Educación insta a vigilar vestuarios y baños en caso de acoso escolar

Podemos preguntarnos hasta dónde debe llegar la vigilancia de los alumnos por parte de sus profesores en un colegio.
Compartimos un artículo tomado de la sección de Educación de El Mundo
La Consellería de Educación propone que: Baños y vestuarios son para la Administración espacios susceptibles de caer bajo la supervisión de un docente en caso de acoso escolar.
El departamento de María José Catalá remitió  a los sindicatos para debatir en la mesa de negociación. En el documento se actualiza la normativa sobre la elaboración de los planes de convivencia en los centros e incorpora además los protocolos de actuación e intervención ante supuestos de violencia escolar. Se detallan exhaustivamente las instrucciones que deben seguir los centros en cada caso.
Reflexión:

¿Qué pensáis vosotros sobre esta noticia? ¿Creéis que los profesores pueden tener derecho a entrar en los vestuarios y a los baños mientras están los alumnos? ¿Pueden vigilar los baños y los vestuarios? ¿Puede ser una solución para el acoso escolar o tal vez, puede dar lugar a más abusos?

Poneros bajo la situación de cualquier alumno que pueda ser observado en el vestuario o en el baño por algún docente siendo un chico normal, el cuál no se mete con nadie ni sufre ningún tipo de acoso o perjuicio. ¿Os gustaría ser observados?

 Ahora poneros bajo la situación del chico acosado. El alumno que tiene serios problemas y necesita una solución rápida.

Finalmente esta la  situación del acosador, que necesita un escarmiento y es necesario arreglar la situación cuanto antes.

Desde mi punto de vista es imprescindible luchar contra el acaso escolar, y deben estudiarse y aplicarse cualquier tipo de medida contra este acoso. Sin embargo, ¿a qué precio? Yo pienso que si se aprueba esta propuesta se está creando otro problema igual o incluso más serio, pues se estaría vulnerando la intimidad del estudiante.

Por lo tanto, mi opinión es sí a la lucha contra el acoso escolar, pero respetando siempre el derecho a la intimidad.

Alejandro García Doblado 2º A Primaria.

Experimento sociológico BULLYING

Me ha llamado mucho últimamente la atención el poder buscar por medio de la web como www.youtube.com vídeos sobre experimentos que hace la gente en y con la sociedad, en este caso me topé por medio de las redes sociales un vídeo en Facebook en el que un chico repartía flores a las chicas que se encontraba por la calle y las deseaba que tuvieran un buen día, que pasarán una buena tarde, que fueran felices, para ver su reacción, y que las intentará hacer ver que pueden ser apreciadas y amadas por otra persona a la vieja usanza, en persona, ya que al principio del vídeo el autor del mismo asegura que las redes sociales han insensibilizado a toda una generación, y que tenemos dificultades para hacer cumplidos fuera de instagram, twitter o facebook, y creo que está en lo cierto, de hecho en el vídeo se demuestra que muchas chicas no aceptan la flor, no saben qué decirle o pasan de él sin más.

(Aquí os dejo ese vídeo por si queréis verle) 



En este caso os traigo un vídeo en el que este mismo genio de los experimentos con las personas, intenta denunciar el Bullying que tanto se está sufriendo últimamente y cada vez más si no hacemos nada para evitarlo, sobre todo en nuestras escuelas que al fin y al cabo son la base de todo. El autor de este canal de youtube y autor de los vídeos e ideas de las mismas, en este caso está compinchado con otro amigo, el cual hace de chico que sufre el acoso, ambos representan escenas de acoso, en el que el «acosador» llega a hacer que le «agrede» para ver la reacción de la gente que tienen alrededor, así que os recomiendo que lo veáis porque no tiene desperdicio. Al final del vídeo denuncia el Bullying y nos deja la reflexión de que si nos quedamos impasibles nos ponemos del lado del opresor, y acaba con la gran frase de que el bullying empieza y acaba con nosotros. El vídeo está en inglés y no tiene subtitulos en español, pero merece la pena verlo por las reacciones de la gente. 


Irene López Rubio Estudiante de 2º Magisterio Infantil
Irenene94@gmail.com

EL BULLYING: CÓMO DETECTARLO Y TRABAJARLO EN EL AULA

En los últimos años se está produciendo un cambio significativo en la concepción de la educación. Hoy en día se está haciendo un gran esfuerzo por superar la concepción de la escuela como mero agente transmisor de conocimiento, a favor de una ampliación de competencias que incluya la educación en valores y actitudes que se necesitan para saber convivir y ser un ciudadano con derechos y deberes.

Es obvio que familia y docentes son la clave para abordar este tipo de conflictos de forma educativa. Si se puede sensibilizar a las familias, al alumnado y a nuestro profesorado sobre los efectos perjudiciales de los comportamientos de intimidación, las futuras generaciones serán a su vez sensibilizadas. Los niños de hoy serán los padres de mañana, con la adecuada formación, todos podremos conseguir una sociedad en la que el acoso escolar pase a ser una excepción.

Es por ello fundamental que entre todos tratemos de hacer prevención, manejando toda la información que podamos y, sobre todo, transmitiendo esa información tanto a la familia como al centro escolar. No debemos olvidar que el «acosador de hoy puede ser el maltratador de mañana» y que nuestra obligación como padres, profesores y profesionales es evitar que la violencia germine en nuestros niños.

A continuación podemos ver un vídeo donde Javier Urra, doctor en Psicología con la especialidad de Clínica y Forense, en Ciencias de la Salud y Pedagogo Terapeuta nos explica cómo detectar el ciberacoso y trabajarlo en el aula. Además, en esa página aparecen recursos para trabajar con los niños en el aula.

Publicado por en 12:21

VALORES EDUCACIONALES: ¿Es favorable o desfavorable la participación que hay actualmente de los padres en la escuela?

