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Pedro Cesar Cerrillo

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¡Hasta siempre, Pedro C. Cerrillo!

22 julio, 2018, by CESAR SANCHEZ ORTIZ No comments yet

Disculpen que esta última entrada del profesor Pedro C. Cerrillo no la escriba él, sino su hija, pero quería  dejar concluida la actividad de este blog –que tantas alegrías le daba cuando comprobaba el alcance que tenían sus reflexiones, a pesar del reparo inicial que siempre tuvo para ponerlo en marcha, aunque como en tantas cosas se dejó convencer por sus amigos y colaboradores más cercanos-  y, también, quería despedirme en su nombre.

Mi padre, vuestro Pedro Cerrillo, falleció el 5 de julio tras un año y 3 meses con la enfermedad del siglo XXI, el cáncer. Nunca viene bien, pero esto le llegó muy pronto a una persona como mi padre, con vitalidad, proyectos y ganas de seguir aportando su trabajo de tantos años en su campo de la LIJ, y de continuar compartiendo otra etapa de su vida –la que les acababa de ofrecer la jubilación de mi madre- con su compañera de toda una vida y con su familia, así como ver crecer a sus nietos. Pero la vida te da estos reveses y ahí ha quedado todo, en sanas y admirables intenciones, en felices y ambiciosos proyectos como los que siempre estaban rondando su cabeza y que solía alcanzar con su acostumbrado tesón.

Una vida a la que tanto le quedaba por regalarnos…

Aún así, aunque sus aportaciones en este blog finalicen, así como sus conferencias por medio mundo, su legado es enorme: artículos, libros y publicaciones en las que la gente podrá seguir aprendiendo o estudiando, e incluso entrevistas de televisión y radio, albergadas en este espacio que es Internet y compartidas en tantas redes sociales, donde podremos seguir escuchando su voz. Y su CEPLI con su valiosa biblioteca que siempre nos recordará su nombre, su trabajo y su generosidad.

Me despido con un poema suyo, “El verano en el jardín”, recitado por mi hijo, su nieto Óscar, a quien fue dedicado ese bellísimo libro de poemas titulado El jardín de Óscar. Y con la foto de sus nietos visitando la biblioteca Pedro C. Cerrillo del CEPLI, de la que tenemos el honor que lleve su nombre, que visitaron con emocionada alegría por primera vez hace un par de días, y en la que comprobaron, con esa mirada limpia y pura de la infancia, la bonita que era la biblioteca de su abuelo.

Gracias a sus seguidores y amigos, personales y virtuales.

 

¡Hasta siempre, papá!

¡Hasta siempre, Pedro C. Cerrillo!

Cuenca, 22 de julio de 2018.

María Cerrillo Martínez



Infancia y poesía

29 abril, 2018, by PEDRO CESAR CERRILLO TORREMOCHA No comments yet

INFANCIA Y POESÍA
Para muchas personas, niños o adultos, la poesía no tiene ninguna importancia: bien porque se preguntan para qué sirve y no encuentran respuesta, o bien porque para ellos la poesía es algo distante e inaccesible. Ninguna de las dos cosas es verdad. La poesía existe y ni es algo intrascendente ni es algo que requiera para su comprensión una preparación especial.
La poesía es un género literario de ficción que tiene un origen personal, es decir, el poeta sugiere, transmite, evoca, insinúa o recuerda emociones, sentimientos, ideas, dudas, miedos, sueños o pasiones a otros hombres (los lectores de sus poemas) con una dimensión universal, más allá de un tiempo y un espacio determinados.
La poesía puede tratar temas, ideas o argumentos de variado tipo, como los otros dos grandes géneros literarios (la narrativa y el teatro); pero la poesía no la valoramos solo por su capacidad para describir o explicar un sentimiento o una sensación, sino por su capacidad para conmover, pensar o emocionar, reinventar la realidad o hacer que el lector vea el mundo de manera diferente. Aunque la poesía es un género esencialmente subjetivo, el poeta, como parte de una comunidad, puede erigirse en intérprete o portavoz de determinados sentimientos colectivos.
La historia de la literatura nos ofrece variados ejemplos de excelentes poemas que no fueron escritos pensando en los niños como lectores de los mismos, pero que son poemas que sí pueden ser leídos por ellos, entre otros motivos porque sus autores expresan vivencias, emociones o sueños propios de la vida de la infancia. Lope, Góngora, Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, García Lorca, Nicolás Guillén, Pablo Neruda o Gabriela Mistral son autores de algunos de esos poemas. Propongo la lectura de “El mar”, de Alberti (de su libro Marinero en tierra).
El mar. La Mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?
Pero también hay muchos poemas escritos por sus autores con el pensamiento puesto en los niños como destinatarios de los mismos, e incluidos en su gran mayoría en ediciones infantiles. Gloria Fuertes, Mª Elena Walsh, Celia Viñas, Mª Jesús Jabato, Beatriz Jiménez de Ory, Concha Lagos, Jaime Ferrán, García Teijeiro o González Estrada son buenos exponentes de esa poesía que tiene la niñez como tema, como motivo o como tiempo, o al niño como protagonista o como voz, o en los que están presentes los sueños infantiles, los recuerdos de la infancia, los juegos, el futuro, la vida cotidiana, el mar, los miedos, los sueños, el amor o, incluso, la muerte. Leed con atención el poema siguiente, “El brujito”, de Mª Luisa Muñoz de Buendía (contenido en su libro La princesita de la sal):
El brujito de la noche
se ha asomado a mi ventana
y me ha hecho cucamonas
con la punta de una rama.
¡Ay, madrecita, ciérrala bien!
¡Ay, madrecita, que se vaya!
Como un sol, los bucles de oro,
se ocultan bajo la sábana.
La poesía debiera ser leída, en una primera lectura en voz alta (de ahí la importancia que, en ese momento, tiene familia y docentes, con la que podemos acercar, de mejor manera (no se nos olvide que la poesía es ritmo) los versos a unos lectores que encontrarán en ellos sentimientos, emociones, ideas, sensaciones y vivencias experimentadas por sus autores, pero que les resultarán familiares, por haberlas vivido, quizá, también ellos, aunque ahora las pueden percibir de una manera diferente.

