas contaba cómo había abandonado sus tratamientos médicos, que había sido sanada por el método de la Bioneuroemoción y que había superado su cáncer de hígado. El caso es que Maribel falleció en 2015 y la organización de Enric eliminó todos los vídeos en los que aparecía el relato de Maribel. El método fundamental que le costó la vida a Maribel, y que le está costando la vida a otra mucha gente, consiste en “la Cuarentena”. Según el cual, es la forma de renovar las conexiones neuronales para cambiar el campo cuántico que “nos” rodea. Esa cuarentena consiste en alejarse de la familia y amigos, en aislarse para que cualquier enfermedad, incluido el cáncer, fruto del conflicto emocional del entorno, pueda curarse por sí solo. Es terrorífico. Es tal el despropósito que en algunos vídeos el propio Enric sugiere el divorcio de una pareja en caso de cáncer de mama porque podría ser ésta la causa de la enfermedad.

Tal es el alcance de la Bioneuroemoción que desde la RedUNE (Red de Prevención Sectaria y del Abuso de Debilidad) han puesto en marcha una serie de herramientas de apoyo para ayudar a posibles afectados por esta peligrosa pseudoterapia: https://twitter.com/redunecontacto

Si, como decía al principio, puede haber algo tremendamente cruel, malvado y miserable que culpabiliza al enfermo de su enfermedad, a su familia y entorno, eso es, sin duda, la “bioneuroemoción”. Por suerte el pasado 24 de marzo, la Organización Médica Colegial, ha dado luz verde a la creación de un Observatorio contra las pseudociencias, pseudoterapias, intrusismo y sectas sanitarias, que permita compartir y transmitir información contrastada, verificada y validada sobre este tipo de pseudoterapias. Así, en colaboración con la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP-SAPC) y el Círculo Escéptico ofrece un formulario online de denuncia de este tipo de prácticas que está disponible en https://www.cgcom.es/formulario_denuncia.

Publicado en Diario Sanitario el 9 de abril de 2017.

Médico homeópata: un oxímoron

En los meses de febrero y marzo se concentra nuestra docencia de Bioestadística en la Facultad de Medicina de Albacete. Es por esta razón por la que, junto con otros muchos quehaceres docentes, de investigación o gestión, no he tenido tiempo material para poder seguir colaborando con Diario Sanitario denunciando las pseudoterapias y a los pseudoterapeutas, ni contestar a la carta enviada por D. Juan Manuel Marín Olmos bajo el título “Puntualizaciones de un médico” en la que hacía referencia a mis aportaciones.

En dos meses intentamos proporcionar a nuestros alumnos una serie de herramientas estadísticas que les permitan diseñar estudios, recabar evidencias, realizar análisis adecuados de datos, etc. como complemento a otra asignatura sobre Fundamentos de la Investigación en Medicina. Suelo comenzar la primera sesión con una doble viñeta en la que se compara Ciencia y pseudociencia. En la de la izquierda, dos científicos comentan “estos son los datos, ¿qué conclusiones podemos extraer?” mientras que a la izquierda, otras dos personas, con un diploma de homeopatía y terapia floral en la mano, dicen “aquí tenemos las conclusiones, ¿qué datos podemos hallar para confirmarlas?”. Es un ejemplo gráfico de la importancia que tiene conocer, aplicar y saber discutir y criticar el método científico para poder realizar una descripción adecuada de la Naturaleza o buscar soluciones a problemas de forma objetiva; es la base de la Ciencia, en particular de la Medicina.

En mis colaboraciones en las que el Sr. Marín Olmos dice que me expreso de forma chulesca y faltona, que pueden gustar o no, intento llamar a las cosas por su nombre, evitando un uso torticero de los términos pues son meridianamente claros. Y es que la falsa Ciencia se llama pseudociencia, pues pseudocientífico dice la Real Academia es aquello que es “falsamente científico” y es lo que tienen en común la orinoterapia, el reiki, las flores de Bach, la quiropráctica o la homeopatía y muchas más que seguiré denunciando desde aquí. Engañar dice la RAE que es “dar a la mentira aspecto de verdad” y cuando el que engaña busca un beneficio económico es un “estafador”. Si ese beneficio se obtiene jugando con la Salud de los enfermos, cuando ese engaño falsamente científico causa muertes y dolor a las personas, me gusta más el término “miserable”, según la RAE “ruin y canalla”.