Hace 30 o 40 años los padres no tenían el poder participativo y decisivo de hoy en día en la educación escolar de sus hijos, eso creaba mayor autoridad a los maestros y más respeto por la mayoría de los alumnos hacia los profesores, teniendo éstos la autonomía total sobre los temas educativos dentro del ámbito de la escuela. 
Los alumnos se hacían más responsables de sus actos dentro del recinto y más responsabilidad a la hora de ser ellos mismos los que más se ocupaban de sus tareas en la propia casa. Los padres se limitaban a que hicieran sus deberes. Las visitas a los profesores eran más escasas y generalmente cuando esto ocurría eran por temas excepcionales, bien por la buena conducta del alumno o todo lo contrario.
El alumno sabía quién tenía la autoridad en clase y que salvo raras excepciones se recurría a los padres, estos mismos inculcaban a sus hijos que allí mandaban ellos (los profesores) y tenían que tenerlos obediencia y respeto. Al mismo tiempo, el profesor sabía que era su deber la enseñanza total del alumno y que un fracaso de su alumno en cuestión de estudios, era suyo también, puesto que era él el único que daba clase a esos cursos ya que un maestro daba todas las asignaturas de un curso hasta que salían con 14 años.
También sabía que la gran mayoría de los padres de sus alumnos, habían ido poco a la escuela, por lo tanto entre unos y otros sabían muy bien sus obligaciones y deberes que se repartían así:
Padres: inculcar a sus hijos el respeto hacia el profesor, la obediencia en clase y ser responsables de hacer sus tareas, y hacia ellos mismos la supervisión de que las hagan.
Alumnos: tener respeto y educación en clase hacia el profesor y sus compañeros. Saberse ellos los únicos responsables de sus tareas, deberes, notas,actos y todo lo que conlleva ser un estudiante.
Profesores: Estar concienciado de que el éxito o fracaso de una clase en una asignatura es en trabajo en conjunto de profesores y alumnos.
El profesor es el que guía a su ganado dentro del aula, no tiene que dejar a ninguna oveja descarriada, debe enseñar a no comer el pasto que no corresponde y enseñarlos a tener temor al lobo para que no se les coma, y de todo esto, saldrá un buen rebaño y un estupendo pastor”.
Todo esto se logra cuando estos tres grupos que menciono, tengan las prioridades: RESPETO, OBEDIENCIA y RESPONSABILIDAD.
Pregunta que formulo al lector de esta revista: ¿SERÁ QUE ESTOS TRES GRUPOS HEMOS PERDIDO O NO HEMOS APRENDIDO ÉSTOS VALORES Y POR ESO HAY TANTO FRACASO ESCOLAR…?
Por Nazaret AparicioGutiérrez (2º de Ed. Primaria A)

GRACIAS, PAPÁS, POR VUESTRA HERENCIA

El maltrato infantil, desafortunadamente, está presente en nuestra sociedad y, aunque a veces intentemos taparnos los ojos y los oídos y hacer como que no existe, eso no hará que desaparezca. Quizá, uno de los principales obstáculos que nos encontramos a la hora de denunciar un caso de maltrato infantil es el miedo, o el no saber cómo proceder o a quién recurrir.


En el aula puede suceder lo mismo, cuando nos enfrentamos a esta realidad, nos surgen muchas dudas: “¿cómo puedo reconocer un caso de posible maltrato infantil?”, “¿qué puedo hacer al respecto?”, “¿cómo debo hacerlo?”, “¿como docente del niño, es mi deber denunciar el maltrato?”.


Por supuesto al ser docentes, tenemos no sólo el deber de educar y formar a nuestros alumnos para convertirlos en ciudadanos aptos, sino que también debemos asegurarnos de su absoluto bienestar en todos los aspectos de su vida, y ello incluye el respeto y cuidado de su integridad física y psicológica.


Por ello, es importante conocer algunas pautas para identificar un caso de maltrato y proceder como corresponde.


¿QUÉ ES EL MALTRATO?
Entendemos por maltrato toda aquella conducta o conjunto de conductas que provocan en una o varias personas un perjuicio, daño, sufrimiento y/o malestar.
Encontramos dos tipos fundamentales de maltrato: maltrato físico y maltrato psicológico. El primero es aquél que se caracteriza por sus manifestaciones físicas o materiales (abuso sexual, violencia doméstica…).
El segundo se caracteriza por sus manifestaciones a nivel psicológico, emocional y mental (acoso sexual, racismo…).


¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENE EL MALTRATO PARA LOS NIÑOS?
El que un niño sea maltratado por sus padres o algún familiar, tutor o persona cercana, puede tener numerosas y graves consecuencias.

· Consecuencias físicas. Alteraciones del sueño y la alimentación, retraso del desarrollo motor… · Consecuencias emocionales. Estrés, ansiedad y depresión, baja autoestima, inseguridad… · Consecuencias cognitivas. Dificultades en el rendimiento escolar, absentismo, miedo al fracaso… · Problemas de conducta. Irritabilidad, agresividad, inhibición… ¿CÓMO PUEDO RECONOCER UN CASO DE MALTRATO INFANTIL?Aunque no siempre existan signos visibles que evidencien un maltrato físico, sí podemos observar las “marcas” que deja en la conducta de los niños y, en función del tipo de indicador y la frecuencia con que lo detectemos, podemos considerar si nos encontramos ante un caso de maltrato o no. Algunos de estos indicadores son:

· Fisiológicos. hematomas, suciedad y descuido en la ropa, dolores diversos, trastornos en la alimentación, problemas físicos o médicos que los padres no atienden. · Actitudinales y emocionales. Nerviosismo, ansiedad, hostilidad, aislamiento, pasividad, depresión, tristeza, cambios bruscos en el estado de ánimo, aversión al contacto físico. · Conductuales. Absentismo, bajo rendimiento escolar, no quiere ir a casa al acabar las clases, explosiones de llanto, teme el contacto con otros adultos. · Respecto a la familia, también podemos encontrar otros indicadores: dan muestra de no preocuparse por su hijo, niegan que el niño tenga problemas, cuestionan todo lo que hace el niño, exigen un nivel académico a su hijo inalcanzable para él, menosprecian o culpan al niño, ante una lesión física, no dan una explicación convincente del motivo, en ocasiones, existen antecedentes de maltrato. ¿NEGLIGENCIA Y ABUSO SEXUAL?Aunque no los englobemos dentro de los maltratos físicos y psicológicos, también son situaciones de perjuicio al niño que pueden afectar muy negativamente a su desarrollo.

· Signos de negligencia o abandono: el niño falta frecuentemente a clase, pide o roba objetos o dinero a sus compañeros, viste con ropa inadecuada o sucia, tiene problemas de salud, el niño dice que frecuentemente se queda sólo en casa. · Signos de abuso sexual: dificultades para sentarse o caminar, conocimientos o comportamientos sexuales inusuales para su edad, repentina negativa a realizar ejercicios físicos… Ninguno de estos indicadores demuestra por sí solo la existencia de maltrato, sólo cuando aparecen de forma reiterada y combinándose entre sí podemos comenzar a considerar que el menor esté sufriendo una situación de violencia en el hogar.¿QUÉ DEBO HACER PARA TRATAR UN CASO DE MALTRATO?

