Actualmente se habla del nuevo énfasis en la educación, centrada en el aprendizaje del alumno más que en la enseñanza del profesor, que se ha puesto de relieve por el actual plan Bolonia implantado en la Enseñanza Universitaria. Además se han organizado congresos a nivel internacional para hablar de la nueva forma de enfocar la enseñanza, llegando a la reflexión de que a un nuevo énfasis en la educación le corresponde un nuevo énfasis en la forma de enseñar de los profesores, y es que no es suficiente con unos pequeños cambios en la forma de dar clase aunque se tenga mucha experiencia y conocimiento.
Para que este cambio de énfasis se de de forma global y total, primero se debe cambiar o al menos reflexionar sobre las creencias en las que se basa nuestro comportamiento como profesores. Destaca tres
creencias, que están relacionadas.
La primera es nuestra concepción de lo que significa ser profesor, y este nuevo enfoque destaca que nuestra tarea es facilitar el aprendizaje, no es enseñar sino ayudar a aprender. La enseñanza se define entonces como “tarea que facilita el aprendizaje” (Mohanan) y esto implica que la tarea se ha cumplido si los alumnos han aprendido, no si nosotros hemos enseñado. Actualmente ya hay conciencia de esto, pero por todos es sabido que muchos profesores piensan que su tarea es enseñar y si el alumno no aprende es su problema, y el problema es de los dos, ya que una buena docencia implica dominar técnicas de enseñanza, pero eficaces, y solo lo serán si el alumno aprende, si no no sirven y estamos fracasando profesionalmente. A estos sería conveniente hacerles saber el concepto de “enseñanza eficaz” de Brewer y Worman, que consiste en que el profesor debe crear un ambiente de aprendizaje en el que los alumnos sean influidos de forma positiva y motivados para aprender y se les ofrezcan oportunidades para que se de el aprendizaje, pero por su parte los alumnos deben utilizar estas oportunidades y poner de su parte también para aprender.
La segunda creencia va relacionada con la calidad de la enseñanza y del aprendizaje, y la confusión entre medios y fines. Con este nuevo énfasis se debería hablar más de la calidad del aprendizaje y no tanto de la calidad de la enseñanza, como se lleva haciendo hasta la actualidad. No se deben evaluar primero los medios, como la enseñanza de los profesores, recursos, materiales,… y luego los fines, que es el aprendizaje de los alumnos, sino que a partir de la evaluación de los resultados del aprendizaje reflexionar sobre la calidad de los medios. Como hemos dicho, los profesores somos un medio, por lo que debemos preguntarnos no si enseñamos bien, sino si nuestros alumnos aprenden bien, ya que es este el fin de nuestra actividad profesional. Los profesores que piensen los objetivos centrados en lo que ellos tienen que hacer para enseñar ( explicar en clase, hacer exámenes) y no en lo que los alumnos tienen que lograr y manifestar para aprender, nunca lograrán ese fin.
La tercera y última creencia que destacamos es nuestra aptitud hacia el éxito o fracaso del alumno, que como consecuencia del nuevo enfoque, no podemos pensar que somos buenos y exigentes profesores porque la mayor parte de nuestros alumnos fracasen, ya que el fracaso de su aprendizaje conlleva el fracaso de tu enseñanza, pero tristemente en algunas ocasiones ha sucedido, llegar a tomar el suspenso como algo normal que no concierne ni afecta al profesorado o al centro. La realidad es que influyen muchas variables en el aprendizaje y muchas de ellas no podemos controlarlas, pero tampoco se debe aceptar o tomar como algo bueno, teniendo en cuenta que en cualquier centro de enseñanza se invierte muchísimo trabajo, esfuerzo, dinero y tiempo, debemos hacer que esta inversión rente, consiguiendo un aprendizaje de calidad.
Por otro lado, el cambio en la enseñanza que sitúa al alumno como sujeto central en ella, tiene más consecuencias relacionadas con la tarea de la docencia, ya que este cambio afecta también a las actuaciones del profesorado, por lo que es conveniente saber qué cambia para el profesor el tener que centrarse totalmente en el aprendizaje del alumno. Se han hecho numerosos estudios que muestran que a las competencias básicas, como explicar, organizar, tener conocimiento experto en algún ámbito, se adelantan en importancia otras, ya que el alumno ahora ha de ser activo y participar en su propia tarea de aprender. En la fuente se destaca tres nuevas competencias relevantes para llevar a cabo esta nueva forma de enseñanza, que serían: el diseño de tareas de aprendizaje, la forma de evaluar como condicionante de la forma de estudio del alumno y como ayuda al aprendizaje, y competencias relacionales, para la comunicación con los alumnos y con los padres.
Luna Araque Lara.