Sí, es posible que mi tono sea faltón y chulesco, que no deja de ser una interpretación personal, pero es que mi agresividad, mi llamada ¡al ataque!, tiene que ver con aquellos que se dicen médicos o terapeutas y causan, o al menos no evitan, muertes y sufrimiento por el uso de terapias que no han demostrado eficacia alguna. Y sí, mi respuesta será vehemente y sin ambages, por cierto, usando argumentos y evidencias objetivas y no falacias ad hominen en mis opiniones, porque aunque no, no soy médico, puedo garantizar que mi compromiso por evitar el padecimiento del enfermo se fundamenta en el compromiso personal con mis alumnos, con su formación, en mi responsabilidad en su proceso de formación científica, en el respeto a lo que serán algún día y al titánico esfuerzo que deberán desarrollar para llegar a lo que llevan años soñando ser. Es por ello que pongo además un gran empeño en mostrarles cómo algunas pseudoterapias desprecian todo ese esfuerzo con palabrería pseudocientífica que suena y engaña bien al paciente desesperado, vulnerable e indefenso.

Todas estas pseudoterapias, o falsas terapias, utilizan un lenguaje pseudocientífico para explicar cómo podrían funcionar en nuestro organismo cuando, a día de hoy, sabemos a ciencia cierta que todas ellas no tienen mayor poder terapéutico que el placebo y, generalmente, para que un tratamiento sea eso, un tratamiento válido, éste debe haber demostrado su efectividad más allá del placebo. Así que en esa falta de rigor que me achaca, sólo he hablado de pseudoterapias que no han demostrado su efectividad y que utilizan conceptos y lenguaje pseudocientíficos para dar a esa mentira el aspecto y el aval de la Ciencia.

Cita nuestro replicante en su réplica, aunque dice no tener posibilidad de ella, el Código de Deontología Médica, pero sólo aquellos aspectos que le interesan. Se olvida del artículo 26 que desaprueba a los facultativos que prescriben tratamientos sin evidencia científica demostrada. En su carta parece pretender algo demasiado atrevido, que la homeopatía, basado en un empirismo no científico, sea elevada a categoría de Ciencia, cuando él mismo reconoce que esta pseudoterapia no funciona de acuerdo a los cánones establecidos; sí, sabemos que no hay evidencias que la apoyen y, mejor, si acaso que las evidencias van en su contra. Y es que la Ciencia es el “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente” y, cuando alguien quiere “explorar territorios que van más allá de la ortodoxia médica o científica” corre el riesgo de acabar en la viñeta de la derecha: inventándose los datos para que concuerden con sus conclusiones prestablecidas.

Porque el empirismo basado en el “a mí me funciona” no vale, no sirve; algo que debería haber aprendido durante su carrera. Porque el empirismo, el conocimiento originado desde la experiencia, requiere del método científico para evitar sesgos, requiere del escrupuloso análisis de otros científicos, de la divulgación, reproducción de los resultados en condiciones controladas y refutación de las hipótesis planteadas. Si yo tengo un burro y digo que vuela, tendré que dejar el burro a otra gente para que confirme que, en condiciones controladas y contrastadas, verdaderamente vuela. Algo que a día de hoy, no ha conseguido ni el reiki, ni la homeopatía, ni tantas y tantas pesudoterapias que se venden bien y a buen precio, incluso en farmacias, gracias a no tener efectos secundarios, pues tampoco primarios más allá del, mil veces repetido, “a mí me funciona”. Y cuidado con esos inexistentes efectos secundarios, pues hoy sabemos que muchas de estas pseudoterapias invitan a los pacientes a abandonar terapias médicas válidas, costándoles en algunos casos, la vida.

