Como si de uno de sus agujeros se tratase, aparece ahí, de manera inocente, pero con un propósito concreto y bastante ambicioso por su parte; nada más y nada menos lograr que los que entren en la presentación del tema («Relaciones entre contexto y escuela: tecnología, educación y sociedad»), simplemente guiados por su curiosidad y por el ansia innata de saber, se asomen y echen un vistazo a la información a la que aquel enlace les ha llevado.
Yo lo hice y ahí estaba, aquel proyecto que desconocía por completo, pero que me pareció una iniciativa tan fantástica y altruista que, de alguna manera, quería plasmar y dejar constancia de ello en estos párrafos y si hay alguien que aún no se haya asomado a ninguno de estos agujeros, ahí va un breve resumen de lo grandioso de este proyecto y del «mago» que lo ha llevado a cabo.
«Proyecto agujero en la pared» (Hole in the wall, HIW)
El Profesor Sugata Mitra, promotor del experimento, colocó en 1999 un ordenador en una pared, en un barrio bajo en Kaljaki (Nueva Delhi) y los niños tenían libre acceso a usarlo. El experimento pretendía probar que los niños podían aprender a través de los ordenadores con bastante facilidad y sin ningún tipo de «entrenamiento» formal.
La primera sorpresa que se llevó el científico fue ver con qué rapidez niños que nunca habían visto un ordenador empezaban a navegar, en cuestión de pocos minutos. Cuando Mitra les preguntó cómo habían aprendido tantas cosas sobre ordenadores, uno de los chicos le soltó: «¿Y qué es un ordenador?».
Sugata lo denominó Educación Mínimamente Invasiva (MIE).
Desde entonces el experimento ha sido repetido en muchos lugares, HIW tiene más de 23 «quioscos» (construcción ligera formada por varias columnas o pilares que sostienen una cubierta) repartidos por la India Rural.
El trabajo de Mitra demuestra claramente el impacto positivo que puede tener un ordenador con conexión a Internet. Es capaz de fomentar el aprendizaje colaborativo y provee a los niños una biblioteca de recursos en línea. Más aún, los niños pueden aprender entre sí sin la intervención de los adultos.
Desde los años 70, las publicaciones y el trabajo de Mitra han dado resultado en el entrenamiento y desarrollo de quizá un millón de jóvenes hindúes, entre ellos, los niños más pobres del mundo.
«Un buen maestro no enseña, sino que deja que sus alumnos aprendan»
Montserrat Moreno Flores 2ºB de Infantil