· Creer siempre en lo que el niño manifiesta. · Contribuir a atenuar el sentimiento de culpabilidad del niño. · Buscar el asesoramiento de los servicios sociales y psicológicos. En caso de determinarse la necesidad de intervenir, acudir inmediatamente a los organismos pertinentes (fiscal de menores, sanidad, guardia civil…) ¿DEBO DENUNCIAR?Denunciar el maltrato de un niño es una obligación para los docentes. Como denunciantes, no tenemos necesidad de demostrar ese maltrato, de ello
se encargará la justicia.

¿CÓMO PODEMOS AYUDAR AL NIÑO MALTRATADO?

· Escuchándolo. · Hablando de sus sentimientos. · Comprendiéndolo y apoyándolo emocionalmente. · Ayudándolo a reestructurar sus valores y creencias sobre la violencia. · Disminuyendo su inseguridad. ¿CÓMO PUEDO FOMENTAR LA PREVENCIÓN DEL MALTRATO EN MI AULA? · Promoviendo la relación igualitaria entre los alumnos. · Educando en el respeto por la sexualidad de los demás. · Canalizando la agresividad. · Desarrollando habilidades sociales y emocionales. · Introduciendo actividades de revisión crítica del uso de la violencia. · Fomentar la confianza y el autoestima de los alumnos. · Controlar en los recreos las actividades y conductas de los niños. · Realizando actividades que favorezcan la resolución de conflictos. · Revisar nuestras propias actitudes, evitando formas de corrección tradicionales tales como gritos, amenazas, agresión verbal, retirada del afecto…   Considerando todo lo anterior, tendremos una pequeña ayuda para saber cómo actuar en caso de que nos encontremos con un caso así en el aula y asegurar por tanto, el bienestar de nuestros alumnos.

Ana Martín García (3º Primaria)

ACOSO ESCOLAR EN LAS AULAS

Como futuros docentes tenemos que tener muy en cuenta que el acoso escolar ocurre en las escuelas. Se trata, en su mayoría, de un acoso “invisible” para los adultos, los profesores difícilmente tendrán conocimiento de lo que está sucediendo. El agresor acosa a la víctima en los baños, en los pasillos, en el comedor, en el patio, reservando sus acciones durante la ausencia de mayores. En algunos casos, el acoso sobrepasa las paredes del colegio, pasando a ser telefónico e incluso por correo electrónico.
El acoso escolar hace referencia a un grupo de alumnos que se dedican a la agresión de sus compañeros de clase o del colegio, o bien a una persona que atormenta o molesta a otra en los centros docentes. Las características de este tipo de acoso son: ataques o intimidaciones físicas, verbales o psicológicas, destinadas a causar miedo, dolor o daño a la víctima; abuso de poder, del más fuerte sobre el más débil; ausencia de provocación por parte de la víctima; decir a otros que no estén con él o que no le hablen; ponerle en ridículo ante los demás; pegarle collejas, puñetazos y patadas; burlarse de su apariencia física o insultarle.



TIPOS DE ABUSOS
El acoso escolar puede ser sexual, cuando existe un asedio, inducción, y abuso sexual; puede tratarse de una exclusión social cuando se ignora, se aísla y se excluye al otro; puede ser psicológica, cuando existe una persecución, intimidación, tiranía, chantaje, manipulación y amenazas al otro; y puede ser física, cuando se golpea, empuja, se organiza una paliza al acosado. Se han descrito diversas modalidades de acoso escolar, con la siguiente incidencia entre las víctimas:

-Bloqueo social (29,3%):

Agrupa las acciones de acoso escolar que buscan bloquear socialmente a la víctima. Todas ellas buscan el aislamiento social y su marginación impuesta por estas conductas de bloqueo. Son ejemplos las prohibiciones de jugar en un grupo, de hablar o comunicar con otros, o de que nadie hable o se relacione con él, pues son indicadores que apuntan un intento por parte de otros de quebrar la red social de apoyos del niño.
Se incluye dentro de este grupo de acciones el meterse con la víctima para hacerle llorar. Esta conducta busca presentar al niño socialmente, entre el grupo de iguales, como alguien flojo, indigno, débil, indefenso, estúpido, llorica, etc. El hacer llorar al niño desencadena socialmente en su entorno un fenómeno de estigmatización secundaria conocido como mecanismo de chivo expiatorio. De todas las modalidades de acoso escolar es la más difícil de combatir en la medida que es una actuación muy frecuentemente invisible y que no deja huella. El propio niño no identifica más que el hecho de que nadie le habla o de que nadie quiere estar con él o de que los demás le excluyen sistemáticamente de los juegos.

-Hostigamiento (20,9%):

Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que consisten en acciones de hostigamiento y acoso psicológico que manifiestan desprecio, y falta de respeto y de consideración por la dignidad del niño. El desprecio, el odio, la ridiculización, la burla, el menosprecio, los motes, la crueldad, la manifestación gestual del desprecio, la imitación burlesca son los indicadores de esta escala.

-Manipulación social (19,9%):

Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden distorsionar la imagen social del niño y “envenenar” a otros contra él. Con ellas se trata de presentar una imagen negativa, distorsionada y cargada negativamente de la víctima. Se cargan las tintas contra todo cuanto hace o dice la víctima, o contra todo lo que no ha dicho ni ha hecho. No importa lo que haga, todo es utilizado y sirve para inducir el rechazo de otros. A causa de esta manipulación de la imagen social de la víctima acosada, muchos otros niños se suman al grupo de acoso de manera involuntaria, percibiendo que el acosado merece el acoso que recibe, incurriendo en un mecanismo denominado “error básic
o de atribución
”.

-Coacción (17,4%):

Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden que la víctima realice acciones contra su voluntad. Mediante estas conductas quienes acosan al niño pretenden ejercer un dominio y un sometimiento total de su voluntad.
El que la víctima haga esas cosas contra su voluntad proporciona a los que fuerzan o tuercen esa voluntad diferentes beneficios, pero sobre todo poder social. Los que acosan son percibidos como poderosos, sobre todo, por los demás que presencian el doblegamiento de la víctima. Con frecuencia las coacciones implican que el niño sea víctima de vejaciones, abusos o conductas sexuales no deseadas que debe silenciar por miedo a las represalias sobre sí o sobre sus hermanos.