El Principito

12 abril, 2018, by PEDRO CESAR CERRILLO TORREMOCHA No comments yet

EL PRINCIPITO
El francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) tuvo dos pasiones, volar y la escribir. Esas dos pasiones se dieron la mano simbólicamente
Estas dos pasiones, volar y escribir, se dieron la mano simbólicamente en 1926, con la publicación del relato El aviador, y la firma de un contrato las líneas aéreas Latécoire; al poco tiempo pudo hacer su primer vuelo: de Toulouse a Casablanca. Pionero de los vuelos nocturnos, articulista de prensa durante parte de la guerra civil española, militar movilizado durante la 2ª Guerra Mundial, piloto profesional e incorregible, escritor de novelas, Saint-Exupéry murió el 31 de julio de 1944, cuando realizaba una misión militar: hacía fotografías aéreas de una región clave en el desenlace de la guerra mundial.
El Principito cumple 75 años desde su primera edición (Nueva York, 1943); escrito e ilustrado por el escritor francés, es considerado un libro infantil y, como tal, ha funcionado en el mercado editorial, sin duda por la forma en que está escrito, pero trata temas profundos: la amistad, el amor, la muerte o el sentido que podemos encontrar en la vida.
El libro ha sido traducido a numerosas lenguas, entre otras razones porque gusta a todos los públicos: una historia de ficción que relata un fantástico viaje protagonizado por un niño intuitivo y sensible, que es capaz de percibir el fondo de las cosas con una mirada especial, bordeando casi siempre la línea que separa el sueño de la realidad. Este niño, el pequeño príncipe protagonista, es el símbolo del niño que todos hemos sido y que ya no volveremos a ser, pero al que muy a menudo regresamos.
Saint-Exupéry fue un maestro de la frase corta, de la narración y la descripción justas; su estilo es muy directo y la estructura de sus obras marcadamente lineal. Todo ello y, probablemente, la elección de un tema tan atractivo y universal, como el del Principito, provocaron su inmediato éxito. La perfecta unión de fantasía y realidad, pensamiento y poesía, imaginación y ciencia, reflexión e impulso, detalles e ideas, han convertido al Principito en un clásico de la literatura universal del siglo XX, que, además, ha tenido -y aún tiene- muchísimos lectores infantiles y adolescentes.

Un libro que rompió moldes: Pippi Calzaslargas

16 marzo, 2018, by PEDRO CESAR CERRILLO TORREMOCHA No comments yet

 

 

Astrid Lindgren (1907-2002) es una escritora que cuenta en su haber con varias decenas de libros, la mayor parte de ellos de corte narrativo, que -además- han sido traducidos a más de 50 lenguas, pero que debe su fama y reconocimiento mundiales a su primer libro, aparecido en 1945, Pippa Mediaslargas o Pippa Calzaslargas, un libro que, al poco tiempo de aparecer, suscitó una airada reacción en contra por parte de los pedagogos suecos de entonces, porque consideraban que el libro fomentaba la fantasía y la imaginación infantiles.

