Lorena San Juan Romero
Alumna de Pedagogía de Ciencias de la Educación de la UMA
boinera87_mlg@hotmail.com
En este artículo pretendo hacer una reflexión sobre el tipo de estructura que se sigue en el sistema educativo y cómo ésta afecta a los principales sujetos que la sustentan, los NIÑOS/AS.
Es importante tener presente la influencia que tiene el Estado en nuestro sistema educativo y cómo repercuten ciertas actuaciones a la hora de beneficiar o perjudicar a los que son el futuro de nuestra sociedad.
1. SISTEMA EDUCATIVO Y ESTADO
La forma en la que funciona la escuela obligatoria en la actualidad, ha conformado una estructura piramidal en cuya cima se encuentra el Estado, que controla a los maestros a través de un programa y de una evaluación obligatoria (por medio de la cual los niños son etiquetados). De esta manera, aparecen alumnos que desarrollan los objetivos académicos marcados y una gran mayoría formada por todos aquellos que no llegan a los objetivos, por lo que repiten o abandonan la escuela.
Para el Estado este sistema es beneficioso ya que solo le interesan aquellos alumnos que alcanzan el nivel máximo exigido. Y lo peor de todo es que este sistema se considera válido precisamente por el carácter selectivo del mismo.
Este sistema selectivo sobre el que se sustenta la base de la enseñanza, olvida que «todos tienen derecho a saber y la escuela debe garantizárselo». (Francesco Gesualdi).
En contraposición a esto, el maestro debe tener la capacidad de desarrollar un método de E-A cuyo objetivo final sea el de convertir a sus alumnos en personas independientes y con capacidad para decidir por sí mismos dentro de la sociedad que les rodea.
Sin embargo, en el proceso educativo, el Estado considera al maestro como un simple instrumento transmisor sin poder de decisión, por mucho que se hable de la novedosa autonomía de los centros. Frente a esto, el docente debe desarrollar un estilo de enseñanza que llegue a alcanzar tanto los objetivos diseñados por el estado como los necesarios para la formación personal del alumno.
Por otro lado, no hay que olvidar la cohesión entre los niveles educativos, la cual ha de beneficiar al propio niño, sin embargo lo que ocurre es que los profesores de primaria se quejan de los maestros que enseñaron a sus alumnos en cursos anteriores, a su vez, en el siguiente nivel educativo, los maestros de secundaria se quejan de lo que hicieron los de primaria y así sucesivamente. Esto pone de manifiesto la falta de cohesión que repercute negativamente en las verdaderas víctimas de éste entramado.
¡Hablemos ahora de ellas!
2. DERECHO A LA EDUCACIÓN
Basándonos en el derecho de todos los niños/as a acceder al conocimiento, es obligatorio que el maestro descubra como son realmente sus alumnos. Debe sentir la responsabilidad y el interés en su trabajo diario, de tal forma que observe la evolución de sus alumnos, viendo así sus dificultades dentro del marco educativo y ayudándoles a superar dichas dificultades. De esta forma el maestro ayuda al crecimiento del alumno.
«…es mucho mas fiable la valoración que se hace después de observar como trabaja una persona durante un cierto tiempo, que si lo confiamos todo a un examen. El examen nunca dice la verdad de la persona examinada…» (Sebastián Gertrúdix).
El alumno es el verdadero protagonista y el maestro va a ser su ayudante, el que le guía para entender lo que se escapa de su conocimiento.
Hacemos al alumno un ser responsable que pueda enfrentarse al mundo real ayudándolos a pensar con inteligencia, por el contrario el Estado prefiere mantenerlos ocultos de la realidad, como si quisieran controlarlos y que no lleguen a tener ideas propias, que no sean críticos sino «corderitos».
«Todo el mundo tiene derecho a saber, el saber sirve para participar, y hay que participar para conseguir un mundo más justo«. (Gesualdi)
3. FRACASO ESCOLAR
Hoy en día es frecuente escuchar como aquellos alumnos con peores resultados académicos ven con ansia el momento de terminar sus estudios obligatorios. A estos alumnos nunca se les ha prestado la suficiente atención para que se interesen por algún conocimiento, provocando en ellos una falta de interés.
Por esto hoy aquellos que provienen de clases más desfavorecidas son los que a causa de la desmotivación generada por el propio desinterés de padres, alumnos e instituciones educativas están deseosos de abandonar el mundo educativo para incorporarse al laboral.
Generalmente, los jóvenes que abandonan el sistema educativo, proceden de clases trabajadoras con nivel medio-bajo, los cuales son socializados en sus familias basándose en unos valores, que al llegar a la escuela, se cuestionan o son totalmente distintos. Esto supone abandonar su cultura de origen y aquí ya observamos un enfrentamiento.
La escuela valora al alumno basándose en las actividades académicas, las infracciones de las normas y los problemas emocionales, valorando negativamente a las clases bajas y fomentando su exclusión. Se discrimina por la forma de vestir, de hablar, del corte de pelo, etc. según Cohen.
Los jóvenes perciben el rechazo hacia ellos por parte de la escuela, con lo cual éstos también la rechazan y provoca el llamado fracaso escolar.
No están dispuestos a sacrificar su presente por un futuro incierto, lo cual les lleva a la búsqueda de trabajo para ganar dinero de forma inmediata, ser más independientes, pagarse sus caprichos
Pero el problema se plantea cuando no se encuentra trabajo. Por esto, la escuela es importante, supone el p
aso de la juventud a la madurez y debe facilitar esa transición.
aso de la juventud a la madurez y debe facilitar esa transición.
La escuela obligatoria actual aparece como un mecanismo más, creador de desigualdades sociales, marcando el destino de los alumnos según si superan o no las pruebas establecidas por la enseñanza obligatoria.
Sin embargo, tiene la obligación de proporcionar las herramientas necesarias a sus alumnos para poder elegir su destino. Hay que romper con el clásico de seleccionar sin dar oportunidades, porque sino, los que tienen los medios al alcance de la mano tendrán mayores posibilidades de ser aceptados dentro de la sociedad (eligiendo su futuro sin restricciones), que los que no gozan de estas oportunidades, siguiendo enfrascados en las clases de las que proceden sus padres (rol de patriarcado).
CONCLUSIÓN
El éxito de la escuela obligatoria no está en el número de universitarios que produce, tampoco en la brillantez de los expedientes académicos, el fin último de la escuela obligatoria no es otro que conseguir ciudadanos soberanos de sí mismos, individuos con capacidad para entender lo que ocurre a su alrededor y para expresar sus opiniones frente a los demás.
La escuela es un sistema de aparente igualdad social dirigida por el Estado que obliga a todos los alumnos a superar pruebas del mismo estilo, sabiendo que no todos tienen la misma preparación, oportunidades o capacidad. Es el maestro el que tiene la responsabilidad de revelarse ante esto ya que es el encargado de enseñar, el que tiene un compromiso para con sus alumnos/as.
BIBLIOGRAFÍA
– Gertrúdix, Sebastián (2001): «Los deberes escolares». Aula Libre, Huesca, MRP Aula Libre, Nº 72, pág. 8.
– Gesualdi, Francesco (2000): «Saber solidario». Pedagogías del S.XX, Barcelona, Praxis, Nº 9, pág. 1 y 3.