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No hay más poesía que la acción (2013)

Seminario Internacional: No hay más poesía que la acción. Teatralidades Disidentes.

Museo Reina Sofía. 12-13 de abril de 2013.

Participan: Rolf Abderhalden, Rabih Mroué, Héctor Bourges, Adrian Heathfield, Maaike Bleeker, Adrian Heathfield, José A. Sánchez, Leire Vergara, Fernando Quesada, Jordi Claramente, Simon Bayly, Maaike Bleeker, Adrian Heathfield, Ana Vujanovic, Esther Belvís, Victoria Pérez Royo

El giro en los acontecimientos de años recientes ha devuelto al espacio público su rol como lugar privilegiado de manifestación de la comunidad. Este seminario propone indagar en el uso de gestos, comportamientos y actuaciones “teatrales” en el espacio social para manifestar desacuerdos y disidencias, así como estudiar el modo en que el arte contemporáneo y, en concreto, el teatro han asumido y dialogado con estas teatralidades no artísticas.

La posibilidad de un arte efectivo en la esfera pública, defiende este seminario, pasa por el reconocimiento de lo artístico y lo poético en las acciones “reales”. Expresando esta necesidad, al final de Poeta delle ceneri (1966-67), Pier Paolo Pasolini escribía, «las acciones de la vida sólo serán comunicadas, y serán ellas la poesía, pues, te repito, no hay más poesía que la acción real«. Desde tal perspectiva, aún hoy relevante, esto implica el reconocimiento de una poesía, un arte o un cine que sigan siendo autónomos, pero que hablen la misma “lengua” de la realidad.

No hay más poesía que la acción propone compartir una reflexión desde la práctica artística (Rabih Mroué, Rolf Abderhalden y Héctor Bourges), así como desde la investigación (Maaike Bleeker, Adrian Heathfield, Simon Bayly, Leire Vergara, Jordi Claramonte y Ana Vujanović), en torno a la especificidad de las formas escénicas contemporáneas, las cuestiones que plantean y las herramientas teóricas de las que se dispone para pensarlas.

2013. Folleto no_hay_mas_poesia_que_la_accion_web

Publicación: José A. Sánchez y Esther Belvis (eds.), No hay más poesía que la acción, Paso de Gato, México, 2015.

Ver también: Teatralidad y disidencia (2015)

Jerusalem Show: On/Off Language (2011)

24/10 – 2/11/2011

Curated by / Comisariado por: Lara Khaldi y José A. Sánchez

Conceived and directed by Jack Persekian and Al Ma’mal Foundation for Contemporary Art, the Jerusalem Show is an annual art and cultural event in the old city of Jerusalem. This year’s programme, titled “on/off Language”, included a curated programme of performances, exhibitions, talks and workshops at a number of venues in the old city and Salah el din area, as well as events in Ramallah.

Concebido y dirigido por Jack Persekian y Al Ma’mal Foundation for Contemporary Art, el Jerusalem Show es un evento anual que en 2011 alcanzó su quinta edición. Como cada año, la ciudad vieja y la zona de Salah-ed-Din fue ocupada durante diez días con exposiciones, instalaciones, proyecciones, charlas, acciones y actuaciones. El tema de este año fue “On/Off Language”. Del 24 de octubre al 2 de noviembre, artistas e intelectuales  palestinos e internacionales tuvieron oportunidad de presentar y discutir sus propuestas en las ciudades de Jerusalén y Ramala.

Curator’s text. On/Off Language (2011)

Events Program

Other texts in english:

Language and checkpoints (2011)

Language, revolution, conversation (2011)

Language manifestation action (2011)

Parataxis 2.0 (2011)

Otros textos en español:

Primavera en Jerusalén (2011)

Cuerpo, memoria y lenguaje (2012)

Cuerpo, memoria, lenguaje (2012)

Algunas reflexiones a propósito de un proyecto multidisciplinar en Jerusalén.

