Como futuros docentes tenemos que tener muy en cuenta que el acoso escolar ocurre en las escuelas. Se trata, en su mayoría, de un acoso “invisible” para los adultos, los profesores difícilmente tendrán conocimiento de lo que está sucediendo. El agresor acosa a la víctima en los baños, en los pasillos, en el comedor, en el patio, reservando sus acciones durante la ausencia de mayores. En algunos casos, el acoso sobrepasa las paredes del colegio, pasando a ser telefónico e incluso por correo electrónico.
El acoso escolar hace referencia a un grupo de alumnos que se dedican a la agresión de sus compañeros de clase o del colegio, o bien a una persona que atormenta o molesta a otra en los centros docentes. Las características de este tipo de acoso son: ataques o intimidaciones físicas, verbales o psicológicas, destinadas a causar miedo, dolor o daño a la víctima; abuso de poder, del más fuerte sobre el más débil; ausencia de provocación por parte de la víctima; decir a otros que no estén con él o que no le hablen; ponerle en ridículo ante los demás; pegarle collejas, puñetazos y patadas; burlarse de su apariencia física o insultarle.
TIPOS DE ABUSOS
El acoso escolar puede ser sexual, cuando existe un asedio, inducción, y abuso sexual; puede tratarse de una exclusión social cuando se ignora, se aísla y se excluye al otro; puede ser psicológica, cuando existe una persecución, intimidación, tiranía, chantaje, manipulación y amenazas al otro; y puede ser física, cuando se golpea, empuja, se organiza una paliza al acosado. Se han descrito diversas modalidades de acoso escolar, con la siguiente incidencia entre las víctimas:
-Bloqueo social (29,3%):
Agrupa las acciones de acoso escolar que buscan bloquear socialmente a la víctima. Todas ellas buscan el aislamiento social y su marginación impuesta por estas conductas de bloqueo. Son ejemplos las prohibiciones de jugar en un grupo, de hablar o comunicar con otros, o de que nadie hable o se relacione con él, pues son indicadores que apuntan un intento por parte de otros de quebrar la red social de apoyos del niño.
Se incluye dentro de este grupo de acciones el meterse con la víctima para hacerle llorar. Esta conducta busca presentar al niño socialmente, entre el grupo de iguales, como alguien flojo, indigno, débil, indefenso, estúpido, llorica, etc. El hacer llorar al niño desencadena socialmente en su entorno un fenómeno de estigmatización secundaria conocido como mecanismo de chivo expiatorio. De todas las modalidades de acoso escolar es la más difícil de combatir en la medida que es una actuación muy frecuentemente invisible y que no deja huella. El propio niño no identifica más que el hecho de que nadie le habla o de que nadie quiere estar con él o de que los demás le excluyen sistemáticamente de los juegos.
-Hostigamiento (20,9%):
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que consisten en acciones de hostigamiento y acoso psicológico que manifiestan desprecio, y falta de respeto y de consideración por la dignidad del niño. El desprecio, el odio, la ridiculización, la burla, el menosprecio, los motes, la crueldad, la manifestación gestual del desprecio, la imitación burlesca son los indicadores de esta escala.
-Manipulación social (19,9%):
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden distorsionar la imagen social del niño y “envenenar” a otros contra él. Con ellas se trata de presentar una imagen negativa, distorsionada y cargada negativamente de la víctima. Se cargan las tintas contra todo cuanto hace o dice la víctima, o contra todo lo que no ha dicho ni ha hecho. No importa lo que haga, todo es utilizado y sirve para inducir el rechazo de otros. A causa de esta manipulación de la imagen social de la víctima acosada, muchos otros niños se suman al grupo de acoso de manera involuntaria, percibiendo que el acosado merece el acoso que recibe, incurriendo en un mecanismo denominado “error básic
o de atribución”.
o de atribución”.
-Coacción (17,4%):
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden que la víctima realice acciones contra su voluntad. Mediante estas conductas quienes acosan al niño pretenden ejercer un dominio y un sometimiento total de su voluntad.
El que la víctima haga esas cosas contra su voluntad proporciona a los que fuerzan o tuercen esa voluntad diferentes beneficios, pero sobre todo poder social. Los que acosan son percibidos como poderosos, sobre todo, por los demás que presencian el doblegamiento de la víctima. Con frecuencia las coacciones implican que el niño sea víctima de vejaciones, abusos o conductas sexuales no deseadas que debe silenciar por miedo a las represalias sobre sí o sobre sus hermanos.
-Exclusión social (16,0%):
Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan excluir de la participación al niño acosado. El “tú no”, es el centro de estas conductas con las que el grupo que acosa segrega socialmente al niño. Al ningunearlo, tratarlo como si no existiera, aislarlo, impedir su expresión, impedir su participación en juegos, se produce el vacío social en su entorno.