-Exclusión social (16,0%):

Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan excluir de la participación al niño acosado. El “tú no”, es el centro de estas conductas con las que el grupo que acosa segrega socialmente al niño. Al ningunearlo, tratarlo como si no existiera, aislarlo, impedir su expresión, impedir su participación en juegos, se produce el vacío social en su entorno.

-Intimidación (14,2%):

Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que persiguen amilanar, amedrentar, apocar o consumir emocionalmente al niño mediante una acción intimidatoria. Con ellas quienes acosan buscan inducir el miedo en el niño. Sus indicadores son acciones de intimidación, amenaza, hostigamiento físico intimidatorio, acoso a la salida del centro escolar…

-Amenaza a la integridad (9,1%):

Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan amilanar mediante las amenazas contra la integridad física del niño o de su familia, o mediante la extorsión.
PERFIL DEL AGRESOR
Normalmente, el agresor tiene un comportamiento provocador y de intimidación permanente. Posee un modelo agresivo en la resolución de conflictos, presenta dificultad de ponerse en el lugar del otro, vive una relación familiar poco afectiva, y tiene muy poca empatía.
Suelen ser grupos de chicos (45%) o de chicos y chicas (23%), o un chico solo (14%). Más raros son los grupos de chicas. Suelen ser chicos conflictivos, que no se identifican con el colegio. A veces hay consumo de drogas y alcohol. No controlan sus impulsos y emociones.
Según los expertos criminalistas y psicólogos, un niño puede ser autor de acoso escolar cuando solo espera y quiere que hagan siempre su voluntad, cuando le gusta probar la sensación de poder, cuando no se siente bien o no disfruta con otros niños, si sufre intimidaciones o algún tipo de abuso en casa, en la escuela o en la familia, cuando es frecuentemente humillado por los adultos, o cuando vive bajo constante presión para que tenga éxito en sus actividades. Los agresores ejercen su acción contra su víctima de diversas formas: les golpean, les molestan, provocan, acosan con empujones y golpes, les nombran de una forma desagradable o despectiva, les generan rumores, mentiras o bulos, les aíslan del grupo, les ofenden y les anulan.
Puede ser cualquiera. Habitualmente, son niños que no disponen de recursos o habilidades para reaccionar, son poco sociables, sensibles y frágiles, son los “esclavos” del grupo, y no saben revidar por vergüenza o por conformismo, siendo muy perjudicados por la amenazas y agresiones.
Puede haber rasgos que hagan especialmente vulnerables a algunos, como ser tímido, introvertido, hiperactivo, encerrado en sí mismo o tener alguna característica física que le diferencia como estar gordo, llevar gafas, ser bajito, o bien una característica académica, como ser “empollón” o llevarse bien con los profesores (“pelota”). Los efectos en la víctima pueden ser devastadores: se siente violentada, desprotegida, humillada, insegura, aislada, indefensa…
Jokin iba a cumplir 15 años. De madrugada, cogió su bici, salió de su casa, subió a lo alto de la muralla de Hondarribia (Guipúzcoa) y dio un paso. Un solo paso que separaba la vida y la muerte.
Jokin llevaba más de un año soportando humillaciones, vejaciones y palizas constantes en su instituto. Una paliza el lunes, el martes y otra el miércoles. Palizas propinadas por, entre otros, hijos de profesores.
El jueves y el viernes no quiso ir al colegio. Sabía que tendría que volver tarde o temprano. Y que, incluso si no volvía, viviendo en un pueblo, sus pequeños pero grandes torturadores le seguirían amargando la existencia. Él no contó nada de esto a nadie.
Probablemente pensaba, como le repetían sus verdugos, que alguien fuerte resuelve sus propios problemas sin implicar a los otros. Finalmente, el martes siguiente, en la oscuridad d
e la noche, imaginando lo que le tocaría soportar al día siguiente, Jokin decidió que la paz eterna era mejor que el infierno cotidiano, y se marchó.
Dejo un enlace de un artículo del ABC, a mi parecer bastante interesante.
-Ya se pasará. Todos hemos pasado por esto.
-Escarmiento del provocador. Verás cómo se le quitan las ganas.
-Han sucedido desde siempre y no pueden cambiarse”.
-Los afectados son chicos/as problemáticos/as.
-Esas agresiones “son cosa de los chavales”, como sinónimo de poco importante.
Comparto dos vídeos:
– El primero se trata de una entrevista a una psicóloga experta en el tema.
Este segundo vídeo, es un spot, que lo dejo para concienciar a todos los que lean este articulo, ya que el acoso escolar es un problema de todos.

Iván Palmero Seldas

Del acoso escolar y sus consecuencias

«Comportamiento prolongado de insulto verbal, rechazo social, intimidación psicológica y agresividad física de unos niños hacia otros que se convierten, de esta forma, en víctimas de sus compañeros» (Olweus).

El problema de la violencia (acoso) que se produce en el entorno escolar se inscribe en un espectro mucho más amplio: el fenómeno social (afecta a las relacionas humanas) y psicológico (afecta a personas que se enfrentan a estas situaciones) de la violencia que se da en la calle, en la vida doméstica, en el ámbito económico, político… porque no es sino un reflejo de ello. Y todos son víctimas y responsables: los agresores, agredidos y (también) los espectadores.
Ante estas situaciones, algunas víctimas del maltrato de sus iguales, terminan reaccionando aprendiendo que la única manera de sobrevivir es convertirse, a su vez, en violentos (“La mejor defensa es un buen ataque”) y desarrollar actitudes maltratadoras hacia otros. Los violentos, frente a la indefensión de la víctima y la actitud pasiva de los espectadores, actúan reforzando sus actitudes abusivas, trasladando estos comportamientos a otras situaciones sociales, encontrando siempre una “justificación” a sus actos de provocación o acoso, desde “era una broma”, hasta la típica “me estaba molestando”: en este entorno, siempre busca –y encuentra- la complicidad de otros, logrando en muchas ocasiones la tolerancia de los adultos. El agresor/a transgrede las normas crecido en la fuerza moral que le otorga “el privilegio” de saltarse todo lo impuesto, que a su vez le proporciona cierto prestigio social y una no menor degradada autoimagen de seguridad ganada a golpes de fuerza y poder. Ello degenera en un deterioro encubierto de su desarrollo moral, acercándose a una conducta precriminal. Asimismo, los espectadores valoran el fenómeno de la violencia como “algo grave y frecuente”), pero el miedo difuso conlleva a ser objeto de violencia, algo muy negativo desde el punto vista psicológico y moral. Se aprende a no involucrarse, a pasar por alto los actos injustos y a callar ante el dolor ajeno. Aquí nadie sale impune.

