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El error de Keynes…

Todavía no me queda muy claro si el trabajo es una castigo divino («Te ganarás el pan con el sudor de tu frente») o bien un elemento con un distintivo carácter humanizador; quizá sea ambas cosas o quizás haya trabajos que encajan mejor en cada una de las dos categorías.  Hay gente que reniega de trabajar, y gente que es lo único que desea; bien porque no lo tiene o bien porque es adicta a él. Lo que es indudable es que como individuos y como sociedad estamos dedicando una creciente parte de nuestro tiempo a trabajar en detrimento del tiempo libre. Lo que sin lugar a dudas y, a pesar del enriquecimiento de la dimensión humanizadora del trabajo, es un claro empobrecimiento personal y social. Una de las esperables consecuencias del tremendo progreso tecnológico sería que cada vez deberíamos dedicar una cantidad menor de nuestro tiempo a trabajar para cubrir nuestras necesidades vitales. Así, al menos, lo predijo Keynes, en su famoso ensayo «Las posibilidades económicas de nuestros nietos«. Pero Keynes, parece que se equivocó pues como individuos y como sociedad, dedicamos una parte creciente de nuestras vidas al trabajo.

Como bien analiza Skidelsky en su libro «¿Cuánto es suficiente?«, del que ya hablé con anterioridad (aquí), múltiples causas podrían explicar el fracaso predictivo de Keyne. Skidelsky, analiza, concretamente tres; en primer lugar, el placer que proporciona trabajar; en segundo lugar, la presión que tenemos por trabajar para poder subsistir; y, en tercer lugar, la insaciabilidad que caracteriza una sociedad típicamente consumista. Puede que la explicación no sea única, si no más bien una combinación de las tres, pero, a mi juicio, la tercera ha adquirido una relevancia mayor de lo deseable.

Si lo que realmente importa y nos hace felices son bienes particularmente «baratos» (gozar de salud, seguridad, respeto, personalidad, armonía con la naturaleza, amistad y ser querido, tiempo de ocio), ¿porqué invertimos tanto esfuerzo en conseguir dinero a la par que nos quedamos sin tiempo para las cosas realmente valiosas?

Traigo todo esto a colación, pues esta semana he podido tratar el tema en una asignatura optativa, estupendamente moderado por un par de alumnas (aquí y aquí, las presentaciones).

Y como reflexión final:

La pobreza de ser rico

Les comentaba en la entrada anterior… el altísimo coste de oportunidad de la decisión judicial de «donar» y no «subastar» los famosos trajes de la denominada trama Gürtel. Aparte de esta re-lectura microeconómica, el caso de los trajes goza de un largo recorrido mediático como epítome de una forma de entender y practicar la política, cuando menos desesperanzadora. La pregunta que no dejan de formularse los ciudadanos de a pie, es por qué políticos reconocidos en sus cargos y con salarios dignos de sus función y labor, deciden arriesgar su dignidad y la de todo el colectivo por dinero. A mí la pregunta se me hace más compleja, al pensar en que muchos de ellos indudablemente entraron en política alimentados por románticos y sinceros sueños de trabajar por una sociedad más justa y mejor. ¿Tanto ciega el poder y el dinero?
No sé la respuesta, pues no me he visto en la tesitura y, realmente, no sé si quiero verme.
Todo esto viene a cuento, del vídeo que les propongo. Un breve reportaje elaborado a partir de las conclusiones del estudio científico «Ascender en la escala social predice el aumento de comportamientos menos éticos«. El vídeo parece confirmar la extendida intuición de que la riqueza nos vuelve más egoístas.

https://www.youtube.com/watch?v=S6k0rTdI5fk

Del vídeo se extraen dos conclusiones muy interesantes. La primera es que los estudios experimentales muestran que la clase alta se comparta de una manera menos ética que clases inferiores. La segunda es que la desigualdad es profundamente perniciosa para la salud tanto del individuo como de la sociedad.
Cuestiones que ya he comentado con anterioridad. Las más recientes (aqui, aquí, aquí y aquí).

Keynes «en directo», sobre el patrón oro.

La crisis actual ha llevado a algunos economistas a cuestionar el sistema monetario tal y como lo tenemos montado. Un sistema de reservas fraccionarias en el que los bancos sólo necesitan mantener en caja un mínimo del dinero que depositan sus cliente. En la zona Euro el coeficiente de caja oscila entre el 0% y el 1%. Un coeficiente caja inferior al 100% otorga la posibilidad de crear dinero a la banca comercial, vía la concesión de depósitos. Si alguien me abre una cuenta con 100€ y el Banco Central Europeo, sólo me obliga a mantener 1€, puedo prestar los 99 restantes; de hecho, ahí radica mi negocio. Pero es que los 99 pueden volver a ser depositados y prestado el 99%… Es decir, es la banca comercial la que crea dinero y no las autoridades monetarias.
La corriente austríaca de Economía se está mostrando especialmente beligerante con el tema, atribuyendo a las reservas fraccionarias buena parte de la culpa del ciclo económico; por eso defienden una radical reforma del sistema monetario articulada en torno al coeficiente de caja del 100%, la supresión de los bancos centrales y el retorno al patrón oro. Algo que, ciertamente, parece «de otra épocas». La corriente post-keynesiana ha conseguido mostrar convincentemente que el dinero es endógeno; es decir, que en ausencia de la suficiente moneda legal que «engrase» la actividad económica, el propio sistema encontrará la solución, bien mediante el aumento del número de veces que un billete pasa de mano en mano (Velocidad) o desarrollando métodos de pago alternativos… Esto de la endogeneidad siempre me recuerda las palabras de Tomás de Mercado al afirmar que en las ferias mercantiles en el siglo XVI, pese a todo el oro que llegaba a España no se veía ni blanca y eran una «fragua de cédulas». ES decir, la falta de «blancas» no entorpecía la actividad económica y los mercaderes creaban sus propios medios de pago.

