Conferencia presentada en el Seminario Internacional Coleccionar el presente. Museo Reina Sofía. 22 y 23 de septiembre de 2022.
Hay hechos artísticos que nos marcan, del mismo modo que nos marcan los acontecimientos históricos. Esas experiencias, cuando son colectivas, pueden ser en sí mismas acontecimientos y, en cuanto acontecimientos, perviven en la memoria de quienes participaron y fueron testigos, pero también de quienes de un modo u otro se sintieron afectados en la distancia o en el tiempo por ellas, aunque no pudieran estar ahí. Ésta es precisamente la virtud del acontecimiento: que puede afectar más allá del presente de su realización, y retornar para continuar afectando en lugares lejanos a aquel donde aconteció. Por ello tenemos memoria de lo que no pudimos ver.
Claro que no siempre los acontecimientos persisten en lo visible: muchos son deliberadamente invisibilizados, silenciados, olvidados. Esos acontecimientos reclaman su acceso a la visibilidad para engendrar nuevas memorias de aquello que no vimos porque nos impidieron verlo.
La memoria no es solo una relación con el pasado, es una condición del presente, determina nuestro hacer, nuestro pensar, nuestro modo de estar en el mundo. Pero la memoria puede habitar en el cuerpo, como marca, como gesto o como saber, tanto como en la imaginación o en el pensamiento abstracto. Restaurar parcialmente la dimensión sensible de un acontecimiento permite una relación corporal con lo que de otro modo queda limitado al ámbito de la imaginación. Lo sensible no necesariamente es plástico, ni es contrario a la abstracción, ni prohíbe la imaginación, al contrario, muchas veces la convoca, pero siempre desde un afecto concreto.
Ver vídeo. (Por limitaciones de tiempo, durante el seminario no se pudo presentar la totalidad de la conferencia)