Y en estas estamos: en las perniciosas consecuencias que para todos reviste el fenómeno. Las investigaciones apuntan que el abuso y la victimización siempre conllevan efectos a largo plazo y requieren la actuación inmediata de la Comunidad Escolar: la construcción de unas generaciones jóvenes más sanas y justas, porque no hay que olvidar que el núcleo de socialización primera se produce, junto con la familia, en la escuela: si un niño o niña es obligado a sentir la “victimización” se siente afectada su imagen personal y su identidad. En el otro lado, la imagen que se configura respecto al agresor/a es la de la permisividad y la impunidad, con lo que se fragmenta, cualquier aspecto positivo de una personalidad apta para socializar. En todo caso, está claro que la violencia provoca consecuencias negativas para todos, agravadas por un entorno de “tolerancia”, factor añadido que contribuye a aumentar el riesgo de daño psicológico en todos los participantes. Se ha demostrado que el grupo de iguales representa un círculo cerrado: ocultan esta realidad a profesores, padres y adultos; los propios compañeros, a través de la “ley del silencio”, bloquea su denuncia, agrava los hechos y tolera sus consecuencias.

Para las víctimas resulta trágico ser el objeto del abuso, lo que provoca el deterioro personal y académico, llegando a instalarse un autoconcepto de debilidad social con escasa capacidad para afrontar las relaciones interpersonales, produciendo un aislamiento cada vez mayor que afectará gravemente no sólo a su capacidad socializadora, sino también a su propio rendimiento académico e intelectual.

También aquí se produce el “juego del traspaso de la patata caliente”: los padres culpabilizan a los centros escolares, estos a los padres, ambos a las instituciones, todos a los medios de comunicación y, en general, “a la sociedad”. Pero, ¿quién asume las responsabilidades? : de nuevo una llamada a la reflexión y la actuación de toda (digo toda) la Comunidad Educativa.

Miguel Ángel Heredia García
Presidente de la Fundación Piquer

La autoridad del profesor

La propuesta de la Comunidad de Madrid sobre la consideración de los docentes como autoridad a efectos penales me parece en principio adecuada, y así parece que lo considera la mayoría social. Cómo se ha llegado al punto de degradación de las relaciones docentes/alumnos, debería ser un punto de partida para aproximarnos al problema.

La falta de motivación, la crisis de valores como la responsabilidad y el esfuerzo y las consecuencias de no ejercerlos, la heterogeneidad del alumnado, la dejadez de algunos padres, la cultura del éxito fácil, la incomunicación familias/comunidad educativa, la tendencia a responsabilizar a los docentes de las faltas de indisciplina de sus hijos, dar todos los caprichos sin exigir nada a cambio, la falta de sintonía entre lo que se estudia en las facultades de educación y lo que luego debe trasmitirse en el aula y, una vez ejerciendo la docencia, la falta de una verdadera política de formación permanente del profesorado enfocada a la realidad del día a día, son algunos de los factores que han influido en llegar al punto en el que estamos.

Pero cuidado: aquí no se trata de buenos y de malos, de si la educación de antes era mucho mejor y la de ahora no sirve para nada: han existido y existen excelentes docentes. Esta polémica me recuerda a aquello que hablaba Ortega de la ingénita extremosidad del español y no seré yo quien contradiga a tan ilustre pensador; porque no sé cuánto tiempo las palabras disciplina, autoridad, castigo… se han convertido en tabú porque parecía que recordaban a otros tiempos y eran sinónimo de militarismo, fascismo, tortura, etc. ¿Pero sabemos en realidad qué es disciplina, qué supone el principio de autoridad que ahora queremos introducir en el código penal y que castigar no es maltratar?

Disciplina no es sino cumplimiento de unas normas de convivencia que nos atañen a todos: ¿de qué se tratan las normas que rigen en cualquier institución, empresa, colectivo…?, ¿de qué se trata cuando en cualquier organización debe observarse una estructura, un organigrama y una distribución de roles?, ¿No existen consecuencias por incumplimientos de normas establecidas?: ¿acaso no nos aplican un recargo si no pagamos a tiempo un impuesto, acaso no tiene consecuencias llegar tarde al trabajo o no cumplir con una obligación a tiempo?
De nuevo se trata de los términos, no de lo que realmente éstos significan. Pero no nos equivoquemos: la autoridad es efectiva cuando media el respeto y el respeto es muy difícil de imponer y de improvisar: el respeto no se adquiere ni chillando más, ni castigando más ni suspendiendo más y tampoco siendo más condescendiente, más colega… el respeto empieza por respetarse en primer término a sí mismo, en ser consciente de cuál es la labor del “docente” más que del profesor y todo lo que ello implica y eso sí que no lo mide ninguna oposición ni se impone mediante ningún decreto.

Y lo que no pueden hacer los padres es trasladar al colegio lo que son sus responsabilidades. Si hay alumnos que no respetan las normas del colegio, a los profesores, a sus compañeros… ¿están siendo educados en estos y otros valores en su casa? Porque no deberemos exigir a los demás lo que nosotros somos incapaces de conseguir.
Dejemos de una vez de echarnos la culpa unos a otros y conformemos una verdadera comunidad escolar donde todos cumplan con sus responsabilidades.