En enero de 2011 fui invitado por la fundación Al Ma’mal para participar como comisario en la nueva edición del Jerusalem Show, que habría de celebrarse a final de octubre de ese mismo año. La invitación me la envió la artista Jumana Emil Abboud, en nombre del director de la fundación, el comisario Jack Persekian. Me proponían trabajar junto a Lara Khaldi, comisaria palestina por entonces residente en Omán, en el diseño de un programa de diez días consistente en exposiciones, instalaciones y actuaciones en diferentes localizaciones de la ciudad. Al Ma’mal es una fundación independiente creada en 1998 cuyo objetivo es la promoción del arte contemporáneo en Jerusalén y la creación de un tejido artístico en los fragmentados territorios palestinos. Al Ma’mal continúa la tarea iniciada por Jack Persekian en la galería Annadiel, que desde 1992 presentó en Jerusalén a los artistas de la diáspora palestina y abrió un espacio para el arte en una ciudad por definición (“santa”, “eterna”) hostil a lo contemporáneo.

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Publicado en la revista A[l]berto, nº 2 (Sao Paulo, Brasil, 2012), pp. 97-106. ISSN 2237-2938

 

Dramaturgia en el campo expandido

Publicado en   Repensar la dramaturgia: errancia y transformación / Rethinking dramaturgo: errancy and transformation, CENDEAC-Centro Párraga, Murcia.

«La vigencia de las artes escénicas en cuanto medio tiene que ver con su resistencia a la textualidad y, paradójicamente, a la fijación de la representación. A diferencia de lo que ocurre con la literatura y el cine, las prácticas escénicas no pueden ser convertidas en textos. De ahí la imposibilidad de documentarlas. De ahí la frustración de la semiótica en su aproximación a lo escénico. De ahí también el interés de su estudio para abordar nuevos fenómenos de comunicación y creación derivados de la red y la implementación de las tecnologías digitales en el ámbito artístico.

Al hablar de dramaturgia y no de texto podemos pensar en un espacio intermedio entre los tres factores que componen el fenómeno escénico: el teatro, la actuación y el drama. El teatro es el lugar del espectador  (espacio social o de representación); la actuación (performance), el lugar de los actores (espacio expresivo o de dinamizacion); el drama es el lugar de la acción, codificable o no en un texto (espacio formal o de construcción). Y podríamos entonces descubrir cómo en distintas épocas y en diferentes perspectivas desde cada uno de esos lugares se ha sometido a crítica y transformación a los otros. Y podríamos entender también que la dramaturgia es un lugar que está en el medio de esos tres lugares y por tanto también en ningún lugar. Es un espacio de mediación.

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Sobre el libro

Autores: Antônio Araújo, Mario Bellatin, Pablo Caruana, Juan Domínguez, Óscar Cornago, Adrian Heathfield, Hans-Thies Lehman, André Lepecki, Angélica Liddell, Bonnie Marranca, Quim Pujol, José A. Sánchez. Editores: Amparo Écija, Manuel Bellisco, María José Cifuentes / ARTEA. Publicado por Centro Párraga / CENDEAC, 2011

«Podemos pensar que la dramaturgia ocupa un espacio intermedio entre los tres factores que componen el fenómeno escénico: el teatro, la actuación y el drama. Y podríamos entonces descubrir cómo en distintas épocas y en diferentes contextos, desde cada uno de esos lugares se ha sometido a crítica y transformación a los otros. La dramaturgia se constituye como un lugar de mediación. Al definir dramaturgia de esta manera podría parecer que estamos reinventando algo muy antiguo. Y en cierto modo así es. Pero las redefiniciones tienen también la función de abrir nuevos espacios para la acción y la reflexión sin por ello prescindir de una densa red de memorias y mediaciones. En la presente obra se recogen las diferentes propuestas que en torno a la dramaturgia hicieron  artistas y teóricos de las artes escénicas durante el Seminario Internacional sobre Nuevas Dramaturgias celebrado en Murcia en noviembre de 2009.»

Teatralidad y configuración de la identidad en la práctica artística y social de Andrés Pérez Araya (2010)

Trabajo de investigación realizado por Ana Harcha Cortés

Ana ha concluido su investigación sobre la obra teatral de Andrés Pérez Araya. “Teatral”  en un sentido amplio, porque Pérez no solo produjo teatro, sino que también usó el teatro para hacer pública su identidad y para invitar a otros a unirse a él en diferentes iniciativas con las que pretendía intervenir lúdicamente en el nuevo contexto político de la transición democrática en Chile. El teatro fue un medio para celebrar la conquista de la libertad, para participar activamente en la recuperación del espacio público y de la esfera pública y para mostrar la complejidad de la identidad chilena, que la dictadura de Pinochet y el consiguiente neoliberalismo trataron de borrar.

