Hoy me publican en «Economía Digital » de LaCerca.com un artículo sobre «La Buena Vida»
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Una «animada» reflexión sobre la deshonestidad
Dan Ariely anda de promoción de su nuevo libro «The Hones Truth About Dishonesty» una reflexión sobre «como mentimos a todo el mundo – especialmente a nosotros mismos». Analizando los datos obtenidos en sus experimentos económicos a cerca de 30.000 entrevistados, Dan Ariely reflexiona sobre el papel que juega el engaño en el comportamiento de los agentes económicos y sus consecuencias para la economía. La idea central es que los seres humanos tendemos a ser «algo» deshonestos para tratar de beneficiarnos un poco de nuestro engaño pero no «tan» deshonestos que no podamos mirarnos al espejo por las mañanas.
A partir de este análisis de Ariely, considero que el sistema económico todavía funciona razonablemente bien pues, si bien los costes monetarios de la deshonestidad son enormes, en general sigue primando la honestidad y las relaciones de confianza; en definitiva, sisamos pero poquito y, total, no hace mal a nadie. Ahora bien, ¿Que ocurrirá cuando, para una gran mayoría, el beneficio material de la deshonestidad supere el coste emocional de no sentirnos bien con nosotros mismos? coste que, por otra parte, se reduce día a día en un contexto mediático y socio-cultural de degradación de los estándares morales (nuestra alma está de saldo). Pues mi particularísima respuesta es que el sistema es capaz de tolerar unos niveles de deshonestidad, pero que sí se sobrepasan el sistema colapsará.
(Re)definiendo el objeto de la Economía
Como cada inicio de curso, toca empezar definiendo lo que es la Economía. Cualquier libro de texto que cojan vendrá a decir cosas más o menos parecidas a que «la economía es a ciencia que estudia la asignación eficiente de los recursos escasos» o que «la economía es el estudio de cómo la sociedad gestiona sus recursos escasos».
Artículo en «Economía Digital»: Sobre Ética y Economía
Hoy me publican en «Economía Digital » de LaCerca.com un artículo sobre «Ética y Economía»
La crisis en 22 viñetas
¿Vivimos una crisis económica? Por supuesto, pero no sólo. Los lectores del blog ya sabrán que uno de mis temas recurrentes es el trasfondo ético de las presente crisis económica. Querer exprimir al máximo cualquier oportunidad de beneficio sin importar el «cómo» y el «a-qué-costa» no es la mejor estrategia de un proyecto común de sociedad. Me envía un beligerante colega y contertulio de animadas conversaciones una colección de viñetas de «El Roto», que en su conjunto perfilan con fina ironía y certera precisión algunos de los caracteres estelares de la película de no-ficción en que se ha convertido esta nuestra crisis occidental.
Artículo en «Economía Digital»: Sobre Adam Smith o el Apóstol del Capitalismos de libre mercado que nunca fué
Hoy me publican en «Economía Digital » de LaCerca.com un artículo Adam Smith o el Apóstol del Capitalismo de libre mercado que nunca fue
La banca del futuro
Ayer tuve una visión. Me imaginé como será la banca del futuro. ¿y porqué? Pues porque me pasó algo un pelín aterrador. Les cuento.
Tengo una cuenta corriente en una sucursal de uno de los grandes bancos del país, del que, además, el director es buen amigo. Como todo hijo de vecino cuando tengo algún problema o gestión, o bien me paso por la oficina o bien le llamo por teléfono. Por circunstancias que no vienen al caso, decidí cancelar una tarjeta de crédito; hablo con el director para que tramite la oportuna baja y me dice que él ya no puede hacer nada, que tengo que llamar a un 902. Se me cayeron los palos del sombrajo. ¿Porqué? Ahora les cuento.
Esa misma mañana había decidido sumergirme en las turbulentas aguas de intentar modificar las condiciones de una línea ADSL. Ya saben: peleas y más peleas con teleoperadores sin capacidad de resolución de problemas, departamentos de atención al cliente, departamentos de bajas, musiquitas chill-out y largas esperas entre todos los eslabones del protocolo y, para mas inri, pagando un 902 (que cambian cada semana) pues no les sale de los santos poner un teléfono convencional que nos resulte gratis. ¿Porqué decidí meterme en ese lío que ya conocía? Pues porque pasar de una línea de 50MB a una de 6MB y me dijeron que era imposible, que tenía que hacerlo por tramos: de 50 a 30; de 30 a 15; y de 15 a 6 y dejar pasar una hora entre cada orden ¿Se pueden creer el disparate? Al final lo conseguí previo darme de baja y atender la llamada del departamento de calidad, el cual me tuvo que ofrecer unas condiciones excepcionales para que me quedara, con lo que, encima, perdieron dinero. Y yo me pregunto ¿Qué ganará la compañía con exprimir así al cliente y generar en él una desconfianza difícil de subsanar? No lo puedo entender. Pero ese es otro tema.
