Antes de comenzar con este comentario, un pequeño apunte personal. Como todo ser humano, soy algo paradójico. Por un lado, me apasiona la ciencia ficción y la tecnología, me encanta saber cómo funcionan las nuevas tecnologías que se desarrollan y tratar de probar varias de ellas, aparatos nuevos, etc. Por el otro, no dejo de ver y observar los graves inconvenientes que cualquier tecnología trae al ser humano, y concretamente, soy incapaz de sentir la acrítica alegría que observo frecuentemente sobre la introducción de los teléfonos inteligentes en nuestras vidas y sus efectos, siempre vistos desde sólo el punto de vista positivo. Por eso, este artículo que quiero resumir es perfecto: como sucede con frecuencia en ciencia, comienza con una pregunta: ¿afecta de alguna manera medible la posesión de un teléfono móvil al uso de la inteligencia? La respuesta, que desarrollaré, es que sí: el uso de teléfonos inteligentes fomenta la búsqueda de respuestas rápidas y fáciles sugeridas por el móvil en lugar de pensar de manera independiente y analítica, al menos para gente predispuesta a ello.
Comienzan en la introducción con una cita de McLuhan bastante famosa que se puede traducir, más o menos, como: «El medio es el mensaje». Es decir, que la información que nos trasmitimos, luego nuestra cultura, no es independiente del medio que se escoja para trasmitirla. Por ello, afirma que dado que la cantidad de móviles inteligentes ha explosionado en los últimos años, y que su número no para de aumentar, parece claro que se han convertido en un mensaje. Mensaje que en el artículo pretenden ayudar a descifrar.
Después de esta introducción, comienzan por definir la «mente extendida», el concepto que indica que la mente humana actúa acoplada con un ambiente exterior, de forma que influencia y se vé influenciada en su actividad cognitiva por ese ambiente. Luego dicen que dentro de esa mente extendida, es muy importante el concepto de «sistema cognitivo extendido». Un elemento tecnológico que permite realizar una función externamente a la mente que sin esa tecnología tendría que realizarse de manera interna. Un ejemplo sencillo es apuntar un número para recordarlo en un papel. En ese sentido, como apuntan los investigadores, los teléfonos móviles son un sistema cognitivo extendido muy poderoso y que se extiende ahora a una parte muy importante de la población humana total sobre la tierra. Concretamente, el número de usuarios de teléfonos inteligentes en la Tierra ahora mismo ronda la mitad de la población total (49%, 3.800 millones de teléfonos sobre un total de 7.800 millones de personas(1)). Y dado que una parte importante de la «inteligencia» de los móviles viene del hecho de que están conectados a Internet, y que ésta se usa y comprende como una memoria externa de fácil acceso, los investigadores comentan los sorprendentemente escasos artículos sobre el uso de los móviles como sistema cognitivo extendido.
En un apartado posterior reafirman, con una impresionante colección de once referencias, la teoría ampliamente aceptada de que los seres humanos somos «avaros cognitivos», es decir, que si podemos escoger una solución intuitiva a cualquier problema complejo, no lo pensamos y usamos la respuesta intuitiva. Esto nos lleva a descansar nuestros procesos mentales en soluciones más sencillas y atajos mentales de manera desproporcionadamente alta respecto a su eficiencia real.
Así, formulan la hipótesis de que dado que tenemos una tendencia general a buscar soluciones intuitivas y rápidas en vez de usar nuestro cerebro en procesos cognitivos más complicados, con la llegada de los teléfonos móviles es posible que su uso se vea correlacionado con el menor empleo de inteligencia analítica y menor inteligencia. Para comprobar esta hipótesis, realizaron tres estudios, que describen a continuación. Como aquí comienzan ya con temas muy técnicos, resumiré solamente las partes más fundamentales.
El primer estudio se llevó a cabo con ciudadanos norteamericanos de ambos sexos. Querían comprobar si el uso, o la tenencia, de un teléfono inteligente se correlacionaba con medidas de la inteligencia.
Observaron que el uso frecuente de estos dispositivos tenía una correlación positiva con valores más pequeños de empleo de cognición, es decir, las personas que empleaban más teléfonos móviles usaban menos el cerebro para resolución razonada de problemas, confiando en su lugar en resultados intuitivos.
