Sobre (falsos) asociados en la universidad española

Ayer por distintos avatares no pude ver la comparecencia en el Congreso del Ministro de Universidades, Manuel Castells, en el Congreso de los Diputados. Con lo que he tenido que leer lo que dijo. Leyendo la prensa está claro que una de las medidas que más ha llamado la atención es la eliminación de la figura de los “falsos asociados”, que puede verse en el titular de periódicos tan dispares como El Mundo o El Diario.

¿Qué es un profesor asociado de universidad?

Según la LOU los profesores asociados son “especialistas de reconocida competencia que acrediten ejercer su actividad profesional fuera del ámbito académico universitario”. A su vez  tendrán “tareas docentes a través de las que se aporten sus conocimientos y experiencia profesionales a la universidad” cuyo contrato podrá ser renovado “siempre que se siga acreditando el ejercicio de la actividad profesional fuera del ámbito académico universitario”. Es decir, en teoría, son profesionales cuyo principal trabajo está fuera de la universidad y que por diversos motivos en los que el económico tiene una importancia muy pequeña les interese impartir docencia como segunda actividad. En este esquema encajan perfectamente profesionales de la Medicina, de la Abogacía y muchas más profesiones, que dotarán sus clases de un indudable valor añadido con su know-how obtenido en su trabajo diario.

Una amplia proporción de los profesores asociados en la universidad española se circunscriben con esta definición. Por ejemplo, según los datos obtenidos en el Portal de Transparencia de mi universidad, la Universidad de Castilla-La Mancha, había en 2019, 453 profesores asociados Ciencias de la Salud y 610 profesores asociados. De los 610 profesores asociados que no son de Ciencias de la Salud hay una proporción que sí que tienen un trabajo no universitario bien definido. En mi centro, la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Sociales, contamos con profesionales de la Abogacía que estoy seguro son un complemento perfecto a los profesores universitarios a tiempo completo que vivimos para lo bueno y para lo malo encerrados en las paredes universitarias.

Entonces, ¿quiénes son los “falsos asociados”?

Los “falsos asociados” son aquellos profesores universitarios, que si bien tienen que estar dados de alta como autónomos, están dados de alta como autónomos de una forma “ficticia”.

Pero, si ganan poco dinero y encima parte de ese dinero lo tienen que gastar como cuota de autónomo. ¿Por qué aceptan este trabajo?   

Para responder a esta pregunta, es necesario conocer el retrato robot de estos “falsos asociados”. Un nexo común que tienen todos ellos es el sueño de convertirse en PDI de universidad a tiempo completo. Algunos de ellos todavía no son doctores, si bien se encuentran en proceso de serlo. Otros sí que tienen son doctores, pero aún no han logrado acreditarse como ayudante doctor o como contratado doctor. Y para aquellos que desconozcan el sistema de contratación de las universidades españolas sin alguna de estas acreditaciones resulta muy complicado conseguir una plaza de PDI. Otros sí que tienen en su bolsillo la acreditación de ayudante doctor o contratado doctor, si bien todavía no han logrado una plaza de esta categoría.

Una vez categorizado el retrato robot de los “falsos asociados” resulta más sencillo responder a la pregunta anterior. El motivo principal que les lleva a aceptar ser “falso asociado” es hacer méritos para poder convertirse en PDI a tiempo completo en el futuro.

Los méritos son básicamente de dos tipos: docentes e investigadores. La docencia en España se mide, por desgracia, en su mayoría al peso. Es decir, cuantas más clases des más méritos tienes para poder acreditarte como ayudante doctor, contratado doctor, titular o hasta catedrático. A mi por ejemplo, me denegaron la acreditación a profesor titular hace ya varios años porque había dado “pocas clases”. Así, dar clases y cuantas más mejor les ayuda a poder obtener la acreditación correspondiente. El segundo tipo de méritos que persiguen es el investigador. Para tener los requisitos que las acreditaciones exigen en cuanto a artículos, libros, congresos se necesita tiempo y mucho buen hacer.

Antes de ver qué pasaría si se eliminase esta figura voy a considerar los motivos que llevan a la universidad a usar esta figura. El principal es la flexibilidad. En la universidad muchos de los profesores permanentes dan menos docencia de la que les corresponde como máximo por ley por diversos motivos relacionados con el trabajo universitario (investigación, docencia, gestión), o bien reducen su docencia o incluso renuncian a ella por tener de forma no permanente un trabajo fuera de la universidad (por ej., la política). Así, la figura de profesor asociado otorga cierta flexibilidad que ayuda a las universidades a cubrir toda la docencia a impartir. El segundo motivo y éste no debería existir, es que los profesores asociados cobran poco dinero, y por ende resultan baratos para las universidades. En un contexto de financiación escasa de las universidades españolas impartir parte de la docencia de forma más barata ayuda a cuadrar presupuestos.

