Características

Con el traslado a su nueva ubicación el conjunto del molino tuvo que sufrir varias transformaciones. Un importante cambio fue la necesidad de diseñar una nueva estructura de apoyo para las piedras. El apoyo del conjunto se hizo sobre una estructura metálica muy peculiar.

Vista lateral de la estructura de apoyo de las piedras
Vista lateral de la estructura de apoyo de las piedras

Aprovechando que la empresa Ferrera se dedicaba al transporte por carretera y por otro lado que el local era utilizado como taller mecánico de reparación de los camiones de transporte, se recurrió a reutilizar el chasis de un camión marca Saurer, modelo 5 BLD, del año 1.934.

Camión Saurer modelo 5BLD del año 1934
Camión Saurer modelo 5BLD del año 1934
Vista de la estructura metálica de apoyo del conjunto
Vista de la estructura metálica de apoyo del conjunto

Los dos perfiles del bastidor se corresponden con los del camión y se encontraban empotrados en el muro. A su vez constaba de un apoyo vertical en un lateral y otro soporte empotrado en la muralla de fachada. De este modo la estructura quedaba totalmente fijada y lista para ubicar sobre ella la piedra solera y el resto de elementos.

Vista lateral donde se aprecia el soporte empotrado en la muralla
Vista lateral donde se aprecia el soporte empotrado en la muralla

Pero no sólo fue necesario introducir esta modificación. La más importante y compleja fue la necesidad de transmitir el movimiento circular que generaba el motor eléctrico al eje vertical que se encargaba del giro de la piedra volandera.

Sistema de transmisión del movimiento al eje vertical.
Sistema de transmisión del movimiento al eje vertical.

El tambor del motor eléctrico tenía a su alrededor una cinta de cuero que en su otro lado estaba arrollada al volante de inercia. Este volante de inercia en realidad era la rueda de cazoletas que estaba en su ubicación original y que formaba parte del eje vertical, generando el movimiento al impactar sobre los álabes el flujo de agua del caz.

Volante de inercia y eje horizontal. Foto tomada en su traslado a la EIMIA
Volante de inercia y eje horizontal. Foto tomada en su traslado a la EIMIA
Motor eléctrico del molino. Foto tomada en el almacén de la EIMIA antes de su montaje.
Motor eléctrico del molino. Foto tomada en el almacén de la EIMIA antes de su montaje.

El giro del motor eléctrico transmitía el movimiento al eje de acero horizontal que parte del volante de inercia.

Volante de inercia en el que se aprecia la correo de cuero.
Volante de inercia en el que se aprecia la correa de cuero ya sin tensar y arrollar alrededor del volante..

Este a su vez traslada el giro del eje horizontal al eje vertical mediante dos engranajes en ángulo recto. El primero de ellos de acero, como el eje, el segundo estaba formado por cuñas de madera.

Vista frontal del eje horizontal durante su desmontaje.
Vista frontal del eje horizontal durante su desmontaje.
Eje horizontal y vertical durante el desmontaje.
Eje horizontal y vertical durante el desmontaje.

 Sobre el chasis metálico se ubicó la piedra solera, aprovechando los elementos del bastidor para situar los apoyos de la piedra.

Vista del chasis por su parte inferior donde se pueden ver los elementos de apoyo.
Vista del chasis por su parte inferior donde se pueden ver los elementos de apoyo. Foto tomada en su ubicación en el almacén de la EIMIA.
Detalle del apoyo de la piedra solera sobre el bastidor
Detalle del apoyo de la piedra solera sobre el bastidor

Sobre toda esta estructura estaba montado el resto de las piezas del molino, que son exactamente iguales a las de su pareja en el Molino de la Dehesa.

Piezas de la parte superior del molino en su estado cuando fue desmontado.
Piezas de la parte superior del molino en su estado cuando fue desmontado.

Cuando se concluyó el montaje de este molino, movido por energía eléctrica en Almadén, fue el primer con esta fuente de energía que existió en la localidad, dedicándose prácticamente a la molienda de cereales para pienso, aunque también existió otro molino en la localidad conocido como el molino «del Quintanar», si bien este último estaba movido por un motor a vapor.

Su puesta en marcha atrajo una gran afluencia de clientes desde el mismo momento de su instalación y podemos considerar, visto desde la lejanía, que este era un buen negocio, por lo que, años después, otro vecino de la localidad, Don Daniel Ocaña, procedió a construir un molino mucho más moderno y hacer así la competencia a este histórico molino, que a su vez había desbancado al molino “del Quintanar”.

Muchos de los molinos existentes en Almadén estuvieron en uso hasta mediados de los años 70, que debido a su baja rentabilidad fueron quedando en el olvido y todo ello, también por la comercialización de los denominados “piensos compuestos” que fueron reemplazando a aquellos otros piensos que históricamente se habían realizado en los mismos, si bien el cierre del molino de los Ferrera, no obedeció exactamente a esas razones.