A finales de los años 40 del siglo XX se producen dos circunstancias que cambiaron la vida del molino de la Dehesa. Por un lado la energía eléctrica llega a Almadén y por otro debido a la distancia a la ciudad, se produce una disminución de su actividad.
D. Jerónimo Ferrera Donaire, su entonces propietario, en común acuerdo con su hermano D. Julián Ferrera Donaire deciden trasladar uno de los dos conjuntos de molienda a la localidad de Almadén.
Como ubicación se elige el local / sótano situado en la Plaza del Corcho, o «puerta falsa» de la vivienda que se encontraba en la entonces Plaza del General Mola, 5 (actualmente Pza. Manuel Meca, 5).
Esta finca urbana era propiedad de Don Julián Ferrera Donaire, hermano de Don Jerónimo. El bajo estaba destinado por entonces a taller mecánico y garaje de los vehículos de transporte de la familia Ferrera, como continuadora de la labor de su padre su padre Don Silvestre Ferrera. Posteriormente, Don Jerónimo cedió en propiedad el molino a su hermano.
La finca data de principios del siglo XX, y estaba ubicada frente a la Real Cárcel de Forzados de Almadén. Fue construida por Don Silvestre Ferrera, que en aquellos tiempos era transportista de la mina con carretas de bueyes, siendo la primera edificación que se llevó a cabo en dicha zona.
El edificio inicialmente fue destinado a bodega y taberna y con el paso del tiempo se dividió en dos viviendas, una de ellas para Don Julián Ferrera Donaire y la otra para su hermano Don Bonifacio Ferrera Donaire, toda vez que ambos habían contraído matrimonio.
Tras el fallecimiento de D. Julián Ferrera en 1974 y ante la extensión del uso de los piensos compuestos, la fabricación del pan con harinas procedentes de fábricas industriales, la disminución de demanda de molienda llevó a que finalmente los familiares optaron por cerrar el último molino harinero de Almadén.