A estas ferias van de todas las naciones, de Sevilla, de Lisboa, de Burgos, de Barcelona, de Flandes y Florencia, o a pagar seguros, o a tomar cambios, o darlos, finalmente es una fragua de cédulas, que casi no se ve blanca, sino todo letra. Las cuales son de dos maneras, unas en banco, otras en contado…

La endogeneidad viene a decir que la masa monetaria es como una nube de límites imprecisos y que crece o decrece según las necesidades de la actividad económica. En este sentido, volver al patrón oro, parecería meterse en un corsé demasiado rígido, que impediría respirar a la economía.
Así lo entendió Keynes al defender, en el siguiente vídeo, los beneficios de abandonar el patrón oro en Inglaterra.

Sobre riqueza e igualdad

Periódicamente, estamos acostumbrado a leer y escuchar titulares del tipo el X% de la población más rica acapara el Y% de la riqueza mundial o el Z% de la población mundial vive con menos de 1$ al día. Son titulares impactantes, dramáticos que reflejan el egoísmo sistémico del capitalismo y la anestesia moral del primer mundo. Pues bien, aunque todos esos titulares nos suenan ya a sabidos, el siguiento vídeo los presenta de una manera gráfica, distinta y, si cabe, más impactante. Merece la pena invertir 3,52 minutos en repensar en «como asignamos los recursos escasos eficientemente» y recordar la lección-advertencia de Stiglitz sobre los peligros revolucionario de la desigualdad y el consejo de Skidelsky sobre la buena vida.
Ps. El video está en Inglés, pero se entiende extraordinariamente bien.

Una «animada» reflexión sobre la deshonestidad

Dan Ariely anda de promoción de su nuevo libro «The Hones Truth About Dishonesty» una reflexión sobre «como mentimos a todo el mundo – especialmente a nosotros mismos». Analizando los datos obtenidos en sus experimentos económicos  a cerca de 30.000 entrevistados, Dan Ariely reflexiona sobre el papel que juega el engaño en el comportamiento de los agentes económicos y sus consecuencias para la economía. La idea central es que los seres humanos tendemos a ser «algo» deshonestos para tratar de beneficiarnos un poco de nuestro engaño pero no «tan» deshonestos que no podamos mirarnos al espejo por las mañanas.
A partir de este análisis de Ariely, considero que el sistema económico todavía funciona razonablemente bien pues, si bien los costes monetarios de la deshonestidad son enormes, en general sigue primando la honestidad y las relaciones de confianza; en definitiva, sisamos pero poquito y, total, no hace mal a nadie. Ahora bien, ¿Que ocurrirá cuando, para una gran mayoría, el beneficio material de la deshonestidad supere el coste emocional de no sentirnos bien con nosotros mismos? coste que, por otra parte, se reduce día a día en un contexto mediático y socio-cultural de degradación de los estándares morales (nuestra alma está de saldo). Pues mi particularísima respuesta es que el sistema es capaz de tolerar unos niveles de deshonestidad, pero que sí se sobrepasan el sistema colapsará.

Aquí les dejo el vídeo que recoge, de forma gráfica, resumida y divertida, las conclusiones de Ariely.

Hakek Versus Keynes, desde otras narrativas

El enfrentamiento entre Keynes y Hayek en versión Rap ha tenido tanto  éxito en internet que los responsables han decidido ir a por la segunda parte.
La idea no es nueva; si la original y divertida versión rap. La primera parte del documental «La batalla por la economía mundial» titulada «la batalla ideológica» presenta el debate intelectual Keynes-Hayek como el gran debate ideológico que ha recorrido la disciplina económica durante el Siglo XX. Las simplificaciones excesivas corren el riesgo de pasar por alto elementos significativos; no obstante, la utilidad pedagógica es indudable. Yo mismo he utilizado estos materiales en la asignatura de Macroeconomía Intermedia y el debate está garantizado.
Pongo a continuación los enlaces a todos estos materiales:

I. Debate Keynes-Hayek versión RAP (I) y (II) Más información (Aquí)

II. Debate Keynes-Kayek «La Batalla por la Economía Mundial: La batalla ideológica»