Hoy me publican en «Economía Digital » de LaCerca.com un artículo sobre ¿cómo se cocina el Euro.?
Cocinar requiere algo de ciencia, bastante de técnica pero, sobre todo, mucho, pero que mucho arte. Ya he escrito en otro lugar sobre Economía y Cocina. Allí comentaba la poca ciencia, mejor técnica y mucho arte de mi madre en la cocina. Cocinar por instinto tiene la gran ventaja de que las comidas siempre están en su punto y el pequeño inconveniente de que no hay manera de conseguir una receta exacta, pues las cantidades y tiempos no son constantes sino probables en función de lo que “el guiso te vaya pidiendo”. Y así, claro, no hay manera. Esta metáfora es un buen punto de partida para analizar la crisis monetaria en Europa pues bien sabemos, a nuestro pesar, que al guiso del Euro nuestros ínclitos cocineros europeos no acaban de darle el punto y estamos a un paso de que se nos atragante. Veamos porqué.
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Cae el PIB Alemán. ¿Malas noticias?
Según el último parte de guerra de Eurostat, el PIB de la Eurozona y de la Unión Europea ha caído en ambas un 0,3% durante el último trimestre del 2011, con el agravante de que la locomotora alemana también empieza a sufrir las embestidas de la crisis y verá contraída su economía en un 0,2%. Pésimas noticias para los Europeos ¿o no?
Parece que Alemania, con su fortaleza exportadora y su capacidad de endeudarse a coste 0 o negativo, pensó que la crisis no iba con ella, que era cosa de otros, que había que meter en cintura a los vagos y derrochadores habitantes del sur.No diré yo que desde el sur no se hayan dado argumentos sobrados para hacer enfadar a los vecinos del norte, pero la estrategia terapéutica emprendida por Alemania, al más puro e inflexible estilo germánico, basada en las teología de los recortes, ataca directamente la línea de flotación del barco del Euro y, lo que me parece más relevante, a la propia esencia del proyecto político de integración europea; hasta ahora, conviene recordar, la única fórmula anti-conflictos bélicos europeos que ha demostrado ser verdaderamente eficaz.
Pues bien, que me despisto, Alemania con su premeditado estrangulamiento fiscal y monetario y la confianza ciega en el efecto expansivo de la austeridad fiscal está haciendo zozobrar el barco, y que si nos hundimos, nos hundimos todos. Puede que no económicamente pero sí Europeísticamente.
Por esto, el decrecimiento Alemán puede no ser tan mala noticia. Quizá lleve a la señora Merkel a ver la necesidad de abrir el grifo de los euros y del gasto público. Si no hay dinero, si la actividad económica se paraliza, si cae en picado la confianza de los consumidores y en cadena la de los empresarios y la inversión ¿dónde van a colocar los su estupenda maquinaria de última tecnología producida hiper-eficientemente?
Como ya dije, la estrategia alemana tiene un claro efecto pedagógico pero cuidado no vayan a pasarse de frenada.
Ecuaciones vs Arte y buen oficio
Lo siento, pero creo que de esta no salimos a base de ecuaciones.
La instrumentalidad de la economía axiomática es indudable, pero la realidad suele ser muy tozuda. Las ecuaciones, los modelos y las políticas económicas (herramientas) que de ellos se derivan funcionan relativamente bien en circunstancias «normales» pero no en circunstancias «extraordinarias», como con las que ahora mismo nos toca lidiar. Para arreglar el euro, vamos a necesitar algo más que las herramientas convencionales.
El siguiente ejemplo puede ser ilustrativo. Imaginemos un ingeniero al que le encargan la construcción de un puente. Con toda seguridad el proyecto será «perfecto» en los planos y las cargas, medidas, distancias… cuadrarán con precisión milimétrica. Ahora bien, en la fase de ejecución, la dirección de obra se enfrentará a innumerables contratiempos que habrá de solucionar sobre el terreno, tomando decisiones que alteren los parámetros inicialmente proyectados; de lo contrario, peligra la el puente en sí y su buen funcionamiento. por otra parte, no está de más recordar que cuando los técnicos se empecinan en obviar la realidad, aumentan las posibilidades del desastre, como de cuando en cuando nos recuerdan trágicas noticias (un puente o una carretera arrastrados por la riada, una urbanización anegada….). Como ya hemos señalado la realidad suele ser muy tozuda. Abro paréntesis. Este ejemplo me vino a la cabeza al recordar la historia que un abuelo me contó sobre la construcción de la variante de su pueblo. Los ingenieros diseñaron el trazado y los mayores del lugar les advirtieron el trazado pasaba por una torrentera natural; los ingenieros obviaron el consejo con el resultado de que cuando llueve en abundancia el agua impide la circulación. Cierro paréntesis.
