Esta es mi aventura…..¡ Graduarse a los cuarenta y siete! Toda una ecuación de tres incógnitas.
Ya han pasado tres años. Tres años desde aquel día que entré en el aula por primera vez, presa de una emoción desmedida y vi a mis compañeros. ¡Madre mía, si pueden ser mis hijos! Fue el primer pensamiento que me vino a la cabeza. Chicos de apenas dieciocho años que me miraban, primero con desconfianza y, seguidamente con respeto. Pensaban que debía ser una de las profesoras. Cuando les decía que no, que era una alumna como ellos, la expresión de sus ojos era todo un caos. Me imagino que muchos pensarían ¿Qué hace aquí esta vieja?
Como todo ser humano en este tipo de situaciones, la defensa es la búsqueda de afinidades dentro del grupo y pude conectar con alguien, aunque un poco más joven, pero de mi generación.
¡Qué duro fue el primer año! Parecíamos dos mundos dentro de la misma clase. El nuestro y el de nuestros compañeros un cuarto de siglo más atrás. Fue duro. Tener que luchar para que me aceptaran mis compañeros, luchar con los estudios. La mente es una máquina que ha de estar perfectamente engrasada y la mía llevaba muchos años desentrenada y me costaba memorizar dos frases seguidas. La “inmersión digital”, yo no soy de los “nativos digitales” y, aunque en mi casa hay ordenadores de todo tipo, tamaño y color…..parecía como que me había matriculado en un curso de lenguas muertas cuando escuchaba términos como “ese tema está subido en Moodle” o “entra en Campus Virtual”, “en Facebook esta tal cosa” o, lo que a mi entender parecía Arameo…”entra en “Tuenti” y luego me cuentas”.
¿Moodle, Tuenti…? O Acadio o arameo, ¡sin duda!
¡Qué frustración!. Ver a mis jóvenes, pero grandes compañeros moverse con tanta soltura y determinación por ese mundo digital, y tener que poner cara de “Lo siento, soy del programa de intercambio de Filología mesopotámica”. Les preguntaba ¿Y….como me meto en esa página? Y me miraban sonriendo como diciendo “Pero bueno… ¿ésta de dónde ha salido?”. Aparte del temario propio del primer curso, tuve que aprender, además, a conocer y moverme como ellos en ese fascinante mundo digital. Yo, que como muchos, empleaba un Mac de 24” para el correo electrónico y para algún documento de Word….
Pero…aprendí. Aprendí a moverme en ese mundo digital como cualquiera de ellos y…¡Oh sorpresa! Me gustó. ¡Qué comodidad!, ¡Qué potencial!. Para mí, que en mis anteriores estudios todo había sido a base de lápiz, papel y goma de borrar, tener toda la información necesaria a golpe de ratón, me pareció en mejor invento del mundo, y no lo desaproveché.
Ya había conocido el primer término de la ecuación, mis compañeros, los alumnos. Si el segundo término era yo, otra alumna, me restaba conocer al tercer término de la ecuación: los profesores. Sin duda fue el segundo reto porque, ¡Vaya sorpresa!, algunos de ellos habían sido compañeros míos. Mª del Carmen Carpio, profesora de Psicología. Habíamos sido compañeras, pero compañeras de pupitre de cuando éramos muy pequeñas, de uniforme en un colegio de religiosas, de esos de “solo para niñas”. ¡Qué abrazo nos dimos!. O Javier Rodríguez Torres, otro compañero de mi etapa del Colegio Infantes. O Mª Ángeles, profesora de Matemáticas y Luis Rodríguez Bausá que, aunque no fueron compañeros míos, si eran de mi generación. Así podría seguir con todos, porque los que no habían sido compañeros míos, si eran de mi generación.