Usando también un conjunto de norteamericanos, comprobaron su desempeño en funciones cognitivas analíticas, y las compararon con el uso de los móviles inteligentes. También añadieron el uso de ordenadores y redes sociales, tanto en ordenadores como en móviles. Es decir, en lugar de comprobar la disposición a usar el análisis en vez de la intuición, comprobaron la calidad de los análisis que hacían los encuestados. Los resultados son curiosos y confirman las hipótesis del primer estudio. Como en el estudio anterior, aquellos participantes que usaban más los móviles tenían una menor capacidad analítica, por lo que quedaba confirmado que el uso de estos dispositivos implica una mayor «tacañería cognitiva». Además, dado que el uso del ordenador no cambiaba demasiado en este grupo respecto los que menos usaban el móvil, quedó claro que no es que los que decían que usaban mucho el móvil no lo decían porque sobrestimaban su uso del mismo, sino que realmente lo usaban más.
Por otra parte, comentan en la introducción del tercer estudio que hay una gran cantidad de evidencia científica que indica que cuanto más se usa el móvil, peores son los resultados académicos entre los estudiantes universitarios, al menos. La principal razón que se esgrime en todos esos estudios es que los móviles actúan como distractor, no que se correlacionen con una disminución de las capacidades cognitivas. Por eso, el tercer estudio que hicieron lo realizaron con estudiantes de universidad, tratando de comprobar si la tendencia al aburrimiento, que ciertamente implica una menor tendencia al uso de funciones cognitivas superiores (son aburridas), podría explicar sus resultados. Los dos estudios presentados antes implicaban que el uso de los móviles, sobre todo para solución de problemas y búsqueda de información, está relacionado con la menor capacidad cognitiva.
Para ello, emplearon estudiantes de universidad canadienses, porque los autores son de una Universidad canadiense. Y los resultados siguieron en la línea de lo que habían visto en los dos estudios anteriores: el uso de los teléfonos móviles esa asociado con una menor capacidad cognitiva y una mayor tendencia al uso de soluciones intuitivas. Sin embargo, no observaron correlación entre la tendencia la aburrimiento y resultados académicos, como se observaba en estudios anteriores. La razón que esgrimen es que quizás lo que realmente correlaciona con menores resultados académicos es el uso en general de aparatos electrónicos o quizás que los resultados académicos de los encuestados fueron proporcionados directamente por ellos mismos.
En la sección siguiente, donde hacen un análisis general de sus resultados, comienzan indicando que los mismos proveen evidencias de que la tendencia a confiar más en resultados intuitivos que en el resultado del pensamiento relacionada con el mayor uso del móvil para buscar información es un signo de una mayor tendencia a la «tacañería cognitiva».
También dicen que hay algunos resultados negativos importantes. Entre ellos, que la correlación que encuentran entre uso intensivo del móvil y menor desempeño cognitivo sólo se produce para ese uso intensivo, si éste no se da, no hay ningún tipo de correlación.
Otro resultado es que, dado que la gente menos tendente a usar el pensamiento analítico es la que más usa el teléfono móvil para buscar respuestas, indicaría en principio que el tener un sentimiento de duda sobre algo incrementa el uso del móvil como herramienta de búsqueda de información, sustituyendo el uso del pensamiento analítico.
Deducen que dada la correlación negativa entre inteligencia y uso del móvil encontrada en sus experimentos, parece lógico suponer que gente más capaz intelectualmente usaría menos la ayuda externa del móvil para realizar tareas complejas, por tener mejores capacidades. Pero que tal idea deberá ser testada en otra ocasión.
En un pequeño párrafo antes de las conclusiones finales, hacen hincapié en las limitaciones de su estudio, que encuentran una clara correlación entre el uso muy frecuente de los teléfonos móviles para buscar información y una menor habilidad cognitiva. Pero correlación no implica causalidad, es decir, que aunque descartaron alguna otra explicación posible, no pueden descartar que haya alguna otra variable que no han comprobado que explique estos resultados. Personalmente, estoy convencido de que sí que es verdad que un uso excesivo del móvil provoque problemas cognitivos, pero ciertamente esto es una convicción no demostrada de manera inequívoca.
En las conclusiones finales comentan que su estudio es un primer paso para un tema fascinante que apenas se está estudiando: el efecto que tiene sobre la psicología humana la nueva cantidad de ayudantes electrónicos capaces de responder a varias cuestiones, o al menos de simularlo bien. Dicen que dados sus resultados, parecería más bien que tales ayudantes pueden reducir la brecha entre los más y los menos inteligentes, pero también advierten que su investigación no es capaz de predecir el efecto que el uso frecuente de tales ayudantes tiene en nuestra capacidad cognitiva futura.
El enlace al artículo publicado en la revista Computer in human Behaviour es: Computers in Human Behavior 48 (2015) 473–480.
(1) Fuentes: Número de usuarios de móviles. Población total de la tierra.