Cómo citar correctamente

1 septiembre 2021

Remo Fernández-Carro

Citar correctamente significa que haremos que el lector sepa de dónde hemos sacamos la idea, el dato o la información con la que estamos trabajando o que escribimos en un texto. Citamos correctamente cuando hacemos referencia a esos trabajos y los anotamos en una bibliografía. De lo que se trata, al final, es de que quien lea nuestro trabajo pueda encontrar el dato o el texto que estamos citando, si quiere hacerlo.

¿Cuando debemos citar?

No citamos todo, porque no tenemos espacio: los editores de libros y de revistas nos lo regatean. No necesitamos hacer una referencia de una idea común, como que Groenlandia está en el Norte del Atlántico. No necesito decir cómo sé que Leo Messi es argentino. Los físicos no necesitan poner la referencia del artículo sobre la Teoría de la Relatividad en Sentido Restringido de Einstein porque todos saben cuál es. De hecho, no lo citan casi nunca porque queda pedante (y aun así es el artículo más citado de la historia, Einstein 1905). Tampoco se citan las entradas de diccionarios, porque queda muy pedante.(1) Ni se citan los libros de texto, o muy rara vez (pero si lo usamos directamente, debemos citarlo).

Lo que citamos, a lo que hacemos referencia y lo que incluimos en la bibliografía son las fuentes, publicadas o sin publicar, más directamente relacionadas con lo que estamos escribiendo. Hay muchas: libros o capítulos de libros, artículos de revistas científicas, páginas Web en todo o en parte, artículos de prensa, documentos en archivos, tesis doctorales o tesinas, documentos en bases de datos electrónicas, documentos en bases de datos online, cartas, e-mails y muchos otros documentos.

¿Cómo citamos correctamente?

Citar puede ser difícil porque hay muchísimas fuentes científicas. Afortunadamente esas fuentes nos ayudan a citarlas porque les interesa ser bien citadas. Además, esto se viene haciendo desde hace mucho tiempo y los académicos ya se han buscado sus mañas. Las publicaciones académicas están llenas de “marcas”. Esas “marcas” y “mañas” que utilizamos para hacer citas, referencias y bibliografías nos ahorran tiempo y se lo ahorran a quienes nos leen.

Cuando escribimos algo que estamos tomando de otro autor lo anotamos en el texto, en una nota a pie de página o bien entre paréntesis en el mismo párrafo. Voy a usar unos cuantos ejemplos del libro de Sociología de la Educación de Xavier Bonal, que tengo a mano (Bonal, 1998).  [¿Lo veis? Lo acabo de hacer: he citado el libro de Bonal en el mismo párrafo]. Lo que se suele poner es el nombre del autor y el año de publicación. Si quiero ser más preciso, pongo la página en que he encontrado la información. Vamos a ver cómo lo hace Bonal (ahora no os preocupéis de lo que cuenta, sino de cómo cita sus fuentes):(2)

Bernstein presenta los códigos integrados como potencialmente emancipadores, puesto que proporcionan autonomía y capacidad de crítica al individuo. «El control interpersonal de los códigos integrados en oposición al control interposicional puede general una forma de socialización intrusa y penetrante, bajo condiciones de ambigüedad en el sistema de creencias y en el orden moral» (Bernstein, 1985b, pág. 69). Sin embargo, el discurso de neutralidad pedagógica que sustenta a la pedagogía invisible es expresión de las relaciones de poder en el campo del control simbólico y del dominio de las nuevas clases medias. Este discurso pedagógico presenta al individuo al margen de los condicionamientos y diferencias sociales y culturales, cuando en realidad ofrece un modelo de socialización próximo al de una clase social determinada. Varela (1991) ha recogido esta argumentación en su crítica al modelo educativo de la LOGSE, al señalar la flexibilidad curricular y pedagógica como favorecedoras del tipo de socialización familiar de las nuevas clases medias, en las que se fomenta la iniciativa y la originalidad personal.

Vemos por un lado que Bonal explica lo que cuenta Bernstein. Para que quede más claro, cita literalmente un texto suyo (lo he puesto en color) y nos dice exactamente de dónde lo ha sacado: de la página 69 de la traducción de un artículo publicado en 1985 (que está en la bibliografía del libro de Bonal, en la página 208). Para no confundirlo con otro trabajo de Bernstein publicado también en 1985, Bonal los distingue con letras del alfabeto: “1985b”. Imaginemos que me interesa esa afirmación de Bernstein, porque me parece genial o porque no me creo que la escribiera en ese contexto. Me puedo ir a la biblioteca y buscar el volumen 15 de la Revista Colombiana de Educación y en su página 69 lo tengo.(3)

Un poco más abajo vemos que Bonal cita a un tal Varela. En la bibliografía encontramos tres referencias. La que buscamos es de 1991, un artículo titulado “El triunfo de las pedagogías psicológicas”. Si lo buscamos en el volumen 198 de la revista Cuadernos de Pedagogía, lo encontraremos.(4) Fijaos que no hace ninguna cita literal del trabajo de Varela, y sin embargo hace referencia a él y lo añade en la bibliografía. No es necesario que hagamos una cita literal: siempre que usemos una idea que hemos tomado de otro autor debemos citarlo, hacer la referencia y ponerlo en la bibliografía (o en una nota a pie de página o en una nota al final del texto).

