Publicado en DiarioAB el 16 de agosto de 2013.
Este año será el primero sin espectáculos taurinos en la Feria de Albacete. Lo que en otro tiempo podría sonar a sueño es ya, al fin, una realidad. Lejos quedan ya aquellos tristes eslóganes que utilizó varios años el patrocinador de la feria taurina: «sin toros no hay feria». Y lejos quedan también los esfuerzos de quienes se afanaban por tachar el «no» de las vallas publicitarias para que se pudiera leer «sin toros hay feria». Triste era el lema, pero más triste era la imagen rancia de un coche de los años 50, del siglo pasado, para vender un espectáculo del siglo pasado.
Ya entonces muchos pensábamos que las corridas de toros eran un acto de barbarie y un espectáculo salvaje que debería desaparecer. Este año, aquella minoría que acudía a la plaza a divertirse mientras torturaban cruelmente a un animal, podrá seguir disfrutando de la Feria de Albacete, ahora sin toros, pues la Feria ha sido siempre mucho más que toros. Ya entonces me consideraba bastante albaceteño, cuando llevaba en esta ciudad 11 años, para 12 como diría Gomaespuma, siendo el lugar donde más tiempo había vivido en mi vida. Si algo tenía claro era que a la mayoría le importaba un pijo los toros y menos aún durante la Feria, pues como he dicho la Feria de Albacete, por suerte, no era, ni lo ha sido ni lo será, ni mucho menos, solo toros. No voy a venir yo a contar aquí qué era la Feria de Albacete, pues también aprendí aquello de «cada cual cuenta la Feria según le va», pero los artífices de aquel «sin toros no hay feria» querían que pensáramos que la Feria eran los toros.
Aquel lema absurdo, lacerante y ridículo sonaba estúpido para todo aquel que había pasado un día en la Feria de Albacete, en el siglo XIII, en 1710, en el XIX y mucho más, con la pérdida de público, bien por desinterés o por concienciación, durante el siglo XXI.