Repito esto no debería existir pues no es de recibo que el sueldo recibido por cualquiera que imparta clases en la universidad se pueda considerar como bajo. La formación que se necesita para impartir docencia en la universidad es muy alta y la remuneración debería ir en consonancia con la formación y conocimientos.

Entonces, ¿Qué pasaría si se elimina la figura de “falso asociado”?

Antes de ello hay que tener en cuenta una cosa que la mayoría de economistas tenemos claro. Cualquier política puede terminar perjudicando al colectivo que se pretende favorecer. Así, cualquier medida no solo debe poner en su preámbulo que se quiere evitar tal o cual disfunción sino que la medida debe lograr lo que persigue y no lo contrario.

Así, si se suprime la figura de “falso asociado” muchos de ellos pueden verse expulsados de la lucha por un puesto como PDI universitario y tomarán otros caminos. Por lo que, si a los “falsos asociados” se les suprime esta vía para perseguir su sueño de convertirse en PDI a tiempo completo habrá que darles otra vía, pues de lo contrario, como se dice vulgarmente habremos hecho pan como unas tortas.

El eterno debate. ¿Es el mejor entrenador el que mejor baremo de victorias tiene?

Autores: Julio del Corral (@jdelcorraltm) y Andrés Maroto (@jazzandmar)

Hace unos días la Asociación Española de Entrenadores de Baloncesto (AEEB) anunciaba su tradicional premio al mejor entrenador de la primera vuelta de la Liga Endesa (ACB). Este año el galardonado fue Pablo Laso, entrenador del Real Madrid. La noticia pronto dio lugar a un debate (abajo se observa una muestra de algunos de los comentarios al respecto) que no, por ser habitual y repetido cada vez que se otorga un premio de este estilo, deja de tener su relevancia periodística y académica para todos los que amamos el baloncesto o trabajamos en su análisis.

Con esta entrada no se trata de menospreciar el trabajo de Pablo Laso al frente del Real Madrid al que ha llevado a una época no sólo de buenos resultados sino también de buen juego que ha revertido completamente la inercia de la sección blanca de baloncesto en la última década. Sin embargo, sí que queremos contribuir a que el criterio con el que se otorgan estos premios pueda ser más “objetivo” porque, a pesar de la presunta objetividad de los indicadores usados para esta clasificación (baremos, rivales, partidos en casa/fuera…), ha caído en el histórico error de premiar únicamente el número de victorias y no el rendimiento o eficiencia real de los entrenadores. Por esta razón, y como en ocasiones anteriores[1], os presentamos una medida objetiva sobre la eficiencia de los entrenadores ACB durante la primera vuelta de la presente campaña 2019-2020.

Esta clasificación[2] se basa en la distribución de probabilidad de victorias de cada equipo y según este indicador el mejor entrenador en esta primera vuelta de la temporada (como se observa en la tabla adjunta) habría sido Álex Mumbrú, con una eficiencia del 98%, que ha llevado a un recién ascendido como el Retabet Bilbao Basket a jugar la Copa del Rey con un balance de 10-7 y una diferencia respecto a las victorias esperadas de +3,4. Igualmente sobresaliente ha sido el rendimiento de Porfi Fisac (97%) con el Casademont Zaragoza (diferencia de +3,1 con un balance de 12-5) y de Txus Vidorreta (91%) con el Iberostar Tenerife (+2 con un balance 11-6), ambos equipos clasificados como cabezas de serie para la próxima Copa del Rey de Málaga. Sin embargo, podemos observar a Pablo Laso sólo en la sexta posición, con una eficiencia del 72% y un diferencial de +0,5 victorias (balance 14-3).

Según esta clasificación los peores resultados serían los obtenidos por Alexander Dzikic con el Movistar Estudiantes, con una eficiencia únicamente del 17% y un diferencial de -2.3; Sito Alonso con el UCAM Murcia (15%, -2.5); y, finalmente, Velimir Perasovic con el Kirolbet Baskonia (10%, -2.8). Valga como dato curioso que los tres casos de entrenadores destituidos tras esta primera vuelta (o durante la misma) se encuentran entre los cinco peores datos de eficiencia de nuestra clasificación.

 

[1] Enlaces a los trabajos 2008-2014, 2013-2014, 2014-2015, 2015-2016, 2016-2017, 2018-2019.

[2] Este método está validado dentro de la comunidad especializada y los resultados para temporadas anteriores pueden verse en un artículo que se publicó en el Journal of Sport Economics.