Miguel Ángel Heredia García

Presidente de la Fundación Piquer

Ilustración tomada de

“Cuando no puedas con ellos”: a modo de reseña bibliográfica

¿En la sociedad hay conflictos? La escuela es un reflejo de la sociedad, pluricultural, y como reflejo microsocial cuya finalidad es preparar al alumno para esa sociedad “amplia y basta”, debe aceptar que en los centros educativos existan y coexistan los conflictos.
Solemos hablar de estos temas, los almuerzos de profesores suelen ser discursos monotemáticos en torno a los problemas de la enseñanza. Se suele hablar con cierta frecuencia de la diversidad y multiculturalidad existente en los centros, alumnado de muy diversa índole y con situaciones personales muy variopintas. Es habitual recaer en el discurso del desinterés educativo de las familias, la des-educación de la televisión, la postmodernidad de la era de la digitalización, en definitiva, todos acaban teniendo la culpa, pero, ¿por qué hay que buscar culpables?.
Después tenemos otro discurso muy recurrente, que es la asimilación de nuevos roles por parte del profesorado, y es cierto que ya no sólo debemos dedicarnos a enseñar, debemos ser estrategas, managers del grupo clase, mediadores, enfermeros, dietistas, higienistas bucales, terapeutas, y todo aquello que haga falta. La escuela es un medio de cambio social a largo plazo, y todas aquellas cosas que se deben mejorar acaban finalizando en la escuela, el docente, como único exponente de ese ámbito es el que debe asumir cada uno de los nuevos roles que la sociedad ve deficitarios en ella misma.
Pero ¿Cuál es la realidad de las aulas? En las aulas tenemos conflictos, y debemos solucionarlos, y lo que es más importante, debemos dotar al alumnado de estrategias para resolverlos por ellos mismos.
Lo primero que debemos conseguir es identificar los problemas que tenemos en el aula, muchas veces compañeros nuestros, nosotros mismos, nos enfrentamos a situaciones no identificadas, y proponemos soluciones que evidentemente fracasan. También corremos el riesgo de centrarnos exclusivamente en “etiquetar” los conflictos escolares, de forma que cuando llegamos a las soluciones estamos exhaustos. En este aspecto debemos distinguir:
– Agresión: acto de hacer daño a otro, puede ser daño moral o psicológico (agresión psicológica), daño de forma verbal y usando la comunicación oral (agresión verbal) o daño físico (agresión física).
– Maltrato: se produce cuando las agresiones se perpetúan en el tiempo, puede producirse maltrato físico, psicológico, sexual y verbal. El maltrato psicológico suele estar unido a los otros por su relación causa – efecto.
– Bullying: se define como cualquier forma de maltrato producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Presenta varias formas: bloqueo social (aislamiento o marginación), hostigamiento (desprecio, odio, ridiculizar, burla, etc.), manipulación social (poner al grupo en contra), coacción (obligarle a hacer cosas en contra de su voluntad), exclusión social (negarle la participación en determinadas actividades), amenaza a la integridad, agresión física…
– Mobbing: a veces se confunde con bullying, pero éste se refiere al acoso laboral, es decir, a la violencia psicológica por parte de los compañeros o superiores a un trabajador.
¿Y esto en qué se traduce? En la educación Infantil solemos encontrar problemas derivados de la forma de comunicación entre iguales, problemas debidos a las diferencias en el desarrollo físico de los niños, conflictos derivados del juego, o conflictos surgidos por la propiedad de algunos objetos.
En educación Primaria los conflictos surgen más por el respeto de las normas del juego, la posesión de objetos (tuyo – mío), el aburrimiento de alumnos en la realización de tareas escolares, o el ensalzamiento propio a costa de los otros.
En educación Secundaria los problemas del aula se deben más a conflictos de poder, imagen y supremacía de uno mismo ante el grupo, retos al profesor (relacionado con lo anterior), conflictos propios de la adolescencia, búsqueda de libertades e independencia y aburrimiento en el aula (generalmente a causa de no alcanzar los conocimientos necesarios).
Otros problemas pueden surgir por problemas familiares, psicológicos, etc.
Una verdad que toca asumir es que muchos de los problemas que acaban explotando en los institutos de ESO son problemas mal resueltos en los niveles inferiores, y con ello quiero decir que si en Primaria me dedico a hacer que los niños se pidan perdón, se den un abrazo y no discutan más en lo que quede de jornada escolar no estoy resolviendo nada de nada, es más, estaré creando futuros problemas, ya que los alumnos ni se habrán perdonado, ni sabrán cómo resolver sus propios conflictos en el futuro.
Y refiriéndome a este aspecto… ¿cómo soluciona un alumno sus problemas? ¿Intentará dialogar con su agresor? Reconozcamos que con frecuencia tienen problemas para comunicar sus sentimientos y sus pensamientos e ideas. ¿Buscará apoyo en otros? Si lo hace será en su grupo de iguales, buscando generalmente el apoyo a sus propias ideas y pensamientos y no tanto las soluciones a los problemas, y pensemos que su grupo de iguales seguramente tendrá los mismos problemas que él.
Ante este panorama debemos aportar soluciones, y sobre todo soluciones a corto, medio y largo plazo. Desde mi experiencia puedo afirmar que las soluciones aisladas llevadas a cabo por profesores puntuales no tienen éxito a largo plazo, se debe marcar una línea de acción conjunta del centro, en la que todo el profesorado comparta criterios similares. Un único profesor sólo afecta a un curso de los muchos que hay en el centro, y por un periodo de tiempo corto y determinado. La acción conjunta de todos los profesores se perpetúa en el tiempo y en los alumnos.
Por otra parte, la actuación a desarrollar en los centros debe ser una actuación multidisciplinar que incida en el problema desde diversos puntos:
Actuación a nivel de centro.
Dentro de las medidas a desarrollar a nivel de centro destacamos las siguientes:
– Desarrollar un Plan de Convivencia. En varias comunidades autónomas se está aplicando esta medida. El plan consiste en desarrollar de manera coordinada actuaciones preventivas y actuaciones sancionadoras, dando mayor importancia a la prevención. Se debe hacer una recogida y análisis de la información propia del centro y sus conflictos singulares, elaborar normas de convivencia que respondan a los conflictos detectados de forma práctica y elaborar protocolos de actuación ante los problemas habituales del centro. Junto con este plan se debe constituir una Comisión de Convivencia encargada de regular la aplicación del Plan, modificarlo y mejorarlo en lo conveniente, y sancionar cuando sea necesario.
– Creación de un Aula de Convivencia. El aula de convivencia se debe entender como un espacio de carácter educativo, preventivo y recuperador, nunca como un aula de castigados o de expulsados. Se pueden plantear tres tipos de actividades básicas: actividades académicas, habilidades sociales y labores de mantenimiento. Además hay muchas dinámicas como los compromisos de convivencia, etc.
– Crear espacios donde atender a los alumnos que deben ser
sacados del aula temporalmente para resolver un conflicto.
– Crear canales de comunicación familia – escuela – alumnos.
– Mejorar la comunicación exterior del centro (actividades de puertas abiertas, Escuela de Padres, etc.)
– Desarrollar Programas de Mediación Escolar. La mediación es una forma de resolver conflictos entre dos o más personas, con la ayuda de una tercera persona imparcial, el mediador. Regulan el proceso para que todas las partes implicadas en el conflicto ganen, a diferencia del negociador, que busca el beneficio de una de las partes únicamente. Programas de Mediación Escolar como el Gernika desarrollado en el País Vasco garantizan el éxito de este tipo de iniciativas. Otra de las ventajas por las que destaca esta alternativa es la implicación del propio alumnado en la resolución de sus propios conflictos.
– Optimización del Plan de Acción Tutorial. En ESO disponen de horas de tutoría, algo que en Primaria no existe, y en Primaria el tutor pasa la mayor parte del tiempo con los mismos alumnos, lo que le otorga un mayor conocimiento de los mismos, algo que en Secundaria no sucede. La acción tutorial debe estar programada, y se debe optimizar la tutoría individual con los alumnos tanto como la tutoría grupal, planteando líneas de acción en ambas direcciones.
– Otro de los aspectos con los que se pueden mejorar la resolución de conflictos a nivel de centro es la formación del profesorado, especialmente en habilidades sociales y comunicación, mediación, resolución de conflictos, dinámicas de grupo, tutorización, teoría del acompañamiento inteligencia emocional, etc. La formación del profesorado es fundamental, aunque en este caso, y por la experiencia personal, cabe destacar que no por hacer un curso se va a mejorar, es necesaria la existencia de una voluntad de cambio, la aceptación de que hacemos mucho, pero podemos hacer más, y la aceptación de que si llevamos varios años aplicando unas estrategias y los conflictos cada vez son más, se deberá seguramente a que las estrategias desarrolladas no son tan eficientes como pensábamos.
Estas actuaciones a nivel de Centro deben ir apoyadas por actuaciones a nivel de aula. Al igual que en nuestros centros contamos con un Proyecto Curricular de Centro, y éste se concreta posteriormente en una Programación de Aula, no podemos quedarnos únicamente en las acciones de centro, sino que debemos plantear también acciones concretas para el aula. El docente, y no sólo el tutor, debe prepararse para resolver los conflictos que se le presentes en la clase.