-Intimidación (14,2%):
Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que persiguen amilanar, amedrentar, apocar o consumir emocionalmente al niño mediante una acción intimidatoria. Con ellas quienes acosan buscan inducir el miedo en el niño. Sus indicadores son acciones de intimidación, amenaza, hostigamiento físico intimidatorio, acoso a la salida del centro escolar…
-Amenaza a la integridad (9,1%):
Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan amilanar mediante las amenazas contra la integridad física del niño o de su familia, o mediante la extorsión.
PERFIL DEL AGRESOR
Normalmente, el agresor tiene un comportamiento provocador y de intimidación permanente. Posee un modelo agresivo en la resolución de conflictos, presenta dificultad de ponerse en el lugar del otro, vive una relación familiar poco afectiva, y tiene muy poca empatía.
Suelen ser grupos de chicos (45%) o de chicos y chicas (23%), o un chico solo (14%). Más raros son los grupos de chicas. Suelen ser chicos conflictivos, que no se identifican con el colegio. A veces hay consumo de drogas y alcohol. No controlan sus impulsos y emociones.
Según los expertos criminalistas y psicólogos, un niño puede ser autor de acoso escolar cuando solo espera y quiere que hagan siempre su voluntad, cuando le gusta probar la sensación de poder, cuando no se siente bien o no disfruta con otros niños, si sufre intimidaciones o algún tipo de abuso en casa, en la escuela o en la familia, cuando es frecuentemente humillado por los adultos, o cuando vive bajo constante presión para que tenga éxito en sus actividades. Los agresores ejercen su acción contra su víctima de diversas formas: les golpean, les molestan, provocan, acosan con empujones y golpes, les nombran de una forma desagradable o despectiva, les generan rumores, mentiras o bulos, les aíslan del grupo, les ofenden y les anulan.
Puede ser cualquiera. Habitualmente, son niños que no disponen de recursos o habilidades para reaccionar, son poco sociables, sensibles y frágiles, son los “esclavos” del grupo, y no saben revidar por vergüenza o por conformismo, siendo muy perjudicados por la amenazas y agresiones.
Puede haber rasgos que hagan especialmente vulnerables a algunos, como ser tímido, introvertido, hiperactivo, encerrado en sí mismo o tener alguna característica física que le diferencia como estar gordo, llevar gafas, ser bajito, o bien una característica académica, como ser “empollón” o llevarse bien con los profesores (“pelota”). Los efectos en la víctima pueden ser devastadores: se siente violentada, desprotegida, humillada, insegura, aislada, indefensa…
Jokin iba a cumplir 15 años. De madrugada, cogió su bici, salió de su casa, subió a lo alto de la muralla de Hondarribia (Guipúzcoa) y dio un paso. Un solo paso que separaba la vida y la muerte.
Jokin llevaba más de un año soportando humillaciones, vejaciones y palizas constantes en su instituto. Una paliza el lunes, el martes y otra el miércoles. Palizas propinadas por, entre otros, hijos de profesores.
El jueves y el viernes no quiso ir al colegio. Sabía que tendría que volver tarde o temprano. Y que, incluso si no volvía, viviendo en un pueblo, sus pequeños pero grandes torturadores le seguirían amargando la existencia. Él no contó nada de esto a nadie.
Probablemente pensaba, como le repetían sus verdugos, que alguien fuerte resuelve sus propios problemas sin implicar a los otros. Finalmente, el martes siguiente, en la oscuridad d
e la noche, imaginando lo que le tocaría soportar al día siguiente, Jokin decidió que la paz eterna era mejor que el infierno cotidiano, y se marchó.
e la noche, imaginando lo que le tocaría soportar al día siguiente, Jokin decidió que la paz eterna era mejor que el infierno cotidiano, y se marchó.
Dejo un enlace de un artículo del ABC, a mi parecer bastante interesante.
-Ya se pasará. Todos hemos pasado por esto.
-Escarmiento del provocador. Verás cómo se le quitan las ganas.
-Han sucedido desde siempre y no pueden cambiarse”.
-Los afectados son chicos/as problemáticos/as.
-Esas agresiones “son cosa de los chavales”, como sinónimo de poco importante.
Comparto dos vídeos:
– El primero se trata de una entrevista a una psicóloga experta en el tema.
– El primero se trata de una entrevista a una psicóloga experta en el tema.
Este segundo vídeo, es un spot, que lo dejo para concienciar a todos los que lean este articulo, ya que el acoso escolar es un problema de todos.
Iván Palmero Seldas