La verdad es que en Suecia, desde la década de los treinta del siglo XX, se mantenía una gran discusión sobre los métodos empleados en la enseñanza de los escolares; en ese contexto, Astrid Lindgren tomó postura en contra de las prácticas educativas autoritarias y se decidió a escribir un libro con las historias que ella misma le contaba a su hija Karin cada noche antes de dormirse; posteriormente, la historia fue tomando cuerpo hasta llegar al resultado que todos conocemos: una serie de narraciones que tienen como protagonista indiscutible a Pippi (Pippi lo soluciona todo, Pippi organiza una fiesta, Pippi en alta mar, Pippi no quiere crecer, etc., etc.) La protagonista es una niña traviesa y desordenada, que no depende de nadie, ya que vive de manera autónoma; pero Pippi es también generosa, graciosísima y amigable; Astrid Lindgren nos la presenta así:

            (…) Pippa Mediaslargas, niña de nueve años que estaba completamente sola en el mundo. No tenía padre ni madre (…) Lo cual era una ventaja, pues así nadie la mandaba a la cama precisamente cuando más se estaba divirtiendo.

            Esa independencia de Pippi, que, sin duda, favorecía su fantasía, y esta -a su vez- las travesuras a las que era tan aficionada, fue lo que desorientó a los sesudos educadores suecos, que tenían ante sí a un personaje-niña, protagonista de un libro infantil, que distaba mucho del modelo de niña que imperaba en la Literatura Infantil aplaudida por los pedagogos, y que a los niños de aquel momento, y de tiempos posteriores, atrapó con entusiasmo. En realidad, Astrid Lindgren estaba proponiendo una manera diferente de observar a los niños desde el mundo de los adultos.

Aunque en España la popularidad de Pippi no llegó hasta la emisión de la conocida adaptación televisiva, del mismo nombre que el libro, emitida por TVE ya en los años 70 (la editorial Juventud había publicado el texto en 1962), en la mayoría de los países europeos el éxito del libro fue instantáneo a partir del mismo momento de su primera edición sueca. Lindgren ganó en 1958 el prestigioso Premio Andersen con la obra Rasmus y el vagabundo.

Otras historias de la misma autora que recomendamos son: Cartas a Brita Mari, El gran detective Blomquist, Karlsson del tejado, Kati en América y Ronja, la hija del bandolero. En todos ellos, podemos percibir las notas más relevantes que han hecho famosa a Astrid Lindgren: la variedad de ideas, argumentos y temas; la defensa de la educación en la libertad; la frecuente presencia de la fantasía creativa; y el respeto por el mundo de la infancia.

 

Una enfermedad inesperada

23 febrero, 2018, by PEDRO CESAR CERRILLO TORREMOCHA No comments yet

Hace muchos meses que no he escrito nada en el blog ni, por tanto, en Facebook, lo que puede sorprender en alguien que escribía, casi regularmente, un artículo al mes.

Muchas personas saben por qué, pero otras no. Me ha costado muchas reflexiones decidirme a contarlo, pero, finalmente, lo hago, por si puedo ayudar con ello a alguien. La culpa la tiene la maldita enfermedad de nuestro tiempo, que me fue detectada en pulmón e hígado el 1 de marzo del pasado año, y que me ha tenido en el hospital, entre entradas y salidas, casi cuatro meses.

Pero lo peor no ha sido eso, sino las complicaciones que surgieron al inicio del segundo tratamiento de quimio, una dolorosísima diverticulitis que ha tenido que ser operada en diciembre, con muchas dificultades y riesgo. En fin, ahora estoy a la espera de recuperarme de ello y reiniciar el tratamiento del cáncer. Pero no hablaré más de eso, sino de las sensaciones y emociones que te van sucediendo cuando estás tanto tiempo en una cama boca arriba, sin poder moverte, dependiendo de los demás para todo.

No entiendes por qué te pasa a ti, no puedes hacer nada que no sea obedecer lo que te mandan los médicos (por cierto, tanto ellos como enfermeras y auxiliares) nos han tratado con cariño y profesionalidad, a mí y a mi familia; todo se nos agravó cuando a finales de mayo, a mi mujer le diagnostican cáncer de colon; afortunadamente la operaron, le dieron la quimio y el primer control ya lo ha pasado bien; ahora, a confiar que en los siguientes controles todo siga bien y no tengamos nuevas sorpresas.

Cuando te llega una enfermedad como esta, que no tiene cura, piensas en muchas cosas; lo máximo que puedes hacer es asumir la nueva situación, que es completamente nueva y diferente a lo anterior: no puedes hacer planes casi ni siquiera a corto plazo, se acabaron los viajes que tanto nos gustan, las salidas de casa son más controladas, los continuos viajes a Madrid, etc. Lo terminas asumiendo, aunque al principio cuesta mucho.

Por último, es fundamental el apoyo de la familia; yo he tenido la suerte de estar acompañado todas las noches de hospital, que han sido muchísimas, por mi mujer Mariale, mis hijos César y María, hasta mi hermana Ana y mi cuñado Marino se han quedado algunas noches; y por el día, mis otros hermanos estaban acompañándome casi todo el tiempo en muchas ocasiones. Y algunos amigos también.

Tuve momentos en que no quería hablar con nadie, por eso, ahora, quiero agradecer el interés de los que llamaban y no contestaba.