Actuaciones a nivel de aula.
En este sentido destacamos tres pilares de acción:
– Mejorar los procesos de enseñanza – aprendizaje. Muchas veces encontramos alumnos que como no han conseguido destacar académicamente optan por “ser alguien” y destacar a base de ser graciosos, o a partir de la violencia, la agresión o la burla sobre los otros, generalmente los otros son alumnos aplicados, cuyas burlas sólo hacen que poner de relieve lo que se denomina como envidia. Si ese futuro alumno conflictivo no llega a sentir esa envidia, si llega a sentirse menos frustrado académicamente… ¿necesitará ser alguien por la vía del conflicto si ya es alguien gracias a sus aprobados? En este sentido se plantean las siguientes estrategias de actuación:
o Conocer el estilo de aprendizaje de nuestros alumnos. En este sentido distinguimos entre alumnos divergentes (analizan las cosas desde diversos puntos de vista, son más observadores que “actuadores”), asimiladores (sus pensamientos son más abstractos, se centran más en la teoría que en la practicidad de sus pensamientos), acomodadores (actúa visceralmente sin analizar las consecuencias, confía más en las otras personas que en sí mismo) y convergentes (tienen facilidad para la toma de decisiones, se le dan mejor las cosas de carácter técnico). Para conocer el estilo de aprendizaje de nuestros alumnos debemos analizar los procesos de sensibilización a la actividad (motivación), los procesos atencionales, los procesos de adquisición de la información, los procesos de personalización y control, los procesos de recuperación de la información y finalmente los procesos de transfer a otros ámbitos.
o Modificar nuestro estilo de enseñanza. Igual que es especialista de Inglés en Primaria no imparte la clase igual en Primero que en Sexto, todos nosotros debemos adaptar nuestra forma de enseñar al estilo de aprendizaje dominante del grupo – clase. Según Bennett (1976) hay doce estilos de profesor, no debemos plantearnos las cosas desde la perspectiva estática de: autocrático, laissez-faire o democrático. El profesor asume cada vez más responsabilidades: debe ser estratega, comunicador, manager, higienista, dietista, policía, mediador, psicólogo, sabio… y cada día algo más.
o Estrategias de aprendizaje. El aprendizaje debe ser un aprendizaje estratégico, esto es una prima que lleva muchos años flotando en el ambiente escolar, y se aplica, aunque no siempre. La metacognición es bien conocida por todos, ahora se habla de competencias básicas, los cual amplia el campo de actuación, pero la base es la misma, aprender a aprender. Debemos dotar al alumno de formas de mejorar sus resultados académicos, así lograremos alumnos más competentes y capacitados para afrontar las tareas que se le presenten. Entre las técnicas de estudio debemos enseñar a los alumnos a mejorar su velocidad lectora, dónde, cómo y cuándo estudiar, las técnicas de subrayado, esquemas y resúmenes, estrategias para la mejora de la atención y la concentración, la toma de apuntes, así como debemos enseñarles las reglas nemotécnicas, y la mejora de la memoria.
o Motivación del alumno. Es otro de los grandes clásicos. Se habla frecuentemente de la motivación intrínseca y extrínseca, se habla de la dinamización del aula (que suena mejor), y es cierto, es necesario. Debemos ser capaces de motivar al alumno, y sobre todo de NO desmotivar. Los niños de infantil generalmente suelen apasionarse con el inicio de la lectura, gozan leyendo sus primeras palabras, haciendo sus primeras seriaciones de números, y posteriormente pierden esa motivación de forma progresiva a medida que crecen, ¿por qué?, posiblemente porque se convierta en una obligación, y jugar a futbol gusta, pero jugar por obligación todos los días cansa. Para no caer en ello podemos hacer al alumno protagonista de su propio aprendizaje, hacer que decida qué actividad quiere realizar, si somos cómodos, plantear si prefiere hacer el ejercicio 1, 3 y 5 de la página 68 o el 1, 2 y 4 de la misma página (es un ejemplo).
o Motivación del profesorado. Encontramos mucha narrativa sobre la motivación del alumno, pero ya no tanta sobre la motivación nuestra. Necesitamos motivarnos entre nosotros, con nuestros compañeros, necesitamos crear espacios de “tranquilidad” en nuestro centro, en nuestro interior, necesitamos cambiar de tema en el café, no estemos siempre hablando de lo mismo con los compañeros, a veces hablar de cine ayuda (es otro ejemplo).
– Mejorar las habilidades básicas para la resolución del conflicto. No podemos esperar que únicamente mediante la mejora de los procesos académicos se diluyan todos los conflictos, es algo que ayudará y que generalmente no se tiene tan en cuenta, pero deberemos de complementarlo con iniciativas que desarrollen en nuestros alumnos las habilidades necesarias para afrontar el conflicto por ellos mismo y de forma adecuada.
o En este sentido debemos formar a nuestros alumnos
en las técnicas de resolución de conflictos (visión del conflicto como algo natural, definición del conflicto, lluvia de ideas sobre soluciones, análisis de las mismas y determinación de cuál aplicar, puesta en marcha de las medidas, y análisis de revisión de los resultados).
o Técnicas en habilidades sociales y de comunicación. Debemos ofrecer al alumnos formas de expresar sus sentimientos, canales de comunicación.
o Fomentar la empatía, y la inteligencia emocional.
o Mejorar la autoestima y el autoconcepto. En este sentido quiero hacer especial énfasis en el concepto que nosotros provocamos en el propio alumno, es importante evitar frases como “siempre la estás liando” o “¿qué has hecho esta vez?” o “sabía que eras tú”. Cuidado, con afirmaciones así no beneficiamos al alumno, tan sólo servirán para trasmitirle nuestro sentimiento de incapacidad y rabia por no saber ayudarle.
– Mejorar las habilidades del docente para el manejo de la clase. Este es otro de los grandes clásicos de ayer, hoy y siempre. Estamos acostumbrados a escuchar que debemos prepararnos las clases y no improvisar (aunque alguna vez algo de improvisación suele tener mayor éxito, repito, alguna vez, que no siempre), pero quiero destacar otros aspectos… ¿por qué se suele pensar que el examen o control es el mejor medio para evaluar? ¿por qué cuesta tanto mentalizarse de que la evaluación es continua y no sumativa? ¿por qué nos cuesta tanto variar el modelo de examen? Tenemos examen de respuesta corta, respuesta larga, desarrollo, tipo test, pero nos cuesta modificarlo… ¿Saben los alumnos qué objetivos perseguimos? ¿Saben explícitamente qué esperamos de ellos? Seguro que muchos lectores lo hacen, pero también estoy seguro que habrá quien no lo haga, quien tampoco lea artículos de esta temática. A continuación detallo algunos ejemplos de actuación ante situaciones variadas, ejemplos reales:
o Ante las groserías: primero calma, no perdamos los nervios, el alumno debe saber que estamos por encima de todo, y que su grosería no ha dado en el blanco, luego debemos ser breves en la respuesta, evitando el intercambio de acusaciones y la réplica, “¿alguien más piensa como él?” (si mostramos enfado seguramente el resto calle y guarde silencio), “bien, lo que tengas que decirme al acabar la clase sales conmigo y me lo dices”. Debemos además evitar el sarcasmo, ya que éste sólo generará mayor ira en el alumno.
o Ante las preguntas tontas o ridiculeces: debemos evitar la pérdida de tiempo y los sermones, basta con decir “si te paras a pensar seguro que lo entiendes”, y si persiste “no te preocupes, a las cinco me quedo contigo y te lo explico si realmente no lo entiendes”.
o Ante los desafíos: no conviene repetir hasta el infinito lo que seguramente el alumno no hará, si a la segunda vez que se le pide no lo hace, es mejor decirle educadamente que al acabar la clase irá a la Jefatura de Estudios. Tampoco podemos pedir cosas que sabemos que no se harán.
o Agresión física al profesor: viene precedida de desafíos, nunca agredir al alumno, ni quedarnos solos con él, siempre debe haber testigos (adultos), lo primero que debemos hacer es dar un paso atrás, llamar a otros compañeros, y que éstos lleven al alumnos ante Dirección, ese mismo día iniciar el procedimiento de expulsión y el expediente disciplinario.
o Incidentes violentos entre alumnos: los primero es separarlos, llevarlos ante Dirección (separados) e iniciar el expediente disciplinario. Es importante ser imparcial con las sanciones.
o Clase descontrolada: debemos evitar el típico rugido de “silencio”, podemos guardar unos segundos de silencio, o dar una o dos palmadas, si no funciona coger al más gamberro (cabecilla del grupo) y llevarlo del brazo firmemente al medio de la clase (creamos el factor sorpresa) y una vez la clase está expectante a lo que suceda decir “en caso de duda ir al más fuerte, sigamos con la clase” eso quitará hierro al asunto.
Todas estas estrategias o actuaciones no son más que ejemplos de lo que podemos hacer. Debemos ser conocedores de que el conflicto escolar es necesario y natural, y de que debemos dotar a nuestros alumnos de estrategias para afrontarlo de forma adecuada. Todas estas estrategias y más se recogen en el libro “Cuando no puedas con ellos. Propuestas pedagógicas para la mejora de la dinámica del aula” de Francesc Vicent Nogales Sancho, y publicado por la Editorial DIÁLOGO (2008).
Por: Francesc Vicent Nogales Sancho

