Publicado en DiarioAB el 04 Julio 2013.
Ayer mismo, una amiga compartió en Facebook un vídeo que me aterrorizó. En él se dice que el cambio de los contadores de la luz por los nuevos telegestionados, supondrá un gravísimo riesgo para la salud. Pero esto no es lo que me asustó, sino la sucesión de imprecisiones, falsedades y estupideces que en el vídeo se recogen y su difusión incontrolada a través de las redes sociales, sin que nadie reaccione diciendo que es mentira y sí dando las gracias por compartirlo y alertarles.
De nuevo, mensajes como el de los peligrosísimos imanes de las neveras, inundan las redes sociales y se multiplican, se comparten por millones de usuarios, quienes en muchos casos lo hacen “por si acaso es verdad” y en todos los casos por desconocimiento. Lo que más me preocupa de todo esto es que una simple búsqueda mediante Google habría llevado a cualquiera de los que han compartido el vídeo en cuestión a la página de los medidores en la que confirmar rápidamente que estos nuevos contadores no se conectan ni por WiFi ni por ningún otro tipo de radiación electromagnética demoníaca, sino que utilizan una tecnología denominada Power Line Communication o PLC, que permite transmitir la información a través del cable de la luz a un concentrador. Así, habrían desmontado en un minuto todas las imbecilidades que alertan sobre la irradiación masiva que sufriremos en los próximos años.
Basándose en una premisa falsa (que los contadores emiten radiación WiMax 24 horas al día), la falsa alarma sobre las peligrosísimas radiaciones electromagnéticas (tan terroríficas como la luz de un atardecer o de la Luna reflejada en un estanque, o menos bucólica como la que emite el mando de tu televisor, todas más energéticas que la que emite tu teléfono móvil), cala en la sociedad y se lanza de nuevo un mensaje terriblemente peligroso, parcial y manipulado: “En noviembre de 2011, la Organización Mundial de la Salud, clasificaba las tecnologías inalámbricas como cancerígenos tipo 2B”. En ese grupo, no de carcinógenos sino de posibles carcinógenos, también está el café que probablemente desayunaste esta mañana. En cambio no se indica que estos contadores realizarán medidas más precisas, permitirán el acceso a tarifas con discriminación horaria o que las eléctricas adecúen su producción a las necesidades reales.
En definitiva, lo que verdaderamente me aterroriza es que en la ‘Sociedad de la Información’, la gente no sea capaz de buscar información veraz, de contrastar lo que se le dice, de ser críticos, de no ser crédulos, de ser escépticos y reaccionar con contundencia ante éstas y otras alarmas apocalípticas, y sean víctimas de la pseudociencia y de los vulgares estafadores.
El título de este texto no es casual y no es mío. Está inspirado en el capítulo titulado Las ondas del mal, de Luís Alfonso Gámez en su serie ‘Escépticos’ de EiTB. Autor del Blog Magonia y del excelentemente documentado ‘Ondas de histeria‘. Gámez estuvo esta misma semana en Albacete participando en el curso ‘Escepticismo y pensamiento crítico‘ junto a José Miguel Mulet, Fernando Frías, Andrés Carmona y varios profesores de la UCLM, en el que, entre otras cosas, pretendimos dar herramientas para que no nos timen, para que aprendamos a ser críticos y a denunciar a quienes, con sus mentiras y su pseudociencia, pretenden engañarnos.