Publicado en DiarioSanitario el 9 de mayo de 2016.
Me estreno en Diario Sanitario de Albacete con esta declaración de intenciones de lo que espero pueda ser un espacio periódico de divulgación y denuncia de las pseudociencias. El objetivo será describir lo que me he atrevido en llamar “La Ciencia de las pseudoterapias”. ¿Y qué es una pseudociencia o una pseudoterapia? Pues dice el diccionario de la Real Academia que el elemento compositivo “-pseudo” significa “falso”. Veremos qué hay de falso o, por qué no, de cierto, en algunas pseudoterapias cada vez más extendidas como la homeopatía, el reiki, la reflexología, la acupuntura o las flores de Bach.
La Ciencia, basada en el método científico, constituye el pilar básico del desarrollo tecnológico y del conocimiento. Desde el siglo XVII se fundamenta en dos pilares básicos: reproducibilidad y refutabilidad. El primero exige que un experimento debe poder ser reproducido en cualquier lugar y por cualquier persona. El segundo que, si un experimento proporciona resultados distintos a los predichos, negaría la hipótesis propuesta. Son sencillos ¿verdad?
Si yo te digo que tengo un burro que vuela, hablo con los muertos o curo con las manos, aplicando estos dos sencillos principios, podrás rápidamente comprobar que soy un simple charlatán, un embustero o un vulgar estafador. Decía Carl Sagan en su serie Cosmos, parafraseando a Marcelo Truzzi, que “extraordinary claims require extraordinary evidence”, esto es, que cuanto más asombrosa sea una afirmación, mayores serán las pruebas exigibles y más escéptico me presentaré ante ellas.
Y es que, en mi casa, lo de cuestionarnos las cosas con espíritu crítico viene de lejos. Nos contaba nuestro padre, anatomopatólogo, que hacía muchos años, un hombre en un pueblo lejano, justo antes del alba, tocaba un tambor. Así estuvo durante décadas y convenció a toda su comunidad de que, si él no tocaba el tambor, no saldría el Sol. Terminaba siempre su exposición con un “y así nació el primer cura”. Y es que a nadie se le ocurrió investigar qué pasaría en otros lugares, si otra persona tocara el tambor o, si una mañana, nadie lo tocara.
La Ciencia es eso: cuestionarse todo, no acostumbrarse a creer, no tener fe y no confiar en el tamborilero
Intentaré que el objetivo de este espacio sea eso, explicar la necesidad de cuestionarse las cosas, sobre todo cuando van acompañadas de afirmaciones extraordinarias. En otras palabras, qué pasaría si una mañana, nadie toca el tambor de las pseudoterapias más extendidas. Y es que el artículo 26 del Código de Deontología Médica, desaprueba a los facultativos que prescriben tratamientos sin evidencia científica demostrada.