Open Data y la ilusión de transparencia: cuando los datos abren puertas… pero cerradas


España ocupa el puesto 42° en el Open Data Index 2025, por detrás de Rumanía y México. Esta paradoja —un país pionero en legislación con la Ley 37/2007 pero rezagado en impacto social— revela el núcleo de un problema mayor: la falacia de equiparar acceso a datos con empoderamiento ciudadano. Como documentaron Rivas, Cisneros y Gértrudix (2014), «los datos públicos deben reducir brechas digitales e impulsar inclusión» (p. 64). Sin embargo, la reciente crisis hídrica del Segura demuestra que disponer de información no garantiza influir en las decisiones. Cuando los agricultores de Alicante intentaron usar los datos abiertos de la Confederación Hidrográfica para negociar restricciones, encontraron archivos ininteligibles en formato .shp. ¿Por qué el open data sigue siendo un club exclusivo?


La brecha hermenéutica: cuando los datos hablan en clave

El proyecto europeo DataCitizen 2025 ha identificado un fenómeno decisivo: la «brecha hermenéutica». Mientras el 88% de los portales públicos españoles cumplen con publicar datos en formatos abiertos, solo el 12% incluye metadatos pedagógicos (glosarios, tutoriales, casos de uso). Esta carencia convierte la transparencia en un ejercicio de prestidigitación: se muestra la información pero se ocultan las claves para interpretarla.

Cisneros Britto ya alertó sobre este riesgo en su análisis de la comunicación cuantitativa:

«El dato desnudo de contexto genera una ilusión de objetividad que enmascara relaciones de poder».

El caso del portal Alicante Abierto es emblemático: publica 152 conjuntos de datos sobre sequía, pero el 67% usa terminología técnica —evapotranspiración potencialcoeficiente de cultivo— sin explicación accesible.

Esta barrera epistemológica afecta desproporcionadamente a comunidades vulnerables. El estudio del INE «Usuarios de Open Data 2025» muestra que el 81% de los consultores habituales son varones con estudios superiores en STEM. Las mujeres rurales mayores de 65 años —grupo más afectado por cortes de agua en la Vega Baja— representan solo el 0,3%. Como señala Cisneros, «la asimetría en capital cultural reproduce exclusiones bajo apariencia de apertura». El open data sin mediación no democratiza: estratifica.


Datos Para Todos: la traducción como acto político

Frente a este escenario, el proyecto andaluz Datos Para Todos (DPT) encarna un modelo alternativo. Desarrollado por la Universidad de Córdoba y la asociación jornalera SOC-SAT, convierte datos técnicos en narrativas audiovisuales co-creadas. El proceso, documentado en el informe Open Data con Acento (2025), sigue cuatro fases:

  1. Talleres de inmersión: hidrólogos explican conceptos básicos a comunidades.
  2. Mapeo de necesidades: los usuarios priorizan qué datos necesitan (ej: pozos ilegales vs. predicciones oficiales).
  3. Traducción multimodal: artistas locales convierten tablas en cómics, mapas sonoros, etc.
  4. Incubación de soluciones: abogados ayudan a usar datos en reclamaciones.

Los resultados son reveladores: en Palma del Río, los datos sobre concesiones hídricas se transformaron en una «radionovela del agua» emitida por la emisora local. Tres meses después, el 62% de los oyentes participaron en una auditoría ciudadana que identificó 12 pozos ilegales.

Este ejercicio de traducción intersemiótica materializa lo que Cisneros denominó «democracia deliberativa basada en la apropiación cognitiva». No se trata solo de acceder a datos, sino de reescribirlos colectivamente.


La mediación etnográfica: propuesta desde el legado cisneriano

La lección de DPT es clara: sin procesos de mediación, el open data profundiza desigualdades. ¿Cómo institucionalizar esta práctica? Cisneros ofrece una pista en su trabajo sobre políticas hídricas: la etnografía aplicada como puente entre sistemas expertos y saberes locales. En su investigación doctoral (2007) demostró cómo funcionarios y regantes construyeron soluciones viables cuando un antropólogo tradujo jerga técnica a experiencias vividas.

Aplicado al contexto actual, propongo incorporar etnógrafos digitales en ayuntamientos y confederaciones hidrográficas. Su rol:

  • Mapear necesidades interpretativas mediante grupos focales.
  • Codiseñar interfaces accesibles (ej: sustituir dashboards por historias interactivas).
  • Facilitar diálogos entre técnicos y ciudadanos usando métodos cualitativos.

Como señala Cisneros,

«la comprensión emerge de la negociación constante de significados, no de la imposición de formatos».

En tiempos de sequía extrema, esta mediación podría transformar datos en diálogo.


Conclusión: de la transparencia ilusoria a la justicia epistémica

El open data ha fracasado como herramienta de empoderamiento no por falta de datos, sino por exceso de tecnicismo y ausencia de pedagogía. Para revertir esta situación, debemos aplicar la lección central de Cisneros:

«La información solo se hace poder cuando se traduce en acción colectiva inteligible».

La propuesta de incorporar etnógrafos digitales en instituciones públicas —formados en investigación-acción participativa— podría convertir portales opacos en espacios de co-creación. Tras dieciocho años de la Ley 37/2007, es hora de entender que publicar un .csv no es transparencia: es el primer paso de un proceso hermenéutico que debe culminar en justicia epistémica.

Los agricultores de Alicante no necesitan más datos; necesitan llaves para interpretarlos.


¿Crees que la mediación etnográfica puede reducir la brecha hermenéutica en tu comunidad? Te invito a compartir experiencias o críticas en los comentarios.


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