Si escribo esto es porque he pensado que nos puede ocurrir a cualquiera y, aunque nunca estás preparado para ello, el golpe brutal que se recibe cuando te lo comunican, puede atenuarse un poquito. Y perdón por el “rollo” que os he escrito.

¡Feliz Navidad!

8 diciembre, 2017, by PEDRO CESAR CERRILLO TORREMOCHA No comments yet

¡Feliz Navidad a todos!
“JUNTO AL PORTAL DE BELÉN…”, DE FEDERICO MUELAS

Aunque este año no ha sido bueno en asuntos de salud para mi familia y, particularmente para mí (de ahí que haya estado parado en el blog), no quiero que ello abandonar (por mucho que sea el sufrimiento pasado y la incertidumbre del inmediato futuro) la tradición de felicitar la Navidad. Para ello, he elegido este villancico, poco cococido, del conquense Federico Muelas, “Junto al Portal de Belén”, incluido en el libro Ángeles albriciadores. Ojalá os guste. Que paséis muy buenos días en familia y con amigos.

Junto al portal de Belén
los vientos se arremolinan.
–No paséis, vientos, les dice
la Virgen Santa María,
que está mi Niño desnudo
sin pañales ni mantillas
y el frío de vuestras bocas
de fijo lo mataría.
Con voz ronca de tinaja,
balbuciente y dolorida,
habló el viento más anciano.
Bien oiréis lo que decía:
–Desde remotos confines
venimos a toda prisa
para arrullar al Dios Niño…
¡No os neguéis, Virgen María!
–¡Vientos, pasad!… Con rumores
de colmenar se aproximan.
Caracolas de azabache,
rizadas conchas endrinas
en las arenas tostadas
de la frente del Mesías.
El arrullo de los vientos
las caracolas suscita.
Y aunque los vientos cantaban,
el Niño no se dormía.

«Miguel Hernández: poesía y vida»

27 agosto, 2017, by PEDRO CESAR CERRILLO TORREMOCHA No comments yet

Al amanecer del día 28 de marzo de 1942, Miguel Hernández murió en la enfermería de la cárcel de Alicante. Aún no tenía 32 años. Se cumplen 75 años de su muerte. Desde la finalización de la guerra civil, su vida había sido una constante suma de heridas y de sufrimientos: la condena a muerte, el peregrinaje por diversas prisiones y la enfermedad que se acumulaba en el mismo cuerpo (neumonía, bronquitis, tifus, tuberculosis).

Hijo de una familia humilde (su amigo y protector Ramón Sijé lo llamó “alumno de bolsillo pobre”), Hernández acudió a la escuela hasta los catorce años, momento en que su padre decidió que debía dedicarse solo a trabajar, criando y cuidando pequeños rebaños de ovejas y cabras. No obstante, la imposición paterna no impidió que el joven Miguel siguiera cultivando, a menudo con más ahínco, la vocación natural de artista que desde niño había sentido: leyó todo lo que pasó por sus manos, aunque sin orden y sin selección; a los 16 años empezó a escribir y apareció su primer poema en 1930.
Estas circunstancias personales han provocado que, en ocasiones, se tenga una idea equivocada sobre su formación como escritor. Es cierto el autodidactismo en sus primeros contactos con la literatura, pero no es cierta, en cambio, esa leyenda de incultura con la que, durante muchos años, se le ha explicado: sus innumerables lecturas le proporcionaron un notable dominio de la lengua y su vocacional interés por la escritura le obligó a corregir detenida y minuciosamente, así como a controlar la construcción del poema y el ritmo del verso.
Su producción poética consta de poco más de 450 poemas, la mayor parte de ellos agrupados en seis libros: Perito en lunas (los primeros poemas editados en 1933); El silbo vulnerado (1934); El rayo que no cesa (1936); Viento del pueblo (1937); El hombre acecha (1939) y Cancionero y romancero de ausencias (escrito entre 1938 y 1941, editado por primera vez bastantes años después de su muerte).
La universalidad de su poesía se corrobora con la cantidad de ediciones que de ella se han hecho en todo el mundo, incluyendo algunas espacialmente destinadas al público infantil, como Miguel Hernández para niños (Ediciones de la Torre) o El silbo del dale, una magnífica antología preparada por Juan Nieto para Edelvives. La sinceridad y el compromiso de su poesía, su defensa de la libertad, han dejado una notable huella en parte de la poesía española que, tras él, se ha hecho.
Además, Hernández trató el tema de la infancia en más de una ocasión; conocidas son sus “Nanas de la cebolla”, y menos difundido es el emotivo poema “Rueda que irás muy lejos…”:

Rueda que irás muy lejos.
Ala que irás muy alto.
Torre del día, niño.
Alborear del pájaro.
Niño: ala, rueda, torre.
Pie. Pluma. Espuma. Rayo.
Ser como nunca ser.
Nunca serás en tanto.
Eres mañana. Ven
con todo de la mano.
Eres mi ser que vuelve
hacia su ser más claro.
El universo eres,
que gira esperanzado.
Pasión del movimiento,
la tierra es tu caballo.
Cabálgala. Domínala.
Y brotará en su casco
su piel de vida y muerte,
de sombra y luz, piafando.
Asciende, rueda, vuela,
creador de alba y mayo.
Alumbra. Ven. Y colma
el fondo de mis brazos.

