Tanto Platón como Aristóteles escribieron sobre la infancia. Sus puntos de vista siguen hoy vigentes en la idea de las diferencias individuales ante una misma educación.
Platón sostenía que los niños nacen dotados de habilidades específicas que su educación puede y debe potenciar. Aristóteles, por su parte, propuso métodos de observación del comportamiento infantil, que fueron precursores de los que hoy aplican los investigadores.
Durante muchos siglos, apenas hubo interés por el estudio del niño, al que se veía como un adulto en miniatura, hasta que en el siglo XVIII el filósofo suizo Jean- Jacques Rousseau hizo eco de las opiniones de Platón, postulando que los niños deberían ser libres para expresar sus energías y desarrollar así sus talentos especiales. Esta perspectiva sugiere que el desarrollo normal debe tener lugar en un ambiente de apoyo. Por ello es de suma importancia que el niño sea contemplado en sus primeros años en el hogar y la escuela.
A esos pequeños –hijos, alumnos– que oyen cosas, dicen cosas… hay que prestarles atención, cariño, comprensión y, ante todo, saber o recordar que la naturaleza dota a los seres humanos de momentos únicos, de etapas de especial receptividad y capacidad para determinados aprendizajes, sobre todo para el desarrollo psico-evolutivo, pasadas las cuales es sumamente difícil, por no decir imposible, dar marcha atrás para recuperarlos.
Dichos momentos vienen secuenciados, de forma que la pedagogía debería estar muy atenta, no sólo a su aparición, que suele ser espontánea, sino a su estimulación y total aprovechamiento.
Así, por ejemplo, si a ellos –los niños tan dados al movimiento, a la espontaneidad, a la creatividad– se les exige de forma dictatorial una férrea disciplina que los mantenga alejados de sus intereses naturales –entre ellos, y muy importante, el juego como expresión de su vida interior y de su vida en desarrollo– posiblemente los estemos mutilando e impidiendo su natural forma de entender el mundo y cuanto los rodea.
De igual forma, si no estamos atentos, si no propiciamos sus ingenuas pero lógicas manifestaciones, los estaremos condenando a una visión disparatada de las cosas, porque las perspectivas desde las que los pequeños dimensionan todo, pero muy especialmente el lenguaje, es, la mayoría de las veces, ignorada, o lo que es peor, mal interpretada por los mayores.
De ahí la importancia de dedicar un breve apartado al conocimiento del desarrollo del lenguaje en los niños.
SI UN NIÑO…
• Si un niño vive criticado… aprende a condenar.
• Si un niño vive en un ambiente de hostilidad… aprende a pelear
• Si un niño vive avergonzado… aprende a sentirse culpable.
• Si un niño vive con tolerancia… aprende a ser paciente.
• Si un niño vive estimulado… aprende a confiar en sí mismo.
• Si un niño vive apreciado… aprende a apreciar.
• Si un niño vive en un ambiente de equidad y justicia… aprende a ser justo.
• Si un niño vive sintiendo seguridad… aprende a tener fe.
• Si un niño vive con aprobación… aprende a quererse y a estimarse.
• Si un niño vive atemorizado y ridiculizado… aprende a ser tímido.
• Si un niño vive compadecido… aprende a tener lástima.
• Si un niño vive donde hay celos… aprende a sentirse culpable.
• Si un niño vive elogiado… aprende a apreciar.
• Si un niño vive con reconocimiento… aprende a tener buenas metas.
• Si un niño vive en un ambiente de honradez… aprende a ser honrado y a conocer la verdad.
• Si un niño vive amado… aprende a amar a los que lo rodean.
• Si un niño vive en un ambiente de amistad… aprende que el mundo es un lugar agradable para vivir… y lo más importante es que va a contribuir a hacer este ideal.
Y algo más:
• Enseñarás a volar pero no volarán tu vuelo.
• Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño.
• Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.
• Pero sabrás que cada vez que ellos vuelen, piensen, sueñen, canten, vivan…
• Estará la semilla del camino enseñado y aprendido.
Beatriz Caro Sánchez 2º Educación Primaria A