Cálculo de Emisiones CO2 (con Matlab) v6

Las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG) y sus consecuencias sobre  el calentamiento global se han convertido en uno de los grandes problemas a los que se ha de enfrentar la humanidad en los años venideros. En este sentido, calcular, con precisión, las emisiones y atribuir correctamente la responsabilidad e las mismas es un primer paso necesario para que gobiernos, empresas, organismos y ciudadanos puedan adoptar las decisiones oportunas en el camino que hemos de recorrer en la lucha contra el cambio climático.

Desde el punto de vista científico, los modelos Input-Output Multiregionales han mostrado su robustez para computar las emisiones y atribuir responsabilidades a lo largo de las cadenas globales de la producción. La metodología que subyace a estos modelos es relativamente sencilla y, ciertamente, con algunas décadas ya a sus espaldas. Sin embargo, es en los últimos años y asociado al desarrollo computacional y de grandes bases de datos Multiregionales cuando el modelo empieza a mostrar verdaderamente su potencialidad en el ámbito de la sostenibilidad.

Comparto a través de los siguientes enlaces (aquí y aquí) un código de Matlab que permite calcular una Huella de Emisiones según los datos de la OCDE (ICIO) para el año 2018.

Espero que les sea útil.

Por solidaridad… y por interés

¿Estarán tirando los Alemanes y Holandeses piedras contra su propio tejado, con tanta insolidaridad?
Eso parece deducirse de quienes son los beneficiarios indirectos de los presupuestos comunitarios, como contamos en el artículo publicado en Economic System Research «Is the emperor wearing new clothes? A social assessment of the European Union 2007–2013 financial framework» en 2018 y, cuyas conclusiones, rescatamos ahora en un artículo divulgativo en castellano en The Conversation.

El daño que no vemos cuando consumimos…

Nos advierte, el filósofo Peter Singer, que quizá no estemos preparados moralmente para la globalización. ¿Nos hemos planteado alguna vez que encender el coche -con la liberación de gases de efecto invernadero que conlleva- puede causar daño a ciudadanos en el oro confín del planeta? Ciertamente tenemos dificultades en percibirlo como un daño, pero quizá su consecuencia no sea tan diferente de declarar una guerra sobre las personas más vulnerables ante el cambio climático. Quizá es porque históricamente hemos desarrollado principios éticos basados en ayudar al prójimo -nuestra comunidad- y en la obligación moral no dañar al otro -extranjero. Y en un mundo de relaciones interpersonales quizá hayan sido suficientes, pero la globalización cambia cualitativamente ese escenario.

El mismo análisis del daño que hacemos con la emisión de gases de efecto invernadero podría realizarse con nuestras pautas de consumo y el trabajo precario que genera, sin que seamos conscientes.

Eso es lo que hemos tratado de cuantificar en el reciente artículo publicado en PLOS «Unmasking social distant damage of developed regions’ lifestyle: A decoupling analysis of the indecent labour footprint» y en formato divulgativo y en castellano en the conversation .


Trincheras

Nos advierte Amin Maalouf en su estupendo «El desajuste del mundo» que hemos transitado de un mundo en que las divisiones eran fundamentalmente ideológicas y el debate incesante, hacia otro mundo en que las divisiones se construyen en torno a líneas identitarias dejando, por tanto, poco espacio al debate.

Nos encontramos, por tanto, en la actualidad con una política de trincheras en la que cada uno hace fuerte sus posiciones y ninguno osa adentrarse en la incierta «tierra de nadie» buscando puntos de encuentro. Esta política de trincheras se ve potenciada, en el caso español, por dos características muy nuestras, que incluso podrían considerarse una sola. La primera, el secular guerracivilismo español del «conmigo-o-contra-mí». La segunda, el tener que comulgar con el paquete ideológico completo del partido. Obviamente, en España, si te gustan -o si no te gustan pero no criticas los toros- sólo puedes ser de derechas, monárquico, clerical, favorables a la privatización de los servicios públicos y el desmantelamiento del estado, anti-sindical, contrario a regulaciones laborales, ambientales… Mientras que si alzas la voz en favor de los derechos de los inmigrantes o contra la discriminación de género, has de ser anticlerical, federalista, republicano, defensor de un sector público invasivo de esferas privadas… En definitiva,
es un «todo incluido» irrenunciable, sin matices, sin zonas grises, sin discrepancias… una política de trincheras y forofos que se ha visto claramente reflejada en unas campañas políticas caracterizadas por las líneas rojas y el veto. Ya se sabe que es más fácil construir fidelidades en negativo (contra un enemigo) que en positivo (consensuando un proyecto común).

Esta deriva de los partidos en los últimos años se refleja, a su vez, en una creciente ausencia de diálogo político -y escucha- entre los ciudadanos. Es cada vez más difícil aventurarse en cualquier tema polémico en el ámbito familiar, con amigos, compañeros de trabajo sin que acabe en una ataque personal y etiquetado con todo el paquete doctrinario. Así que como nos advierten nuestras madres en nochebuena… «esta noche de política nada de nada».