Y hace tan solo unos meses, Nórdica Libros ha editado Cuentos para mi hijo Manolito, cuatro cuentos que escribió entre junio y octubre de 1941 en la cárcel de Alicante: “El potro oscuro”, “El conejito”, “Un hogar en el árbol” y “La gatita Mancha y el ovillo rojo”, los dos primeros ilustrados por Eusebio Oca, a quien confió los textos; los escribió en seis hojas pequeñas de papel higiénico con las que había hecho un rudimentario cuadernillo; ese manuscrito está hoy en la Biblioteca Nacional y pudo verse en una exposición que se hizo con motivo del centenario de su nacimiento. “Para la libertad sangro, lucho, pervivo…”, pero no pudo lograrlo; a los pocos meses de escribir esos cuentos, Miguel murió.

Prólogo al facsimilar «Griselda la campesina»

14 julio, 2017, by PEDRO CESAR CERRILLO TORREMOCHA No comments yet

Prólogo

Ediciones Muntanyola se fundó en Barcelona en ¿1916 o 1917? por Antoni Muntañola i Carné, especializándose en la publicación de libros ilustrados infantiles en castellano y catalán, siendo su primer título Bernardo y el gigante (1917). La editorial contó desde sus inicios con la colaboración de grandes artistas plásticos, como Joan Vila, Lola Anglada, Junceda, Barradas, Opisso o Josep Obiols.

La edición facsimilar que ahora publica Ediciones de la UCLM se ha realizado sobre un ejemplar de la Biblioteca del CEPLI (Barcelona, s/a, con créditos de Edicions Muntanyola de J. G. Viladot, S.L.), en la que no consta el nombre del autor. En cubierta aparecen el título, Griselda la campesina, y la referencia a las ilustraciones de J. Obiols (Barcelona 1894-1967, pintor, dibujante, muralista y grabador). Ya en el interior el encabezamiento del relato va precedido de Griselda, la campesina avispada (cuento toscano).

Con los mismos titulares, Griselda, la campesina avispada en cubierta y Griselda, la campesina avispada (cuento toscano) en interior, la Biblioteca del CEPLI tiene otra edición, la misma que está documentada en el catálogo de la Biblioteca de Cataluña, fechada con interrogante en 1919 (fecha dada, quizá, por la propia biblioteca) y con la descripción de 16 páginas, ilustraciones a color y tamaño 27 x 20 cm., formando parte de la colección “Premio” de la misma editorial (Vid. http://cataleg.bnc.cat/search*cat/?searchtype=o&searcharg=.b2352599x). Con idéntico título el libro aparece en el catálogo de la Biblioteca circulante de niños de la Institución Libre de Enseñanza de Madrid, sección primera (para niños de 7 a 9 años), según consta en el núm. 410, de noviembre de 1925, de Escuela Moderna, “revista pedagógica y administrativa de primera enseñanza”. Hay referencias indirectas e inconcretas a otras ediciones en los años 20 y 30 del pasado siglo, no constando ninguna en la Biblioteca Nacional entre 1917 y 1943, y sí una en catalán, de 1933 de Muntañola/Gráficas Viladot (La eixerida Griselda). Tanto en la edición de ¿1919? como en esa de 1933 figura como autor, no en cubierta pero sí en la portada interior, Juan Laguía Lliteras, lo que no sucede en la edición que ahora presentamos (no aparece su nombre ni el de ningún otro posible autor); además, los créditos ni son iguales ni se colocan en el mismo lugar: va en contracubierta Edicions Muntanyola de J. G. Viladot, S.L., mientras que en las otras va Editorial Muntañola, S.A. en cubierta; el número de páginas varía también (16 en todas, menos en esta, en la que son solo 14); igualmente, varía la ilustración de cubierta y la estructura de la maqueta interior; por último, tampoco se incluye el título de la colección “Premio”, que sí aparece en las demás. Estas singularidades son las que han influido para que hayamos elegido esta edición en lugar de la de 1919, con toda probabilidad anterior, como después explicaré.