En cuanto joven actriz y dramaturga, Ana Harcha pudo asistir a alguna de las representaciones tardías de obras de Pérez, pero a ella le interesó especialmente el trabajo que había hecho en la calle a principios de los ochenta, cuando la autora era apenas una niña. Pérez era bien conocido por su paso por el Théâtre du Soleil y colaboración como actor con Ariane Mnouchkine y Helène Cixous en L’indiade (1987), en la que interpretó el papel de Gandhi, así como por su trabajo como director con el Gran Circo Teatro, una de cuyas obras más celebradas fue La Negra Ester (1988). Lo que muy pocos conocían fuera de Santiago, y muy pocos consideraban una actividad artística en Santiago, es lo que podríamos considerr su activismo social: las actuaciones de travestismo, las fiestas Spandex, el ritual de la purificación del Estadio Chile, sus tentativas para organizar un teatro popular en las bodegas Matucana, o incluso la celebración pública de su propio funeral.

En su obra, Ana Harcha pone en paralelo biografía e historia, análisis y reconstrucción de la representación (con descripciones detalladas e interpretaciones de La negra Ester y del Canto libre: hagamos brotar el momento, 1991) y despliega un amplio abanico de herramientas conceptuales para comprender la obra estética y vital más evasiva de Andrés Pérez: sus prácticas de travestismo y celebración. Las producciones y las prácticas teatrales, pero también la vida misma de Andrés Pérez se convierten en caso de estudio para investigar la teatralidad de la sociedad chilena del momento en diferentes niveles, las tentativas de construir una nueva cultura y un nuevo sistema político, aún bajo la vigilancia y la herencia de quienes habían sido agentes de la dictadura, pero también de proponer identidades alternativas.

Situando su trabajo en el ámbito de los Estudios Culturales, Ana Harcha descubrió nuevas potencialidades en un tema que al principio estaba solo relacionado a un interés personal, artístico y dramatúrgico. Descubrió problemas relacionados con la memoria y la sociedad de una época, cargada de esperanza y alegría, pero también de resistencias y contradicciones, que aún afectan al presente. Buscando la forma, encontró la experiencia. Tratando de reconstruir lo que ocurrió, encontró personas, testigos, amigos y amantes de Pérez. Sólo dejándose implicar en la red afectiva que fue capaz de reconfigurar consiguió realizar su trabajo histórico. Y al final entendió por qué el funeral de Andrés Pérez se convirtió en una fiesta. Pérez dio amor y la gente lo quiso. Y cuando Ana trató de contar su historia, quienes habían estado próximos a él la quisieron también a ella. Un hombre que fue capaz de producir amor y cariño después de su propia muerte es alguien a quien se puede considerar un Cristo, un Cristo homosexual e intranscendente, un hombre de teatro en todos los sentidos de la palabra, y un hombre cuya vida y obra permite también releer un capítulo de la historia contemporánea de Chile desde uno de sus interiores.

 

**Ana Harcha presentó este trabajo como tesis doctoral el lunes 29 de noviembre de 2010 en la Universidad de Valencia. Durante los tres últimos años la he acompañado en este proceso como director de investigación. Ella me lo ha agradecido en una dedicatoria que excede lo académico. Yo le dedico esta página a un trabajo que merece reconocimiento y difusión.

Arte es acción = Acción es producción (2010)

Comisariado en colaboración con Tamara Alegre
Proyecto para Tabacalera-Madrid. Ministerio de Cultura. 25-31 Octubre 2010

En su tercera edición, “Arte es acción”, después de haber intentado habitar un museo y ocupar un teatro, se traslada a una antigua fábrica, en el centro de Madrid. La itinerancia de esta muestra en los últimos años es sintomática de la difícil ocupación de las prácticas artísticas que intenta hacer públicas: son contradictorias con el principio conservacionista de los museos, pero también con el espectacular de los teatros. Quizá una antigua fábrica, aún no sometida a la asepsia ni a la amnesia, pueda constituir un lugar más adecuado.