Se imaginan, pues, mi sorpresa cuando me pasan con un 902 para dar de baja una tarjeta de crédito que yo había contratado físicamente y firmado en una sucursal del banco. Hace tiempo que soy usuario de banca electrónica, pero esto era otra cosa. La atención, eso sí, fue exquisita; no obstante demos tiempo al tiempo y verán. Si el modelo predatorio del sector de las telecomunicaciones es el futuro de los servicios financieros apañados vamos.
Me cuentan algunos amigos, directores de sucursal, que hace tiempo que su capacidad de maniobra es nula. Antes, podían apostar por un cliente; conocían su trayectoria, su familia, sus ilusiones y, sobre todo, confiaban en él. Ahora el rostro se pierde; un departamento de créditos analiza los números, una fórmula matemática arroja un resultado y dice si ha lugar al préstamo… o tararí que te ví.
Una de las razones de la inflación de hipotecas basura en USA está relacionada con el hecho de que el vendedor de hipotecas (al igual que el de tarjetas) cobra a comisión y, además, no sufre los efectos del impago, pues dicha hipoteca se empaqueta con otros productos financieros y se revende. Este sistema incentiva enormemente las hipotecas de baja calidad. En España, con todos sus usos y abusos, el mecanismo es algo distinto. El banco, hasta ahora, tenía un trato personal con el cliente y, supuestamente, creía en su solvencia pues es el principal perjudicado en caso de impago. Pero me dá que esto se va a acabar. La prestación de servicios mediante comunicación electrónica presenta dos grandes ventajas: ahorra costes y, sobre todo, elimina el trato personal, lo que facilita las decisiones drásticas eliminando la posibilidad de compasión que a todo ser humano nos genera la desgracia con rostro. Personalmente, creo que esta estrategia cortoplacista es a la larga una mala inversión. Pero ¿quien le dice que no a unos suculentos beneficios millonarios?; y el que venga detrás que arree.
Leyendo sobre… Crisis, incentivos y (Des)confianza.
Recientemente he terminado la lectura del último libro de Stiglitz «Freefall : America, free markets, and the sinking of the world economy«. Una nueva acometida del nobel de Economía, Ex-Vicepresidente del Banco Mundial y Profesor de Columbia contra el modo de entender la economía y la ciencia económica de neoliberales y allegados.
La lectura del libro me traía continuamente a la memorial el documental Inside Job del que hablé en una entrada anterior. El enfoque, el análisis y el diagnóstico son muy similares; obviamente con las salvedades que establece el formato. Disfruté viendo el documental y también lo he hecho leyendo el libro. Quizá más pues aparece de forma recurrente dos ideas que considero fundamentales para entender la crisis y sus consecuencias.
Para Stiglitz la razón principal de la crisis es un problema de incentivos. El sistema financiero se ha diseñado de tal manera que existe un fortísimo incentivo al beneficio cortoplacista y una nula consideración de las externalidades negativas que esta actitud genera. Por ejemplo; si los vendedores de hipotecas o tarjetas de crédito trabajan a comisión, su principal incentivo será vender tantas como puedan con independencia de la calidad del prestatario, pues ellos no asumirán las consecuencias del impago sino aquellos otros agentes a quien las vendan en forma de derivados financieros. En todo este proceso la externalidad negativa para la sociedad que implica el impago en masa, en forma de crisis, no se tiene en cuenta por parte de las agentes privados que se lucraron con dichas ventas.
Una segunda idea que, por mis especiales preocupaciones, me parece más interesantes es la insostenibilidad de la sociedad capitalista por la mutua desconfianza que genera entre los agentes económicos. Si realmente los agentes económicos se comportan como establecen los modelos racionalistas económicos, nadie se fiará de nadie pues todo el mundo trata de aprovecharse al máximo de la contraparte en cada operación. Es cierto que generalmente, una transacción económica se realiza porque beneficia a ambas partes, pero en un entorno excesivamente competitivo, predatorio y con información asimétrica podemos racionalmente a empezar a dudar sobre la honestidad de todos los agentes y si la transacción se ha realizado en unos términos justos. Cuando las prácticas deshonestas se generalizan, la desconfianza bloquea los mercados (como ha ocurrido con el de los préstamos financieros o el de los pagos a plazos a proveedores) y el sistema entero sale perjudicado.
Creo, y esta es una amarga conclusión personal, que el modelo de sociedad capitalista que nos hemos empeñado en construir se está llevando por delante el sentido de comunidad, de ciudadanía compartida y comprometida con el otro, que los seres humanos, en cuanto animales sociales (Aristóteles dixit) necesitamos para poder subsistir tanto biológica (nadie es autosuficiente) como relacional.
Estoy absolutamente convencido de que la mayoría de la gentes es honesta en sus relaciones económicas, pero también de que ese nivel de calidad moral de nuestra sociedad se está degradando de una manera acelerada bajo la presión mediática del poder del dinero, de tal manera que todo vale para aumentar las cifras de la cuenta corriente. Pero no todo vale.