Juan Laguía (Valencia, 1890-Madrid, 1936) fue periodista, escritor, traductor y sindicalista comprometido (cofundador de Unión de Sindicatos Libres); autor de varios cuentos editados por Muntañola en los años 20 (entre ellos los titulados La serenata milagrosa y Perico el de los palotes, ilustrados por Barradas), y de una traducción de las Fábulas de La Fontaine publicadas por la misma editorial con ilustraciones de Vayreda. Fue, además, director de Iván de España, “semanario para muchachos españoles”, creado en Madrid a finales de 1933, y redactor de La Nación, al parecer periódico oficioso de la dictadura de Primo de Rivera. Laguía fue fusilado en 1936 en Madrid, como lo fueron otros redactores de La Nación; incluso la sede del periódico fue quemada en mayo del mismo año, en los dramáticos enfrentamientos políticos y sindicales previos a la Guerra Civil (Vid. Riba, C. et al. Cartes de Carles Ribas, I, 1910-38. Barcelona: Institut d´Estudis Catalans, 1938). La cercanía del periódico al gobierno de la dictadura quizá fue lo que provocó que Laguía tuviera problemas laborales en algunos momentos de los años de la IIª República, como pudiera interpretarse de un anuncio que él mismo insertó en ABC (12 de mayo de 1933) para buscar trabajo: “exconcejal Ayuntamiento de Madrid, exvocal Junta Central de Abastos, exconsejero técnico de España en Confederación Internacional de Trabajo, exdirector de Unión Obrera, etc., necesita y pide trabajo intelectual o manual. Dirigirse, por escrito, a Juan Laguía Lliteras, calle…”; a lo mejor fueron los mismos motivos los que hicieron que Muntañola silenciara su nombre en nuestra edición, probablemente fechada en aquellos años 30, quitando la portada interior en la que aparecían el nombre del autor y el título de la colección (lo que reducía el número de páginas de 16 a 14).

Aunque presentado por la editorial como “cuento toscano”, Griselda, la campesina es un magnífico ejemplo de cuento maravilloso, con elementos propios del género: la indeterminación espacial (“una vez era…”) y temporal (“En una viña…”), el objeto maravilloso, las pruebas por las que debe pasar el padre de Griselda, superadas por esta con gracia e ingenio, para alcanzar alguna “merced” del rey, el final feliz (cuatro deliciosos versos que “resumen” la historia: Este es el cuento de oro / de Griselda, la moza campesina, / que supo hacer de Reina, sin desdoro, / por buena, por hermosa… y por ladina).

Como es habitual en la tradición de los cuentos maravillosos, también en este, las pruebas son superadas, triunfando la inteligencia, la bondad o la picardía del protagonista (en muchos casos femenino, como en Griselda) frente al poder, la autoridad y la arbitrariedad de reyes, príncipes o similares.

Es muy interesante comprobar cómo el episodio de las pruebas –que es el núcleo argumental del cuento– se mantiene desde hace siglos. Quien primero lo trató por escrito fue Giambatista Basile en Pentamerone. El cuento de los cuentos (1634), en el relato “Sol, luna y Talia”, construido a partir del motivo principal de La bella durmiente. Desde entonces, las pruebas las hemos leído en muchos otros cuentos de tradición popular. La segunda prueba de Griselda, la del mandato de que vaya a ver al rey “ni comida, ni ayuna, / ni peinada, ni greñuda, / ni vestida, ni desnuda, / ni a pie, ni en cabalgadura”, bajo la amenaza de que “os va en ello la vida” que profiere el rey al padre de la campesina, es muy conocida, pues aparece en diferentes lugares y lenguas, con leves variantes: pondré como ejemplo el de La niña que riega la albahaca, en donde son tres las pruebas que debe pasar el padre de la chica protagonista, pruebas que varían según la versión que leamos. Así, en Cuentos populares españoles de Rodríguez Almodóvar (Anaya, 2002) son “vestido/desnudo”, “a caballo/a pie” y “con las 3 hijas preñadas”; sin embargo, en la versión mexicana de Mª Teresa Castelló (Baulito de cuentos de Pascuala Corona, Norma, 2003) dos de las pruebas son diferentes (“bañada/no bañada”, “peinada/no peinada”), coincidiendo solo en “a caballo/a pie”.

Por otro lado, el motivo del encuentro casual del objeto mágico (el almirez de oro sin la “mano”) aparece como tema central en La inteligente hija del campesino de los hermanos Grimm (Cuentos de niños y del hogar, I. Madrid: Anaya, 1985), en el que las tres pruebas del rey para casarse con la campesina son “ni vestida/ni desnuda”, “ni a caballo/ni en coche”, “ni por camino/ni por fuera”), y en el que las coincidencias con nuestro cuento son el premio, el ejercicio injusto del poder, la reparación del daño, el bebedizo del rey y el final feliz con el triunfo de la inteligencia de la campesina.

