Publicado en La Tribuna de Albacete el 27 de abril de 2010.
Es raro el día en que no recibimos, a través del correo electrónico, el típico mensaje de alerta sobre muy diversos peligros, bulos, cadenas solidarias o cadenas que ofrecen un incremento de tu suerte si las reenvías a todos tus contactos, por no hablar de la publicidad no deseada o spam.
El pasado mes de julio, la Asociación de Internautas publicaba el Segundo Informe sobre la percepción de los internautas de los bulos en la Red, en la que se indicaba que los foros y el correo electrónico son los principales canales de propagación de falsas informaciones en Internet. Los más extendidos son los bulos sobre política, productos de alimentación y peligros para la salud.
Permítannos dedicar unas palabras a un bulo relacionado con la Física, ya que, como profesores de esta disciplina, no nos aguantamos a comentar. No sabemos si habrá recibido recientemente el aviso de que los imanes de la nevera, según un estudio de una prestigiosa universidad americana, podrían inducir en la comida guardada en su interior, una serie de modificaciones que provocan a los ratones del estudio que la consumen, incrementar, nada más y nada menos, en un 87% la posibilidades de padecer un cáncer. Sin especificar de qué tipo.
Cualquier lector con unos mínimos conocimientos de Física detectará errores de bulto en el texto del mensaje que le indicarán su total falsedad. Por ejemplo, en el texto reenviado se puede leer que «el objeto del estudio era ver cómo afectaban las radiaciones electromagnéticas de los imanes que se ponen en la puerta de la nevera en los alimentos». Un imán produce un campo magnético estático de un cortísimo radio de acción (muchísimo menor al del campo magnético de la Tierra). Podríamos considerar que el campo magnético del imán se vuelve variable en el tiempo cuando abrimos y cerramos la puerta de la nevera, y entonces podría generar corrientes inducidas en los electrolitos de los alimentos (sales y agua). Pero no, su intensidad es tan pequeña que no producirían el más mínimo efecto.
El falso estudio también alerta del aumento del consumo eléctrico de la nevera porque debe «aumentar la fuerza electromagnética del campo eléctrico» del aparato, frase sin ningún sentido si se analiza con un espíritu mínimamente crítico.
Es sorprendente que, según la encuesta citada al principio, el 70% de los internautas declara no tener claro cómo reconocer un bulo en Internet y que el 16%, ante la duda, lo envía por correo electrónico. Este tipo de bulos y cadenas pidiendo solidaridad se aprovechan de dos elementos cada vez más frecuentes en nuestra sociedad y que están íntimamente relacionados: el miedo y el desconocimiento. De forma similar a lo que ocurre con el miedo a las antenas de telefonía móvil, estos falsos mensajes calan en la sociedad, se extienden sin control y llegan a parecer verdad y a asumirse por la sociedad, sin que nadie se preocupe en comprobar si son ciertos. Además, tienen un objetivo claro que beneficia a sus creadores y que a nadie parece preocuparle, y es que al reenviarse masivamente con los destinatarios en el campo «CC» (copia carbón) del correo en vez del campo «CCO» (copia carbón oculta) que oculta las direcciones, estas direcciones (nuestras direcciones y las de nuestros amigos) son visibles y captadas por empresas que envían correo basura indiscriminadamente.
Por este motivo, ante el próximo mensaje de aviso, de peligro o de solidaridad, no lo envíe. Si por alguna razón desea enviarlo, cerciórese de su veracidad buscando en páginas fiables (ni foros, ni páginas personales) y ante la duda, repetimos, no lo envíe, por su propia seguridad y la de sus conocidos.