Nos recuerda el Sr. Marín Olmos que “el 15 de diciembre de 2009, la Asamblea General de la Organización Médica Colegial (OMC) refrendó por unanimidad la homeopatía como acto médico” pero es mucho resumir pues obvia ciertos detalles importantes. No sé si a propósito o por descuido. En el mismo comunicado de la OMC, se decía que “no forman parte del acto médico aquellas acciones u omisiones que, al margen del ejercicio de la medicina, un ciudadano con la condición de licenciado o especialista en medicina pueda realizar en relación a sus convicciones, creencias, tendencias, ideología o cualquier otra circunstancia”. Ese documento define el ejercicio de la medicina como “un servicio basado en el conocimiento científico aplicado, en la destreza técnica y en actitudes y comportamientos éticos” y las pseudoterapias, la homeopatía en particular, carecen de base científica y de pruebas que la avalen. Así “es un acto médico toda actividad lícita, desarrollada por un profesional médico, legítimamente capacitado, sea en su aspecto asistencial, docente, investigador, pericial u otros, orientado a la curación de una enfermedad, al alivio de un padecimiento o a la promoción integral de la salud”. En ese acto médico se incluyen “actos diagnósticos, terapéuticos o de alivio del sufrimiento, así como la preservación y promoción de la salud, por medios directos e indirectos”. Con todo esto, cuando un médico que se dice homeópata explora a un paciente finalizando con el diagnóstico de cierta patología, eso es un acto médico.

Ahora bien, si para tratar esa patología receta un producto homeopático, no cumple con lo establecido en el Código de Deontología Médica que dice que los médicos están obligados a emplear productos “cuya eficacia se haya demostrado científicamente”, no podría, por tanto, considerarse acto médico. Esa misma declaración, que nos recordaba en su carta, añade “que no son éticas las prácticas inspiradas en el charlatanismo, las carentes de base científica y que prometen a los enfermos la curación, los procedimientos ilusorios o insuficientemente probados que se proponen como eficaces, la simulación de tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas y el uso de productos de composición no conocida”. Aunque no cita específicamente a la homeopatía, podríamos concluir que su práctica, no es ética.

Olvida también nuestro crítico, conocido igualmente por su posicionamiento antivacunas, decir que en marzo de 2016 el Presidente de esa OMC a la que se refería, Juan José Rodríguez Sendín, decía, poco después de que la Universidad Autónoma de Barcelona cancelara el infame máster de homeopatía del que D. Juan Manuel era colaborador, que la homeopatía es un proceso “ilusorio y engañoso” que no cuenta con “ningún tipo de evidencia científica” y que pertenece al “mundo de las creencias”.

La pseudociencia tal vez no sea charlatanería o estafa, pero lo que no es, es Ciencia. Es verdad que no debe descalificarse una hipótesis científica porque vaya en contra del dogma, pero la hipótesis debe ser eso, científica, y no derivada de creencias, deseos o esperanzas, sino del conocimiento previo. La homeopatía y otras pseudomedicinas alternativas derivan casi por completo de la falta de comprensión científica, o de la pura negación sin más evidencias del conocimiento científico establecido. Está bien desafiar lo establecido, pero debe hacerse de manera científica. Citaba D. Juan Manuel al Nobel de Medicina y Fisiología Luc Montagnier, conocido últimamente por sus patinazos acientíficos. En 2009, realizó un experimento mediante la metodología y el equipamiento del ínclito Jacques Benveniste, famoso por la realización de fraudulentos experimentos para demostrar lo que los homeópatas llaman memoria del agua y por la manipulación flagrante de resultados para defender a la homeopatía. El trabajo, que según la cuestionada revista que lo publicó demostraba que “la homeopatía funciona”, contiene importantes errores metodológicos, especulaciones vagas y exageraciones varias. Y es que debemos evitar caer en un argumento o falacia ad verecundiam. Desgraciadamente, el caso de Luc Montagnier nos muestra a las claras que ni siquiera un premio Nobel en una disciplina, la virología, está por ello inmunizado contra el atractivo emocional de las pseudociencias en áreas en las que no es experto.

Termino este ladrillo con dos citas de George Bernard Shaw, quien además de decir que “la Estadística demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo no tengo ninguno, los dos tenemos uno”, alertaba sobre que hay que tener “cuidado con el conocimiento falso; es más peligroso que la propia ignorancia”.

Publicado en Diario Sanitario de Albacete el 26 de marzo de 2017.

Es hora de dar respuesta: ¡Al ataque!

Han pasado ya 2 meses desde mi última colaboración en Diario Sanitario de Albacete. Vuelvo con ganas de seguir denunciando las pseudoterapias, la superchería, las creencias y, en general, a los vulgares estafadores que se aprovechan del dolor y del desconocimiento de la gente para enriquecerse.

