REDES SOCIALES. ¿COMUNICACIÓN O ADICCIÓN?

España es el segundo país de Europa que más contactos mantiene a través de portales como Facebook, Tuenti, Hi5 y MySpace. Insomnio, ansiedad y problemas para relacionarse «cara a cara» representan la parte oscura del nuevo fenómeno.
 
Muchos se han reencontrado con viejos compañeros del colegio a los que hacía más de diez años que no veían. Otros han «hecho» nuevas amistades o siguen en contacto a diario gracias a los «encuentros» sociales en la red, un fenómeno que ha despertado la curiosidad de más de 13 millones de españoles, lo que representa un 73,7 por ciento de la audiencia total de internet en España. Así lo refleja el último estudio publicado esta semana por el servicio de medición de audiencia World Metrix.
En nuestra universidad la mayoría de estudiantes poseemos alguna red social. Lo extraño hoy día es conocer a alguien que no tenga una cuenta en algún espacio virtual como Facebook, Tuenti o Hi5, entre otros. Y menos en nuestro país, que es el segundo en Europa, por detrás únicamente de Reino Unido (con un 79,8 por ciento) con semejante número de seguidores. Basta con introducir tu cuenta de correo electrónico en una de estas webs para sumergirte en una vorágine de fotos, vídeos, links y comentarios que hacen las delicias de los más curiosos. Pero, ¿las utilizamos bien? ¿hay algún riesgo al utilizar las redes sociales? Estas preguntas la mayoría de estudiantes que tenemos alguna red social, nos las hacemos simplemente porque utilizamos estas redes como comunicación en algunos casos, o como un medio para saber de las actualizaciones de algunos amigos o compañeros. Pero se ha comprobado que un uso problemático de estas redes sociales pueden desembocar en serios daños psicológicos, llegando incluso a la adicción y, en el peor de los casos, ser la vía de contacto de sectas o pederastas para captar a los jóvenes. Porque las conversaciones dan mucho de sí a través del ordenador. De hecho, según se desprende de un estudio de la Universidad de Washington y el Instituto de Investigación del Hospital Infantil de Seattle, en Estados Unidos, el 54 por ciento de los adolescentes hacen referencia al sexo, al consumo de sustancias y otras conductas de riesgo en este tipo de círculos.
Los resultados de la investigación se publicaron en la revista «Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine». De los 500 perfiles de libre acceso que los científicos analizaron del portal más frecuentado en el mundo –como es MySpace, que cuenta con más de 200 millones de perfiles, el 25 por ciento menores de edad–, en más de la mitad se hacía referencia a conductas peligrosas. Un 41 por ciento hablaba de abuso de sustancias; el 24 por ciento de temas sexuales y el 14 por ciento sobre violencia. Francisco Ferre, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, donde existe una unidad de adicciones, explica que “el desarrollo psicosexual a través de lo virtual genera seres inmaduros”.
A raíz de este estudio nos preguntamos ¿Son malas las redes sociales? ¿Producen adicción, destruyen nuestras amistades o nos convierten en seres mortecinos y pálidos que no reciben más luz que la que irradia la pantalla? Para responder la primera pregunta tenemos que hacer una autoreflexión de cómo utilizamos nuestra red social, y qué datos damos a todos los usuarios de la red y si esta información puede ser peligrosa para nosotros o cualquier ser cercano. La información es muy importante y debemos de tener mucho cuidado de que datos damos, o dejamos que todo el mundo lo vea, muchas personas piensan que cierta información es segura porque tenemos un filtro en el que solo amigos lo puedan ver, pero en muchos casos esto no es suficiente para que información muy personal llegue a estar en malas manos.   En la segunda pregunta solo hay que ver cuánto tiempo dedicamos a estar en nuestra red social, algunos estudiantes pasan más de 6 horas activamente en la red, con esto no quiero decir de que seamos adictos simplemente por el número de horas que pasamos en las redes sociales solo habría que respondernos a nosotros mismos, ¿Podría vivir sin ello?.