“Arte es acción” es un proyecto promovido por el Ministerio de Cultura cuyo objetivo es presentar la obra de artistas internacionales que trabajan en el ámbito del arte de acción. La primera edición tuvo lugar en 2008, comisariada por Bartolomé Ferrando: reunió a nueve artistas que presentaron acciones durante tres días en el Museo Reina Sofía de Madrid. La segunda edición tuvo lugar en 2009, comisariada por Marcel.lí Antúnez: se presentaron siete piezas a cargo de nueve artistas durante tres días en el Teatro Valle Inclán de Madrid.

La tercera edición tendrá lugar entre el 25 y el 31 de octubre de 2010 en el edificio Tabacalera en Madrid. En esta ocasión, colaboran en su organización el INAEM y Casa Árabe, una suma de esfuerzos que confiamos, en el futuro, dé lugar a nuevas líneas de actuación en territorios cada vez más transitados por las prácticas artisticas contemporáneas y que resulta imposible delimitar de acuerdo a las categorías tradicionales, tanto desde el punto de vista artístico (teatro, artes visuales, cine, música) como desde el punto de vista geográfico o cultural.

>>Ver en la web de ARTEA

Presentación del proyecto

La acción constituyó para muchos artistas a lo largo del siglo XX un medio de romper la clausura de la obra e implicar al espectador en una relación activa, bien por la necesidad de compartir un tiempo y un espacio (en una recuperación de las formas originarias de teatralidad), bien por la necesidad de activar la imaginación en la reconstrucción de la memoria o la potencialidad de la acción a partir de las huellas o los documentos (en una recuperación de las formas originarias de representación plástica). En ambos casos se trata de alejar la práctica artística de la comodidad del producto que se observa, se compra y se almacena para enfatizar la dimensión de experiencia compartida, la construcción colectiva de subjetividad o la generación de discursos de vigencia momentánea.

Arte es acción cuando pone en movimiento o en cuestión el modo mismo de organización de la práctica artística y de su exhibición. Y cuando ese cuestionamiento y ese movimiento trascienden los límites de la clausura institucional y posibilitan vías de comunicación y de efectividad en el exterior. En un tiempo se entendió que un medio eficaz de actuar era suprimir el objeto, el producto. Pero cuando ya los museos incluyen en sus salas las huellas de las acciones e incluso aceptan agrietar sus muros para darles cabida, quizá haya que replantear la relación entre acción artística y producción. En una época dominada por el capitalismo performativo, ¿no podría ser útil volver la mirada atrás y estudiar la potencialidad transformadora que acompañaba a la producción industrial?

Al definir acción como producción queremos poner en evidencia el doble sentido del concepto “producción” en cuanto generación de productos, pero también en cuanto proceso de trabajo para la creación de algo nuevo. Lo nuevo puede ser invención y repetición del tipo o del standard, de acuerdo a la norma industrial, pero lo nuevo puede ser también invención de la organización, redefinición del modo en que se produce. A la producción focalizada en el producto, a la producción entendida como generación de mercancía propia del capitalismo de primera generación sucede la producción como proceso, como enriquecimiento de las relaciones sociales y humanas. No se trata de convertir la relación en mercancía, sino de poner en movimiento los mecanismos de relación.

Nuestra propuesta es poner en funcionamiento por unos días la maquinaria de la Tabacalera, teniendo en cuenta que en una fábrica de tabacos la maquinaria eran las trabajadoras, y que las trabajadoras no sólo actuaban dentro de la fábrica sino también fuera de ella, y que el potencial industrial que los muros encerraban se transformaba en potencial social fuera de ellos. Se trabajará con el espacio, se trabajará con materiales encontrados, se colaborará con otros artistas o se buscará un lugar de acción en espacios de relación en el entorno. Durante esta semana, los participantes compartirán sus procesos en conversaciones informales, sesiones de visionado y debate, propuestas específicas de trabajo en proceso.

Arte es acción en tanto efectivamente pueda contribuir a que memoria y deseo coincidan en la creación de las condiciones que imposibiliten la repetición de lo mismo y fuercen a repensar y redefinir. El arte es acción en cuanto produce experiencia compartida. La acción es arte cuando produce discurso.