En este tiempo han sucedido cosas importantes en la lucha contra las pseudoterapias que me gustaría compartir contigo. A finales de septiembre se hacía pública una carta abierta sobre la homeopatía firmada por numerosos farmacéuticos (dos de ellos de Albacete) dirigida al Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, a los Decanos de las Facultades de Farmacia, al Presidente de Sociedades Científicas Farmacéuticas y al Ministerio de Sanidad. En esta carta se recordaba que “el farmacéutico proporcionará una información veraz y adecuada a cada paciente, no fomentando en ningún caso expectativas terapéuticas injustificadas o inadecuadas y promoviendo su derecho a la prevención y diagnóstico de la enfermedad y a tratamientos eficaces y seguros” y, puesto que la homeopatía no ha demostrado científicamente ninguna eficacia, se solicitaba que “no se permita el engaño de la llamada terapéutica homeopática” en oficinas de farmacia. Esta carta estaba promovida por el grupo Farmaciencia (https://twitter.com/Farma_Ciencia) y ya cuenta con cientos de firmantes.

Al poco tiempo, la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP) y, más recientemente, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC) se han posicionado en contra de los productos homeopáticos. El rechazo de estas sociedades científicas es una victoria sin precedentes contra una potente, económicamente hablando, pseudoterapia como la homeopatía en nuestro país y piden a sus asociados que saquen la homeopatía de sus boticas y se obligue a eliminar la denominación de “medicamento” en estos productos.

Antes, en marzo, el presidente de la Organización Médica Colegial (OMC) española, Juan José Rodríguez Sendín, ya calificó a la homeopatía de proceso “ilusorio y engañoso, práctica que no cuenta con “ningún tipo de evidencia científica” y el pasado lunes, la OMC anunció un plan de choque para contrarrestar la homeopatía.

Y si la acción en España está siendo frenética, esta semana también recibimos la noticia de que en EE.UU. los productos homeopáticos deberán advertir en sus envases de que no funcionan.

Pues bien, a todo esto, el pasado jueves participé en un Workshop organizado por Telefónica, en el que varios grupos de investigación (Carlos III, CSIC y UCLM) expusimos nuestros resultados acerca de la, hasta ahora inexistente, relación entre antenas de telefonía móvil y salud. En el debate compartimos los ataques que habíamos recibido por denunciar a quien, utilizando lenguaje pseudocientífico, se aprovechaba del miedo de la gente para enriquecerse. Hecho que generalicé a otros ámbitos de la magufería, permítaseme el término, dedicada a promover la pseudociencia y las pseudoterapias. El ataque más reciente que he recibido hacía referencia explícita a los artículos que vengo publicando en este medio. Acusaba, en general, a los escépticos de poco más o menos que fascistas del conocimiento que vestidos con camisas pardas sólo quieren pruebas científicas y denuncian  el “amimefuncionismo”. A raíz de ese escrito decidí actuar con determinación: basta de medias tintas.

El término magufo (contracción de los términos ingleses magic y ufo) define perfectamente a un movimiento anticientífico, muy agresivo y visceral formado por un ejército de personas que, sin pruebas y desde el más profundo desconocimiento científico o epistemológico, como no podría ser de otra manera, ataca a la Ciencia y a los científicos que denunciamos sus prácticas. Parece una guerra encarnizada en la que, durante años, en general, la comunidad científica ha permanecido al margen o que respondía tímidamente a sus ataques y promoción de la pseudociencia.

Pero esto está cambiando. Cada vez más científicos o escépticos bien formados, no damos tregua al magufo y nos unimos a quienes lo vienen haciendo desde hace décadas, maestros como Luis Alfonso Gámez, José Miguel Mulet, Fernando Frías, Wicho, Aitor Sánchez, Antonio Martínez Aberrón, Carlos Chordá, Clara Grima, Pepo Jiménez, América Valenzuela, Yanko Iruin, José M. López Nicolás, Mauricio Schwarz, Guillermo Quindós, Inma León, Juan Ignacio Pérez, Fernando Cuartero, Eparquio Delgado, Jorge Laborda, José Luis Tajada y otros muchos divulgadores, así como redes de escépticos y asociaciones como la Asociación para avance del pensamiento crítico (ARP-SAPC), el Círculo Escéptico, Qué mal puede hacer, Farmaciencia, la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas, entre otras. En definitiva, hemos decidido no dar cuartel y unirnos ¡al ataque!