Fijaos también que nombra una ley importante, la LOGSE, pero que no hace la cita ni escribe la referencia. Ni siquiera la cita por su nombre (“Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo”) como haría un estudiante de Derecho. ¿Por qué? Es que todo el mundo la conoce, es conocimiento común. Y además no es de lo que quiere hablar en su texto. Recordad: no todo se cita ni se pone en la bibliografía siempre. Pero ante la duda, ponlo: que nadie piense que estás haciendo trampa.

En resumen. Si citamos una idea ajena tenemos que citar a su autor. Decimos quién es y en qué libro o artículo lo escribió, y si queremos ser más precisos, en qué página. Podemos hacerlo de dos formas: ponerlo entre paréntesis en el texto de forma resumida (apellido, año del publicación, página) o ponerlo en una nota a pie de página o al final. Si lo que citamos es literal tenemos que señalarlo siempre: o bien lo ponemos entre comillas, como hace Bonal, o bien lo ponemos en un párrafo aparte como he hecho yo, de modo que quede claro que son las palabras del autor (aumentando los márgenes, por ejemplo).

En la bibliografía tenemos que poner esas “marcas” que sirven para encontrar las fuentes originales. ¿Cuáles son? Si miráis la bibliografía de un libro académico cualquiera veréis las que se suelen usar. La primera, claro, el nombre del autor o los autores. A veces también del compilador o el editor del libro. Se suele poner el apellido y luego el nombre. La segunda “marca” es el año en que se publicó. No hace falta que sea la edición original, sólo la que estamos citando. El título del texto es la más importante. Si es un capítulo de un libro, citamos el título del capítulo y el del libro completo. Si es un artículo de revista científica tenemos que anotar el título de ese artículo y el nombre de la revista, pero también el volumen y el fascículo o número en que se suelen dividir los volúmenes de esas revistas. Si es un artículo (o un capítulo de libro) apuntamos también la página inicial y final.

Siempre es así. Lo que puede cambiar es el orden en que se pone, o si escribimos cada cosa entre paréntesis o no, o si lo separamos con puntos o con comas o con dos puntos. Esto es lo que llamamos estilos de citas. Hay muchísimos estilos diferentes, a cada cual más complicado. Lo bueno es que no hace falta saberlos: no podríamos. Siempre podemos encontrar una guía en que nos digan cómo hacer citas en un estilo determinado. En Internet hay muchas. Hoy en día todo el mundo usa programas informáticos que formatean las bibliografías automáticamente, y todos los usamos.(5)

En todo caso, para vuestros trabajos o para entregar a los profesores conviene conocer al menos uno de esos estilos, aprender a usarlo y hacerlo siempre. En otro texto os explico cómo hacer citas, referencias y bibliografías de acuerdo con el estilo Turabian o APA. ¿Por qué este? Porque es el más común en libros y revistas de disciplinas de humanidades, como la vuestra. Luego cada editorial y cada revista tiene los suyos.  🙁  Pero este es el más común.

Referencias:
Bonal, X. (1998). Sociología de la educación. Una aproximación crítica a las corrientes contemporáneas. Paidós.

Einstein, A. (1905). Zur Elektrodynamik bewegter Körper. Annalen der Physik und Chemie, 17: 891–921.

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(1) Pedante.- (Del it. pedante). 1. adj. Dicho de una persona: Engreída y que hace inoportuno y vano alarde de erudición, téngala o no en realidad. U. t. c. s.  2. m. desus. Maestro que enseñaba a los niños la gramática yendo a las casas. Diccionario de la Real Academia Española, avance de la 23ª Edición. http://buscon.rae.es/draeI/ (consultado el 7 de abril de 2010).

Esta, por ejemplo, es una cita pedante (e innecesaria), aunque en la universidad española esto se hace muy a menudo.

(2) Bonal (1998, 94-95).

(3) Si resulta que esa revista en concreto no está en la biblioteca, los bibliotecarios pueden pedirla a una que la tenga (son buena gente y además se dedican a ello); con los datos completos me pueden copiar exactamente el artículo que quiero leer y enviármelo en lugar de mandarme el original completo. Hoy día todo eso se hace por Internet y casi todas las revistas científicas —y todas las importantes— tienen una versión en formato digital. Hay muchas bases de datos bibliográficas pagadas por las bibliotecas universitarias —son muy caras— y que contienen esas revistas.

(4) Bonal no es un buen ejemplo aquí, porque se olvida de decirnos en qué páginas están las referencias que pone. Eso hace más difícil encontrar los trabajos que cita.

(5) Yo uso uno muy común, EndNote, pero es caro. Antes usaba uno muy antiguo, Library Master.
Tenéis una versión de EndNote algo más sencilla, gratuita, por ser alumnos de la universidad (preguntad en la Biblioteca).