Este termino de la ecuación, los profesores, si bien inicialmente parecía que no debía suponer un problema como mis compañeros, rápidamente comprendí que se tornaba tan duro como el anterior. Es muy duro cambiar la mentalidad y saber mantenerse en esa delgada línea que separa la amistad del respeto hacia el profesor y saber mantenerme en ese rol de alumna, en el que ahora me encontraba, cuando estaba en sus clases o, simplemente por la Facultad.
Con mis profesores más veteranos, diré que la relación ha sido estupenda. No sé si será por la madurez y serenidad de los años, pero puedes ponerte en su lugar y comprender mejor sus actuaciones y sus motivaciones que cuando tienes veinte años.
He aprendido muchas cosas, no solo académicamente hablando, en donde he intentado empaparme de todo, sino también a nivel personal.
He sido capaz de resolver la ecuación. Compañeros, profesores, yo misma y el abismo generacional de fondo. He sido capaz de unir generaciones diferentes y convivir perfectamente con ellas y a caballo de ellas.
He podido conocer una nueva generación de chicos y chicas, con sus inquietudes, como las tuve yo cuando tenía su edad, sus problemas, sus deseos, sus frustraciones. Como perteneciente a toda generación, solía pensar “estas nuevas generaciones son peores que la nuestra”. Estaba equivocada y no me cuesta reconocerlo desde aquí. No hay generaciones mejores ni peores, simplemente hay momentos del tiempo que nos ha tocado vivir. Mejor preparados o peor preparados, mas desenvueltos o menos desenvueltos, más seguros o inseguros…no es culpa de la generación, sino del momento social, político y cultural en el que estemos inmersos.
Son estupendos. Con las mismas inquietudes de fondo que tenía yo y con los mismos problemas que a todos se nos plantea a esa edad.
Como podréis ver, ya me refiero a ellos en forma diferente. Estoy ante mi último año de carrera y, ya viendo la luz al final, me considero una compañera más. Me han aceptado y yo a ellos. Hemos compartido muchas alegrías, enfados y ratos muy buenos. ¡Hasta me he ido de copas con ellos!.
Con unos he tenido más relación que con otros, pero he intentado s
er cordial con todos y cada uno de ellos. Nunca olvidaré a Miguel Ángel, Natalia, Néstor, María, Aitor, Carmen, Lucia, Any, José amador, Iván, Juan Jesús, Nuria, Cristina, Pilar, Álvaro con quien tuve mi primer roce en un trabajo de grupo y…….. en fin, todos.
er cordial con todos y cada uno de ellos. Nunca olvidaré a Miguel Ángel, Natalia, Néstor, María, Aitor, Carmen, Lucia, Any, José amador, Iván, Juan Jesús, Nuria, Cristina, Pilar, Álvaro con quien tuve mi primer roce en un trabajo de grupo y…….. en fin, todos.
Como he dicho antes, he resuelto la ecuación. Pero había un parámetro oculto que quería dejar para el final y no es otro que las Nuevas Tecnologías y su profesor, Ricardo Fernández Muñoz. Ha sido capaz de abrir mis ojos a un mundo que yo desconocía y… ¡Qué mundo me estaba perdiendo!. Yo, que no sabía hacer un “powerpoint”. Con el he aprendido mucho, no solo a manejar herramientas o moverme por las redes sino que ha sido capaz de despertar en mi la curiosidad por las NNTT, por conocer que medios tengo a mi disposición y la forma de encarar la docencia con ellos y a través de ellos, a aunar tradición y modernidad en un solo discurso y a entender que la ciencia, que las innovaciones tecnológicas, que la Sociedad de la Información en que vivimos tienen un objetivo primordial. Estar al servicio del ser humano y ¿Quiénes mejor que nosotros para comenzar a aplicarlo y enseñarlo?. Muchas gracias Ricardo.
Ya en puertas de graduarme, he de hacer una reflexión. Ser maestra ¡Que carrera tan maravillosa!. Poder enseñar a niños, trabajar con ellos, volver a recordar la inocencia, la sinceridad, el amor verdadero, los juegos, las canciones, los disfraces…En la infancia es donde se genera y desarrolla la esencia del ser humano.
