Siguiendo las reflexiones de César Tomé entiendo que cada disciplina adapte la metodología científica a sus propia naturaleza y que, muy a menudo, sea necesario aplicar diferentes metodologías. También entiendo y comparto que un elemento fundamental en la generación de ciencia es la actitud. Algo que no sólo es válido para hacer ciencia, sino para desarrollar cualquier tarea u oficio. Y hacer ciencia es un oficio que requiere conocimiento, experiencia y actitud.
Por otro lado, la definición de Ciencia basada en actitudes que da César Tomé me genera algunas dudas, en particular los elementos subrayados:
Ciencia es la búsqueda sistemática del conocimiento cuya validez no depende de un individuo o época concretos y que está abierta a cualquiera que quiera comprobar sus hallazgos o reproducir sus experimentos; esta búsqueda se enmarca dentro de un escepticismo sistémico y organizado que parte de la base de que nuestro conocimiento se fundamenta en modelos y que toda hipótesis es falsa mientras no se demuestre (dentro de lo que el razonamiento confirmatorio puede) lo contrario.
Previamente, César Tomé afirma lo siguiente:
En conclusión, no solo “el” método científico no es un axioma de la
ciencia, ni siquiera es central en la ciencia.
Considerando ambos textos, me pregunto: Si el método científico no es central en la ciencia: ¿cómo se busca el conocimiento si éste no depende de uno mismo ni de su contexto? ¿De qué depende entonces? Dependerá, por tanto, de algo externo, de algo des-subjetivado…, de algo que a su vez permita a un tercero comprobar los hallazgos y reproducir los experimentos. Lo que hace fiables los hallazgos es el método, su rigor y honestidad, más allá de la actitud del científico. Diría que la actitud es condición necesaria, pero no suficiente. Y, por tanto, que el método es nuclear en la búsqueda de conocimiento.
Dicho lo cual, me pregunto necesariamente de qué manera estas reflexiones sobre la Ciencia, el método y la actitud son aplicables o extrapolables al ámbito de las Ciencias Sociales en el que yo trabajo. Un ejemplo lo vemos en la crisis actual y su gestión política. La política (más allá de su uso espurio e interesado) es una “ciencia” (ciencias políticas) o, al menos, forma parte de las Ciencias sociales como disciplina que se ocupa de las decisiones públicas en base a criterios de racionalidad y coherencia. En este sentido ya chocaríamos con una de las consideraciones de César Tomé: la ciencia es descriptiva no prescriptiva…. Justo en el punto de conexión sobre la crisis que me interesa. Por un lado un grupo de expertos representantes de las ciencias puras y duras analiza datos, acumula experiencias y describe escenarios. Unas tareas netamente descriptivas. Por otro lado un grupo de expertos políticos, representantes de las ciencias sociales, recaba los datos, experiencias y descripciones, y toma decisiones para ordenar la vida pública. Una tarea netamente prescriptiva. La ciencia política, por tanto, no es tal ciencia. Más allá de un conjunto de saberes y procederes que dependen claramente de uno o varios individuos (al menos de un sujeto corporativo: partido político, grupo político, etc.) y de una época concreta y particular. La explicación de la fuerza de la gravedad sigue siendo igual de válida hoy que hace cuatro siglos.., y lo es aquí y en la Luna. Las decisiones políticas de hace cuatro siglos serían inviables hoy y las de hoy lo serían probablemente en una colonia en Marte. ¿La política es ciencia? Si nos atenemos a la actitud de los individuos y a su implicación ideológica en las decisiones: no. Pero sí, si consideramos que la política utiliza un método para llegar a esas decisiones y para construirlas. El método puede ser fiable y replicable, aunque lo que falla en este caso, casi siempre, es la actitud de quien lo aplica (si es que lo hace). La política es una ciencia desvirtuada. O bien, los políticos hacen política sin tener en cuenta la ciencia política.
Dicho lo anterior, a modo de divagación, quiero terminar poniendo aquí un fragmento de mi tesis en el que reflexiono sobre temas relacionados al hablar sobre la incomprensión de la información contable-técnico-administrativa que las administraciones públicas ofrecen a los ciudadanos y de cómo se articula la comprensión como método para generar conocimiento:
De este modo, la comprensión del discurso público debe ser una cualidad inherente al propio discurso; un prerrequisito para una comunicación eficaz. La comprensión es el mecanismo a través del cual el sujeto social es capaz de conocer y entender una realidad que se ha transformado simbólicamente: «es la comprensión de sentido lo que, en lugar de la observación, abre acceso a los hechos», dice Habermas (1971, p. 309). Esa comprensión se realiza mediante la deconstrucción del lenguaje con el que se expresa una determinada realidad social. La comprensión, a través de la experiencia comunicativa, es en las ciencias sociales una vía de acceso al conocimiento como lo es la observación, a través de la experiencia sensorial, en las ciencias naturales. Por tal razón, si no es posible comprender la narración de una determinada realidad social no es posible su conocimiento y, por tanto, el sujeto queda excluido de su interpretación y de la acción. Es en este sentido en el que la Contabilidad, como acción comunicativa eficaz puede cumplir una función emancipadora, ya que habilita a los ciudadanos para la acción transformadora. Para Lehman (2010), la propuesta de Habermas consiste en entender el lenguaje como fuerza capaz de «liberar a las personas de las estructuras de confinamiento de la razón» (p. 725). Esta transformación es posible mediante procesos o acciones comunicativas válidas que permitan, a través del lenguaje, el análisis crítico de la acción pública.