Archivo de la etiqueta: Abstracción

La escena moderna (1999)

Manifiestos y textos sobre teatro de la época de vanguardias.

Akal, Madrid, 1999.

Los textos recogidos dan testimonio del proceso de construcción de la escena moderna, en un tiempo marcado por el entusiasmo y la confianza en la capacidad del teatro por transcender el ámbito de la ilustración literaria y el entretenimiento e instalarse en el territorio de la creación artística y la agitación.

Este libro incluye una introducción a la escena de vanguardias en la que se tratan los siguientes temas: Reteatralizar el teatro / La obra de arte total / La construcción de la imagen / La deshumanización del teatro / La conquista del público / La transformación del espacio / La dimensión extra-estética

Los textos de coreógrafo-as, dramaturgos, escenógrafo-as y directores de escena se ordenan en seis capítulos y están acompañados de abundante material crítico y un resumen de las trayectorias de cada autor.
Luz, espacio, movimiento.
Textos de Loïe Fuller, A. Appia, E. Jacques-Dalcroze, I. Duncan y G. Craig
Teatro y abstracción.
Textos de V. Kandinsky, A. Schönberg, F.T. Marinetti, E. Prampolini, J. Cocteau, G. Apollinaire, L. Bakst, F. Léger, H. Ball, K. Schwitters, F. Kiesler, L. Schreyer, O. Schlemmer, L. Moholy-Nagy, A. Artaud
El modelo alemán
Textos de G. Fuchs, M. Reinhardt, I. Goll, F. Emmel, L. Jessner, E. Piscator, B. Brecht,
Teatro y revolución
Textos de V. Maiakovski, V. Meyerhold, L. Popova, A. Tairov, E. Vajtangov, E. Eisenstein, N. Foregger, N. Evreinov, N. Ojlopkov.
Reformadores del arte dramatico
L. Schiller, J. Copeau, G. Pitoëff, Ch. Dullin, G. Baty, R.E. Jones,
Teatro español
Textos de Adrià Gual, R. Pérez de Ayala, R.M. del Valle-Inclán, C. Rivas Cherif, F. García Lorca, M. Aub
Publicado en Akal, Madrid, 1999. ISBN:  84-460-1021-6.

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El teatro imposible (1998)

la escena española en la época de vanguardias

Este artículo ofrece una visión de las tentativas de renovación teatral en España durante los años veinte y treinta. La primera parte reconstruye las realizaciones de dramaturgos y directores tales como Rivas Cherif, Valle-Inclán y García Lorca, tanto en el ámbito profesional como en el ámbito del teatro aficionado o universitario. La segunda parte intenta mostrar los modelos que se derivan de los textos de una serie de escritores y críticos que trataron de imaginar cómo podría y debería ser la escena española, cómo podría aprender del teatro de vanguardia europeo, y cuál debería ser su contribución.

 

Publicado en inglés: “The impossible theatre. The spanish stage in the time of avant-garde” [Traducido por Jill Pythian], Contemporary Theatre Review, vol. 7, part 2 (número monográfico titulado Spanish Theatre 1920-1995. Strategies in protest and imagination (1), editado por M. Delgado), Manchester, 1998, pp. 7-30. ISSN: 1048-6801 / ISBN: 90-5702-099-8

 

 

‘Así, en general, [el teatro español] es un teatro de y para puercos. Así, un teatro hecho por puercos y para puercos.’ De forma tan contundente respondía García Lorca en 1933 a un periodista que, después de haberle entrevistado sobre La Barraca, quiso conocer la opinión del poeta sobre el teatro profesional contemporáneo en España.[i] La sentencia de Lorca recuerda a aquella célebre de Artaud sobre los literatos, aunque en el caso del español, la virulencia y la amargura parecen más justificadas. Con un similar desprecio, Valle-Inclán había declarado unos años antes que él nunca había escrito ni escribiría para los cómicos españoles[ii], y su creación teatral se mantuvo de hecho mucho más distante que la de Lorca de los escenarios profesionales madrileños.

El teatro español de las primeras décadas de nuestro siglo se caracteriza, en efecto, por un trágico desfase entre los proyectos de renovación de la escena, formulados por algunos dramaturgos, críticos e intelectuales, y la caduca concepción de la actividad profesional vigente en la mayoría de las empresas teatrales españolas de esta época. Este desfase (paralelo al existente entre los intelectuales de la República y la masa social, que permitió la irrupción violenta del fascismo) provocó que la mayoría de dichas ideas no se concretaran más que en puestas en escenas de aficionados o en trabajos profesionales con muchas concesiones. En definitiva, las idea del teatro contemporáneo español que se desprende de los textos dramáticos de los autores antes citados y de los textos teóricos de estos mismos, más los de algunos críticos, intelectuales y profesionales del teatro, tiene poco que ver con la realidad de un teatro, que mantiene las estructuras decimonónicas de organización (compañías configuradas en torno a una actriz o un actor, a cuyas características se adaptan los dramaturgos, y que representan en teatros dirigidos por empresarios más atentos a lo económico que a lo artístico), y que halaga los gustos más bajos del público burgués, con dramones post-románticos al modo de Echegaray, con juguetes cómicos o piezas costumbristas, al modo de Arniches o los Quintero, o, como mucho, con las elegantes pero vacías piezas ‘bien hechas’ de Benavente.

