Diálogos Inesperados es un proyecto difícil de catalogar. Por sus dibujos, troqueles, cosidos y lenguaje intermedial. Por sus textos, entre la ficción y el ensayo. Por su encuadernación, entre el libro y el cuaderno (nace de forma manuscrita íntegramente en tinta china) podríamos catalogarlo como ‘libro de artista’.
Diálogos Inesperados es lo que ES, sin poder catalogarlo con exactitud al igual que su autora, siempre posicionada en el ‘ENTRE’, en el espacio intermedio entre la música y la plástica, el arte y la tecnología, el objeto analógico y lo digital, la escritura y la imagen.
Tirada de 150 ejemplares numerados en su primera edición 2019. Está realizada en impresión digital en papel verjurado de 160 gr. Las imágenes escaneadas del manuscrito original han sido trabajadas en cada ejemplar con cosidos y troqueles por parte de la artista y se incluyen, asimismo, tres intervenciones dibujadas a mano.
—¿Recuerdas cuando dijiste que escribiendo conseguimos que la gente crea en cosas irreales?
—Sí, claro.
—Pues efectivamente, aquello fue real. Nosotros estuvimos allí.
—¿Dónde?
—En la Rue Morgue.
Poe miró a Bioy sin expresión en la cara. No podía pronunciar palabra al oír esto. Se intuían presencias a las que la luz regalaba el anonimato. El silencio se apoderó del momento, y Bioy, respirando hondo, continuó:
—Todas tus apreciaciones eran reales. Los testigos. La estancia. El cuerpo de lasmujeres asesinadas y, por supuesto, tu fabulosa conclusión para llegar al marinero y el crimen en cuestión pero…
Me pregunto cuando escribo si como decía Rilke a un joven poeta, me he preguntado en la hora más callada de la noche, si debo o no escribir o, si por el contrario, moriría si no lo hiciera.
Me pregunto que me impele a escribir como insistía Rilke y sólo sé, que me encuentro redactando un texto que parece se construye en el papel mientras que pienso, en ese reino de las sombras, cómo decía Flusser, dónde se construye el pensamiento.
Me pregunto si las decisiones y opiniones del que cree estar en el poder de la razón, me encrespan por la sinrazón o por comodidad de la edad a recibir correcciones que, lejos de alimentar la creación, afianzan la forma de crear y las críticas (supuestamente correctoras).
Me pregunto si se convierten en piropos que los tomo como caminos no erróneos, como premisas perfectas a un lugar donde mi proceso, como siempre, no se encuentra en ningún lugar bien definido. El no lugar perenne en mi.
Me pregunto si nuestras charlas mamá, nuestros recuerdos, nuestras dudas, nuestros duelos deben, pueden, o tienen que mostrarse al resto. Y qué ocurrirá con aquellos que están en él sin saberlo porque ellos hacen, que esto tenga sentido o quizás, al menos, que no considere que todo, absolutamente todo, ha sido tan sólo un sueño.
Me pregunto sí, sin respuesta, que es lo que me impulsa a seguir con ello, a no abandonar, a no dejarlo en el cajón del olvido como tantas cosas, como tantas obras, como tantos recuerdos o proyectos que nunca vieron la luz y que igualmente, como el pensamiento oculto, se quedaron en el reino de las sombras.
Y sigo sin respuesta y sin energía para tomar decisiones. Hoy no es el día.
Volteo la raíz quemada por el incendio. Entierro el origen. El robo. El quiebro.
El bote ya no cierra. Deja salir. Y lo veo.
-Parece un cuadro tuyo. Esto es para ti -pienso.
Cojo un tisú y limpio con cariño el cristal. Que coja brillo. Que no enturbie lo que hay dentro. Le hago una foto y envío al grupo: «De mi serie Paisajes en conservcción. Homenaje a Reme Muro».