Estancia de investigación en NTNU

Tras seis semanas de estancia en el centro de investigación de Ecología Industrial (IndEcol) de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) se acerca el tiempo de hacer balance. En mi caso, éste no puede ser más positivo. La estancia ha sido relativamente breve, y aun así ha habido tiempo suficiente para que se me amontonen, en torrencial desorden, aprendizajes, encuentros personales, conversaciones iluminadoras y experiencias que, indudablemente, Cronos filtrará, pero que, en su conjunto, me dejan la sensación de tiempo bien invertido.

Trondheim es una ciudad estupenda, en lo estético y en su ritmo vital: vibrante, turística, tranquila, cosmopolita, marítima, abordable a golpe de paseo, y orgullosa de su fiordo, su historia y su universidad. Quitados los contratiempos asociados a una climatología que te permite “disfrutar” de las cuatro estaciones en un mismo día y de un nivel de precios propio del país con la tercera renta per cápita más alta del mundo, la ciudad bien merece un alto en el camino.

En lo académico, visitar el programa IndEcol me ha permitido ver como se trabaja en un centro de referencia internacional en materia medioambiental. Desde tres perspectivas metodológicas -ciclo de análisis de vida, flujo de materiales y análisis Input-Output- un equipo multidisciplinar de estudiantes, investigadores y profesores tratan de diagnosticar y dar respuesta a los problemas que nuestro modo de vida desencadena en el planeta. Sin duda, es un programa de éxito, como avalan sus proyectos, publicaciones, ser editores europeos del “Journal of Industrial Ecology” y participar en la elaboración de los informes del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, publicar una base de datos de referencia multiregional como es Exiobase. Además, cuentan con unos programas de postgrado que atraen a alumnos de todo el mundo. Pero por encima de los anteriores méritos, que ya conocía previamente, la estancia me ha permitido descubrir un equipo humano que conjuga, en mezcla bien equilibrada, juventud, pasión, experiencia, sana presión competitiva y medios para llevar a buen puerto sus inquietudes.

Personalmente, fui invitado por el profesor Richard Wood, reconocido investigador en análisis Input-Output Medioambiental. Con generosidad, el profesor Wood me ha introducido en el “Análisis estructural de caminos” (Structural Path Analysis); una técnica que permite detectar aquellos “caminos” sectoriales por los que transcurren la parte más importante de los efectos negativos (o positivos) que se quieren evaluar. Esta técnica permite responder, por ejemplo, a la pregunta de qué sectores (y a través de que caminos) son los que más contribuyen directa e indirectamente al agua requerida o las emisiones de gases de efecto invernadero generadas para producir un bien de consumo cualquiera.

Finalmente, venir a un país como Noruega, que demuestra con hechos -99% de producción eléctrica con energías renovables, mayor número de coches eléctricos per cápita en el mundo, política de reembolsos por reciclaje …- y no sólo con discursos políticos “para-hacerse-la-foto”, te permite descubrir que el medio ambiente sí puede ser un tema prioritario en la agenda política y ciudadana.

Charlas: Dejando Huella (II)

Durante el mes de mayo he vuelto a hablar sobre la «huella que dejamos» ante dos nuevos colectivos. Primero con los amigos de Ecologistas en Acción de Albacete, en el marco de su ciclo de conferencias de «Los lunes ecologistas»; allí compartí estrado con Javier Avilés (de Justicia y Paz) y Jose Manuel Lozano (de Ecologias en acción). En segundo lugar, en el marco de la XXIII semana de Cáritas en Hellín, de nuevo con Javier Avilés.

En ambas, tras mi presentación «más técnica» sobre el desafío del desarrollo sostenible, se habló de la encíclica del papa sobre el Medio Ambiente. Un documento que merece la pena ser leído – con independencia de las referencias religiosas de cada cual. El documento relaciona de forma valiente el cuidado del medio ambiente con la justicia social y la paz interior. Además, como señala Peter Singer – autor de uno de los libros sobre ética más influyentes en la actualidad y conocido en los círculos ecologistas por la negación de la prioridad del ser humano sobre el resto de animales – la encíclica se desvincula de la corriente dominante de la iglesia que otorgaba al hombre «dominio» sobre la creación, para matizar el carácter absoluto de ese dominio y entenderlo como «administración responsable».

Como me comentó un ecologista, ex-diputado autonómico del PSOE madrileño, y nada sospechoso de actitudes pro-católicos: «jamás pensé que acabaría recomendando la lectura de una encíclica».

