Enfermería

A mediados del siglo XVI, se impuso a los Fúcares la obligación de costear una enfermería y una botica, así como la de contratar un médico y un barbero, ambos nombrados por el superintendente. Los dos tienen obligación de visitar diariamente a los enfermos por mañana y tarde, recetando los medicamentos, alimentos y bebidas que necesiten. Asistirán igualmente a las familias de las casas del superintendente, Contaduría Pagaduría.

La enfermería estaba enladrillada y enmaderada de pino. Había dentro de ella un cuarto hecho de madera de pino y cubierto de lo mismo, que servía para tomar sudores.

Reconstrucción de la sala de enfermería en el R. Hospital de Mineros S. Rafael
Reconstrucción de la sala de enfermería en el R. Hospital de Mineros S. Rafael

Tan pronto se siente enfermo un esclavo o forzado, lo ve el médico o el cirujano y pasa a la enfermería, donde se le pone tarima, jergón, colchón, manta, sábana y almohada.

Las recetas del médico o del cirujano han de ir rubricadas por el superintendente para que el boticario pueda entregar los medicamentos. Sólo a deshoras de la noche, o en casos de mucha urgencia que no admitan dilación, podrá prescindirse de dicha rúbrica; aunque después ha de completarse la receta con ella.

Uno de los forzados hace de enfermero. Cuida de los enfermos, les pone las comidas, bebidas y les da los remedios; todo a las horas que mande el médico o el cirujano. El ayudante del alcaide es otro forzado, que hace además “los mandados”, entre ellos ir a por la carne a la botica.