He aprendido a ser humilde, a saber ponerme en el lugar de otros, a convivir con una generación de la que disto un cuarto de siglo y mas, a relacionarme con mis profesores, a “exprimirles” para poder aprender más de ellos. He sacado todo lo bueno que de todos y cada uno de ellos se puede sacar. He exigido más conocimientos y experiencias.
Pero, he trabajado duro, me ha costado mucho porque, en mi caso, detrás de mí hay una familia, una hija maravillosa de 9 años y el mejor marido que se pueda tener, amigo, confidente y compañero. Sin ellos, sin su ayuda y su paciencia esto no hubiera sido posible.
¡Estudiar a los cuarenta y siete!. Que reto, que experiencia, que motivación, que ganas de darlo todo… es como empezar de nuevo…son esas ganas de comerte el mundo.
Graduarse a los cuarenta y siete. ¿Final o comienzo?. Es a mi entender un comienzo, sin duda. El comienzo de una nueva etapa mucho mejor, una etapa que, tras mi paso por la Universidad estos tres últimos años, me ha hecho crecer un poco más, ser “más persona” y aprender a ver el mundo también a través de los ojos de otros, ya sean alumnos, profesores o compañeros.
Gracias a todos porque todos formaréis siempre parte de mi, tanto personal como profesionalmente.
Eva Mª Orgaz Pérez
3º Educación Primaria. Promoción 2008-2011
Emotiva, tierna, conmovedora… historia que, como tú, yo también he vivido. Yo he cumplido 45 y he terminado mi doble titulación, así que … no puedo más que corroborar tus sinceras palabras y, por supuesto, darte la Enhorabuena. Saludos.
En fin… Una vez más, tengo la desgracia de tener que decir que: No me puedo quitar el sombrero porque se me ha volado mientras leía este artículo. La verdad que chapeau, tremendo el artículo. Gracias Eva por tu sinceridad, tu maestría, tu señoría… pero, sobre todo, por tu humanidad. Es un texto muy conmovedor, que me ha llegado a poner “el pelo” de punta.Gracias por revelar tu experiencia, gracias por contarnos como lo has vivido tú, porque creo que tu opinión era muy necesaria. Creo que lo importante es que tú te has podido sentir bien y cómoda, porque es fundamental.Gracias a tí, por supuesto, por compartir estos tres años, gracias por enseñarnos, por compartir tus experiencias, gracias por ayudarnos a madurar. Creo que si te diera las gracias por todo lo que has hecho no cabrían aquí.Enhorabuena por todo, y muchas gracias por todo.Besos.
Sabes Eva que yo no tengo el don de escribir.. Pero tu carta resumen estos 3 años que hemos vivido y que sin lugar a dudas la UCLM me ha aportado más cosas buenas que malas y entre esas buenas, unos compis que ha merecido la pena conocer hasta lo más profundo…Gracias por compartir el artículo y gracias por hacerme un huequito en vuestras vidas
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Gracias a tí por mostrarnos tantas cosas durante estos tres años, por aportarnos otra perspectiva del mundo, con más calma… con más serenidad… con más sabiduría… y con gran cariño. Creo que hablo en nombre de muchos de mi compañeros al decirte que para nosotros ha sido todo un honor compartir esta experiencia contigo, con Miguel Ángel y Juan Jesús… y que podéis estar seguros de que sin vosotros no hubiera sido igual. Habéis sido un gran ejemplo para mí en muchos aspectos, y desde luego, muestra de ilusión, coraje y entrega. Me siento muy halagada de formar parte de esas personas que nunca olvidarás, y te aseguro que en mí también estaréis todos vosotros. Te deseo todo lo mejor en esta nueva etapa que comenzamos y, en tu caso, doble etapa con tu marido y Alexia (ya sabes a lo que me refiero). Y espero que nos mantengamos en contacto, porque eres de esas personas que no es fácil encontrar. Un besazo Eva.