Este proyecto es una invitación a la producción compartida. A artistas activos en diferentes contextos y medios, para compartir la memoria de un barrio y de un lugar de trabajo, para compartir también el presente de quienes trabajan en Madrid y de quienes habitan las casas de quienes cien años atrás pusieron su cuerpo al servicio de una producción que no les perteneció, pero que no por ello canceló su deseo.

Artistas y proyectos

Calendario y horario

Gracias a Lois Keidan, Eduardo Bonito, Hyun-Suk Seo, Catarina Saraiva y Michela de Petris.

Máster en Práctica Escénica y Cultura Visual

Programa fundando por José Antonio Sánchez y Pedro Sarmiento en la Universidad de Alcalá, en colaboración con el Museo Reina Sofía, Matadero Madrid y Casa Encendida.

Programa ofertado por el grupo de investigación ARTEA. En la actualidad está dirigido por Victoria Pérez Royo e Isis Saz y vinculado a la oferta de títulos propios de la Univesidad de Castilla-La Mancha. Se desarrolla en colaboración con el Museo Reina Sofía, Teatro del Canal, Teatro Pradillo, Espacio Escénico DT.

Más información en la web del Master

Three posters

Comentario a la pieza de Rabih Mroué y Elías Khoury

En compañía de Lina Saneh, Rabih Mroué ha desarrollado un trabajo en que interroga los límites de la representación y del teatro en relación con lo real y con el contexto histórico (social y político) en que se inscribe su práctica. La reflexión sobre el teatro ocupó un lugar central en su pieza Biokhraphia (2002), en la que Lina Saneh dialogaba con su propia voz grabada en un casete, mientras su cuerpo iba siendo sustituido por la imagen proyectada sobre una pantalla de arena. Ficción y realidad se sucedían y se alternaban, del mismo modo que se alternaban y sucedían la presencia física, la voz grabada y la representación de la ausencia por medio de la imagen. La imagen volvió a ser objeto de indagación en su pieza Who’s afraid of representation (2005), en la que montaba monólogos interpretados por Saneh y supuestamente redactados por diversos artistas corporales de los setenta, cuya obra trataba de resistir precisamente a la representación, con otros monólogos interpretados por Mroué en los que un asesino múltiple ofrecía el relato de su acción y las múltiples explicaciones (psicológica, económica, social y política) que podrían servir a su defensa. Como en Biokhraphia, un dispositivo audiovisual prolongaba la estrategia lúdica y distanciadora que sirve a Mroué para proponer una reflexión sobre el dolor individual y sobre el dolor colectivo, el de la historia reciente libanesa, fuera de los límites de las historias oficiales, pero también de las simplificaciones que afectan con la misma facilidad a la comprensión de la acción política y a la comprensión del arte como consecuencia de la reducción del discurso a imagen.

En esta obra, como en otras muchas, Mroué recurre a material de archivo. Y algunas de sus propuestas, como Make me stop smoking (2006), consisten precisamente en el despliegue y combinación de sus archivos: archivo histórico, archivo mediático, archivo personal, archivo artístico. Fue precisamente durante una de esas investigaciones de archivo cuando Mroué encontró casualmente el material que sirvió para la elaboración de Three posters. La pieza podría ser definida como una vídeo-actuación, dividida, como su título indica, en tres partes. En la primera parte, el público contempla a oscuras las imágenes visibles en un monitor de televisión: un actor que se presenta a sí mismo como el camarada mártir Khaled Rahhal, realiza tres grabaciones consecutivas en las que, con mínimas variaciones, explica quién es, qué ha estudiado, por qué ingresó en el Partido Comunista y en el Frente Nacional de Resistencia, por qué quiso actuar en el Sur del Líbano y por qué finalmente decidió ejecutar una acción suicida. Sucesivos cortes le sirven para matizar los deslices sentimentales al referirse a sus padres y a su compañera y dejar claro su respeto al líder y al presidente de Siria. Al concluir sus discursos, se enciende la luz de la sala y entra en escena el actor que ha interpretado al suicida vestido con una sencilla camiseta; se presenta como Rabih Mroué y ante el mismo fondo escenográfico utilizado anteriormente, pero en directo, con su imagen duplicada sobre el monitor de la secuencia anterior, revela su verdadera identidad, su pertenencia al Partido en el pasado y confiesa su intención, una vez resuelto el conflicto del Sur del Líbano, de honrar la memoria de los mártires. Presenta entonces con ese fin una segunda grabación: la del suicida real Jamal Satti.

