El Real Decreto-ley 14/2012, de 20 de abril, establece lo siguiente respecto a las tasas universitarias: “Los ingresos por los precios públicos por servicios académicos y demás derechos que legalmente se establezcan. En el caso de estudios conducentes a la obtención de títulos de carácter oficial y validez en todo el territorio nacional, los precios públicos y derechos los fijará la Comunidad Autónoma, dentro de los límites que establezca la Conferencia General de Política Universitaria, que estarán relacionados con los costes de prestación del servicio, en los siguientes términos:
1.º Enseñanzas de Grado: los precios públicos cubrirán entre el 15 por 100 y el 25 por 100 de los costes en primera matrícula; entre el 30 por 100 y el 40 por 100 de los costes en segunda matrícula; entre el 65 por 100 y el 75 por 100 de los costes en la tercera matrícula; y entre el 90 por 100 y el 100 por 100 de los costes a partir de la cuarta matrícula.”
Muy bien está claro que el gobierno pretende que paguen más los estudiantes universitarios especialmente los “malos estudiantes”. Los efectos de esta medida principalemnte serán:
· La obtención de un título universitario será más caro.
· Se incentiva a los malos estudiantes a abandonar la carrera universitaria, por tanto las universidades estarán menos masificadas.
· Se incentiva a los buenos estudiantes a estudiar más.
Me voy a centrar en los aspectos relativos a los incentivos. Es bien conocido que el comportamiento de las personas/colectivos responde a los incentivos a los que se enfrentan. Por ejemplo si un estudiante percibe que estudiar un grado es muy barato, se comportará como tal y es bien conocido que cuando más bajo sea el precio de un producto mayor será su demanda. Por tanto, resulta claro que subir las tasas universitarias provocará una caída en la demanda. Ahora bien, ¿qué ocurre con los estudiantes que tomaron la decisión de estudiar un grado en previsión de que el precio sería el mismo o similar? ¿Qué alternativas tienen? De estas dos preguntas surgen dos reflexiones. En primer lugar no se puede cambiar las reglas de juego en mitad del partido. Se imaginan que en una eliminatoria a doble vuelta de fútbol, el organizador establezca que los goles marcados en campo contrario tengan un valor doble en caso de empate a goles al termino de los dos partidos. Si el equipo que juega primero en casa va ganando 1-0 lo considerará como un muy buen resultado y tendrá más incentivos a preocuparse de no encajar goles que de marcar otro. ¿Qué ocurriría si una vez concluido el primer partido el organizador decide que sean los goles marcados en campo propio los que valgan doble en caso de empate? ¿Sería justo? Claramente no ¿Se habría comportado de una manera distinta el equipo que jugaba en casa? Obviamente si, pues bien esto es justamente lo que está haciendo el gobierno subiendo las tasas universitarias sin tiempo para que los estudiantes acomoden su comportamiento a los nuevos incentivos. Además, ¿qué alternativa tienen los estudiantes a la formación universitaria? La principal es una formación profesional que por desgracia no cuenta con el prestigio que debería tener.
En conclusión para conseguir tener una universidad más selecta, intelectualmente hablando por supuesto, habría que modificar la formación profesional con el objetivo de mejorar su prestigio. De esta forma se estaría aumentando lo que los economistas llamamo el coste de oportunidad de estudiar en la universidad y se conseguiría el mismo objetivo de una manera seguramente más justa. Por último no es concebible cambiar las reglas del juego en mitad de la partida, por tanto sugiero que se establezca un período en el que la subida de tasas sea baja para dentro de 2-3 años ajustarla al contenido de la ley.