La mayoría de los aficionados al deporte sabrán que estos días se está disputando el primer Mundial de Clubes de fútbol. Entre los equipos participantes está el Real Madrid, cuyo joven defensa central, Raúl Asencio, ha protagonizado dos acciones decisivas en sus primeros partidos: un penalti aparentemente innecesario en el debut y una expulsión temprana en el segundo encuentro al realizar una falta fuera del área siendo el último defensor, lo que le costó la expulsión en el minuto 8. La clave es que esto sucedió en el minuto 8. Y dirán, ¿y esto qué tiene que ver con la Economía? Pues mucho.
El entrenador del Real Madrid, Xabi Alonso, fue claro: “Cometer una falta que termina en expulsión perjudica más al equipo que recibir un gol. La expulsión al minuto 8 dejó al equipo con uno menos durante casi todo el partido”. Es decir, el problema no es solo cometer una falta que pueda acabar en expulsión, sino hacerlo tan pronto en el partido, cuando el coste de esa decisión se multiplica. Un buen central no solo debe saber jugar bien al fútbol, sino también ser un buen economista en el sentido de aplicar correctamente el análisis coste-beneficio.
El principio económico de coste-beneficio sugiere que una acción debe tomarse solo si los beneficios esperados superan los costes esperados. En el caso de Asencio, debería haber sopesado (consciente o inconscientemente) la posibilidad de evitar un gol frente al riesgo de ser expulsado o de cometer un penalty. Aquí entra en juego la incertidumbre: no se puede conocer con certeza el resultado de la jugada, pero sí conocer sus posibles consecuencias.
Además, otro concepto relevante es el del exceso de confianza. Este sesgo cognitivo ocurre cuando una persona sobreestima su propio conocimiento o habilidades, lo que la lleva a subestimar los riesgos y por ende tomar decisiones excesivamente arriesgadas. Dado que Asencio es un joven central que pasó rápidamente del filial a la selección absoluta durante la temporada 24-25, y considerando que los rivales eran, en teoría, inferiores al Real Madrid, es posible que esta situación le haya generado un exceso de confianza. Este sesgo puede explicar decisiones impulsivas o arriesgadas en situaciones de alta presión.
Un ejemplo contrario, bien valorado desde la lógica coste-beneficio, es la famosa falta de Fede Valverde en la final de la Supercopa de 2020. En el minuto 114, Valverde detuvo con falta una ocasión manifiesta de gol de Álvaro Morata, lo que le valió la expulsión. Sin embargo, esa decisión permitió al equipo llegar a la tanda de penalties, en la que el Real Madrid ganó el título. En ese contexto, el beneficio de la falta (evitar un gol casi seguro) superaba claramente el coste (ser expulsado con pocos minutos por jugar).
Esta decisión enlaza con uno de mis primeros trabajos que lleva por título “The Effect of Incentives on Sabotage: The Case of Spanish Football”. En este artículo Juan Prieto, Rob Simmons y yo analizamos el cambio en la probabilidad de que los jugadores sean expulsados al aumentar el valor de la victoria de dos a tres puntos. Los resultados encontraron que los equipos que iban ganando tenían una probabilidad mayor de realizar faltas que terminasen en expulsión después del cambio a tres puntos de forma análoga a la falta mencionada de Valverde.
Este no es el único trabajo que encuentra que los (buenos)deportistas son buenos economistas. Por ejemplo, este trabajo de Nacho Palacios-Huerta titulado “Maradona plays minimax” ilustra cómo algunos jugadores aplican estrategias óptimas bajo presión, como lo haría un buen conocedor de la Teoría de Juegos. Y obviamente hay muchos más trabajos.
Por lo tanto, si Asencio quiere convertirse en un gran central, no basta con entrenar lo físico y técnico. También debe aprender a pensar como un economista. Le recomendaría empezar por leer nuestro artículo “Economía del Comportamiento en el Deporte”, que escribí junto a Carlos Varela, y seguir profundizando en esta fascinante intersección entre fútbol y Economía.