Lo que el público ve a continuación es una grabación realizada por Satti el día antes de perpetrar una acción suicida contra los cuarteles generales del ejército israelí en 1985 con el fin de que fuera emitida en televisión después del atentado, pero no es la misma grabación que se retransmitió en televisión, sino tres grabaciones consecutivas en las que Satti ensaya o más bien trata de encontrar las palabras más adecuadas para sintetizar todo aquello que quiere decir antes de su muerte, aunque quien habla, habla ya como un muerto a quien sólo emociona la inminencia de la operación suicida o la emulación de los héroes y los mártires que le precedieron (su tercer ensayo concluye de hecho con una cita de Ernesto Che Guevara). La aparente frialdad, el desapego a la vida sólo se explican en una visión dualista del ser que el propio suicida explicita: “Ahora, cuando abandone mi país sólo con el cuerpo, seguiré existiendo en el espíritu de todos los auténticos patriotas del Líbano”.(1) Sin embargo, las vacilaciones, las dudas en el uso de ciertas palabras, la desviación ocasional de la mirada evidencian una cierta dificultad para representar el papel que se le ha asignado y que ha aceptado voluntariamente interpretar. “¿Por qué intenta Jamil Satti interpretar un papel?”, se pregunta Mroué. “¿Acaso su martirio requiere dejar unas huellas más eficaces aún que las que resulten de la operación suicida […]? ¿Acaso la imagen mediatizada es más eficaz que el propio martirio, la propio muerte física?”(2) Por otra parte, la necesidad de ensayar o repetir la grabación podría ser interpretada como “un deseo de aplazar la muerte en esta desdichada zona del mundo donde el deseo de vivir se considera una bochornosa traición al Estado, al Estado-Nación, la Madre Patria”.(3)

En la extraña indiferencia del suicida y en el aparente cinismo de quienes le observan anónimos desde el otro lado de la cámara se esconde también un dolor real que no encuentra otro medio de expresión que su multiplicación inútil. Ese dolor está fuera de la acción: en la humillación de un pueblo, en su destierro o en la ocupación de sus tierras, en su opresión política y económica, en la pobreza, en la reglamentación de su vida diaria. Y está también en las consecuencias de la acción: en las víctimas, en la familia del suicida, en las víctimas de la represalia. ¿Acaso la representación real redime y justifica tanto sufrimiento?

Tras la grabación, un segundo actor explica los detalles de la acción suicida efectivamente cometida por Jatti y algunos detalles sobre la grabación y la difusión de la cinta definitiva. A continuación, se presenta al público una entrevista realizada a Elías Atallah en su casa de Beirut el 19 de junio de 2000. Atallah, miembro del Consejo Nacional del Partido Comunista y uno de los dirigentes del Frente Libanés de Resistencia Nacional, explica su visión del “plan de operaciones suicidas”, reconoce los errores cometidos por el Partido e, indirectamente, la inutilidad de una lucha “que empezó comunista y acabó islamista”. Lo que las palabras del Político descubren es el complejo juego de intereses y presiones que el suicida desconocía y cómo su muerte, lejos de ser recordado como un acto heroico, acabó siendo clasificada como un error por los mismos dirigentes a quienes obedecía.

Mroué realizó esta pieza consciente de los riesgos que conllevaba: por violar la privacidad del mártir, por apropiarse de un material que había llegado a sus manos por casualidad, por utilizar ese material con finalidad artística y hacerlo además con una intencionalidad crítica. Sin embargo, el propio Satti convirtió lo que debería ser un acto íntimo, el de su testamento vital, en un acontecimiento público teatralizado. Con sus ensayos y su atuendo aceptó su condición de actor, y su inscripción por tanto en una zona híbrida, entre lo real y lo simbólico. Y con sus vacilaciones y repeticiones escenificó intuitivamente la crítica que Mroué haría más tarde explícita.