Publicado en Diario Sanitario de Albacete el 1 de diciembre de 2016.

El doodle de Google recuerda el cambio de calendario en 1582.

El doodle de Google de hoy nos recuerda la introducción del calendario gregoriano que vino a sustituir al juliano hace 434 años, en 1582, y que seguimos utilizando hoy en día.
Gregorio XIII, de ahí el nombre, promulgó la bula Inter Gravissimas con el fin de resolver unos «pequeños problemillas» que acarreaba el calendario juliano, impuesto por Julio César en el año 46 antes de la Era Común, y que denunciaban unos trabajos de la Universidad de Salamanca (esa que según la ANECA no debe tener reconocido prestigio internacional).
El problema es que el calendario juliano tenía un error anual de 11 minutos, que no parece demasiado, pero que al cabo de 1257 años habían llevado a un adelanto de ¡10 días!
Y es que la medida del tiempo no es una cuestión baladí debido, entre otras cosas, a que la rotación de la Tierra no permanece constante y se está desacelerando por las mareas y la influencia de la Luna.
434th-anniversary-of-the-introduction-of-the-gregorian-calendar-5700260446863360-hp
Durante siglos, la Iglesia Católica había estado celebrando todas las fiestas sagradas unidas al calendario con un error importante. Esto habría supuesto que lo que pensaban que era un jueves santo en realidad no lo era, la Semana Santa se habría celebrado mal, como la Trinidad, Pentecostés, la Ascensión o el Corpus Christi. Un auténtico desastre que ni dios ni la virgen, muy dados los dos a aparecerse en aquellas épocas, no vinieron a alertar y claro, en 1582 hubo que arreglar el desaguisado. Por cierto que desde que hay móviles con cámara y todo el mundo tiene uno, las apariciones son cada vez más escasas, será cosa de los derechos de imagen o de Instagram, vete tú a saber.
En aquella época, Juanello Turriano, al que conocerán sobre todo aquellos de Toledo, matemático mayor de Felipe II, colaboró en el desarrollo del nuevo calendario llamado por Gregorio XIII. Por cierto que hoy en día, el sistema integral de gestión de la Historia Clínica Electrónica del SESCAM se denomina Turriano… que junto al Mambrino, vuelve locos a médicos, enfermeros y personal de administración…
Así en 1582, exactamente el 4 de octubre se implantó, en muchos países (sobre todo España que dominaba medio mundo), el nuevo calendario y al día siguiente, viernes, fue 15 de octubre. Todo resuelto. Bueno no, pues hoy en día tenemos que ir añadiendo segundos cada cierto tiempo para ir corrigiendo un «fallo» del creador que no hizo el universo inmutable sino más bien todo lo contrario.
Como decía, no todos los países asumieron el calendario al mismo tiempo. Grecia lo hizo en 1923 y tuvo que «perder» casi 15 días del 15 de febrero al 1 de marzo. Esto era un pisto, porque las fechas no coincidían de un sitio a otro. Por ejemplo, Sir Isaac Newton nació el, depende… Según el calendario juliano que siguieron utilizando en Gran Bretaña hasta 1752, el 25 de diciembre, pero según el gregoriano, el 4 de enero. Entre ambas fechas varía el año, así que depende dónde miremos Newton nació en 1642 o en 1643. Morir murió en 1727 pero no sería hasta 25 años después que el Gran Imperio Británico, y su iglesia que era la que mandaba, se adaptaran al nuevo calendario.
Esto, al parecer, no lo enseñan en las clases de religión, de cómo el inmovilismo o el vivir de espaldas a la Ciencia, hace cometer errores como éste, por la gracia de dios. Pues así con todo durante siglos y los que nos quedan.
Otro hecho curioso que no se explica en Ávila, donde viví muchos años, es que la Santa de Ávila, Teresa de Jesús, falleció el 4 de octubre de 1582 ¡hostias! pero el día de la patrona se celebra el 15 de octubre… cuando la enterraron… ¿Acaso tuvieron el cuerpo macerando 11 días? No, la enterraron al día siguiente del 4 de octubre de 1582 que era el 15 de octubre.
Feliz martes o jueves o sábado, o lo que sea hoy.