Cada vez son más evidentes las diferencias que tienen los individuos, familias, empresas y áreas geográficas para acceder a las TIC y utilizar internet en sus múltiples utilidades. Esto es lo que se conoce como “brecha digital”.
Tanto la implantación como el desarrollo de la tecnología siempre han sido fuentes de diferencias y desigualdades entre países. Sin embargo, las diferencias de acceso y aprovechamiento de las TIC entre países, zonas e individuos, es una realidad asociada al contexto de la economía digital y la sociedad del conocimiento. La capacidad de acceso y aprovechamiento de las TIC e internet varía según el nivel socioeconómico, educación, lugar de residencia, etc. por lo que las zonas más pobres del planeta presentan más dificultades para acceder y usar la innovación tecnológica.
Se han planteado medidas para reducir y eliminar la brecha digital, lo que se ha denominado “inclusión social”. De entre las mismas destacamos:
· El DOT FORCE. Identifica cuatro áreas de actuación preferente: Auspiciar actuaciones políticas de impulso de las TIC, mejorar la regulación de los sectores implicados y favorecer la rapidez de la red de información, mejorar la conectividad y reducir los costes de uso, formar a las personas en la utilización de las TIC, y alentar la participación de los agentes en las redes.
· El “Plan de Acción de Génova”. Se establecen las estrategias para lograr la inclusión digital de los países menos desarrollados, organizadas mediante siete grupos de implementación: Grupo de estrategias nacionales, grupo de contenidos locales y aplicaciones, grupo de las TIC para la salud, grupo de participación por una política global, grupo de empresa y espíritu empresarial y grupo de acceso y conectividad.
· La ONU. En la Asamblea General de 8 de Septiembre de 2000 se aprobó la Declaración del Milenio, donde se reconoce como tarea fundamental conseguir que la mundialización se convierta en una fuerza positiva para todos los habitantes del mundo.
El camino a recorrer para superar la actual brecha digital entre países y regiones es todavía largo, pero a la vista de los esfuerzos realizados y los resultados obtenidos por algunos países, no cabe pensar sino que la brecha digital puede desaparecer en el tiempo si se consolidan y reorientan los esfuerzos iniciados, si se toman las medidas oportunas, se mantiene la preocupación por esta problemática, si los gobiernos actúan favoreciendo el acceso de la población, se reducen los costes de conexión y se apoyan las infraestructuras.
Laura Estévez García-Bueno