Sin embargo, el panorama de la creación escénica española, siendo desolador, presentaba algunas excepciones. La principal fue Cipriano de Rivas Cherif: amigo de Valle-Inclán, con quien colaboró en diversas empresas teatrales el fue el protagonista de la mayoría de los intentos de renovación del teatro español durante los años veinte. De su mano, Margarita Xirgu abandonó definitivamente el repertorio comercial y juntos estrenaron a Valle, a Unamuno, a Alberti y a Lorca. Éste, por su parte, y a pesar de su descalificación generalizada del teatro español, se había dejado estrenar, además de por la Xirgu, por Martínez Sierra y por Josefina Artigas, y colaboró activamente con algunos grupos semi-profesionales. También otros intentaron con mayor o menor éxito la renovación y, aunque en ningún caso se llegara al nivel marcado por los dramaturgos, es preciso reconstruir lo que se hizo, antes de recomponer lo que se quiso hacer. […]

Descargar texto en inglés: The Imposible Theatre

Descargar texto en español: El teatro imposible

 

 

 

[i]Francisco Pérez Herrero. ‘Nuevo Carro de Tespis’, La mañana, Leon, Agosto 1933.
[ii]‘… no he escrito nunca ni escribiré para los cómicos españoles (….) Los cómicos de España no saben todavía hablar. Balbucean. Y mientras que no haya alguno que sepa hablar, me parece una tontería escribir para ellos. Es ponerse al nivel de los analfabetos.’ (ABC, 23-VI-1927)

Dramaturgias de la imagen (1994)

 

La experiencia contemporánea del arte escénico está marcada por la fijación cultural de ciertas formas del teatro burgués de mediados del XIX, que se resisten a dejar escapar de sí el concepto mismo de teatro. El aislamiento social del arte escénico se debe en gran parte a esa fijación del concepto, que implica, obviamente, una fijación de las formas de enseñanza (escuelas de arte dramático), de las formas de transmisión (teatros públicos a la italiana) y de la falsa responsabilidad de los profesionales (autores, actores, directores y críticos) en la defensa de vagas ideas de cultura y diversión. El problema de la herencia no asumida se convierte en el principal obstáculo a encarar por parte del creador escénico contemporáneo, que se ve obligado a justificar su propuesta frente a la desinformación de público y críticos o a resignarse a la incomprensión y al rechazo de unos procedimientos que en algunos casos están fuertemente anclados en una desconocida tradición de más de cien años.

[…]

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Los restos de la ilusión. El (gran) teatro kleeiano (1992)

La vida como espectáculo que el pintor cuidadosamente recoge en las páginas de diario. Lo más doloroso, filtrado por la ironía del escriba, se convierte en objeto de de placer estético. Lo más ridículo, tratado con la humildad de quien reconoce su propia precariedad, conduce a la reflexión dolorosa. El arte kleeiano es un arte sabio: su sabiduría radica en el reconocimiento de los límites, pero también en la conciencia de que la insuperabilidad de tales límites reside en nuestra incapacidad de inventar otros nuevos y contenernos en ellos. La práctica del formato reducido, la  utilización de soportes pobres son parte de un intento por constreñir la creación a otras pautas, por traducir a otros procedimientos la creación, buscando en el momento mismo de la traducción las huellas de lo otro.

Publicado en  Arc Voltaic nº 19 (1992/I), Barcelona, pags. 31-32.

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El problema de la abstracción en el pensamiento plástico de Paul Klee (1986)

El arte no repite las cosas visibles, sino que hace visible. La esencia del la gráfica induce a menudo con justeza a la abstracción. […] Cuando más puro el trabajo gráfico, es decir cuanto mayor la importancia atribuida a los elementos formales sobre los que se basa la representación gráfica, más defectuosa la disposición a representar realistamente los objetos visibles.[1]

 

Si en la “Confesión creativa” (1920) Paul Klee describe el camino que conduce a la abstracción como fruto de una “edificación”, de un desarrollo constructivo (afirmativo) de las posibilidades formales, en los Diarios (1898-1918) nos habla de una vía paralela, que tiene que ver con la experiencia de un caos, socialmente no asimilado, que históricamente conduce a la guerra en cuanto confirmación empírica de una destrucción que Klee —y muchos otros— ya habían superado. “Se abandona la región de este lado y se edifica a cambio un paso hacia la otra, que puede ser una total afirmación. Abstracción. (…) Cuanto más terrible este mundo (corno por ejemplo hoy), tanto más abstracto el arte.” [2]

En 1908, W. Worringer publica Abstraktion und Einfühlung, obra que conoció una amplia difusión y que fue utilizada por los artistas (especialmente por el círculo de Kandinsky) como confirmación teórica de sus desarrollos formales. La tesis de Worringer es simple, y fácilmente reconocible en la anterior de Klee: “Cuanto menos familiarizada está la humanidad, en virtud de una comprensión intelectual, con el fenómeno del mundo exterior, cuanto menos íntima es la relación con éste, tanto más poderoso es el ímpetu con que aspira a aquella suprema belleza abstracta”[3].

Leer texto completo en el pdf adjunto: 1986. Paul Klee

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