Cuando no hay otra salida

Cuando no hay otra salida, tomamos decisiones desesperadas que ni siquiera nos plantearíamos en otras circunstancias. Cuando nos encontramos muchas veces en esa misma situación sin salida, abogamos por la solución más sencilla que ya nos ayudó la primera vez. Cuando nos quedamos sin capacidad de razonar, cuando no sabemos cómo hacer prevalecer nuestras ideas… cuando no hay otra salida, usamos la violencia.

Cuando usamos la violencia contra los niños, nos deslegitimamos como adultos, padres o maestros, porque demostramos que no sabemos enseñar, sino imponernos sobre alguien más débil.

Educar, hacer crecer a un niño en todos los sentidos es una tarea que requiere muchas virtudes, y una que debe englobar a todas las demás: la paciencia. No podemos desesperar porque no consigamos hacer entender algo a un niño que se encierra en la terquedad propia de su edad. No podemos enseñarle que, finalmente, el argumento último y más poderoso es el golpe. No podemos enseñarle que el expresar y el comprender ideas es inútil, porque esos niños son la semilla del mundo que veremos surgir.

Si el niño aprende que lo que realmente le va a llevar a conseguir lo que quiere no es el respeto, sino el uso de la fuerza y del miedo, habremos fracasado como educadores.

Patricia RocaVera.