Charla: Dejando Huella

Este miércoles, invitado por el Departamento de Análisis Económico y Economía Política y por la Cátedra de Economía de la Energía y del Medio Ambiente  de la Universidad de Sevilla impartí una charla sobre el difícil reto que para la humanidad supondrá a muy corto plazo proveer recursos que garanticen una vida digna a una población creciente, sin desigualdades extremas y en el contexto de un planeta finito y al límite de su resiliencia climática. El Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible son la respuesta más articulada de la comunidad internacional al anterior trilema.  Sin duda son el camino; pero la urgencia del problema climático y la tibieza de los compromisos de las partes en el Acuerdo de París plantean un duda más que razonable sobre si vamos a llegar a tiempo. [Aquí la Charla]

Charla: Ética, Economía y Crisis

 

Hace unos días tuve la oportunidad de poder compartir con los alumnos del Seminario UNIVERSITAS, de nuevo, mis reflexiones sobre las relaciones entre Ética y Economía intentando explicitar, primero,»los límites morales del mercado» -con algunas pinceladas cinéfilas-, segundo, «los orígenes morales de la gran recesión» y, finalmente, si es posible «pensar en otra economía». [Aquí la Charla]

Artículo para Justicia y Paz España: «Incentivos, Ética y Economía»

La Comisión General de Justicia y Paz España, me hizo llegar una petición de colaboración para que hablase sobre «Ética y Economía», como miembro y colaborador de Justicia y Paz de Albacete.

Aquí os dejo el enlace al artículo, en el que tomando prestado el subtítulo del libro de Samuel Bowles «The Moral Economy«, trato de reflexionar porqué los buenos incentivos nunca podrán ser sustitutos de los buenos ciudadanos.

http://m.juspax-es.org/products/etica-incentivos-y-economia/

 

Habitos saludables (en politica) y efecto ancla

En psicología se denomina «efecto anclaje» a la tendencia que tenemos a establecer un punto de partida antes situaciones nuevas o a cómo la mente se «ancla» a una determina percepción. La sabiduría popular ya identificó el fenómeno en el famoso dicho «la primera impresión es la que cuenta».

En economía hablamos de «precio ancla» para resaltar la importancia del primer precio que el consumidor relaciona con un producto. Dan Ariely, en su estupendo libro Las trampas del deseo, cuenta un ejemplo clásico del marketing: el de Salvador Assael. Este señor, conocido como el rey de las perlas, compró un lote de perlas negras en Tahití que, sin embargo, no consiguió vender en Estados Unidos. Lejos de resignarse decidió perseverar. Esperó un tiempo, mejoró la calidad y volvió de nuevo a la carga, pero cambiando de estrategia. Acudió a un amigo joyero en Nueva York para que expusiera las perlas en el escaparate de su tienda en la quinta avenida junto a diamantes, esmeraldas y otras piedras preciosas y, aquí viene la genialidad, a un precio exorbitante. Esta estrategia, junto con anuncios en las principales revistas de moda, convirtió a las perlas negras en símbolo de glamour y objeto de deseo por la alta sociedad Neoyorquina. Assael hizo una fortuna. La «primera impresión» forjada por la inteligente campaña de Assael hizo que nadie aceptara comerciar con las perlas a los precios anteriores e inferiores, cuando nadie conocía su devaluada existencia. Ariely, a través de varios experimentos de economía conductual, demuestra lo poderoso del efecto ancla en el comportamiento de los consumidores.

Me viene esta historia a la memoria a raíz de la noticia «El constitucional permite al gobierno eludir el control al congreso«. Es la primera vez que la democracia española vive un período tan largo de gobierno en funciones; por tanto, muchas de las opciones que se tomen quedarán «ancladas» como referentes para el futuro. El gobierno ha decidido eludir el control de congreso amparándose en que no tiene que rendir cuentas ante una cámara que no le dio su confianza. Esta táctica le puede rendir rédito a corto plazo al Partido Popular, evitando desgastes innecesarios en controles parlamentarios; pero a largo plazo, está «anclando» un comportamiento ante una situación novedosa que hace un flaco favor  a la salud democrática.

El PSOE de Felipe González «ancló» en España la dinámica de que aquí las dimisiones iban a ser la excepción más que norma. Se consolidó la cultura de que nadie iba a dimitir a no ser que se lo llevaran esposado a la cárcel. Por eso nos sorprende que en otros países dimitan ministros por cuestiones como falsear una línea de currículum o plagiar su tesis, y aquí no dimite nadie aún estando imputado/investigado. Es cierto, que la situación empieza a cambiar, pero no por limpieza democrática de los partidos políticos, sino por la presión social de lo que ya es insostenible. El caso del ministro Soria es paradigmático: dimite cuando no le queda otra, y tienen la desvergüenza de querer «recompensarlo» con un cargo de lujo. En definitiva, una cultura de la no-dimisión y de la recompensa a los amiguetes que quedó anclada en los primeros años de la democracia.

Se insiste en los medios pedagógicos de que para acabar con la obesidad infantil lo mejor no es acudir a dietas temporales, sino educar en hábitos saludables; pues estos transforman poco a poco y te acompañan de forma inconsciente. Pues bien, la política española tiene una asignatura pendiente con los «hábitos de salud democrática». La clase política piensa que el problema de la obesidad de la corrupción se resuleve con una liposucción, extirpando a los corruptos más ínclitos, pero no es así. La solución pasa por «anclar» hábitos saludables en las organizaciones políticas y tolerancia cero frente a la corrupción y las prácticas de amiguismo y oscurantismo.