Rousseau decía que el ser humano era bueno por naturaleza. Defendía su bondad natural y consideraba que la sociedad es la que lo vuelve malo.
Hasta cierto punto puede entenderse su posición, pero yo no la comparto. Porque todo no es ni completamente bueno, ni completamente es malo. Considero que el hombre es bueno y malo a partes iguales.
La sociedad la constituyen individuos y los individuos constituyen la sociedad y ésta, está determinada por su nivel físico-mental-intelectual y psíquico-espiritual.
La sociedad, como la evolución no es opcional, sino órdenes impuestas por la vida. Existen unas condiciones dadas en un momento dado a las que hay que responder adecuadamente. En mi opinión el hombre puede ser bueno o malo por tener la capacidad de razonar. Razona lo que pasa por su mente por lo tanto tiene la capacidad de elegir como actuar.
Cuando catalogamos al hombre “malo” quizá es porque vemos en él al hombre que prefiere lo fácil, que se deja llevar por sus placeres y deseos, mentiras y autoengaños, por el sueño de la razón, que producen fantasías e ignorancia que no quiere superar. Sí, el hombre se corrompe por sus vicios, por las condiciones de vida y las exigencias que implica el tener que sobrevivir. El hombre no es bueno por esencia, sino que tiene las herramientas para poder ser bueno, pero que depende del contexto donde se sitúe, las herramientas pueden jugarle en contra y hacer de él justamente lo contrario. Por lo tanto depende de nosotros y de “lo” y “los” que nos rodean, y sobre todo que nos quede claro que ese “paquete de herramientas” puede ser usado para bien o para el mal. Un martillo puedes usarlo para construir una casa o para descargarlo sobre la cabeza del prójimo…
Quiero concluir diciendo que cualquiera independientemente de cómo se considere, puede ser la causa de que alguien se corrompa.
ÁNGELA GÓMEZ-REY ALMAGRO
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