También Perrault recogió un cuento, en verso, con el mismo nombre de la protagonista (La paciencia de Griselda), en el que aparecen las pruebas, pero cuya trama argumental es diferente, pues está relacionada con la historia de Griselda, mujer bíblica paciente, resignada y constante, muy difundida en el siglo XVI y que, en diferentes versiones habían recogido por escrito, ya en el siglo XIV, Chaucer en los Cuentos de Canterbury y Boccaccio en el Decamerón. Es decir, que esta Griselda del cuento toscano que aquí presentamos, aunque solo coincide con el cuento de Perrault en el nombre, tiene un largo recorrido previo y estaría en la tradición del que incluyeron en su colección los hermanos Grimm.

Continuando con el trabajo de rescatar buenos libros infantiles españoles que, de otro modo, es muy difícil encontrar, el Servicio de Publicaciones de la UCLM, el Patronato Universitario Cardenal Gil de Albornoz y el CEPLI ofrecen este facsimilar de Griselda, la campesina para disfrute de los lectores del siglo XXI.

Pedro C. Cerrillo

Catedrático de Literatura y Director del CEPLI

Las hadas de Villaviciosa de Odón, de Mª Luisa Gefaell

9 julio, 2017, by PEDRO CESAR CERRILLO TORREMOCHA No comments yet

Uno de los problemas más serios que tiene la LIJ actual es la rapidez con que los libros, a veces también los buenos, son descatalogados si los responsables de ventas de la editorial consideran que el número de ejemplares vendidos en un año no es el “adecuado” para sus objetivos comerciales.
Algo así debió sucederle a Las hadas de Villaviciosa de Odón de Mª Luisa Gefaell (Nueva Época, 1953), que estuvo descatalogado durante más de 20 años, primero (Alfaguara lo volvió a editar en 1979), y algunos años más, después, hasta que Anaya lo reeditó en 2004, edición que aún se puede conseguir.
El libro ofrece diez deliciosas historias de hadas que contienen, en su conjunto, un mundo poblado por hadas de siempre: hadas eternas y conmovedoras, emotivas y familiares, fantásticas y mágicas; pero ese tradicional mundo de las hadas la autora lo ha recreado con elementos radicalmente nuevos, que acercan esos personajes universales al mundo de la cotidianeidad: las hadas viven en Villaviciosa de Odón (conviene recordar que Mª Luisa Gefaell dedica el libro a sus hijas Sol y Maitina, en recuerdo del verano que pasaron, en 1952, en esa localidad madrileña); tan cotidiana y cercana es la residencia de las hadas, como lo es la aparición de unos pastores del cercano pueblo de Boadilla, o la intervención de la banda de música de San Lorenzo de El Escorial.
Las hadas, como personajes mágicos que son, pueden cambiar las cosas y los estados de ánimo; lo que sucede es que las hadas de Gefaell tienen –además– sus propios estados de ánimo, porque son de este mundo, de la provincia de Madrid, y son libres, y alegres, y sentimentales, y besuconas, y compañeras, y enamoradizas… En el universo de estas hadas madrileñas acontecimientos tan habituales y cotidianos, como la época del riego o la existencia de un melonar, se convierten en mágicos y excepcionales; en ese universo las coles hablan y es posible que un hombre se sienta ángel, aunque no termine de saber cuál es el cometido que corresponde a los ángeles. Estas hadas bailan o caminan por la sierra, bien es cierto que en unos escenarios de la provincia de Madrid que, pasados más de sesenta años desde la primera edición del libro, los niños de hoy difícilmente podrían reconocer.
Hadas y misterio. Hadas y encantamientos. Hadas y mundos soñados o imaginados. Hadas vivas y niñas pequeñas naciendo al mundo. La maravilla del mundo infantil detenido en el tiempo por la mano firme, pero sensible, de un adulto que ha sabido captarla en toda su dimensión. El tiempo que no pasa, que es eterno en ese instante mágico y cruelmente pasajero cuando nos damos cuenta que nuestros niños crecen, los paisajes soñados cambian y algunos seres queridos se nos van para siempre.
Frente a la Literatura Infantil encorsetada en las lecciones de instrucción reglada o en los preceptos morales, tan frecuentes en las escuelas españolas de hace cincuenta años, Mª Luisa Gefaell ofrece unos textos en los que la frontera entre realidad y fantasía no está delimitada totalmente, o en donde lo soñado y lo mágico tienen cabida junto al mundo de la cotidianeidad que viven las niñas protagonistas del libro y sus padres en el pueblo en que pasan sus vacaciones de verano. Gefaell apuesta, decididamente, por la imaginación en un libro que debiera tener muchos más lectores.

Gloria Fuertes: ni sobrevalorada ni bien leída

27 junio, 2017, by PEDRO CESAR CERRILLO TORREMOCHA No comments yet

El último artículo semanal de Javier Marías en El País se refería a Gloria Fuertes como una poeta sobrevalorada, y creo que se equivoca, porque si este año se está escribiendo más de ella es, sin duda, por un hecho puntual, el primer centenario de su nacimiento, con motivo del cual algunos hemos querido poner en valor la importancia de la poesía adulta de una escritora a la que su éxito televisivo en los años setenta del siglo XX y sus aportaciones frescas, originales e irónicas a la Literatura Infantil, sobre todo a la poesía para niños, provocaron un cierto encasillamiento de su escritura y, con él, el olvido del mundo académico y literario.

