El 24 de abril de 2014, en el periódico español El País, Pilar Álvarez y Elisa Silió publicaron la noticia con este título: «Cualquier titulado no vale para ser maestro».
El título me pareció interesante, así que continué leyendo dicha noticia. En ella explican cómo el presidente regional madrileño Ignacio González (PP) pretendía poner en práctica la idea de que el Ministerio de Educación permitiera «que distintos titulados universitarios puedan dar clases en las aulas de infantil y primaria sin necesidad de formarse en las facultades de Educación».
Gracias a Dios que los principales representantes educativos e incluso el Ministerio derogaran dicha proposición. Sería una forma de empeorar aún más la situación educativa del país, metiendo a dar clases a titulados de otras carreras como enfermería, ingeniería o derecho a niños de infantil y primaria, sin ningún conocimiento en pedagogía ni psicología y, por supuesto, sin ningún tipo de vocación.
Porque lo que los niños necesitan no es una lección magistral de contenidos, sino una clase didáctica, donde sea capaz de entender y aprender. Y esto no lo pueder proporcionar un universitario cualquiera, sino un estudiante que haya cursado la carrera de maestro y que tenga el suficiente conocimiento psicopedagógico para poder poner en práctica en una clase con niños que tienen distintas características.
Por otro lado, lo que sí es necesario es garantizar que los maestros sigan teniendo una formación generalista, pues a los niños les imparten todas las asignaturas. Que no se especialicen en una sola asignatura o materia, que tengan conocimientos variados sobre todo lo que deberán enseñar a los niños.
Otra de las ideas que me han llamado la atención de este artículo, es que ya algunas comunidades autónomas están tomando medidas para cambiar la formación de los futuros maestros. Estas comunidades son Madrid y Cataluña, que se han centrado en el acceso a la carrera (Selectividad); exigiendo, en el caso de Madrid, que los estudiantes saquen más de un 5 en el examen de Lengua y un 9 de nota media sobre 14 y, en el caso de Cataluña es similar, sacar más de un 4 en el examen de Lengua Catalana y Castellana. También tienen en mente aplicar una prueba de acceso específica a partir de 2015.
Estas medidas podrán acabar con el tópico de que las carreras de Magisterio son «fáciles», y a la vez mejorará la calidad educativa de España.
También tienen en mente cambiar la forma en que se llevan a cabo los Practicum, porque «ser maestro es una formación profesional que se adquiere principalmente en el aula, lo que convierte la parte práctica del aprendizaje en la más importante«, como afirma Antonio Moreno (exdirector del Instituto Superior de Formación del Profesorado).
La mayoría de las veces, las prácticas en colegios ni se aplican bien ni son lo debidamente supervisadas para considerarse eficientes. Por esto, se han planeado cambios como aplicar a la formación inicial un modelo similar al MIR (Médico Interno Residente) para dar prestigio a la profesión y elegir a los mejores. Después para los elegidos, habría un año más de formación y otros dos de prácticas. Sin embargo, esta idea no se ha materializado y es difícil que lo haga.
La conclusión que he sacado de este artículo es que la profesión de maestro es importantísima, pero no se le da la suficiente atención ni se dan los cambios que deberían para poder darle prestigio y, principalmente, mejorar la calidad de la educación.
Lo que sí es cierto, y en mi opinión sería una barbaridad que ocurriera, es que personas que no han estudiado ni poseen los conocimientos sobre didáctica, pedagogía y psicología, dieran las clases de Infantil y Primaria, sin la vocación que caracteriza a los docentes de estos ciclos y el empeño y entusiasmo que éstos han puesto en formarse como profesionales y practicar su profesión.
Mónica Juárez González.
2º Grado en Educación Infantil.
Educación y Sociedad.
UCLM 2014
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