La vida como espectáculo que el pintor cuidadosamente recoge en las páginas de diario. Lo más doloroso, filtrado por la ironía del escriba, se convierte en objeto de de placer estético. Lo más ridículo, tratado con la humildad de quien reconoce su propia precariedad, conduce a la reflexión dolorosa. El arte kleeiano es un arte sabio: su sabiduría radica en el reconocimiento de los límites, pero también en la conciencia de que la insuperabilidad de tales límites reside en nuestra incapacidad de inventar otros nuevos y contenernos en ellos. La práctica del formato reducido, la utilización de soportes pobres son parte de un intento por constreñir la creación a otras pautas, por traducir a otros procedimientos la creación, buscando en el momento mismo de la traducción las huellas de lo otro.
Publicado en Arc Voltaic nº 19 (1992/I), Barcelona, pags. 31-32.
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