Madrileña de Lavapiés, de origen humilde, Gloria Fuertes supo llegar desde su peculiar voz ronca y su sencillez cercana y amigable a niños y mayores con una poesía personal, autobiográfica, realista, creativa, sugerente, siempre desde posiciones comprometidas, feministas, luchadoras, pacifistas, solidarias y emotivas.

Su poesía para adultos, compuesta en la larga posguerra y durante todo el franquismo es, de algún modo, una poesía no solo social, sino también contestataria, casi siempre relacionada con situaciones de injusticia, que en la España de aquellos años abundaban; de ahí, quizá, procedan algunos de los problemas que esa poesía tuvo con la censura, a la que intentó rodear mediante el humor, la parodia y un originalísimo uso del lenguaje, todo lo cual propició que en su escritura poética se perciban variados registros (humor, realismo social, denuncia, creatividad, imaginación, a veces vanguardia; en este caso, como a otras mujeres poetas nacidas antes de la Guerra Civil, Ernestina de Champourcin, Concha Méndez o Concha Zardoya, a Gloria Fuertes se le relacionó con el postismo y el postsurrealismo por sus innovaciones técnicas y formales, apareciendo representada su poesía en las mejores antologías de la poesía española de los 50, algo que no sé si Marías conoce lo suficiente, pues esas apariciones son un reconocimiento a su poesía, años antes de que empezara a extenderse su éxito como escritora para niños; poemas suyos aparecen en las antologías poéticas más influyentes: José Mª Castellet (Un cuarto de siglo de poesía española, 1939-1964. Barcelona: Seix Barral, 1966), José Batlló (Antología de la nueva poesía española. Barcelona: Lumen, 1968), Mª Dolores Asís (Antología de poetas españoles contemporáneos. 1900/1936. Madrid: Narcea, 1977), Fanny Rubio y José L. Falcó (Poesía española contemporánea, 1939-1980. Madrid: Alhambra, 1981), o José Mª Balcells (Ilimitada voz: antología de poetas españolas, 1940-2002. Cádiz: Publicaciones, 2003).

Acabada la Guerra Civil, junto con los buenos poetas “garcilasistas” de la llamada “Juventud creadora” (Juan Panero, Leopoldo Panero, Felipe Mª Vivanco, Luis Rosales,…) que reivindicaron un regreso a la poesía clásica, en fondo y forma, surgieron voces que, desde la poesía, quisieron mostrar que no podían permanecer indiferentes ante la dramática situación que vivía España. La aparición de dos libros en 1944 de dos poetas del Grupo del 27 (Hijos de la ira, de Dámaso Alonso y Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre), calificados pronto como “poesía desarraigada”, fue el primer paso para que se fueran editando libros de poesía con contenidos claramente críticos, a los que en muchos ámbitos se les etiquetó como “poesía social”: Cantos de vida y esperanza de Victoriano Crémer (1951), Pido la paz y la palabra de Blas de Otero (1955) o Cantos iberos de Gabriel Celaya (1955). Pues bien, la antología de poesía social que hizo Leopoldo de Luis (1965) incluyó poemas de Gloria Fuertes, aunque ella misma afirmaba al respecto:

Yo no sé si mi poesía es social, mística, rebelde, triste, graciosa o qué. Trato, quiero –y me sale sin querer– escribir una poesía con destino a la Humanidad. Que le diga algo, que le emocione, que le consuele, que le alegre. Otras veces, al señalar lo que pasa, denuncio o simplemente aviso. (Luis, 1965: 167)

Hay, sin duda, rasgos que marcan diferencias en la poesía de Fuertes con respecto a la poesía comprometida o testimonial de un momento concreto que está en la base de la “poesía social”; quizá los más importantes son los que se refieren a las preocupaciones que la escritora manifiesta y que se relacionan más con un estado general de la vida que con una circunstancia histórica determinada: son preocupaciones críticas, pero también éticas (la injusticia, el feminismo, la marginación, la solidaridad, el pacifismo, el cuidado de la naturaleza).

A diferencia de los conocidos versos de Celaya (“La poesía es un arma cargada de futuro”, en Cantos iberos, 1955), Gloria Fuertes reivindica una poesía solidaria, abrazadora, alentadora, con capacidad para estremecer. No creo que sea cierta esa sobrevaloración de la que habla el buen novelista Marías; al contrario: creo que ha sido insuficiente y, quizá, injusto el tratamiento que se le ha dado hasta ahora a su poesía para adultos.

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