Isadora Duncan.
Edición y traducción de José A. Sánchez, Akal, Madrid, 2003.

Los textos sobre danza de Isadora Duncan constituyen una de las más brillantes reflexiones de una coreógrafa sobre su trabajo. Su valor se acrecienta si tenemos en cuenta que fue precisamente Duncan quien, con mayor consciencia y decisión que Loie Fuller o Ruth St. Denis, convirtió la danza libre, no basada en los códigos de ballet, en un arte. El arte de la danza, tal como fue definido y defendido por Duncan, nació al mismo tiempo que el teatro alcanzaba su autonomía respecto al drama y se convertía, en términos de Craig, en arte del teatro. Al igual que Craig, Duncan desempeñó una misión fundadora; sin embargo, el peso de la biografía ha lastrado injustamente la recepción de su obra y la comprensión de su aportación a la historia de la danza moderna.
Del arte de la danza de Isadora Duncan no nos han quedado ejemplos vivos, tal como a ella le habría gustado (en vano trató una y otra vez de crear y mantener su deseada escuela); tampoco fórmulas creativas, ni indicaciones técnicas, ni propuestas metodológicas. El legado de Duncan hay que buscarlo más bien en la vitalidad de las ideas que estos textos nos transmiten: el descubrimiento del cuerpo libre en conexión con el ritmo de la naturaleza, la vinculación entre la liberación corporal, la liberación personal y la liberación social (de la mujer / del oprimido), la interpenetración de amor y creación, y la búsqueda en la literatura, en la filosofía y en la ciencia de un pensamiento que sirva de base para la formulación de una nueva reflexión sobre el arte, la mujer y la sociedad directamente emanada de la experiencia del cuerpo.
Leer la introducción: La danza liberada. El proyecto artístico de Isadora Duncan.