En la acción mediática, el suicida renuncia a su privacidad, reduce su identidad a la de militante del Partido, y, para poder cumplir su cometido dimite anticipadamente de la vida. Brecht había llevado a escena este tipo de comportamiento en La medida. Cuando ese comportamiento es incorporado realmente, se muestra con claridad la distancia entre el discurso teórico y el práctico, la resistencia del cuerpo, descubierta en la respuesta de Heiner Müller (Mauser) y la dimensión real de la muerte singular con la que el teatro o el discurso político meramente juegan.

El rostro del mártir enfrentado a la cámara evita la mirada de los otros, el reconocimiento del rostro de los otros, tanto el de aquellos a quienes ha amado y a quienes dedica su muerte, como el de aquellos a quienes no conoce y va a quitar la vida intercambiándola por la suya propia. La condición para que la muerte sea asumible pasa por la privación de la identidad. Los jemeres rojos privaron de identidad a sus víctimas mediante el interrogatorio y las fotografías, convirtiéndolas en documentos; Satti se convierte a sí mismo en documento antes de cometer su suicidio: de esa forma pretende, paradójicamente, seguir viviendo entre los suyos. El terrorista se quita el rostro, lo deja en la filmación, se suicida irónicamente antes de suicidarse físicamente, convencido de que de ese modo quedará garantizado el valor simbólico de su acción.

La pieza de Mroué denuncia teatralmente la perversión del teatro de lo real, su falsedad cruel. La fascinación que el teatro de lo real produce en los espectadores se basa en lo mismo que de niño impactó a Georg Tabori y le llevó a confundir la muerte real (el accidente en el circo) con el teatro. También Mroué remite a la anécdota de un actor que fue ovacionado e incluso premiado por mantener su actuación a pesar de un accidente que le hizo sufrir y sangrar profusamente durante la representación. Sin embargo, esa fascinación por los teatros de lo real es la misma que conduce a disfrutar con la muerte ajena, con la destrucción, con las guerras en directo, la misma que lleva a aplaudir las ostentaciones del poder político y económico, cada vez más aficionado a las escenificaciones mediáticas, la misma que lleva al perderse ocioso en la espectacularización de lo privado, un sucedáneo de realidad que desvía la mirada de la complejidad del presente, que delega la subjetividad en actores ya no tan desconocidos o que asume cínicamente la colonización de lo íntimo. La teatralidad terrorista juega de forma siniestra con esa fascinación. Pero la usurpación de la teatralidad por unos y otros no invalida el medio, sino que fuerza a la construcción de escenarios de la realidad en los que el criterio de verdad prime nuevamente sobre las manipulaciones simbólicas de lo que se ofrece como real.

 

José A. Sánchez, 2006

 

(1) Elias Khoury y Rabih Mroué, “Three Posters”, en Fundación Antonio Tàpies, Tamáss. Representaciones árabes contemporáneas, Barcelona, 2002, p. 109

(2) Rabih Mroué, “La fábrica de la verdad”, en Fundación Antonio Tàpies, o. cit., p. 115.

(3)  Idem, p. 117.

 

Este texto está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España

Apartes (2005)

Programación multidisciplinar de arte contemporáneo en Almagro

Roberto de la Torre

Un proyecto concebido como una actividad paralela al Festival de Teatro Clásico de Almagro. Se trataba de plantear un diálogo a tres bandas: con los vecinos de Almagro, con el pueblo mismo y su historia, y con el festival de teatro. Para ello se organizaron distintas actividades: acciones e intervenciones específicas a cargo de Angeldemonio, Roberto de la Torre, Nacho Arantegui, Alfredo Igualador, Aranzazu Baquero y Bartomeu Pascual; una programación de vídeo comisariada por Yaiza Hernández; un concierto a cargo de Exfium en el claustro del Museo del Teatro; y una serie de actuaciones de danza en distintas plazas del pueblo a cargo de Txatxorra´s Cube, Juschka Weigel y MembrosAdemás se organizaron encuentros y unas jornadas de reflexión sobre arte público en las que intervinieron Jesús Carrillo, Juan Pablo Wert, Isabel de Naverán, Ruth Estévez, además de los participantes en las actividades programadas.

Curaduría: José A. Sánchez

Asistente: Isis Saz