Retomo el discurso económico. Pensemos ahora cual es la actitud de nuestros prohombres europeos a la hora de afrontar los problemas asociados al Euro. Puede que los mercados funcionen eficientemente pero, habrá de reconocerse que no siempre es así, que surgen contratiempos y que los contratiempos requieren «modificar» los planos originales y aplicar soluciones imaginativas. No parece ser el caso. Los líderes europeos, asesorados por sesudos (y ortodoxos) economistas, han decidido seguir construyendo el Euro con los planos originales (sin inflación y controlando el déficit público). Esta ortodoxa política económica, que sería muy recomendable en «circunstancias normales», no parece serlo ahora pues o bien no conseguirá solucionar el problema a corto plazo o bien lo conseguirá a un coste humano y social altísimo.
Ya comenté anteriormente que la Economía tiene algo de Alquimia (Aquí). Las formulas magistrales (léase ecuaciones) no suelen ser de aplicabilidad universal y el buen economista es aquel que sabe cómo combinar los ingredientes, según las cambiantes circunstancias, para obtener el resultado deseado. Es decir, que necesitamos mucho arte y buen oficio y no sólo ecuaciones convencionales, válidas sólo para circunstancias normales.
Sobre El Euro, la diversidad Europea y la perfecta movilidad de factores
La semana pasada recorrí con mi familia en coche los 2000 Km que separan Albacete de
Cambridge. Un larguísimo viaje que nos permitió recorrer un buen tramo de la geografía Europea, pasando por tres de sus grandes capitales (Madrid-Paris-Londres). En autopista los kilómetros pasan rápido y a la misma velocidad vas viendo como cambian el paisaje, los campos, la orografía, la arquitectura… y, en la última parte, incluso la manera de conducir y el sistema métrico. (Esperemos que la conversión Km-millas no me depare ningún susto de las autoridades de tráfico británicas)
Me decía un viejo profesor que en Estados Unidos recorres 5.000 kilómetros y parece como si no hubieras cambiado de ciudad. Las mismas casas, la misma gastronomía y restaurantes, los mismos espacios de ocio y consumo… y, por descontado, el mismo idioma. Aquí, en Europa, en cambio, recorres 1000 Kms y te encuentras absolutamente desorientado; máxime si esos kilómetros los recorres por el centro del continente, donde cambias varias veces de país. Quizás esta enorme diversidad de usos y costumbre, geografías, culturas y lenguas que es Europa sea uno de los principales obstáculos a los que se enfrenta el Euro y la consolidación de la Unión Monetaria.
Ya comenté en una entrada anterior (aquí)que la consideración de un espacio geográfico como Zona Monetaria Óptima requería el cumplimiento de algunas o todas de los siguientes condiciones: flexibilidad de precios y salarios, perfecta movilidad de factores y un sistema fiscal centralizado.
Pensemos en el segundo de los requisitos y los obstáculos a la perfecta movilidad de factores productivos. Parece que el factor capital no tiene mayores problemas; ahora bien, en el caso del factor trabajo, la enorme diversidad de la que venimos hablando puede ser una barrera psicológica difícil de superar. No es lo mismo recorrer 5.000 Km y comer las mismas hamburguesas y hablar el mismo idioma que recorrer 2.000 Km y cambiar la paella por el «fish-and-chips» o la «salchicha y el chucrut» y no entender lo programas de humor de la TV. Nos sorprende ver en las películas americanas como una familia empaqueta su casa y su vida en el maletero de una ranchera e inician una nueva vida en la otra costa americana buscando nuevas oportunidades, aprovechando ofertas de promoción dentro de su empresa o por otras mil razones; ¿se imaginan esa misma disposición a viajar en el ámbito europeo?
En los últimos años parece que esta barrera psicológica ha disminuido sustancialmente debido a las generaciones de jóvenes bien formados, con idiomas y deseos de conocer nuevos países (el programa Erasmus en el ámbito universitario ha contribuido notablemente a esta movilidad); no obstante pensemos ¿qué porcentaje de la masa laboral representan estas generaciones sin miedo a la movilidad? A todas luces parece que las emigración laboral intraeuropea no será la solución para las tensiones que la pérdida de competitividad de algunos países y el enorme desempleo están introduciendo en el Euro. Estamos demasiados apegados al terruño como para dejarlo todo y emprender aventuras en territorios desconocidos. Seguimos pensando que ¡más vale lo malo conocido…!
En resumen, sin perfecta movilidad de factores y con la rigidez a la baja de los precios y salarios sólo queda apostar por un sistema fiscal centralizado para dotar a la Eurozona de la cohesión que requiere la estabilidad de una moneda común; es decir, frente al euroescepticismo y la crisis del proyecto monetario europeo lo que necesitamos es Más Europa.