La bicicleta puede salvar vidas del SIDA.

Un artículo reciente en la revisa «The Lancet» me llamó la atención por hacer caso de algo que en el mundo privilegiado damos por supuesto: el tener que viajar sin ser a pie para poder recibir atención médica es un problema añadido al tratamiento de varias enfermedades, entre ellas el SIDA.

Centrándose en el caso de Malaui(1), los autores del artículo han desarrollado un modelo que les permite afirmar que una acción tan poco relacionada, aparentemente, con la salud como proporcionar bicicletas a habitantes de zonas rurales puede aumentar de manera notable el porcentaje de población que el sistema nacional de salud es capaz de cubrir. Para comprobarlo, emplearon un modelo usando datos reales de fotografías de satélite y sistemas similares en el que estimaron el tiempo que le llevaba llegar al dispensario más próximo a la población del país.

Comienza la introducción diciendo que la agencia de las Naciones Unidas para el tratamiento del SIDA, UNAIDS, tiene el ambicioso objetivo de acabar con la epidemia descontrolada actual en el año 2030(2). Para ello, sistemas de salud ya bastante endebles deben ser capaces de llegar a más gente y en mejores condiciones. Hay esperanza en que este objetivo se pueda lograr: varios de los países que la agencia escogió como blanco principal para ayudar, han conseguido niveles de tratamiento de la población por encima del 70%, incluido Malaui.

La situación de este último país es asombrosa, cuando se le ponen números como hace el artículo: el 40% de su población vive debajo del umbral de la pobreza, tiene sólo 4 ciudades y en las zonas rurales, solo sobre el 2% de la población tiene un medio de transporte motorizado. De hecho, menos del 10% de las personas viviendo en el rural poseen una bicicleta. Así, en algunas zonas rurales, la ambulancia es una bibicleta.

Continúa el artículo describiendo la administración del sistema de salud y termina con otro dato: aproximadamente el 45% de la población vive a más de 5 km del centro de salud, del tipo que sea, más cercano. Por ello, en este artículo quisieron comprobar la influencia del tiempo de transporte hasta el centro de salud en la eficacia de los tratamientos.

Según comentan en la sección siguiente, que dedican a los métodos empleados, los datos geoespaciales fueron procesados con el programa AccesMod(3), de forma obtuvieron varios mapas.

Pero antes de hablar de tiempo de desplazamiento, observaron que la prevalencia del SIDA en el país es muy poco uniforme espacialmente, concentrándose en las zonas donde hay más población, algo lógico. La figura siguiente lo ilustra muy bien.

Porcentaje de población con SIDA en Malui. Las zonas con mayor porcentaje de población se corresponden con las cuatro ciudades y las costas de los lagos, las de mayor densidad de población.
De la figura 3.A del artículo citado.

Sabiendo cómo se distribuye el porcentaje de población enferma, con el programa antes mencionado construyeron un mapa de cuánto tiempo llevaría a una persona llegar al centro de salud según el medio de transporte, de tal forma que se alcanzaría el 90% de la población cubierta por el sistema de salud a menos de 90 minutos de viaje, sólo si se empleara la bicicleta, como demuestra la gráfica siguiente.

Porcentaje de población cubierta por el sistema de salud en Malaui en función del tiempo de viaje hasta el centro usando diversos sistemas de transporte. De la figura 4.D del artículo citado.

Como se puede observar, para que el 90% de la población pueda acudir en un tiempo razonable, sólo el uso combinado de bicicleta y andar puede garantizar que el tiempo empleado sea algo razonable. Unos 110 minutos de viaje quiere decir que ir y volver lleva unas 3,7 horas, es decir, una mañana. Se pretende conseguir ese mismo porcentaje de población andando, el tiempo de ida y vuelta se transforma en 4,3 horas. Parece poco, pero media hora más implica que la ida y vuelta no se pueda hacer en la mañana y sea necesario usar casi todo el día para el viaje. Y si tienes que trabajar cada día para comer, es posible que sea un lujo que no te puedes permitir. La diferencia es mucho más acusada si lo que se pretende es que el 70% de la población esté cubierta: entonces, la diferencia entre tener o no una bicicleta es el doble de tiempo.

Esta sección del artículo finaliza con las conclusiones obvias que se pueden extraer de esta figura: diciendo que si se pretende obtener un 90% de cobertura sanitaria, es necesario ofrecer bicicletas u otro medio de transporte alternativo a la población rural para que pueda desplazarse a los centros médicos para recibir tratamiento. Dado que la cobertura actual de porcentaje de población con tratamiento es del 70%, es obvio que conseguir el 20% restante necesitará, como mínimo, tener en cuenta el tiempo que lleva al enfermo llegar al centro de salud.

La sección final del artículo es un resumen de todo lo comentado aquí, con un acento en las implicaciones para las políticas públicas de Malaui, y países similares, que tiene el tener o no acceso relativamente rápido a centros de salud.

El artículo se publicó en la revista médica Lancet, en su volumen 8 y su acceso es público: Lancet, Vol.8, ISSUE 12, e1555-e1564, December 01, 2020.

(1) Malaui, «Malawi» en Inglés, es un país africano que está situado en el sureste del país. El artículo de la Wikipedia en español es muy completo: Wiki:Malaui

(2) De nuevo, le vivir en un país privilegiado no debe hacernos perder de vista que la situación de esta enfermedad en muchos países es muy mala, como este enlace con datos sobre la pandemia en el mundo recuerda: UNAIDS: Datos sobre le SIDA en el mundo.

(3) El programa AccessMod es cpaz de modelar el acceso de la población a atención médica. Su página web es: AccesssMod.